¿Y por qué pudiendo construir el mundo que se nos antoje, hemos hecho un mundo que detestamos?
Pues porque necesitamos siempre, protegernos de nosotros mismos.
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Utopía
La isla de UTOPIA se extiende unos doscientos kilómetros, y por larguisimo espacio no se estrecha considerablemente, pero ea sus extremos queda reducida a unos cincuenta kilómetros. Dichos extremos están como torcidos, de manera que toda la isla tiene una forma parecida a la de la luna nueva.
Estas partes extremas, azotadas por el mar, distan una de otra unos once kilómetros.
Entre estos brazos se forma como a manera de un lago apacible, quedando un refugio muy bien acomodado, desde el que pueden mandar sus flotas a otras regiones y países.
Las gargantas que forma la entrada, que por una parte tienen bancos de arena y vados, y por otra parte escollos disimulados, ponen espanto al que pretendiera entrar como enemigo.
Casi en el centro de este espacio existe una gran roca, en cuya parte superior han construido un fortín, y en el que existe un presidio.
Hay muchos escollos ocultos (y por lo tanto muy peligrosos) de los que solamente tienen conocimiento los prácticos, de lo que resulta que muy raramente puede pasarlos ninguna nave extranjera que no esté guiada por uno de UTOPIA. Y si pretende entrar sin guiarse por ciertas señales que hay en la playa, cualquier armada enemiga embarrancará.
Dentro de dicho lago existe un puerto de mucho tránsito, con un desembarcadero natural muy bien acomodado, de manera que poca gente de guerra pueden poner en retirada a un ejército considerable.
Se cree (y el aspecto del lugar lo confirma) que aquel país antes no estaba totalmente rodeado por el mar. Pero Utopo, de quien tomó nombre la isla, por haberla conquistado, ya que antes se llamaba Abraxa, fue quien hizo que sus moradores, que eran rústicos y muy atrasados, vivieran de manera humana y civil. Fue él quien mandó formar un istmo de unos diez kilómetros, con lo que UTOPIA quedó separada de la tierra firme y convertida en una isla. Hizo que trabajaran en dicha tarea, no solamente los moradores antiguos, sino también los soldados, y con tan gran número de brazos el trabajo quedó realizado en muy poco tiempo, dejando admirados a los pueblos vecinos, que al principio se burlaban de ellos.
Hay en la, isla cincuenta y cuatro ciudades, todas las cuales tienen en común el idioma, las instituciones y las leyes; y puede decirse que todas ellas están construidas bajo un mismo modelo, en cuanto lo permite el terreno. La distancia media entre ellas es, de unos veinte kilómetros, y ninguna está tan apartada de la más próxima, que en una jornada un peatón no pueda desplazarse de una a otra.
Tres ciudadanos expertos y venerables de cada una de dichas ciudades acuden todos los años a Amauroto, ciudad que por estar en la parte central de la isla es fácilmente accesible a todas las demás y se considera, como la Capital, por ser donde se tratan las cosas comunes y la ordenación pública de todo. el país.
El término municipal de cada ciudad viene a tener el mismo contorno que las otras, unas más y otras menos, según lo apartadas que estén. Ninguna de ellas desea extender o ensanchar su distrito, por considerarse más como labradores usufructuarios de los campos que Señores de ellos.
Existen alquerías muy bien provistas de toda clase de utensilios para las labores agrícolas, y para el trabajo en estos cortijos se turnan los ciudadanos. Ninguna familia de una alquería agrupa menos de cuarenta personas, en las que se señala Padre y Madre de familias por edad y por costumbres venerables. Cada treinta alquerías forman una agrupación y se designa a una que se considera como cabeza y representante de todas las demás.
Por cada familia que está en el campo, cada año vuelven a la Ciudad veinte de sus miembros que han permanecido dos años en las tareas agrícolas, a los que sustituyen otros veinte familiares de la Ciudad para que se ejerciten en la Agricultura, de manera que los que ya son expertos por haber residido un año, amaestran a los recién llegados, los cuales a su vez instruirán, a otros al año Siguiente. Así todos los habitantes de la isla son expertos en los trabajos del campo, y se puede echar mano de todos ellos para las tareas de la recolección.
Y aunque esta manera de renovar el personal agrícola se ordena a que nadie lleve esta Vida dura por más tiempo de dos años, no por esto los que se complacen en la agricultura dejan de permanecer allí más años.
Los labradores cultivan el terreno, cuidan el ganado y demás animales, cortan leña y la conducen a la ciudad por tierra o por mar, según más convenga. Sacan con admirable artificio una infinidad de pollos, sin que los tengan que empollar las gallinas, ya que con calor proporcionado los incuban y después los hombres los abrigan y los cuidan. Crían pocos caballos, muy fieros, de los que únicamente se sirven para la guerra, ya que las labores de cultivo y acarreo las realizan con bueyes, que aunque sean más, lentos que los caballos son más sufridos y menos sujetos a enfermedades, además de que ocasionan menos gasto, y cuando pierden fuerzas se pueden comer.
Siembran solamente trigo. Beben vino de uvas y sidra, o agua pura, o cocida con regaliz, de la que disponen en gran abundancia. Y aunque producen todas cuantas vituallas se consumen en la Ciudad y en sus contornos, siembran bastante más para poder socorrer a otros países vecinos.
Todos los instrumentos de labranza se los proporcionan en la Ciudad por conducto del Magistrado, sin abonar nada por ellos. Muchos campesinos concurren todos los meses a las fiestas solemnes. Cuando llega el tiempo de la siega, los jefes de la labranza indican al Magistrado el número de los que han de enviar a segar, y acudiendo todos a una en tiempo sereno, casi en un día siegan todos los campos.
LAS CIUDADES; ESPECIALMENTE AMAROUTO
El que ha visto una de aquellas ciudades pueden decir, que las ha visto todas, tan semejantes son unas de otras, en cuanto la disposición del terreno lo consiente. Aunque es igual describir una que otra, voy a fijarme en Amauroto, por ser la principal y estar en ella el Senado; por ser la más ennoblecida y por ser la que mejor conozco, por haber residido en ella cinco años.
Está situada en la falda de un monte, siendo su forma cuadrada, extendiéndose suavemente desde lo alto de un collado en una extensión de un kilómetro hasta llegar al río Anidro, prolongándose un poco más al otro lado del mismo.
Este río nace unos cíen kilómetros más arriba de Amauroto, de una pequeña fuente, pero con el concurso de otros ríos que confluyen en él, especialmente de dos mediados, aumentan mucho sus aguas, de manera que al llegar a la Ciudad su lecho tiene una anchura de unos trescientos metros. Luego se va ensanchando más, hasta llegar al Océano. En todo el trayecto que va del mar a la ciudad, y hasta un poco más arriba, con la subida y bajada de la marea, el río modifica su corriente cada seis horas. Cuando sube la marea las aguas del mar penetran río arriba y las aguas quedan salobres, pero después queda el agua limpia y normal.
La ciudad se comunica con la ribera opuesta, no con barcazas o pasarelas de madera, sino con un magnífico puente con arcos de sillería, construido en la parte más apartada del mar, para que las naves puedan llegar sin dificultad a la zona central de la Ciudad.
Disponen de un riachuelo manso y apacible, que nace cerca de donde está la población, atravesándola y, juntándose luego al río Anidro. Los habitantes de la Ciudad canalizaron estas aguas desde su nacimiento hasta la población, disponiendo fortines y parapetos para que en caso de asedio, no les llegase a faltar el agua, la cual es conducida con tuberías de barro cocido a todas las fuentes, que hay con profusión. Y si en otras Ciudades de la isla la Naturaleza no da estas facilidades, entonces reúnen las aguas de lluvia en grandes depósitos, con lo que obtienen el mismo resultado.
Toda la Ciudad está amurallada con muros altos y recios, con muchas torres y parapetos. El foso es seco, pero profundo y ancho, muy intrincado, con zarzas y espinos, menos en la parte de la muralla que está juntó al río.
Las plazas, están abrigadas con pórticos, tanto para el buen servicio de los almacenes como para la comodidad de los habitantes. Los edificios son semejantes y muy bien cuidados, sobre todo en las fachadas. Las calles tienen veinte metros de ancho, y todas las casas están rodeadas de jardín. Las casas tienen una puerta principal y una puerta falsa, con cerraduras muy sencillas, que todos pueden abrir fácilmente, de manera que cualquiera puede entrar y salir por ellas, ya que nadie posee nada en particular.
Cada diez años todos cambian de domicilio por sorteo, y todos sienten emulación por dejar la casa lo más arreglada posible. Un cuidado especial ponen todos en sus jardines, en los que plantan cepas, árboles frutales, hortalizas y flores, con tanta hermosura y buena labor que jamás he visto cosa igual. Este cuidado no es solamente para su deleite, sino que además compiten entre ellos para ver quién tiene estos jardines más bonitos y mejor cuidados. Lo cierto es que no he hallado en ninguna ciudad nada que esté mejor acomodado, tanto para el provecho como para el deleite de los hombres. Parece que Utopo (el fundador) puso en esto el máximo cuidado, y es fama que dispuso los modelos y el trazado desde el principio, aunque en cuanto al adorno estableció que los venideros lo arreglaran como mejor les, acomodase, contando coa que los gustos varían con los tiempos.
Así se refiere en los Anales que tienen escritos y guardados religiosamente, en los que se contiene la historia de la isla desde que fue conquistada, abarcando un período de mil setecientos sesenta años. Por ello se comprueba que al principio las, cosas fueron parecidas a lo que ahora son pajares, una especie de cabañas y chozas, construidas con toda clase de maderas sin distinción, con muros de tapia y cubiertas de pajizo y retamas.
En la actualidad cada casa tiene tres pisos, siendo el exterior de los muros de piedra labrada 9 de ladrillo, y lo interior revocado con argamasa; las azoteas llanas y descubiertas se protegen con cierto betún que fabrican con productos molidos, de muy poco coste, pero es tan eficaz que el fuego no lo altera y que defiende del mal tiempo mejor que si fuera con placas de plomo.
Contra los vientos usan vidrieras en las ventanas porque en aquella tierra hay mucho vidrio, aunque a veces también se sirven de telas enceradas con aceite o goma, con lo que se resguardan de los vientos y reciben más luz.
Utopía
Tomas Moro 1516
Ke importante es saber elegir, para entre otras kosas no tener ke protegernos de nosotr@s mism@s.
Smuacks, axuxones y feliz no kumpleaños.