Trozos sin forma (Libreta número 7)

Damos vida a nuestros fantasmas, y los fantasmas pueblan nuestras visiones.

Cuando cierro los ojos, los veo deambular a mi alrededor, bailan en los límites de mis visiones. Burlones, sedientos de cariño, o repletos de furia. Aguardan, silenciosos, susurrantes, que alguien les escuche.

Les preste la atención debida.

¿Una rosa para ella? ¿no? no me extraña, somos muchos. Cuando salga de aquí, otra como yo entrará ofreciendo símbolos de amor y cariño, por un precio, creando una situación extraña, muchas veces un compromiso molesto, ante una negativa que muchas se apresuran a exhalar para liberarle a él de la burla. Pero yo no hago esto por dinero, al contrario de los que estéis acostumbrados, porque yo soy diferente, yo soy el mito, que vuestras mentes han creado de esas y esos cientos de vendedores que pueblan vuestra consciencia. Yo, no soy real, soy la imagen que tenéis en la mente de ellos y ellas, y ni siquiera los que deambulan ofreciendo florescencias lo saben, solo lo sospechan. Nací de la necesidad y fui rápidamente adoptada. En un mundo ansioso de ideas para sobrevivir. En realidad mi oficio es antiguo, en mi memoria habitan aún muchachas que iban a los campos a recoger las flores para venderlas a los hidalgos, y a los caballeros ricos en sus correrías amorosas.

El mundo no cambia y olvidamos tan rápidamente como volvemos a aprender lo que dejamos en el camino.