EDICION A
CARGO DE IGNACIO MALAXECHEVERRÍA
EDICIONES
SIRUELA
Madrid IR AL ÍNDICE→
EL_ELEFANTE ........... ……..………………………………………………..….3
GUERRA_A_MUERTE_ENTRE_EL_ELEFANTE_Y_EL_DRAGON
…………7
EL_TIGRE .................... ………………………………………………………………….9
EL_CASTOR................... …………………………………………………………………14
EL_LINCE_Y_EL_TOPO…………………………………………............................18
EL_LEON……………………………………………………………………………………....23
LA_PANTERA………………………………………………………………………...28
EL_BUITRE…………………………………………………………………………...34
SIMIOS…………………………………………………………………………………38
CIERVOS………………………………………………………………………………42
EL_LAGARTO………………………………………………………………………...45
LA_BALLENA………………………………………………………………………....47
EL_PELÍCANO………………………………………………………………………..52
EL_DELFIN…………………………………………………………………………....56
EL_CISNE……………………………………………………………………………...58
LA_OSTRA……………………………………………………………………………..62
LA_RÉMORA…………………………………………………………………………..64
LA_SERRA……………………………………………………………………………...68
III. EL_BESTIARIO_AÉREO
EL_ÁGUILA…………………………………………………………………………….73
EL_GRIFO……………………………………………………………………………...78
LA_GRULLA……………………………………………………………………………85
TÓRTOLA_Y_PERDIZ………………………………………………………………..90
IBIS_CIGÜEÑA_ABUBILLA_Y_GARZA……………………………………………96
EL_GERAHAV_EL_AVE_ACTIVA………………………………………………….105
EL_AVESTRUZ…………………………………………………………………...........106
EL_CAMALEÓN……………………………………………………………………....113
EL_CARADRIO………………………………………………………………….…….115
COMO_SE_ENCUENTRA_ALEJANDRO
EN EL PALACIO DE JERJES,
Y CONTEMPLA LAS «SALANDRES»,
QUE MUESTRAN SI EL ENFERMO
DEBE MORIR 0
CURARSE……………………………………………………….….118
EL_FENIX………………………………………………………………………………127
LA_SALAMANDRA……………………………………………………………………129
SIRENAS………………………………………………………………………………..
132
CENTAUROS…………………………………………………………………………...137
EL_CORDERO_DE_ESCITIA………………………………………………………...140
LA_BERNACHA………………………………………………………………………..143
EL_UNICORNIO………………………………………………………………………146
EL_ONAGRO…………………………………………………………………………...151
EL_CATOBLEPAS……………………………………………………………………...155
DE_LA_GORGONA_O_EXTRAÑA_BESTIA_DE_LIBIA…………………………156
EL_BASILISCO………………………………………………………………………….159
COMADREJA_Y_VÍBORA………………………………………………………….…164
LA_NATURALEZA_DE_LA_COMADREJA………………………………………...167
EL_APTALOPS………………………………………………………………………….170
LA_HORMIGA_LEÓN…………………………………………………………………172
LA_CENTÍCORA……………………………………………………………………….174
MANTÍCORA……………………………………………………………………………176
LA_HIENA……………………………………………………………………………….178
EL_DRAGÓN…………………………………………………………………………….180
ANFISBENA_Y_ÁSPID…………………………………………………………………183
HIPOPÓTAMO………………………………………………………………………......188
HIDRA_Y_COCODRILO……………………………………………………………….180
VI. SOBRE_EL_BESTIARIO……………………………………………………………197
BESTIARIO_BESTIARIOS_EL_ANIMAL_Y_EL_HOMBRE………………………198
TOTEMISMO_Y_MITOS
………………………………………………………………200
EL_ANIMAL_Y_EL_HOMBRE
……………………………………………………….207
EN_TORNO_A_LO_FANTASTICO ………………………………………………..210
SOBRE_LÍMITES……………………………………………………………………
….218
EL_MÉTODO…………………………………………………………………………
...221
ARQUETIPOS_Y_ELEMENTOS…………………………………………………..….227
LA_APERTURA_DEL_BESTIARIO…………………………………………………..231
LA_UNIDAD_DE_LA_PSIQUE………………………………………………………..232
NOTAS…………………………………………………………………………………….239
BIBLIOGRAMA………………………………………………………………………..…247
IX
En
un sueño vi tigres de un azul que no había visto nunca y para el cual no halle
la palabra justa.
Jorge
Luis Borges
En Ynde ra unes
autres bestes granz et fieres qui ont couleur ynde, et ont cleres taches parmi
le cors. Si sont si forz et si males que nus nes ose aprochier. Et les apele
Pen en cest pays tygres.
Image
du monde, 114.
El
mosaico de textos aquí ofrecidos trata de dar una imagen general de
cada figura del Bestiario seleccionada; para ello, he espigado descripciones en
unos textos, y «significaciones» en otros, proponiendo a veces textos muy
similares, con la esperanza de que el lector atento aprecie sutiles diferencias
errores del copista, variantes, etc.‑ que a veces influyen en un cambio
de senefiance. En ocasiones, como contraste y
compleción del resto, he escogido fragmentos puramente «científicos», como los
de Brunetto Latini, desprovistos, por lo tanto, de moralización. La traducción
es literal en cuanto al estilo ‑‑conservando, por ejemplo, las
engorrosas repeticiones de ciertos originales‑, pero no en cuanto a la
letra misma; respeta los juegos de palabras en latín y las etimologías
isidorianas, abundantes en los fragmentos del bestiario latino de Cambridge;
prosifica los textos en verso ‑poco mérito tiene, en verdad, la rima de
Pliflippe de Thaün‑, salvo en el caso del bestiario de Gubbio, en que
mantengo formalmente la disposición del soneto, con el fin de que se aprecie la
unidad temática de cada estrofa; es original en el caso de las citas bíblicas,
para las que sólo excepcionalmente utilizo una versión ya existente (la de
Nácar y Colunga), pues los nombres de las bestias varían según la versión de
las Escrituras, lo que en ocasiones destruye la « significación ». La
traducción, por último, se basa en un solo texto, salvo en las versiones
antiguas del Fisiólogo griego, para las que he cotejado los materiales
presentados por Lauchert, Zambon, Carlill y Peters, en función del interés de
los textos que recogen.
Las
ausencias en la selección de textos obedecen al criterio de no ofrecer, en lo
posible, versiones ya publicadas en español; de ahí, el recurso al texto inglés
de Mandeville, existiendo entre nosotros al menos dos ediciones importantes ‑la
de Liria y la de Martínez Ferrandode los apócrifos viajes del caballero. Así se
explica también la no inclusión de Ellano o de Isidoro, cuyas Etimologías gozan de una excelente traducción de Oroz Reta y Marcos Casquero.
En
contrapartida, he recurrido aisladamente a autores más antiguos que medievales‑‑‑Plinio‑,no
he resistido al placer o necesidad de utilizar y citar el Roman de la Rose, las Canciones del rey Teobaldo o la novela de
Alejandro en prosa, y he aducido ocasionalmente textos del siglo XVI o
posteriores, cuando su valor era recopilativo, o servían para completar la
historia de determinada figura animal: se encontrarán, por ello, fragmentos de
Boaistuau, Du Bartas, Topsell, o de quienes recorrieron Asia en el siglo XVII.
Sigue
una brevísima reseña de los textos más importantes de entre los traducidos,
ordenados cronológicamente ‑con todas las reservas que exige la
cronología medieval.
i.
A Galus Plinius Secundus (23‑79 d.C.) debemos la Naturalis historia en 37
libros, un compendio amplísimo de datos eruditos, de experiencias personales y
de lecturas acríticas, pero profundas. Es una auténtica mina de información
sobre el estado de la ciencia antigua. Interesan aquí, sobre todo, los libros
III al VI (etnografía y geografía), porque fueron los más consultados por los
compiladores y enciclopedistas medievales, junto con el VII (antropología
«física»), VIII al XI (zoología) y XII al XIX (botánica).
i.
El Fisiólogo griego (siglos iii‑V d.C.), al que
ya me he referido anteriormente, fue editado por Lauchert como apéndice a su Geschichte des Physiologus. Existen también versiones más amplias, como la de Peters, que recoge
los textos de la edición Ponce de León (1587), la versión siríaca, la de
Mustoxydes, la de Pitra, dos arábigas, una etiópica ... ; o la traducción que
hizo Carlill al inglés de los textos recopilados por Peters, amén de otros muy
posteriores (el de Philippe de Thaün, por ejemplo). Francesco Zambon ha
publicado recientemente una versión italiana del texto griego, apartándose de
la versión clásica de Sbordone. Indico en cada caso en primer lugar cuál es la
fuente seguida.
3.
El Fisiólogo armenio (¿s. V?) apareció en su lengua
original en el tomo 111 del Spicilegium Solesmense de Pitra; Ch. de Lescalopier proporcionó una traducción francesa del
mismo al P. Cahier, que la hizo pública en Nouveaux Mélanges d'Archéologie.
4.
El Liber monstrorum de diversis generibus no
es ya, a decir de su editor, Corrado Bologna, un Physiologus; pero aún no es un bestiario. Berger de Xivrey, editor de uno de los
manuscritos de la obra, la ubica en el siglo vi, con posterioridad al emperador
Atanasio.
5.
El bestiario de Philippe de Thaün (PT) es el más antiguo de los franceses, y
sigue con bastante fidelidad el texto latino del Physiologus. El autor, anglonormando, dedica su obra a Aelis de Lovaina, segunda
esposa de Enrique 1 de Inglaterra, en el manuscrito conservado en Londres; en
otro ejemplar, que se guarda en Oxford, la dedicatoria va a Alienor, esposa de
Enrique 11: la fecha de composición puede variar de 112.1 a
115z. Los manuscritos, ilustrados o con huecos reservados a las miniaturas,
contienen prólogos en latín e indicaciones para el artista. Los 38 capítulos
de este bestiario, editado por Walberg, estudian los cuadrúpedos, las aves y
las piedras sucesivamente, y Philippe se refiere a sus fuentes como Physiologus, bestialre, un livre de gramaire,
Ysidre (=Isidoro), escripture...
6. De besflis et alús rebus es una compilación híbrida reeditada en la Patrologia latina hace más de un siglo. Migne indica que los cuatro libros que comprende
la obra fueron respectivamente atribuidos por los benedictinos a Hugo de
Folieto (Aviarium, o libro l), Enrique de Gante y Guillelmus
Peraldus (111 y IV). Pero la segunda parte ha sido erróneamente atribuida a
Hugo de SaintVictor, y la autoría sigue siendo problemática. Régine ‑Pernoud
ha publicado en Sources et clefs una
traducción parcial de esta obra del siglo Xii al francés moderno, en la que me
baso.
7.
El bestiario latino en prosa conservado en la Biblioteca Universitaria de
Cambridge con la signatura Ii.4.z6, editado
por james para el Roxburghe Club en ¡92‑8 y
más modernamente por T. H. White, fue copiado en el siglo XII, quizá en la
abadía de Revesby, en Lincolnshire. Si se compara con el Fisiólogo griego original, contiene cerca de 15o animales, en vez de 49; pero
no es solamente una amplificación de éste, sino que sigue a Solino, San
Ambroslo e Isídoro de Sevilla.
8. Es
sorprendente que ningún escritor de la Edad Media cite siquiera el nombre de
Honorius Augustodunensis, que publicó en el primer tercio del siglo XII varias
obras en latín de extraordinario éxito en toda Europa. Seguidor de Anselmo de
Cantorbery y de Juan Escoto, Honorius es un autor de manuales poco originales,
claros y utilita~. Su Imago mundi ha
visto la luz, muy fragmentariamente, en Sources et clefs, de Pernoud y Davy.
9. El primero en mencionar al fabuloso
Preste Juan
es
Otón de Frisinga (1145) en su Crónica. Otros
autores
se
referían a los misterios de pueblos terroríficos que
vivían
en Oriente, identificados con los mongoles y los
tártaros.
Viajeros como Odorico sitúan allá el reino
paradisíaco
de tal príncipe‑sacerdote. Jourdain de Sévérac,
en
1330, lo localiza en Etiopía. La Carta, pretendidamente
escrita
por el Pr ‑ este Juan al emperador Manuel de
Constantinopla,
o al emperador de Roma, conoció múlti
ples
versiones europeas. He utilizado el texto en prosa
publicado
por Denis en el siglo XIX, y el texto anglonor
mando
en verso editado por Hilka.
io.
Hilka editó en igzo, en columnas paralelas, uno de los textos latinos que
contienen la historia de Alejandro, y su traducción francesa del siglo XIII.
iii.
Pierre de Beauvais, o Pierre le Picard, como lo llama el P. Cahier, fue
probablemente clérigo, y gozó de la protección de dos miembros, al menos, de la
familia de Dreux: Felipe, obispo de Beauvais, impulsor de las letras en su
corte episcopal, y su hermano Roberto. No son pocos los problemas que plantea
su bestiario (=6). ¿Por qué redactó una versión en prosa, seguida de otra en
verso? La versión en prosa ¿es realmente la primera? ¿De dónde sacó el
abundante material complementario para la versión en verso? El bestiario de PB
cierra, en todo caso, la serie de los «bestiarios franceses tradicionales»; no
tendrá más continuación que el Bestiatre damour de
RF, impregnado ya de espíritu laico. Para la
versión corta, sigo la adaptación moderna de Bianciotto, más fiable que la
edición Mermier; para la versión larga, sólo existe la vieja edición del P.
Cahier. El bestiario de Guillaume le Clerc (izio) es el más elaborado de los
que proceden directamente de la tradición del Physiologus: la materia antigua se ve muy enriquecida por larguísimos comentarios
morales, narración de exempla y alusiones personales
a la cultura laica del autor. Su ciencia teológica no es, sin embargo, muy
profunda; clérigo casado, de condición modesta y oriundo de Normandía, escribe
el bestiario en Inglaterra, país que el texto menciona repetidamente. Los z3
manuscritos conservados prueban la popularidad de esta obra, debida, al margen
de sus méritos artísticos, al valor individual y personal que GC introduce en
los versos. Sigo la edición Reinsch.
13.
La Image du monde de Gossouin (hacia I2‑5o) es su
cuarta redacción ‑‑esta vez en prosa‑ de la obra de mismo
título. Aunque el autor no indica fuentes directas, cita a Platón, Aristóteles,
Ptolomeo y Virgilio; se inspira en Neckarn, Vitry, Adelardo de Bath, Gervais de
Tilbury, Giraldus Cambrensis y Alain de Lille, pero menciona experiencias
directas 1 Etna, la iglesia del Monte Sión en Acre , ya que viajó a Oriente con
Robert d'Artois.
14.
Richart de Fornival, cirujano y clérigo,. supo trasladar, no sin humor, la
doctrina del Physiológus a la retórica amorosa: el Bestiaire d'amour (1252) es un tratado de estrategia en que el poeta enamorado describe
las tácticas, errores, aciertos y fracasos de su campana galante, utilizando
las «propiedades naturales» de los animales, tradicionalmente descritas por los
autores de bestiarios. Demuestra el éxito de la obra la corriente de
imitaciones que siguieron: Réponse au bestiaire, Dit de la panthe're d'amour de Nicole de Margival, Arriereban d'Amours, el
Bestiario toscano en Italia, los
bestiarios catalanes peninsulares... La edición Segre, que utilizo, es
modélica.
15.
El autor del Bestiaire d'amour rimé (segunda mitad
del siglo XIII) oculta su nombre ‑Andreus o Andrieu‑ bajo un
anagrama; se trata de una imitación libre de KF en
3.78 octosílabos, con un marco sentimental renovado y nuevos animales que no
aparecían en RF. El texto muestra reminiscencias de la
primera parte del Roman de la Rose.
16.
El florentino Brunetto Latini, nacido hacia ‑rzzo, notario y embajador,
fracasó en una misión en España, estableciéndose en París, Arras y otras
poblaciones en torno a iz6o. Después de haber regresado de su exilio francés,
gozó al final de su vida de considerable prestigio, con discípulos tan famosos
como Cavalcanti y Dante. El Llvre du trésor es
una enciclopedia menos voluminosa que otras del siglo XIII, cuya parte
zoológica recoge información de numerosas fuentes antiguas, presentando en
ocasiones datos contradictorios, que Brunetto analiza y discute. La edición
Carmody, que traduzco, identifica aquellas fuentes con detalle.
17.
Teobaldo de Champagne, rey de Navarra (izoiIz53), nos ha dejado canciones' de
amor, pastorelas, un sirventés, debates, etc., que siguen la tradición del amor
cortés. Si lo incluyo en estas páginas es porque Teobaldo, autor preciosista,
rejuvenece la retórica galante enriqueciéndola con metáforas y símiles tomados
del reino animal y de los bestiarios.
18.
El dominico Tomás de Cantimpré (IzOO‑II74), autor de un Bonum universale de apibus muy difundido, en el que se ejemplifica la aplicación del
método alegórico a la forma enciclopédica, fue el compilador de De natura rerum. La primera edición de esta obra es la de H. Boese, de la que ofrezco
aquí algún fragmento. Tomás es un continuador de la tradición enciclopédica de
Beda el Venerable, Rabano Mauro y Alexander Neckarn.
iig.
Alberto Magno, nacido en Bollstádt en 1193 0 en izo6‑IzO7 Y fallecido en
iz8o, enseñó en Colonia,Hildesheim, Friburgo y París, donde defendió en Iz77 a
Tomás de Aquino contra Etienne Templier. Su De animalibus, en z6 libros, rebosa en referencias a los bestiarios y a la
teratología. Destaca por el mismo espíritu independiente que De arte venandi cum avibus, compuesta por el emperador Federico 11 en la misma época; tal espíritu
se advierte especialmente en los capítulos relativos a caballos y halcones, en
que el vivo recuerdo de sus experiencias juveniles como cazador en la finca de
su padre en Suabia le hace olvidar lo aprendido en las escuelas, e incluso a su
maestro Aristóteles.
zo.
El bestiario en prosa de Cambrai, redactado después de iz6o, consta de 32
capítulos, y se inspira en el Bestiaire d'amour de
RF o en una refacción del mismo. Los ocho
primeros ejemplos de RF aparecen al
final, y las descripciones se han achicado hasta convertirse a veces en frases
incompletas, lo que las hace incomprensibles. Al haber desaparecido el
comentario alegórico de RF, es difícil
adivinar cuál sería la utilidad de este catálogo abreviado de animales; quizá
fuese una especie de «aidemémoire», como el Bestiario provenzal.
zi.
El Nuzhatu‑1‑QuIúb (= «Deleite
de los corazones») es una enciclopedia científica que se ocupa de astronomía,
de la «cuarta parte habitada» de la tierra, de los reinos mineral, animal y
vegetal, del hombre y sus facultades... Su autor, Al‑Qazwm‑i, fue
funcionario de tributos en Persia en el siglo XIII. Utilizo la edición bilingüe
de Stephenson.
zz.
Según Walberg, Gervaise, autor de un bestiario de comienzos del siglo XIII, fue
párroco de Fontenay‑leMarmion (Calvados). En el prólogo de su obra muy
breve _iz8o versos‑ se alude a Barberie, una abadía cisterciense de la
diócesis de Bayeux, en cuya biblioteca se contiene la obra latina que Gervaise
dice traducir al francés: se trata de los Dicta Chrysostomi, un bestiario atribuido a San Juan Crisóstomo, que no coincide con el
texto de Gervaise sino a grandes rasgos.
23.
El Roman de la Rose, de más de zo.ooo
versos, fue compuesto hacia Iz35 y 'en Iz7O por
dos autores distintos, Guillaume de Lorris y Jean de Meun, que dan a la obra
color y sentido opuestos: de un arte de amar en forma de sueño alegórico, pasa
a ser un «espejo de los enamorados» profundamente satírico y profano, bajo una
envoltura de enciclopedismo.
z4. El
Liber de proprietatibus rerum, del
franciscano Bartolomé el Inglés (y no «de Glanville»), conoció un éxito
extraordinario después de Iz4O. En
1309, lo tradujo al italiano el notario de
Mantua Vivaldo Belcazer; Jean Corbechon redacta una versión francesa en 137z; existen
versiones flamenca, anglonormanda, provenzal (Elucidar¡ de las propietatz de totas
res naturals, dedicada a Gastón 11 de Foix), espafiola‑‑‑debidaa
Vicente de Burgos‑ e inglesa, compuesta en 1398 por
John Trevisa, vicario de lord Berkley: es la que sigo.
z5.
El Bestiario moralizado de Gubbio es
una colección de 64 sonetos, de los que cada uno expone una o varias
«propiedades» de animales, extrayendo de éstas la correspondiente lección moral
o simbólica. El aristocratismo de la forma métrica escogida da toda su
originalidad a este anónimo italiano de comienzos del XIV.
z6.
El bestiario provenzal Aiso son las naturas... (segunda
mitad del siglo X111) es
una traducción en prosa, en 47 capítulos, de RF; el
anónimo traductor sólo reproduce la descripción de las propiedades de los
animales del Bestiaire damour, prescindiendo de
la exégesis alegórica. La especie de resumen resultante podía servir quizá de
repertorio a los poetas líricos, como parece demostrarlo el hecho de que este
bestiario aparezca en el MS La Valliére, uno de los más célebres que contienen
canciones provenzales.
27.
El franciscano Odorico de Pordenone nació hacia 1165 en una familia checa o
bohemia instalada en el norte de Italia. Viajó a Asia en izq6 y recorrió la
Tartaria septentrional y quizá Mongolia. Un segundo viaje, en '31S, lo llevó de
Padua hasta China junto con un fraile irlandés, a lo largo de un itinerario que
ya era clásico: Venecia, Tauris, Ormuz, costa de Coromandel, Ceilán, Java,
Borneo, Indochina meridional... Vivió tres años en Pekín, y regresó en 1328 por
el Tibet: fue el primer europeo que visitó Lhassa.
z8.
El Libellus de natura animallum., dedicado
al hombre, a las aves, a los cuadrúpedos, a los peces y a los reptiles ‑‑con
sumisión de estas criaturas al hombre, imagen del Creador‑, es un texto a
caballo entre los siglos XIV y XV, fuente del bestiario valdense. La edición
princeps, ilustrada con grabados en madera, vio la luz en la ciudad piamontesa
de Mondovi entre 1508 Y 151z; traduzco la edición moderna de Paola Navone.
zq.
De las propriotas de las animan~as es
la redacción en dialecto valdense de un bestiario cuyo arquetipo desconocido,
provenzal o latino, correspondería quizá a fines del siglo XIII, siendo del XV
el manuscrito más antiguo. Su autor, jaco, «magister Jacobus», no es sin duda
Jacques de Vitry. Esta obra pudo servir de manual en las escuelas valdenses, y
su estructura es naturalmente la misma que la del Libellus, del que deriva, con leves diferencias.
3o.
La versión inglesa de los exóticos viajes de Mandeville se basa en la versión
Cotton, de hacia 1400, conservada en un manuscrito único del Museo Británico.
Los intentos de desvelar la personalidad del auténtico autor (¿Jean
d'Outremeuse?) no han dado resultado aún. En todo caso, el desconocido viajero
no se movió probablemente de Europa, dedicándose a compilar las narraciones de
viajes ajenos. Los bestiarios catalanes de los que aquí traduzco fragmentos son
los editados por Saverio Panunzio; se trata, pues, de versiones del Bestiario
Toscano correspondientes, al menos, al siglo xv, y de un texto ‑‑el
manuscrito G‑ de fuente desconocida.
32.
Proprietez des bestes forma parte de
un manuscrito tardío que, a decir de su editor Berger de Xivrey, procedía de
Saint‑Germain‑des‑Prés y contenía la historia fabulosa de
Alejandro; para Berger, la mayor parte de los fragmentos que edita constituyen
traducciones de Bartolomé el Inglés.
33.
A partir del siglo XVI, viajeros y compiladores de «nuevos» tratados de
zoología y «nuevas» enciclopedias ‑hechas en buena parte del saber
antiguo y medieval‑, mantienen viva la tradición de los bestiarios,
aunque la vieja exégesis moral haya desaparecido: de Boaistuau a Topsell,
pasando por poetas como Du Bartas, viajeros como el barón de Herbertstein,
Olearius, Jarissen Struyss, Kircher y Martini, o autores de nuevos «espejos del
mundo», como Swan, la lista es larga.
Ignacio Malaxecheverría
XX1
1
EL ELEFANTE ( IN)
(1.1)
EXISTE
un animal llamado elefante, que carece de deseo de copular.
Dicen
las gentes que los griegos lo llaman «elefante» debido a su tamaño, pues
sugiere la forma de una montaña; y en griego montaña se dice efipno. En las Indias, sin embargo, se le conoce por el nombre de barrus a causa de su voz; de ahí que la voz se diga de «barítono» y los
colmillos de marfil (ebur).
Su nariz se llama proboscis (=para los
matorrales), pues con ella se lleva a la boca las hojas que come, y parece una
serpiente.
Los
elefantes se defienden mediante colmillos de marfil. No existen animales
mayores. Los persas e indios, instalados en torres de madera a lomos de los
elefantes, luchan a veces entre sí con jabalinas, como si lo hicieran desde un
castillo. Poseen gran inteligencia y memoria; se desplazan en rebaños y copulan
dándose la espalda.
La
gestación de los elefantes dura dos años; paren una sola vez, y no varias crías
simultáneamente, sino una sola. Viven trescientos años. Si uno de ellos desea
criar, se encamina a Oriente, hacia el Paraíso; allá crece un árbol llamado
Mandrágora, al que se acerca el elefante con su pareja. Primero prueba él del
árbol, y a continuación da a probar a la hembra. Cuando mastican la planta
quedan
3
seducidos,
y ella concibe en su vientre de inmediato. Cuando llega el momento indicado
para el parto, la elefanta se introduce en un lago, hasta que el agua le llega
a las ubres. Entretanto, el padre la vigila mientras está dando a luz, ya que
existe un dragón que es enemigo de los elefantes. Además, si llega a pasar una
serpiente, el padre la mata y la pisotea. El elefante también es temible para
los toros... y sin embargo, los ratones le asustan.
La
naturaleza del elefante es tal, que si cae al suelo no es capaz de
incorporarse. Por ello, cuando desea dormir, se apoya contra un árbol, pues
carece de articulaciones en las rodillas. Y por esa razón, el cazador corta
parcialmente el tronco, de manera que el elefante, al apoyarse, se desplome a
la vez que el árbol. Al caer, pide auxilio a gritos; e inmediatamente aparece
un gran elefante, que no es capaz de levantarlo. Entonces gritan ambos, y
aparecen en escena doce elefantes más: pero ni siquiera ellos pueden alzar al
caído. Todos ellos gritan, pues, en petición de ayuda, y llega en seguida un
elefante muy pequeno que coloca su boca y su trompa balo el caído,
levantándolo. Este pequeño elefante tiene, además, la propiedad de que nada
maligno puede acercarse a su pelo y huesos reducidos a cenizas, ni siquiera un
dragón.
El
elefante y su hembra representan, pues, a Adán y Eva. Cuando eran agradables a
Dios, antes de que cedieran a la provocación de la carne, nada sabían de cópula
ni conocían el pecado. Y sin embargo, cuando la mujer comió del Árbol de la
Ciencia, que es lo que la Mandrágora significa, y dio al hombre uno de los
frutos, quedó inmediatamente convertida en una vagabunda, y por ello tuvieron
que salir del Paraíso. Pues Adán no la conoció durante todo el tiempo que
permanecieron en el Paraíso. Pero entonces, dicen las Escrituras, «Adán conoció
a su mujer, que concibió y dio a luz a Caín, sobre las aguas de la
tribulación». A propósito de cuyas aguas exclama el Salmista: «Sálvame, oh
Dios, pues las aguas han penetrado hasta mi alma». E inmediatamente, el dragón
los corrompió y los hizo extraños al refugio divino. Es lo que resulta de no
agradar a Dios.
Cuando
llega el elefante grande, es decir, la Ley mosaica, y no consigue levantar al
caído, sucede lo mismo que cuando el fariseo fracasó con el hombre que había
caído entre ladrones. Tampoco pudieron levantarlo los doce elefantes ‑‑o
sea, los profetas‑, del mismo modo que el levita no levantó al hombre
mencionado. Esto significa que Nuestro Señor Jesucristo, aunque era el más
grande, se convirtió en el más insignificante de todos los elefantes. Se
humilló, y mostró su obediencia incluso hasta la Muerte, con el fin de levantar
a los hombres.
El
elefante pequeño simboliza también al samaritano que colocó al hombre en su
yegua. Él mismo, herido, cargó con nuestras dolencias y nos alivió de su peso.
Además, este samaritano celestial se interpreta como el Defensor, sobre el que
escribe David: «El Señor defendiendo a los humildes». Y también, con referencia
a las cenizas del elefante pequeño: «Cuando el Señor está presente, ningún
demonio puede acercarse».
Es
un hecho que los elefantes destrozan todo aquello en torno a lo que enroscan
sus trompas, como el desplome de una prodigiosa ruina; y todo lo que aplastan
con las patas, lo pulverizan.
Nunca
discuten a propósito de sus hembras, pues no conocen el adulterio. Son de un
carácter dulce y bondadoso, y si encuentran a un hombre perdido en el desierto,
se ofrecen a guiarlo hasta senderos conocidos. Si están reunidos en grandes
rebaños, se abren camino utilizando sus trompas con suavidad y cuidado, para
evitar que sus colmillos puedan matar a algún animal en el camino. Si por azar
se ven envueltos en combates, se preocupan en gran manera de sus bajas,
conduciendo a los heridos y agotados al centro del rebaño.
Cambridge, 24‑28"
Véase la Blibliografia
de los textos traducidos donde
aparecen las equivalencias de
los títulos abreviados.
5
‑
‑ Y más dice el Fisiólogo sobre el elefante: si se queman sus huesos y su
piel, el olor que resulte ahuyentará a las serpientes, su veneno y su maldad,
pues tal es su naturaleza. De tal manera se vence a las serpientes, a las
ponzoñas y a las alimañas, por las obras de Dios y por su poder: así lo dice el
texto divino.
PT,
VV 1517‑1530
El
elefante es el mayor animal conocido. Sus dientes son de marfil, y su pico se
llama trompa, siendo semejante a una serpiente. Con este pico toma el alimento
y se lo pone en la boca, y como la trompa está guarnecida de marfil, tiene
tanta fuerza que rompe cuanto golpea. Y dicen los de Cremona que el emperador
Federico 11 llevó a Cremona un elefante que le había enviado el Preste Juan de
la India, y que le vieron golpear a un burro cargado, con tanta fuerza que lo
arrojó contra una casa. Y a pesar de tratarse de animales muy fieros, se amansa
en cuanto es capturado. Pero jamás montará en una nave para cruzar el mar, si
su dueño no le promete que lo traerá de regreso. Y se le puede montar, y
llevarlo aquí y allá, no con un freno, sino mediante un garfio de hierro; y en
vista de ello, se instalan sobre él catapultas y torres de madera para
combatir. Pero Alejandro hizo construir contra ellos unas figuras de cobre
llenas de carbones ardientes, de forma tal que buscaban y destrozaban el pico
del elefante, de manera que no volvería a acercarse por miedo al fuego.
Y
sabed que tienen gran inteligencia, pues siguen la disciplina del sol y de la
luna, igual que los hombres. Y van juntos en gran multitud, por escuadrones, y
el de más edad es el jefe de todos ellos; y el que le sigue en edad los conduce
y los azuza por detrás. Y cuando están en combate, sólo utilizan uno de sus
colmillos, y guardan el otro por si lo necesitan; sin embargo, cuando van a ser
vencidos, se esfuerzan por utilizar los dos. La naturaleza de los elefantes es
tal, que la hembra antes de los trece
6
años
y el macho antes de los quince, ignoran lo que es la concupiscencia; y, no
obstante, son tan castos, que no hay entre ellos disputa alguna por las
hembras: cada uno tiene la suya, a la que permanece unido durante todos los
días de su vida, de tal modo que si uno pierde su hembra, o ella al macho,
jamás vuelven a tener pareja, sino que van siempre solos por los desiertos.
Brunetto, 164‑ ‑T65 (1:187)
Otra
propiedad [del elefante] es que en trescientos años no tiene más que un hijo, y
lo lleva dos años en el vientre; y cuando paren, permanecen en agua profunda,
pues si el nacido cayera en tierra no podría recogerlo, ni él podría
levantarse. Del mismo modo, los hombres deben hacer sus hijos ‑es decir,
sus buenas obras‑ en el agua, esto es, en un lugar en que no se pierdan.
Pues todo lo que no se hace con Dios, se pierde. Está escrito: «Si el Señor no
custodia la ciudad, vigilan en vano los que la custodian».
Valdense,
Vi, n.o 35
JLA GUERRA A MUERTE ENTRE EL ELEFANTE Y EL DRAGÓN
IN
Los
dos animales más opuestos y que más rivalizan entre sí son el dragón y el
elefante, que se odian extraordinariamente uno a otro, más que ninguna otra
bestia en el mundo, y mantienen guerra perpetua.
El
dragón desea la muerte del elefante, porque la sangre de éste, que es fría,
apaga el enorme calor y ardor del veneno del dragón, cuando la bebe. Así, el
dragón se coloca al acecho en Vos caminos por donde sabe que pasan los
elefantes, y enrosca su cola al muslo del elefante, y lo oprime con tal fuerza,
que lo hace caer a tierra, matándolo a continuación.
Estos
grandes dragones nacen en las Indias y
en
7
Etiopía
entre los grandes ardores del sol, y allí se encuentran. ( ... ) Cuando el
dragón ataca al elefante, éste lo pisa, aplastándolo con su gran peso.
Igualmente,
cuando el elefante ve al dragón encaramado a un árbol y acechando su paso, se
va derecho al árbol para matar al dragón; y el dragón salta sobre la espalda
del elefante, le muerde entre las ancas [¿nalgas, narices?] y le saca a veces
los ojos; luego, se vuelve a la herida que le ha causado y le chupa la sangre,
hasta que el elefante se debilita tanto, que se deja caer. Y si el dragón no es
ágil, cuando cae el elefante, si no se aparta rápidamente, el elefante cae
sobre él y lo aplasta con su peso. Así, al morir, mata a su asesino. ( ) 1,i
LA PROPIEDAD DEL ELEFANTE Y SU NATURALEZA IN
Cuando
se quieren capturar elefantes en los grandes desiertos sin matarlos, para
domesticarlos y que sirvan de ayuda a los reyes en las batallas, se cavan
grandes fosas en los caminos por donde se sabe que pasan, y al pasar caen
dentro. Entonces, llega uno de los cazadores y golpea al animal; después viene
otro cazador tras el primero y le pega en presencia del elefante. Y así como el
primer cazador finge golpear al elefante, el segundo hace ver que lo defiende y
protege para que no reciba más golpes, y luego le da cebada de comer. Y cuando lo
ha hecho así tres o cuatro veces, el elefante toma afecto al que le ha
defendido y le ha dado de comer.
También
se domestica cuando le dan de comer unos gusanos llamados camaleones, que
tienen el vientre blando y el lomo duro.
Cuando
el elefante lucha con el unicornio, le presenta la espalda, y no el vientre.
Por
naturaleza, los elefantes son bondadosos y no tienen hiel, pero también son
feroces accidentalmente, a saber, cuando se les hostiga en exceso.
Aristóteles
dice en su octavo libro de las bestias, que
no
hay en la tierra animal más longevo que el elefante. Cuando sale del vientre de
su madre, tiene el tamaño de un ternero de dos años; pero el macho es mayor que
la hembra.
Proprietez, 442‑444 Y 491‑495
EL TIGRE
(IN)
(I.Z)
Existe
un cuadrúpedo semejante al león, de hocico más largo y más curvado. Se
encuentra en la India, y lo llaman tigre; se dice que guarda a sus crías en una
bola de cristal hueca. Cuando descubre que han robado a su cachorro, se
precipita tras las huellas del ladrón a la velocidad del viento, y lo alcanza,
por grande que sea la distancia que los separa. Entonces, el ladrón entrega al
tigre su cachorro dentro de la bola de vidrio, y el cuidadoso animal teme
romperla y herir al cachorro. Se lo lleva de regreso a su guarida, haciendo
rodar la esfera de cristal delante de sí.
Phys. griego: Carlill, ‑89‑igo; Peters, io2~
Tigris,
el tigre, toma su nombre de su veloz carrera; pues los persas, medos y griegos
solían llamar a la flecha «tygris».
Este
animal puede distinguirse por sus numerosas manchas, por su valor y por su
rapidez extraordinaria. Y de él toma su nombre el Tigris, por ser el más veloz
de los ríos.
Vive
principalmente en Hircania
La
tigresa, cuando encuentra vacío el cubil de uno de sus cachorros, que ha sido
robado, se lanza de inmediato tras las huellas del ladrón. Pero el que se ha
llevado al
9
cachorro,
al ver que, a pesar de ir montado en un caballo lanzado a todo galope, está a
punto de ser destruido a causa de la velocidad de la tigresa, viendo que no
puede esperar salvación alguna en la huida, inventa astutamente la estratagema
que sigue. Cuando advierte que la madre está cerca, arroja una bola de vidrio,
y ella, engañada por su propio reflejo, cree que su imagen en el cristal es la
de su pequeño. Se detiene, con la esperanza de recuperar al cachorro. Pero,
después de haberse visto demorada por la trampa vacía, vuelve a arrojarse con
todas sus fuerzas en pos del jinete, y, azuzada por la ira, amenaza en seguida
con ponerse a la par del fugitivo. De nuevo retrasa éste a su perseguidora,
arrojando una segunda bola, y el recuerdo del primer engaño no evita la tierna
solicitud de la madre. Se enrosca en torno al vano reflejo, y se recuesta, como
para amamantar al cachorro. Así, engañada por el celo de su propia diligencia,
se queda sin venganza y sin cachorro.
Cambridge, 12‑13
Existe
un animal llamado tigre, que es una variedad de serpiente. Esta bestia es de
tal naturaleza, tan feroz y cruel, que ningún hombre vivo se atreve a acercarse
a ella. Y cuando sucede que este animal tiene cachorros, y que los cazadores
han averiguado dónde se encuentran, se los quitan por el procedimiento que vais
a oir aquí. Los cazadores toman espejos y los llevan consigo cuando van a
apoderarse de los cachorros del tigre. Acechan al animal hasta que ven que se
marcha a vagabundear, y que no está en su guarida con los cachorros; entonces
se los llevan fuera del cubil. Y toman los cazadores sus espejos, colocándolos
en el camino a medida que avanzan. La tigresa es de tal naturaleza, que por muy
enfurecida que se halle, no puede ver un espejo sin fijar sus ojos en él.
Piensa entonces que los que allí ve son sus cachorros; goza de su imagen con
gran placer, y piensa ciertamente haber
10
encontrado
a su prole. Y tanto se deleita contemplando la belleza de su bermosa estampa*, que olvida perseguir a quienes le han quitado sus cachorros. Y allí
permanece inmóvil, como si la hubiesen capturado‑ y así es como se llevan
los cazadores sus cachorros.
Dice
sobre esto el fisiólogo: Tengamos cuidado de no parecernos a la tigresa. Y Amós
el profeta dice que este mundo es semejante a la selva en que moran los tigres,
y ruega a cada uno de nosotros cuide de conservar su cachorro, es decir, su
alma. Pues los cazadores nos acechan y espían, y siempre tienen dispuestos sus
espejos, por si pueden arrebatar nuestro cachorro. Los espejos son los grandes
festines, los grandes placeres del mundo, que anhelamos; prendas, caballos,
mujeres hermosas, y todos los demás pecados, como los que el cazador representa
en su espejo, que arroja a la cara del hombre. Por eso debe el hombre seguir
los dictados de su Creador; entonces es cuando el Enemigo no tiene poder sobre
el alma del hombre, sobre ese cachorro del que desea apoderarse.
PB: Cabier 11, 140‑141
En
la India hay otras bestias grandes y feroces que son de color azul, y tienen
manchas claras por el cuerpo. Son tan fuertes y malvadas que nadie se atreve a
acercarse a ellas. Y las llaman tigres, en aquel país. Y corren a tal
velocidad, que cuando los cazadores van allá para apoderarse de otros animales,
jamás escaparían del lugar si no arrojasen por el camino, allá donde van,
espejos de vidrio. Y cuando ven su imagen, creen que son sus cachorros. Les dan
vueltas y vueltas, hasta el punto de que rompen los espejos con las patas, y no
encuentran nada en ellos. Así escapan los cazadores. Y a veces ha ocurrido con
estos animales, que tanto piensan en contemplar sus imágenes,
* La cursiva es del raductor, como en
RF.
y
tan fascinados están en ocasiones, que podrían ser cogidos vivos.
Image, 114
¿Acaso,
pues, contribuyó la vista a mi captura? Ciertamente que sí, fui más atrapado
por mi propia vista que lo es el tigre por el espejo; pues, por grande que sea
su ira cuando le han robado sus cachorros, si encuentra un espejo, se verá
forzado a fijar sus ojos en él. Y tanto placer encuentra en contemplar la belleza de su hermosa estampa, que olvida perseguir a los que le han robado sus cachorros, y se
detiene como cazado en una trampa. Y los cazadores astutos colocan ahí el
espejo con deliberación, para desembarazarse de él...
RF, 40‑42
El
tigre nunca está demasiado enfurecido ni tiene demasiado quehacer, como para no
detenerse a contemplarlo cuando ve el espejo, y queda como cautivo.
Cambrai, 234, n.o 7; texto íntegro
La
naturaleza del tigre es tal, que tanto se deleita viéndose, y mira tanto su
figura, que es capturado mientras se contempla. Y esta naturaleza corresponde a
aquellas mujeres y hombres que se complacen tanto en ver su belleza corporal,
que no tratan de hacer casi ninguna otra cosa, más que adornarse y embellecer
su semblante. Y así se olvidan de los mandamientos de Dios, y los cambian por
su estúpido ornamento.
Valdense, V8, n.o 51
El
tigre es una serpiente, que corre más que cualquier otra bestia conocida por el
hombre, y es de tal naturaleza que se deleita contemplándose en espejos. De tal
modo, que cuando el cazador va a quitarle sus cachorros, lleva consigo muchos
espejos; se dirige a la guarida de la serpiente (allá donde sabe que se
encuentran) y roba a sus hijos, y por el camino de huida, coloca espejos aquí y
allá. Y cuando ve la serpiente que el cazador se lleva a sus hijos, corre en
pos de él, y pronto los alcanzaría, de no ser porque encuentra los espejos, se detiene
a mirarlos y no persigue a los cazadores; pues tanto le agradan los espejos
que, aunque vea cómo se llevan a los cachorros, se los deja arrebatar por el
placer que siente al contemplar los espejos.
Esta
serpiente significa un tipo de hombres comunes que no tienen fuerza de voluntad
ninguna; cuando el diablo, que es cazador y ladrón de almas, les ha robado el
alma por algún pecado mortal, así como la soberbia, la vanidad, la avaricia, la
envidia, o de otras muchas maneras en que él quita las almas cuando sabe que se
encuentran en mala situación, ellos se preocupan mucho por salvar sus almas a
fuerza de ayuno, de mortificar el cuerpo, con peregrinaciones, y de muchas
maneras; pero el diablo, que sabe más que todos los hombres del mundo en cuanto
a obrar mal, pues no tiene poder para obrar el bien, se atraviesa en su camino
con aquellas tentaciones con las que estima que puede apartarlos de la buena
disposición en que se encuentran, y les muestra riquezas de oro y plata, y
posesiones, que destruyen las almas más que cualquier otra cosa; y, por otra
parte, los engaña mediante vanidades, deleites de mujeres y el amor de los
hijos ‑por el que muchos hombres están ciegos‑, pues para poder
permanecer satisfechos y ricos, dejan perder sus almas. Y así, el diablo se
atraviesa ante ellos con estas cosas y muchas otras, de modo que pierden su
alma por estas vanidades.
EL CASTOR
(IN)
(1.3)
Existe
una bestia llamada castor, un poco mayor que una liebre, según creo, muy mansa
y de gran prudencia; no es un animal doméstico, sino salvaje, y se hacen con
sus testículos medicamentos para varios usos. Cuando es perseguido por el
cazador, y acosado hasta tal punto que ve que no puede huir, se apresura
entonces a cortar tales órganos de un solo mordisco: de semejante guisa,
rescata su vida. Dios le ha dado la gracia suficiente para saber por qué se le
persigue; así, se redime a alto precio, mediante sus propios miembros. Los deja
ante el cazador, y éste no se lanza ni sigue persiguiéndole, sino que abandona
la persecución, pues ya tiene lo que buscaba, De tal forma, rescata su vida y
su cuerpo mediante una parte de éste. Y si ocurriera otra vez que volviera a
encontrarse en semejante trance, perseguido por un cazador codicioso de sus
miembros, al llegar a la angustiosa situación de no poder seguir huyendo, de
inmediato se tendería boca arriba, y mostraría al cazador que nada tiene de lo
que él busca, y así lo haría cesar en su acoso.
Así
obran astutamente los hombres prudentes, cuando los persigue el cazador, el
engañoso y malvado ladrón que busca enconadamente su desdicha. Pero ellos le
arrojan al rostro lo que le pertenece, a saber, la fornicación, el adulterio,
toda clase de pecado. Cuando el hombre se ha arrancado todo eso y se lo ha
lanzado al diablo en plena cara, éste lo deja en paz, os lo garantizo. Cuando
el diablo ve que nada tiene de lo suyo, ya no le parece útil. Cuando un hombre
se ve, pues, perseguido por el diablo, debe arrancar de sí todos sus vicios y
sus taras; así, puede muy bien escapar sano y salvo.
A
ejemplo de este animal, el apóstol nos advierte que debemos servir y rendir
tributo a Aquel a quien se lo debemos, y allá donde debemos, honrarle con
reverencia y amor. En verdad hemos de entender que debemos rendir
14
al
diablo en primer lugar aquello que le debemos. ¿Qué es ello? Que reneguemos de
él, y de todas sus obras en conjunto. Así escaparemos a sus garras. Un pecador
que fuera prudente se protegería de tal guisa, librándose así de aquel que
incesantemente busca su perjuicio. El que es prudente, arranca de sí mismo las
obras que halagan la carne, y en las que crecen y residen todos los males.
Cuando ha pagado al diablo este tributo, como algo que es suyo, como su presa y
su botín, y se lo ha arrojado a la cara, aquél deja de perseguirle y pierde su
rastro; ya ni lo siente ni lo ve, una vez que ha entrado en una vida santa.
Entonces halla el justo los frutos espirituales que voy a deciros: la fe, la
paciencia, la humildad, la continencia y la bondad, la caridad, la dicha y la
paz, y una alegría inacabable. Que Dios, Señor de la alegría, nos guíe a la
dicha mayor, a la que no concluye ni es mudable, sino que es perdurable para
siempre.
GC,
vv 1477‑1566
Y
aunque no fuese más que por la única razón de que os he oído decir, a veces,
que mis ruegos de amor os eran muy desagradables, y que por lo demás
aceptaríais mi compañía de buen grado, deberíais darme vuestro corazón, para
libraros del disgusto que os causo. Así se comporta el castor. El castor es un
animal que posee un miembro que encierra una medicina, y al que cazan para
apoderarse de tal miembro. Huye tan aprisa como puede; pero cuando ve que ya no
puede escapar a la persecución, tiene miedo de que lo maten. Y sin embargo,
posee por su propia naturaleza tanto juicio, que sabe perfectamente que sólo lo
persiguen a causa de aquel órgano: aferra, pues, tal miembro con los dientes,
lo arranca y lo deja caer en medio del camino; y cuando el cazador lo
encuentra, deja ir al castor, pues no se le caza más que por eso.
Así,
amada mía, si mi requerimiento os es tan desagradable como decís, podríais
libraros de él entregan
15
do
vuestro corazón, ya que sólo por eso os persigo. ¿Y por qué otra razón os
habría yo de perseguir, de no ser por ésa, ya que ninguna otra cosa puede serme
útil para socorrerme contra la muerte por amor? Al contrario, es el remedio
soberano para ayudarme, como ya he dicho.
RF, 57‑59
El
castor es una bestia que vive en el mar de Ponto; por eso lo llaman perro
póntico, pues es algo semejante a
un
perro. Bninetto, 159 (1:151)
El
castor arranca las partes genitales cuando le persiguen, y las tira, y sabe muy
bien que lo cazan por eso y por la piel.
Cambrai, 235, n.o 13, texto íntegro
Qada'at
[el castor], el Perro de Agua, es enemigo del leopardo. Su piel es apreciada; y
sus testículos forman el jundbidastar
(castóreo); se le caza por la piel y los
testículos. En el 'AjXibu‑1‑MakHúqdt
se dice que si el castor o su hembra son
captur7dos, el otro no vuelve a formar pareja. Su cerebro elimina la turbiedad
de visión; su grasa protege contra el peligro de los cocodrilos. Su bilis
alivia la aerofagia en los nifios, y aleía a los reptiles. Las botas hechas con
su piel curan la gota. La naturaleza del castor es cálida y seca en tercer
grado; cura las convulsiones y temblores, y las afecciones de los nervios
caracterizadas por la hinchazón; alivia los ataques serios de aerofagia; tomado
internamente, es beneficioso en las dolencias de nariz y cerebro.
El
Qunduz [designa igualmente al castor] es muy
6
M
conocido;
los mongoles lo llaman qáliún.
Puede vivir tanto en tierra como en el
agua; y existen entre ellos los grados de criado y señor. La piel de los
señores es muy tupida, suave, y de vivo color, además de tener brillo; mientras
que la de los criados es inferior. Su carne es beneficiosa contra la
hemiplejia, la parálisis facial, la pérdida de memoria, los ataques graves de
aerofagia, las convulsiones y las heridas mortales.
Nuzhat, 6o‑6i
Los
que quieran agradar a Dios, deberian comportarse de este modo. Cuando el diablo
los ha enredado, están cargados de pecados, y se dispone a hacerlos caer en el
infierno, entonces deben separar y cortar los pecados de su corazón y de su
cuerpo, y arrojarlos fuera. Devolvamos al demonio lo que es suyo, reneguemos de
todas sus obras; debemos volvernos hacia Dios, de quien han de venir todos los
bienes. Debemos dedicarnos a la caridad, a las limosnas y a las oraciones;
debemos visitar enfermos, dar alimento y bebida a los pobres, vestir al desnudo
y enterrar a los muertos; debemos ayunar y velar, adorar y rezar a Dios, para
que al final podamos llegar a la auténtica confesión.
G, vv 707‑728
Tratemos
con todas nuestras fuerzas de alcanzar dicha virtud: a saber, que siempre que
tengamos algún miembro o alguna cosa muy querida, pero por cuya culpa podamos
perecer y ser atrapados por los perros, es decir por el diablo, sin duda
entonces debemos cortar y amputar dicho miembro, tal como está escrito: «Si tu
ojo te escandaliza, sácalo y arrójalo lejos de tl*»; y, COMO dijo Catón: «Lo que tengas de nocivo, por mucho que lo aprecies,
abandónalo; prefiere la utilidad a las riquezas».
Libellus, 294, n.O XxXii
17
Este
castor nos enseña de qué manera debemos saber guardarnos del diablo, que nos va
persiguiendo noche y día. Y la manera en que debemos guardarnos de él es la
siguiente: si él nos persigue y nos tienta con la soberbia, arranquémonosla con
los dientes de la humildad; si nos tienta con la lujuria, cortémosla con
castidad; si nos tienta con el odio, cortémoslo con amor; y si nos tienta con
la vanidad, recordemos la pasión de Jesucristo. Y si nos amputamos así estos
vicios por los que el diablo nos persigue, escaparemos, en alma y cuerpo, a sus
manos.
Pero
los santos mártires se defendían con más fuerza aún: como sabían que no podían
quitarse al demonio de encima, a menos de derramar su sangre, unos estaban
dispuestos a ser quemados, otros despellejados, otros degollados, otros
martirizados de distintas maneras, mediante las cuales el alma escapa a las manos
del diablo.
Bestiaris 1, iio‑iii
EL LINCE Y EL TOPO (IR AL ÍNDICE)
(1.4)
Lincis, el
lince, es llamado así porque se trata de una especie de lobo ( ... ). La bestia
se caracteriza por una serie de manchas en el lomo, como las de un leopardo,
pero tiene el aspecto de un lobo. Dicen que su orina se solidifica,
convirtiéndose en una piedra preciosa llamada figurius, y se ha comprobado que
los propios linces lo saben, por el siguiente hecho. Cuando han orinado el
líquido, lo cubren con arena a toda prisa. Lo hacen debido a cierta avaricia
natural, por miedo a que su orina pudiera servir de adorno a la raza humana.
Plinio dice que los linces tienen una
sola cría.
Cambridge, 22
18
El
Fisiólogo habla de un gusanillo blanco llamado lieus. Es de tal naturaleza que,
allá donde se encuentre, ve a través de las paredes. Su vista, por su propia
virtud, atraviesa las paredes, en cualquier lado de ellas que se halle; y por
gruesas que sean, su vista las atraviesa con tanta ligereza como pasa el sol a
través de una vidriera ( ... ). El Fisiólogo dice que el gusano que ve con
tanta claridad posee una gran virtud dada por Dios. Y tú, hombre, piensa que
Dios ve tan claro, que no hay cosa alguna que no pueda distinguir de forma
totalmente manifiesta. Ya que Dios ha dado al lieus la
virtud de ver a través de las paredes, mucho debes arrepentirte de tus malas
acciones: puedes estar completamente seguro de que Dios ve todas las obras del
hombre. Antes de que él las piense, Dios las ve representadas en el corazón.
Apártate, hombre, de las vanidades del mundo, mortifica tu cuerpo en buenas
obras por el Señor que te creó, y que permitió que Su cuerpo sufriera grandes
martirios; así recibió muerte y pasión por ti. Y si eres recibido en Su reino,
te convendrá probar en qué le has servido, y según tus servicios recibirás tu soldada,
para bien y para mal.
PB:
Cahier IV, 8o‑8i
Para
cada sentido, existe una bestia que aventaja a todas las demás: así, el lien ‑se trata de un gusanillo blanco que corre sobre los muros‑
en cuanto a la vista...
RF, 36
Ningún
otro animal ve tan claro como el lince: es cosa sabida atie atraviesa las
paredes con su vista.
b. d´amour rimé
Existe
otra variedad de lobos que se llaman cerveros o linces
(luberne), moteados de manchas negras, igual que el leopardo; pero, en lo demás,
son semejantes al lobo. Y su vista es tan aguda, que atraviesa con la mirada
las paredes y los montes. Sólo pare una cría; y es el ser más olvidadizo del
mundo, pues allá donde está comiendo su alimento, si por casualidad se fija en
otra cosa, olvida de inmediato lo que estaba comiendo, de tal forma que no sabe
encontrar de nuevo su alimento, y lo pierde definitivamente. Y quienes lo han
visto, dicen que de su orina nace una piedra preciosa, que llaman liguires; el
propio animal lo sabe perfectamente, ya que hay hombres que lo han visto cubrir
su orina con arena, por un deseo instintivo de que tal piedra no caiga en manos
humanas.
Brunetto, 167 U:190)
El
ojo de vidrio: el ojo de vidrio es una avecilla blanca y verde, que tiene la
vista más aguda que cualquier otro ser, y sería capaz de ver a través de una
pared.
Best. Provenzal, 68o; texto íntegro
El
lince es una bestia del tamaño de un carnero, que tiene la vista tan
desarrollada, que ni pared ni roca son obstáculos para ella...
Bestiaris 11, 120
Se
llama Talpa al topo porque está condenado a la ceguera perpetua en lugares
oscuros. Carece de ojos. Siempre excava el suelo y se lleva la tierra; se traga
las raíces por debajo de los frutos, de ahí que los griegos le llamen aphala.
Cambridge, 95‑96
Zo
Existe
un animal llamado topo. El
Fisiólogo nos dice que es una de las bestias M
mundo que oye con más claridad; y nos da a entender también que vive de pura
tierra, y tiene los ojos bajo la piel. Pero tiene el oído tan fino, que nada
parece sorprenderle sin que esté prevenido, con tal que produzca algún ruido; y
es de tal naturaleza que horada el suelo, y degrada la tierra en la que vive,
estropeándose las hierbas.
Esta
bestia es una figura del diablo, que es de tal condición, que estropea todos
los lugares en los que mora. Y no hay hombre que pueda pecar tan
silenciosamente, que no le oiga y se acerque a él. Y tiene los ojos bajo la
piel con relación a todas las buenas acciones; pues no es capaz de reconocer a
los justos, y oye en cambio a los pecadores con tanta claridad, que sabe todas
las acciones que cometen por los deleites del mundo. La tierra en la que vive
el topo significa el hombre, que está hecho de tierra. El que el topo cave la
tierra, y estropee las hierbas que hay en su entorno, significa al Diablo, que
empuja al hombre a cometer las malas acciones que estropean y degradan el alma,
y que llevan a una muerteeterna y sin fin.
PB: Cahier 111, 274‑275
Entre
todos los sentidos, ninguno hay tan noble como el de la vista. Pues ninguno de
los demás permite conocer tantas cosas, y sólo puede sustituirse por la voz.
Así sucede con el topo, que no ve nada, y que tiene los ojos colocados bajo la
piel, pero que oye tan perfectamente, que nada puede sorprenderle sin que lo
haya oído, por poco que despida algún sonido: la naturaleza repara, pues, su
falta merced a la voz. ( ... ) Así, la naturaleza compensa en el topo gracias a
la voz el defecto que sufre, y lo hace de una manera tan perfecta, que no
existe ningún otro ser vivo que oiga con tanta agudeza: al contrario, el topo
es uno de los cinco animales que aventajan a todos los demás en
ZI
1
m
cuanto
a los cinco sentidos. ( ... ) El topo posee otra peculiaridad, pues es uno de
los cuatro animales que viven de puros elementos. ( ... ) El topo vive de
tierra pura, y no come nada más que pura tierra, igual que el arenque vive de
agua pura, el chorlito de aire puro, y la salamandra de puro ftiego...
RF, 35‑37
El
topo es un animalito que camina siempre bajo tierra y cava en diversos lugares,
y come las raíces que encuentra, aunque la mayoría de las gentes diga que vive
solamente de tierra. Y habéis de saber que el topo no ve nada, pues la
naturaleza no quiso abrir la piel que tiene sobre los ojos; y así, no le sirven
para nada, puesto que no están descubiertos.
Bninetto, M9‑170 (1:197)
La
propiedad del topo es tal, que vive solamente de tierra. Y existe un pez que
vive únicamente de agua. A estos animales se asemejan los hombres que piensan
vivir y reinar con estas cosas terrenales, como la tierra y el agua. Y tales
gentes viven para comer, y no comen para vivir.
Valdense, 08, n.O 28
Una
de estas criaturas [de las que viven de los cuatro elementos, como el arenque,
el camaleón y la salamandra] se llama topo, y es un animalillo de rabo mocho,
ciego, y que vive solamente de tierra, pero tiene tan buen juicio que coge para
mantenerse lo que necesita tomar. (Dícese que es un animalito que, como no ve,
cree que le ha de faltar para su sustento, y no se atreve a comer todo lo que
z2
sería preciso. Y jamás ve hasta la hora
de su muerte: poco
antes abre los ojos, y al ver tanta
tierra, dice: «¡Desdichado
de mí! ¿Por qué no he comido en
abundancia, Y. por
ahorrar, me he mantenido flaco y seco?»,
y se muere de
desesperación. Es comparable al avariento
y usurero, que
nunca tiene suficiente; y siempre cree
que han de faltarle
los bienes y riquezas, y nunca tiene bastante,
sino que
tiene mayor avidez; y cuando ha
concluido, ve la muerte y
lo deja todo, y aquel día, le pese o le
agrade, ha de ser
generoso, pues nada puede llevarse de las
cosas del
mundo.) Por
el topo podemos entender, ya que vive
solamente de tierra y no puede ver la
luz, una clase de
hombres y de mujeres que no apetecen ni
se nutren sino de
los placeres terrenales, y no toman
alimento ni creen en
las cosas del cielo. De éstos podemos
decir que no ven la
luz, pues no están iluminados por los
designios celestiales;
pues los deseos terrenales acosan a los
hombres que en
ellos se deleitan. Bestiaris 11, 51‑53
EL LEÓN (IR AL ÍNDICE)
(1.5)
Lo
que en griego se llama «león», significa «rey» en francés. El león, de varias
formas, domina a muchos animales; por eso es rey el león. Escuchad ahora sus
propiedades.
Tiene
la expresión ardiente, el cuello grueso y con melena; el pecho, por delante, es
cuadrado, valiente y agresivo; los cuartos traseros, delgados; tiene una gran
cola, y las patas lisas y ágiles ]unto a los pies; los pies, gruesos y
cortados, con uñas largas y curvadas. Cuando tiene hambre, enfurecido, trata a
los animales igual que a
z3
ese
asno que rebuzna y vocea*. Escuchad, pues, con toda certidumbre, la significación
de esto.
El león significa el Hijo de la virgen María; es,
sin duda alguna, el rey de todos los hombres; por su propia naturaleza, tiene
poder sobre todas las criaturas. Con fiera actitud y terrible venganza se
aparecerá a los judíos cuando los juzgue, porque obraron mal cuando lo clava~
ron en la cruz, y debido a esta acción perversa no tienen rey propio. El pecho
cuadrado representa la fuerza divina; los cuartos traseros muy delgados
muestran que fue humano a la vez que divino; la cola, la justicia que se cierne
sobre nosotros; mediante la pata, que tiene lisa, muestra que Dios es rápido, y
que era conveniente que se entregase por nosotros; el pie, que tiene cortado,
muestra que Dios rodeará al mundo, y lo tendrá en el puño; por las uñas, se
entiende la venganza contra los judíos, y por el asno, entendemos evidentemente
a los judíos. El asno es estúpido por naturaleza, como dice la Escritura, y no
saldrá de su camino si no le arrancan de él. La misma naturaleza tienen los
judíos, que son unos necios: no creerán en Dios, si no es por la fuerza; no se
convertirán, si Dios no les da esa merced. Escuchad ahora otra naturaleza,
según el texto sagrado.
Cuando el león quiere cazar y comerse una presa,
traza un círculo en el suelo con la cola, como está comprobado, siempre que
quiere atrapar a una victima; deja una abertura que sirva de entrada a los
animales que él desea, y que quiere convertir en presa suya. Y tal es su
naturaleza, que no habrá bestia alguna que pueda rebasar su límite, ni ir más
allá. Esto es lo que muestra la ilustración, y tiene un sentido figurado.
La cola, según indica el texto sagrado, es la
justicia que pende sobre nosotros; por el círculo, hemos de entender
naturalmente el paraíso, y la brecha es la entrada dispuesta para nosotros, si
hacemos el bien y abandona‑
El texto
remite a la ilustración del bestiario.
14
mos
el mal; y nosotros representamos a las bestias, naturalmente.
Cuando
el león está enfurecido, golpea con sus patas; pisotea la tierra, cuando se
encuentra disgustado; y esta propiedad la refleja el dibujo.
Por
el león, entendemos a jesucristo, y nosotros somos su tierra en figura humana;
entonces, cuando nos castiga con alguna desgracia sin que hayamos cometido
fechoría ni tengamos mala voluntad, esto significa su ira, y el patearnos de
tal manera. Cuando no se porta con las gentes conforme a todos sus deseos, y se
ven encarcelados o con enfermedades, dicen entonces los desdichados que' Dios
no los ama en absoluto, y que no han merecido que les castigue así; no saben
los afligidos, que Dios no les castiga anticipadamente: que Dios‑pone en
dificultades a quienes estarían menos atribulados si pudieran decidir y hacer
lo que quisieran; pero Dios los encadena al mal, para que no cometan maldades.
Dios ama mucho al que quiere castigar; recordadIo, pues ésta es la
significación.
También
dice la Escritura que el león tiene la naturaleza siguiente: cuando el hombre
lo persigue, con la cola va borrando sus huellas del suelo mientras huye, para
que el cazador no sepa encontrarlo. Esto tiene un gran sentido, y debéis
recordarlo.
El
león, al huir, va cubriendo sus huellas: el rastro del león representa la
Encarnación que Dios quiso tomar en la tierra, para conquistar nuestras almas.
Y ciertamente lo hizo en secreto: se situó en los peldaños en que se hallaba
cada orden ‑profetas, apóstoles‑, hasta que llegó al nuestro, se
convirtió en hombre de carne y hueso, se hizo mortal por nosotros, y así, según
un orden aceptable, venció al demonio. El demonio engañó al hombre; Dios venció
al hombre, que no lo reconoció, y después al diablo, mediante su adecuada
virtud. Si el demonio hubiera sabido que el hombre mortal era Dios, no lo
hubiese conducido hasta la crucifixión. Así obró Dios hábilmente, sin que el
demonio se diese cuenta. Así se ocultó Dios de nuestro enemigo, que no supo que
Dios era
z5
aquel
hombre, hasta que lo comprobó. Tanto se ocultó Dios, que los ángeles del cielo,
que estaban en el paraíso, tampoco lo conocieron. Por eso, cuando volvió el
hijo de Dios en majestad al lugar de donde había partido cuando se encarnó por
nosotros, preguntaron a los ángeles que estaban con él: «¿Quién es ese rey de
gloria que regresa con el triunfo?». Los que estaban con Dios dieron la
siguiente respuesta: «Éste es el rey de gloria, que regresa con el triunfo». Y
los ángeles que estaban en el cielo preguntaron también: «¿Por qué lleva ropajes
de color bermejo?». Los ángeles y Nuestro Señor respondieron: «Por el martirio
que hemos sufrido en la tierra, para conquistar vuestras almas». Y así
entendemos por las huellas del león, que Dios quiso ocultarse para engañar al
demonio.
El
león teme al gallo blanco, y el chirrido de los carros en movimiento; y tal es
su índole, que duerme con los ojos abiertos. Y eso habéis de entender en las
figuras que veis.
El
gallo blanco significa, los hombres de vida virtuosa que anunciaron su muerte,
antes de que Dios falleciera. Él mucho la temía, puesto que era hombre, y el
texto sagrado demuestra que el propio Dios dijo: «Padre, perdóname por la
muerte que debo sufrir: que tu voluntad no se detenga por mí». Así, mostró ser
hombre en su muerte. Tal y como el hombre es alma y cuerpo, Cristo es Dios y
hombre. Y sabed que Dios dijo a San Pedro lo siguiente: que le negaría tres
veces, antes de que cantase el gallo. En su honor, el gallo canta todas las
horas día y noche‑ y nosotros, de igual modo, cantamos prima, tercia y
mediodía, y rezamos día y noche a nuestro Creador. Por eso cantan los frailes
maitines al alba: entonces fue juzgado Dios, golpeado y atado; y al salir el
sol, los clérigos cantan prima, pues entonces resucitó Dios, que nos arrancó de
la muerte. Y cantamos tercias, cuando es la hora de tercia: pues entonces fue
castigado Dios, y elevado en la cruz. Y a las doce cantan los clérigos la hora
de mediodía: entonces se produjo la oscuridad, cuando fue muerto en la cruz; el
z6
sol
se ensombreció y no dio luz, debido a la auténtica luz del dolor que entonces
sufrió Dios debido a su humanidad, no a su divinidad. Y hallamos todo esto
leyendo la Pasión; recordadlo, pues tiene un profundo sentido. Cantamos nonas, porque a esa hora se retiró el espíritu, tembló la tierra y se
quebraron rocas de diversas formas. Recordadlo, pues tiene un profundo sentido.
Y se cantan vísperas al atardecer, porque entonces su cuerpo auténtico fue
encerrado en el sepulcro. Así, quedan cumplidas las vísperas, lo que significa
que Dios lo ha cumplido todo, al vencer al demonio; entonces viene silenclum., que llamamos silencio. Comienza el reposo, y callamos entonces, y se
mueven los diablos, que siempre actúan de noche; cuando dejamos de rezar,
pueden ellos ponerse a deambular: por la noche, los demonios tienen la potestad
de obrar, pues son hijos de Nerón*, a los que llamamos negros. Por eso, cuando
llega el día huyen de la luz, y nosotros, con la claridad, alabamos al Creador,
nos levantamos con el día y recitamos nuestras plegarias. Oíd, gracias al
magisterio, lo que significa el carro.
El
carro designa, en verdad, a cuatro de los hijos de Dios: Marcos, Mateo, sin
duda, Lucas y San Juan; y el chirrido significa la muerte del hijo de María que
ellos anunciaron al mundo, en virtud de la cual las gentes quedaban redimidas:
jesús, por ser hombre, tenía miedo.
Y
sabed otra actitud del león‑ es de tal índole, que duerme con los ojos
abiertos. Sabed que esto representa al Hijo de la Virgen María, mientras velaba
en su muerte, cuando destruyó la muerte mediante la muerte; llamó al dernonio
la muerte, y dijo que sería su muerte, su destrucción y nuestro descanso. Y en
su muerte veló, cuando encadenó al demonio; mediante su muerte, venció a
Satanás, nuestro enemigo. Merced a la muerte del Señor, nos ha sido dado el
reposo; y así entendemos el sueño del león.
Satanás.
z7
Figuradamente,
el león tiene también otra propiedad: el día en que ve un hombre por vez
primera, se echa a temblar; y podéis comprobarlo mirando esas ilustraciones.
El
temblor del león muestra razonablemente que Dios se humilló al encarnarse en un
hombre, pues tuvo divinidad a la vez que humanidad; así como el hombre es alma
y cuerpo, del mismo modo fue Dios y hombre. Y es suficiente a este respecto;
escuchad otra cuestión.
Sabed
que la leona trae al mundo a su cachorro muerto‑ y cuando lo tiene, llega
el león, que tantas vueltas da en torno suyo, rugiendo, que al tercer día el
cachorro resucita. Y esta propiedad muestra el sentido siguiente.
Sabed
que la leona representa a la Virgen María, y el leoncillo a Cristo, que murió
por los hombres. Durante tres días yació en tierra para conquistar nuestras
almas, según su naturaleza humana, y no según la divina; de igual forma obró
Jonás, que permaneció dentro del pez. Entendemos por el rugido del león la
virtud de Dios; merced a ella, resucitó Cristo, arrancado del infierno. Tal es
el significado, que no debéis olvidar; en verdad, esto dice sobre el león la
autoridad. Pero no voy a tratar más de este asunto.
PT,
W 25‑390
LA PANTERA (IN)
(1.6)
Dijo
el profeta: «Que la casa de Judá sea como el león, y la casa de Efraín como la
pantera».
El
moralista enseña que la pantera es querida por todos los animales, pero odiada
por todas las serpientes. Es multicolor como la túnica de José, es noble y está
adornada como una reina, según lo que dice la Sagrada Escritura: «La reina
estará a tu derecha, envuelta en un vestido de oro y muchos colores». Este
animal es pacífico
z8
y
muy inteligente; cuando ha saciado su hambre, descansa durante tres días, y al
cabo de ese tiempo se levanta.
Del
mismo modo resucitó Nuestro Señor después de tres días.
Cuando
despierta la pantera, lanza un rugido con toda la fuerza de sus pulmones, y de
su boca sale un aliento perfumado. Los animales próximos, y los alejados, se
dirigen hacia el lugar de donde procede el sonido, y del que viene ese suave
aroma.
Es
así como el Señor resucitado hizo percibir un dulce perfume «a los que estaban
cerca de Él y a los que estaban leíos», y difundió la paz, así en la tierra
como en el cielo. El apóstol dice: La paz, la prudencia, la bondad y la
paciencia de Nuestro Señor son ricas en matices, como lo es la pantera, según
dice el moralista. Pues las Escrituras no mencionan a los animales sin algún
misterio.
Phys. armenio, 128,
n.O XVIII
tiene
crías una vez, La razón de esto es evidente, ya que, cuando tres cachorros han
echado raíz en el vientre de la madre, y empiezan a crecer con la fuerza del
nacimiento, se impacientan por la tardanza. Entonces, desgarran el vientre
preñado en el que se encuentran, ya que constituye un obstáculo para el parto.
Esto hace derramar, o melor expulsar la camada, en un movimiento acelerado por
el dolor. Por eso, cuando en un tiempo posterior se infunde (de nuevo) en dicho
vientre la semilla de la generación, ésta no se adhiere a esas zonas dañadas y
heridas, no resulta aceptada, y vuelve a salir inútilmente. Plinio dice que los
animales de garras afiladas no pueden tener crías con frecuencia, ya que sufren
daño en su interior, al moverse los cachorros.
Cambridge, 17
Existe
un animal llamado pantera, de pelaje abigarra
do
con colores muy diversos, de extraordinaria belleza, y
que
difunde un suave aroma. El Fisiólogo dice de esta
29
bestia
que el dragón la odia muchísimo. Cuando la pantera come, se sacia con diversos
alimentos, y después va a acurrucarse en su cubil y se duerme. Tres días más
tarde, se despierta, se levanta, y lanza entonces un gran rugido. Cuando los
demás animales oyen su voz, se reúnen todos; los que se encuentran lejos, como
los que están cerca, son atraídos por el suave perfume que brota de su boca.
Pero cuando el dragón oye su voz, tiembla de miedo con todos sus miembros, y va
a sepultarse en su madriguera subterránea, pues no puede soportar el olor tan
dulce de su boca; ahí permanece, disimulado en su agujero, tan débil como si
estuviese muerto. Los demás animales siguen a la pantera, debido al suave
perfume de su boca, a cualquier lugar al que se dirija.
Del
mismo modo, Nuestro Señor, auténtica pantera, atrae a Él por la santa
encarnación a la raza humana, a la que el dragón, es decir, el demonio,
mantenía en un estado semejante a la muerte. Por eso dijo el profeta David:
«Cuando subió a lo alto de los cielos, tomó y llevó consigo las ataduras que
nos mantenían cautivos, y distribuyó dones a los hombres». La pantera, que se
nutre de alimentos muy variados, representa el hecho de que Nuestro Señor libró
de las ataduras del demonio a toda la especie humana, a todas las razas y todos
los pueblos, cuando bajó de los cielos y, por su bondad, se hizo nuestro
compañero, nos convirtió en sus hijos, y cumplió lo que el profeta había dicho
antaño: «Soy semejante a la pantera». La pantera es multicolor, como lo dijo
Salomón de Nuestro Señor jesucristo, que es prudencia divina, espíritu de
inteligencia, santo, único, múltiple, sutil, móvil, auténtico, puro, verdadero,
suave, amigo del bien, conciliador, incapaz de prohibir hacer bien alguno,
piadoso, firme, estable, seguro, todopoderoso, atento a todas las cosas,
dispuesto a hacerlo todo, y más que cualquiera movido por la prudencia, tal y
como aquí se dice: Cristo es 1
prudencia
de Dios, y da testimonio de ello San Pablo, maestro de verdad, que declara:
«Predicamos a jesucristo crucificado».
30
Igual
que la pantera es bella, David dice de Cristo: «Es más hermoso que ninguno de
los hijos de los hombres». Igual que la pantera es muy bondadosa, declara
Isaías: «RegocíPte y llénate de alegría, hija de Sión y de Jerusalén, predica
que viene a ti tu rey, que te salvará». Igual que la pantera come, y que,
cuando está saciada, en seguida va a descansar y se duerme, de la misma manera
Nuestro Sefior Jesucristo, cuando se hubo saciado de los ultrajes de los
judíos, de los tormentos, de las burlas, de la tortura de las espinas, de que
le escupieran, de los clavos hundidos en sus manos cuando lo pusieron en la
cruz, cuando le dieron a beber hiel y vinagre, y atravesaron su costado con la
lanza, Jesucristo, pues, saciado de todos estos dones, se durmió: descansó en
el Santo Sepulcro durante tres días y descendió a los infiernos, donde encadenó
al dragón, es decir al demonio, que es enemigo de todos nosotros.
Así
como la pantera despierta al tercer día lanzando un gran rugido, y difunde
entonces el suave perfume que brota de su boca, igualmente Jesucristo resucitó
al tercer día después de su muerte; inmediatamente, lanzó tal grito, que su
sonido se oyó en todos los países; y sus palabras se percibían en todas las
regiones que se hallan en la faz de nuestra redonda tierra, cuando dijo:
«Regocijaos y no tengáis temor alguno, pues he vencido al mundo».
En
otro lugar, dice también: «Padre, he cuidado de los que confiaste a mi guarda,
y ninguno de ellos ha perecido, de no ser el hijo de perdición». En otro lugar
dice también: <,Voy hacia mi padre y padre nuestro, Dios mío y vuestro; y
así, vendré a vosotros y no os dejaré huérfanos». Y, al final del Evangelio,
añade: «Estaré con vosotros cada día, hasta el fin del mundo». El hecho de que
salga de la boca de la pantera un suave perfume que obliga a todos los
animales, estén lejos o cerca, a seguirla, significa que nos encontramos todos
lejos y cerca a la vez, igual que poseían el instinto de los animales a la vez
los judíos, que se encontraban cerca por la religión que observaban, y los
gentiles, que se encontraban lejos porque estaban desprovistos de religión.
Nosotros todos, que oímos su voz y estamos henchidos de su dulcísimo aroma que
nos devuel‑ y ve la vida es
decir, de sus mandamientos‑ le seguimos tal y como lo dice el profeta:
«Señor, más dulces que la miel son tus palabras en mi boca y en mis oídos».
David dice de sus dulzuras, es decir, de sus mandamientos: «La gracia está
extendida sobre tus labios; por eso te bendijo Dios eternamente»; y Salomón
dice, en El Cantar de los cantares: «El olor de tus ungüentos es más perfumado que el de todos los bálsamos».
Los ungüentos de Cristo son bálsamos: son los mandamientos de Dios, que son más
perfumados que todas las esencias, pues las palabras de Dios alegran el corazón
de quienes lo oyen y le siguen, del mismo modo que, cuando se manifiesta la
fragancia de las esencias, colma el olfato de quienes la perciben. «Señor, tu
nombre es más dulce que todas las esencias, y por eso nos vemos arrastrados a
seguir tus mandamientos, nosotras, doncellas», es decir, las almas renovadas
por el bautismo, a fin de que el Rey de Reyes nos lleve a Jerusalén, ciudad de
Dios y montaña de todos los santos.
PB, versión corta: BianciOttO, 45‑48
Llámase pantera un animal que al
respirar despide tal perfume que no queda fiera en la región que no corra,
cuando se difunde; salvo el dragón, pues no lo permitiera el delicioso olor que
le ofende: de tal modo se nutre la pantera. Hombre, de la salvación del alma se
entiende: Cristo es la fiera de dulce olor, a la que corren las ánimas santas
de que se alimenta con su vivo amor: el dragón es el enemigo traidor que no es
capaz de olerlo, y de ello nace su pena y su dolor.
Gubbio, 65, n.O
XV
32
La
pantera es una bestia muy bella, a manchas negras y blancas, y vive del
siguiente modo: de su boca brota tan buen perfume, que cuando ruge, todos los
demás animales que hay en los contornos vienen ante ella, por el gran placer
que les produce el aroma que mana de su boca, a excepción de la serpiente, que
huye cuando la oye rugir. Y cuando los demás animales han llegado ante ella,
atrapa a los que más le agradan y se los come; luego, se echa a dormir en algún
lugar, y duerme tres días; después, se levanta y vuelve a rugir (y los animales
vuelven de inmediato a ella, y coge y devora a los que quiere). Y de esta
manera vive y pasa su tiempo.
Esta
pantera significa algunos hombres buenos de este mundo, que predican y gritan
con fuerza las dulces palabras de Dios, que conducen a las almas a la vida
eterna, y así se atraen, por el aroma de las palabras, a todas las criaturas
que creen en Dios firmemente; pero, así como la serpiente huye de la pantera,
así rehúyen todos los incrédulos el oír la palabra auténtica y perfumada del
buen predicador que, cuando ve a los hombres y mujeres buenos que le agradan ‑‑que
son su vida y su alimento‑, hace que ganen la vida eterna del paraíso.
Pues ellos, con sus palabras y predicación, hacen que se salven las demás
gentes, y así ganan ellos sus almas‑ pues la Escritura dice que quien,
por su predicación o su buena conversación, consiga salvar almas, habrá ganado
su propia alma y la otra,
Y así como la pantera duerme tres días y después vuelve a rugir como
lo había hecho al principio, y acuden a ella los animales de los que se alimenta,
así obran los buenos predicadores; pues más se demoran en leer y en meditar las
Sagradas Escrituras, y en pensar en las profundidades de la divinidad de Dios,
que en predicar a las gentes. Y bien se puede decir que duermen en cuanto al
cuerpo, cuando están ocupados en semejantes cosas, como resulta con muchos
santos. Y os diré de San Bernardo, que fue uno de los predicadores de buen
aroma, que, mientras cabalgaba con sus monjes en el curso de un viaje, pasó por
33
una
ciudad, y una vez pasado, no se había dado cuenta ‑tan ocupado estaba en
sus cosas del cielo‑ y apenas creyó a sus monjes cuando se lo contaron.
Y
así como la pantera es bella, y mezclada de color blanco y negro, así ocurre
con los amigos de Dios, que son hermosos a semejanza de Nuestro Señor, y son
mezclados, en cuanto a que tienen muchas veces tentaciones mundanas, como las
tiene todo hombre que en este mundo vive. Y así son ellos mejores y más
hermosos, si salen bien de sus pruebas: son semejantes al oro que se refina en
el horno.
Bestiaris I, go‑92
(MS A)
Dicen
muchos que cassandre es una loba cervera [lince]; otros dicen que es una bestia de Asia, de
diversos colores, que despide un aroma muy intenso y agradable, y a la que
todas las demás bestias quieren por el olor tan exquisito que exhala. Y cuando
se duerme, duerme tres días; y cuando se despierta, desprende tal olor que mata
a las serpientes. Y no tiene hijos más que una sola vez en su vida.
Bestiaris 11, 117
(MS G)
EL BUITRE (IN)
(1.7)
Bien
dijo Nuestro Señor y Salvador en el Evangelio: «¡Ay de aquellas mujeres que
estén embarazadas o que amamanten en estos días!» (Mat 24, 19).
El
Fisiólogo dice que el buitre mora en lugares elevados y abiertos, y que anida
en las rocas o en una grieta de las montañas. Cuando ha concebido, vuela hacia
la India en busca de la piedra de parto. Esta piedra tiene el
34
tamaño
aproximado de una nuez. Sacudiéndola, se oye en su interior otra piedra, que se
mueve y resuena. Cuando la hembra del buitre recurre a la piedra, se coloca
sobre ella y da a luz sin dificultad.
Tú
también, hombre, cuando te sientas lleno del Espíritu Santo, debes recurrir a
la poderosa piedra angular que ayuda al parto, rechazada otrora por los
arquitectos, y colocarte sobre ella. En verdad, esta piedra, que es Nuestro
Señor Jesucristo, hecho sin intervención humana y nacido de una virgen, ayuda
al nacimiento del Espíritu Santo. Y, así como esa piedra tiene otra piedra en
su interior, del mismo modo tiene el cuerpo de Nuestro Señor a Dios dentro de
él.
[Mustoxydes].
El buitre hembra, cuando se aproxima el momento de dar a luz, permanece en el
nido suspirando. Y, si no puede parir inmediatamente, entonces el buitre macho
vuela le)os, hacia Oriente. Allá existe una profunda hendidura en las rocas; el
buitre se deja caer desde las alturas al interior de la grieta, coge la piedra
de parto y regresa a su nido llevándola consigo; entonces la hembra da a luz de
inmediato, y el macho restituye la piedra a su sitio.
Y
tú, hombre racional, cuando has caído en el pecado, haz penitencia para que
puedas sanar de tus impuros desórdenes. Has de temer el día del castigo, si no
quieres perder tu alma.
[Pitral.
El Fisiólogo relata también que el buitre es más voraz que todas las demás aves.
Ayuna durante cuarenta días, y después, cuando encuentra alimento, come
cuarenta medidas, y así se prepara de nuevo para el ayuno de cuarenta días.
Y
tú, hombre prudente, ayunas cuarenta días, escogiendo la época de la
Resurrección de Nuestro Señor. ¿No serás capaz de renunciar a la embriaguez,
para no destruir aquel ayuno de cuarenta días?
[Mustoxydes].
Cuando el buitre necesita alimento, lo busca de la siguiente manera. Se posa en
la cima de una eña, mirando a su alrededor en busca de comida. Y,
35
siempre
que se encuentre una bestia caída a proximidad, la garra derecha del buitre
cambia de color, y sabe de inmediato que hay una carrofia cerca; se eleva a
gran altura en el aire, y por eso se le llama Gyps, porque vuela de la tierra a
los cielos. Y cuando ha ascendido a una altura considerable, brota de pronto de
su ojo un rayo, como el de una estrella, que le muestra el camino hacia el
alimento. Y, cuando la señal le abandona, se arroja desde la altura a la
tierra, y halla su alimento.
Y
tú, hombre prudente, no te eleves para caer‑ a las profundidades en busca
de tu alimento.
Phys. griego: CarliU, 2io‑2i2
Se
cree que el buitre recibió su nombre debido a su vuelo lento (a volatu tardo).
De
hecho, no vuela con rapidez, debido al tamaño de su cuerpo.
Los
buitres, como las águilas, divisan los cadáveres incluso cuando se encuentran
más allá de los mares. Ven desde la altura, durante sus vuelos, muchas cosas
que nos ocultan las montañas que se encuentran en medio.
Se
dice que los buitres no copulan, y que no se unen conyugalmente‑ por
medio de la relación nupcial. Las hembras conciben sin ayuda alguna de los machos,
y engendran sin cópula. Las crías nacidas así viven hasta edad muy avanzada; el
curso de su vida se prolonga incluso hasta los cien años, y el término del
breve plazo de la vida no les afecta
fácilmente.
¿Qué
dirían esas gentes habituadas a reírse de los Misterios, al oír que un buitre
virgen ha tenido descendencia, esas gentes que creen que la concepción es
imposible para una mujer soltera cuya decencia le haya evitado el conocer
varón? ¡Deben suponer, de hecho, que la Madre de Dios es incapaz de hacer lo
que hacen los buitres!
El
ave puede concebir sin macho, y nadie lo pone en duda. En cambio, cuando la
Virgen María, ya prometida, lo hace así, ¡hay gentes que cuestionan su pureza!
36
Los
buitres están acostumbrados a predecir la muerte de los hombres, en virtud de
ciertos signos. Los augures son advertidos por tales signos, siempre que dos
líneas de batalla se enfrentan en lamentable guerra; pues las aves siguen en
una larga columna, y muestran por la longitud de esta columna cuántos soldados
van a morir en combate. Muestran, de hecho, cuántos hombres están destinados a
convertirse en botín de los propios buitres.
Cambridge, io8‑iio
La
propiedad del buitre es que, cuando un ejército se desplaza, él va en la misma
dirección, porque espera encontrar algunos cadáveres para comérselos. Por eso,
por el buitre se entiende el diablo, que siempre sabe qué hombres van a cometer
maldades y pecados
La
otra propiedad del buitre es que tiene tan buen olfato, que huele la carroña a
mucha distancia, aunque se encuentre a doscientas o trescientas millas de
distancia de la carrofia; y tal buitre representa al diablo. Pues, igual que el
bultre huele la carroña a distancia, del mismo modo el diablo, que está en el
infierno, huele prestamente la carro~ia, es decir, los hombres muertos y
corrompidos por el pecado mortal. Pues, así como el hombre se hace templo de
Dios por sus buenas obras, del mismo modo lo es del diablo por sus malas
acciones...
Valdensel 4021‑403,
n.O 15
Este
buitre tiene tan excelente olfato, que es cosa demostrada que huele la carroña
a doscientas o trescientas millas de distancia; y sigue de buen grado a los
ejércitos, pues sabe que ahí no le puede faltar el alimento.
Este
buitre, que tiene tan buen olfato y sigue gustosamente a las tropas, podemos
compararlo a todos aquellos que van gustosos allá donde sienten que habla un
hombre
37
1
[prudente],
o donde se muestra la auténtica sabiduría. Pues la verdadera sabiduría es
aquello que nutre el alma y el cuerpo del hombre; pues por eso asiste con ganas
el hombre bueno y prudente a la predicación, comparable al ejército, en que su
buen cerebro siente el olor de otro buen cerebro, puesto que el buen sentido
del hombre reside en el cerebro.
Y dice la Escritura que toda cosa
requiere su semejan
te; por lo que es de razón que aquel que
tiene buen sentido
vaya buscando con ganas allá donde se
maneje y allá
donde esté el buen sentido. Y habéis de
saber, en verdad,
que del buen sentido le llega al hombre
un fuerte aroma; y
está escrito que ciertos reyes llegaban
de tierras muy
lejanas por hallar el sentido y la
prudencia de Salomón. Y
no se entienden por sabios sino aquellos
que hacen la
voluntad de Dios, y no aquellos que saben
o son duchos en
las maldades del mundo. Y para aprender o
tener juicio va
el hombre al paraíso, estudiando en
París, en Bolonia y en
otros estudios.
Bestiaris II, 118‑u9
SIMIOS (IN)
(1.8)
...
cuando el onagro relincha doce veces, el rey y la corte reconocen que es el
equinoccio. Del mismo modo sucede con el simio, que cuando orina siete veces de
noche, es el equinoccio. ( ... )
También
el simio es una imagen del demonio, pues de hecho tiene un principio, pero no
tiene final, esto es, no tiene rabo, de la misma manera que el demonio, a
comienzo, era uno de los arcángeles, pero no se ha
encontrado
su fin.Phys. griego: Zambon, 81‑82, n.o
45
Este
animal es muy travieso y aficionado a la imitación. Todo lo que ve hacer a los
hombres, lo repite inmediatamente. Así, el que desea capturar un mono toma una
clase de liga llamada liga para aves, y finge untarse los ojos con ella; luego,
se marcha del lugar, dejando en él la liga. Cuando el cazador se ha alejado del
sitio en que dejó la liga y se ha ocultado en un lugar concreto, el simio sale
de su madriguera, y se unta los ojos, como lo vio hacer al cazador; así queda
ciego, y no sabe dónde se encuentra. En cuanto ve el cazador que el mono se ha
frotado los ojos con la liga y ha perdido la visión, acude corriendo con una
cuerda que tenía preparada, la ata al cuello del simio, y sujeta el extremo de
la cuerda a un árbol. El mono camina arriba y abajo, y se amansa a la fuerza.
De
este modo nos atrapa el demonio, el gran cazador. Viene al mundo y trae con él
la liga del pecado, pues el pecado es como la liga para las aves. Y muestra al
hombre cómo cegar sus ojos y oscurecer su mente, y prepara un gran lazo de
cuerda, pues el pecado es insaciable, y el hombre cae en él, en alma y cuerpo.
Y cuando el diablo ve que el hombre le sigue, lo sujeta firmemente con el lazo,
diciendo: «Ahora no hay salvación para ti; te has arrojado a tierra; no eres
digno de entrar en la Iglesia, pues tus pecados son incontables. ¿Cómo no eres
capaz de librarte de ellos? Si no te has arrepentido este afio, sin duda en el
futuro seguirás aplazando tu arrepentimiento ». Y hoy o mañana llega la Muerte,
ese ladrón, y se lleva al impenitente. Por eso dice el profeta: <qAy de
aquellos que cometan pecado!». Os lo advierto, no escuchéis al Maligno, si no queréis
que os derrote con su astucia. Así que, cada vez que pequemos, hemos de
arrepentirnos y precipitarnos hacia Dios, exclamando con San Pablo: «¿No
volverá a levantarse el que ha caído?». Siempre que caigas, levántate de nuevo,
e inmediatamente verás con toda claridad el amor de Dios y Su misericordia,
concedidos a nosotros los penitentes. Bien habló Physiologus del mono.
Phys. griego: Carlill, 185‑186; Peters, 15‑16
39
Se les llama simios (simia)
en lengua latina, porque la gente advierte
en ellos gran similitud
con la razón humana. Estas criaturas,
conocedoras de los misterios de los elementos, se alegran en tiempo de luna
nueva, entristeciéndose cuando hay media luna o plenilunio. La naturaleza del
mono es tal, que cuando da nacimiento a gemelos, quiere muchísimo a uno de
ellos, pero desprecia al otro. Por ello, si en alguna ocasión la mona es
perseguida por un cazador, aferra al que más quiere contra su pecho,
sujetándolo con los brazos, y lleva al que detesta colgado a la espalda,
rodeándole el cuello con los brazos. Y precisamente por este motivo, cuando
está agotada de correr sobre los cuartos traseros, la mona ha de desembarazarse
del que ama, y llevar a cuestas al que detesta, quiera o no.
Los monos no tienen cola (cauda).
El diablo se parece a estos animales,
pues tiene cabeza, pero no Escritura (caudex).
Aun admitiendo que el mono, en conjunto, es poco agraciado, su trasero
es realmente feo y horrible en exceso. Del mismo modo, el Diablo tenía un buen fundamento mientras se hallaba entre los ángeles del cielo, pero era hipócrita y
taimado en su interior, por lo que perdió su cola (cauda‑caudex), como signo de que todo él perecería al final. Como dice el apóstol: «A
quien Nuestro Señor Jesucristo aniquilará con el aliento de su boca». ( ... )
Cambridge,
34‑35
La
nueva amistad puede compararse al hombre desnudo, y el amor afianzado al hombre
vestido. Pues, del mismo modo que el hombre nace desnudo, y se viste cuando ha
crecido, igualmente está desnudo de amor y desvestido del todo cuando acaba de
trabar conocimiento, de forma tal que se atreve a revelar lo más hondo que su
corazón contiene. Pero después, una vez que ama, está hasta tal punto embarazado
que no sabe cómo salir de apuros, y se cubre de disimulo, de forma que no se
atreve
40
a
revelar cosa alguna de lo que piensa, sino que teme, al contrarío, que puedan
censurarle; y cae en la trampa de la misma manera que el mono calzado. Pues
está en la naturaleza del simio el querer imitar‑todo lo que ve hacer. De
modo que los cazadores taimados, que quieren apoderarse de él mediante la
astucia, buscan un lugar en que el mono pueda verles. Empiezan entonces a
calzarse ante él, y después se marchan, dejando un par de zapatos de la talla
del mono, y van a ocultarse a algún sitio. Entonces llega el mono, y quiere
actuar como lo ha visto hacer: toma los zapatos, y para su desgracia, se los
pone. Pero antes de que pueda quitárselos, surge el cazador y se lanza sobre
él. Y el mono calzado no puede huir, ni trepar a un árbol, y resulta capturado.
Este
ejemplo demuestra que debe compararse al hombre desnudo con el que no está
enamorado, y al vestido con el que lo está. Pues, igual que el simio está libre
mientras va descalzo, y no puede ser atrapado antes de que se haya calzado, del
mismo modo el hombre no es antes de enamorarse.
RFI 18‑2o
De lo que se desprende que todo hombre tiene dos hijos, a saber el
alma y el cuerpo, y hace más por el cuerpo que por el alma. Y muchos son los
que rara vez dan alimento a su alma. Pues aman al cuerpo más que al alma. Y
después, si vienen los cazadores y los perros, es decir, los diablos, el hombre
no puede escapar de ellos, si no abandona al hijo que amaba muchísimo, es
decir, al cuerpo, y deja todo el amor terrenal, huyendo así y llevándose el
hijo al que no quería dar alimento alguno. Por eso, los ojos de muchos están
cegados, porque ofrecen y preparan con más gusto manjares al cuerpo que al alma
CIERVOS
(IN)
(1.9)
«Como
el ciervo anhela las fuentes», dice el divino David, «así mi alma Te anhela».
El Fisiólogo dice
que el ciervo es muy sediento, y la razón de esta sed, es que come serpientes.
Pues la serpiente es un enemigo del ciervo. Cuando la serpiente se dirige a su
orificio en la tierra, el ciervo busca el manantial y bebe una gran cantidad de
agua; se llena la boca, la vomita en el orificio, hace salir a la serpiente y
la mata. De modo seme)ante, la gran serpiente que es el Demonio será expulsada
por las aguas de la sabiduría divina, Así, también fue capaz el Señor de
destruir a la gran serpiente, es decir, al Diablo, merced al agua celestial, o
sea, la sabiduría divina. Ni la serpiente puede acercarse al ciervo, ni el demonio
a la palabra excelente del Señor. También tú, hombre, llénate la garganta con
las palabras del Señor, que te dicen que no has de robar, ni asesinar, ni
cometer adulterio. Y si descubres alguna maldad en ti mismo, vomítala, y
destruirás al más perverso de los reptiles, al Diablo. Cuando el Señor soportó
que el agua y la sangre brotaran de su costado, destruyó el poder que tenía el
dragón sobre nosotros, gracias al baño del segundo nacimiento; así nos libró de
toda influencia demoníaca.
De
otro modo, el ciervo se parece a los cremitas del desierto, que viven una
existencia virtuosa, dolorosamente difícil, y que, cuando tienen sed, corren al
manantial de salvación llevando su arrepentimiento, y a través de la virtud de
sus lágrimas apagan los relucientes dardos del Maligno, y pisotean y destruyen
al gran dragón, el Demonio.
[Pitra].
Otro atributo tiene el ciervo, y es que parece a la gacela salvaje; tiene
cuernos con tres ramas después de cada tercera renovación. El ciervo
vive cincuenta años, y al final de ese período corre a gran velocidad por los
valles boscosos y los barrancos de las montanas
4z
localiza
por su olor las madrigueras de las serpientes, y de inmediato acerca sus
narices a la entrada de aquéllas, conteniendo el aliento. Entonces, la
serpiente se precipita fuera y va a parar a la boca del ciervo, que se la
traga; por ello se le llama élafos, porque sacó a la serpiente de las
profundidades. Luego, corre con la serpiente hacia el arroyo; si no bebe agua
antes de tres horas, morirá; pero sí encuentra agua, vivirá otros cincuenta
años. Por eso dijo David: «Así como el ciervo desea el fresco manantial, así te
desea mi alma, ob. Dios».
Y
también tú, hombre piadoso, dispones en ti mismo de tres renovaciones que son
el bautismo de la inmortalidad, la merced de la adopción como hijo, y la
penitencia.
Y
cuando atrapes a la serpiente que ha penetrado en tu pecho, es decir, el
pecado, corre en seguida con ella al arroyo de la Escritura y de la profecía.
Iluminado por éstas, bebe el agua de vida, o sea el don divino, y renuévate a
ti mismo con el arrepentimiento: tus pecados quedarán destruídos.
En
verdad, bien se ha expresado el Fisiólogo en lo concerniente al ciervo.
PhYs. griegO: Carfill, 197‑198; Peters, 31‑33
Se
llama cervus al ciervo por su hábito de aspirar los Cerastes‑‑‑queson
serpientes cornudas‑, o también porque tienen cuernos, ya que los cuernos
se llaman cerata en griego.
Estos
animales son enemigos de las serpientes. Cuando se sienten abrumados por la
enfermedad, sorben a las serpientes, sacándolas de sus madrigueras con una
aspiración de sus narices; una vez superado el peligro del vene no, los ciervos
recuperan la salud comiéndose a las serpientes.
La
planta llamada díctamo les ofrece el mismo tipo de alimento medicinal, pues
cuando han comido de ella pueden desprenderse de cualquier flecha que lleven
clavada.
43
Los
ciervos escuchan admirados la música de las flautas rústicas. Con las orejas
enhiestas, oyen con toda agudeza; con las orejas gachas, no oyen. Estos
animales tienen también la siguiente peculiaridad: cuando cambian de territorio
por apetencia de nuevos pastos, y van triscando hacia allá, si por ventura
deben cruzar grandes ríos o mares, cada uno apoya la cabeza en los cuartos
traseros del que le precede, y como el que va detrás hace otro tanto, no sufren
la molestia del peso. Y cuando han colocado la cabeza en dicha parte, se
apresuran a cruzar a la mayor velocidad posible, por miedo a resultar
ensuciados.
Los
ciervos tienen otra característica, también: y es que, después de haber comido
serpientes, cambian de piel y así rejuvenecen.
Estos
rasgos parecen corresponder a gente devota de la Santa Iglesia, mediante un
simbolismo congruo y adecuado. Pues, cuando los cristianos dejan su territorio,
es decir, este mundo, por amor de los pastos del cielo, se apoyan uno en otro,
o sea, que los más perfectos aguantan y soportan el peso de los que lo son
menos, mediante su ejemplo y sus buenas obras. Y si se enfrentan a alguna ocasión
de pecado, se apresuran a cruzar inmediatamente de largo. También, después de
absorber al demonioserpiente, o sea, después de la penetración del pecado,
corren a confesarse ante Nuestro Sefior jesucristo, que es el manantial
verdadero, y, bebiendo de los preceptos que promulgó, nuestros cristianos se
ven renovados, al haberse librado de la vejez, que es el pecado.
Cuando
la estación apropiada pone al ciervo en celo, los machos de la especie braman
con la furia del deseo. Aunque las hembras puedan estar previamente prefiadas
no conciben hasta el tiempo de la estrella Arcturuis. NÍ dan a luz en cualquier
parte, sino que ocultan a los cervatos con tierna solicitud, y, tras de
meterlos en alguna zona de espesos arbustos o matorrales, les advierten con un
pisotón de que permanezcan escondidos.
Cambridge, 37‑39
44
David,
que escribió el salterio, dice en el centésimo salmo: «El ciervo desea la
fuente». Le gusta mucho el agua clara y sana; pero el dragón es de tal índole,
que mata las crías del ciervo cuando puede penetrar en su madriguera. Cuando el
ciervo logra encontrarlo, le hace salir con su aliento, que el dragón no puede
soportar. El ciervo lo destroza y lo engulle; lo hiere y lo mata pateándolo.
Para evitar envenenarse, el ciervo va en busca de agua clara y pura; va a
vomitar en la fuente, ya que no puede soportar el veneno. A causa de la ponzoña
y de la hinchazón, se le caen inmediatamente los cuernos, muda de uñas y de
piel, le sudan todos los miembros. Después de bañarse, está curado; todo su
cuerpo rejuvenece. El ciervo representa al hombre que hace penitencia. Cuando
el hombre se siente en pecado y presa del diablo, debe quitárselo de encima
mediante el ayuno y la vigilia. Debe acudir a la Santa Iglesia y arrancar su
pecado; ha de mortificarse y sufrir, abandonar el orgullo de su carne, dar
limosnas, rezar, ayunar y afligirse.
G,
vv‑ '053‑io86
EL LAGARTO IN
(1.I0)
Existe
un lagarto llamado solar, como dice el Fisiólogo. Cuando envejece, se le nublan
los ojos y queda ciego, así que no ve la luz del sol. ¿Qué hace entonces, en
virtud de su excelente naturaleza? Busca un muro orientado hacia Levante, y se
introduce en una grieta del muro: y cuándo sale el sol, se le abren los ojos y
vuelven a quedar sanos.
De
la misma manera, tú, oh hombre, si llevas el vestido del hombre viejo, y los
ojos de tu corazón están nublados, busca el sol naciente de la justicia, Cristo
Dios
45
nuestro,
cuyo nombre es Oriente en el libro del profeta (Zac. 6,iz), y Él abrirá los
ojos de tu corazón.
Phys. griego: Zambon, 40‑41, n.O 2; Lauchert, 231‑2‑32;
Carlill, 232‑233;
Peters, 77‑'78
Hay tres variedades de
lagartos: una grande, otra
pequeña y otra que se calienta en verano y que causa
graves mordeduras a los hombres. Pero cuando el lagarto
pequeño envejece, entra por un orificio estrecho de un
muro que dé al sol, y se despoja del vaho de sus ojos y de
toda su vejez.
Brunetto, 135
(1:144)
M.,
46
LA BALLENA (IR
AL ÍNDICE)
SALOMON
advierte en el Libro
de los Proverbios: «Miel destilan los labios de la mujer
extraña / y es su boca más suave que el aceite. Pero su fin es más amargo que
el ajenjo, / punzante como espada de dos filos. Van sus pies derechos a la
muerte, / llevan sus pasos al sepulcro. No va por el camino de la vida, / va
errando por el camino sin saber adónde. óyeme, pues, hijo mío, / y no te
apartes de las razones de mi boca. Tente siempre lejos de su camino / y no te
acerques a la puerta de su casa ( ... )» (Prov. 53,1, trad. Nácar).
Hay
un gran monstruo en el mar, llamado aspidochelone.
Tiene dos atributos, y el primero es el
siguiente: cuando tiene hambre, abre las mandíbulas de par en par, y de ellas
sale un aroma dulcísimo. Y todos los pececillos se arremolinan en bandadas y bancos
en torno a la boca de la ballena, que los engulle; pero los peces grandes y
adultos se mantienen alejados de ella.
Así tientan el Demonio y los herejes, con sus
palabras agradables y la seducción de su aroma, a los simples que carecen de
juicio. Pero los que gozan de buen y sólido entendimiento no se dejan atrapar.
Job fue un pez adulto, como lo fueron Moisés, jeremías, Isaías y todo el coro
de profetas. Igualmente tuvo fuerzas Judit para escapar a
Holofernes,
Ester a Artajerjes, Susana a los ancianos y Tecla a Tarn*ris.
El
otro atributo de la ballena reza así: el monstruo es enorme, como una isla. Los
navegantes, en su ignorancia, fondean junto a él su embarcación, como en la
orilla de una isla. Encienden fuego encima para preparar su comida; cuando el
monstruo siente el calor, se hunde en las profundidades del mar y arrastra
consigo la nave y a todos los marinos.
Y
tú, ¡oh, hombre!, si te aferras a las vacías esperanzas del Demonio, te
hundirás con él en el fuego del infierno.
Bien
habló el Fisiólogo sobre la ballena.
Phys, griego: Carlill, 205‑206;
Zambon, 56‑57; Peters, 41‑42;
Lauchert,
249‑251
El
moralista ensena que existe en el mar un ser llamado tortuga‑escudo (aspidochelone), semejante al dragón o a la ballena. Vive en los lugares arenosos, se
parece a una isla y sus gritos son desagradables. [Sigue el motivo de la
ballena‑isla, y a continuación el del enguilimiento e los pececillos.]
Estos pececillos son los incrédulos; pues este terrible dragón no engulle
ningún pez grande y perfecto, por la razón de que sólo son perfectos aquellos
cuyos pensamientos no son enganosos para los demás, como dice San Pablo. Y en
otro pasaje, dice: «El camino que ha seguido no es bueno». ¿Cuáles son, pues,
los peces perfectos? Mo'sés, Isaías, jeremías, Ezequiel, Daniel y todos los que
evitan al terrible dragón, como José evitó a, la mujer, Susana a los viejos,
Tecla a Tamiris y Job a sus enemigos.
Phys. armenio, 129, n.O Xix
Cetus es
una bestia enorme, que siempre vive en el mar; toma la arena del mar y la
extiende sobre la espalda,
Luego,
se yergue sobre el mar y queda inmóvil. El navegante la ve, y cree que es una
isla; allá va a atracar, y a preparar su comida. La ballena nota el fuego, la
nave y las gentes, y se zambulle; si puede, los ahogará. El cetus es el
demonio, la mar es este mundo y las arenas son las riquezas terrenas; el alma
es el marinero, y el cuerpo, la nave que debe cuidar; y el fuego es el amor con
el que el hombre, como dueño, ama su oro y su plata. Cuando el demonio se da
cuenta de esto y más seguro se siente [el hombre], entonces lo ahoga.
PT, vv. 1915‑1940
Existe
un monstruo en el océano, llamado aspidodelone en
griego. Por otra parte, lo llaman aspidotortuga en latín. También se le
denomina ballena (cetus) por lo espantoso de su cuerpo, y porque fue este
animal el que engulló (excepit)
a Jonás, y su vientre era tan grande,
que las gentes pensaban que se trataba del infierno. El propio Jonás dijo: «Él
me oyó desde el vientre del infierno»
Las
ballenas son animales de prodigioso tamano, y recíben su nombre por el hecho de
que soplan o escupen el agua. La arrojan a mayor altura que otras bestias del
mar. En griego, ballein
significa «arrojar». El macho de la
ballena es el musculus [pez piloto], pues la ballena hembra no puede concebir
mediante el coito.
Cambridge, 197‑199
Queremos
contaros ahora sobre una gran maravilla que hay en el mar. Allí, los peces son
tan variados como los gusanos en la tierra y las aves arriba, en los aires:
unos son blancos, otros manchados, otros negros y otros pardos, Os aseguro que
los peces son igualmente variados en el mar; pero, ciertamente, no pueden
conocerse sus
49
propiedades
igual que las de los animales terrestres. En la mar, que es grande y monótona,
hay esturiones, ballenas, rodaballos, marsopas, y un gran pez llamado
cachalote, Pero existe también un monstruo asombroso, muy dañino y temible: lo
llaman cetus en latín. Es mala compañía para los marinos. La parte superior de
su espalda parece de arena. Cuando se alza en el mar, los que suelen navegar
por la zona se figuran que se trata de una isla, pero su esperanza se ve
engañada. Vienen a refugiarse junto a él debido a su tamaño y a la tormenta que
los persigue; creen hallarse en lugar seguro. Echan sus anclas y su pasarela,
encienden fuego y preparan la comida; para sujetar bien la nave, hunden grandes
estacas en la arena, que les parece tierra firme. Y encienden fuego, os lo
aseguro. Cuando el monstruo nota el calor del fuego que arde sobre su lomo, se
zambulle con gran rapidez hasta lo más profundo, y hace que la nave se hunda
con él, y perezcan todos los hombres.
Precisamente
así son engañados los pobres y tristes incrédulos que tienen confianza en el
demonio y se detienen y demoran en las acciones que el pecado exige, por lo que
se aflige el alma desdichada. Cuando menos lo esperan, llega el Maligno, que
ojalá arda en el infierno. Cuando los siente bien agarrados a él, se sumerge
con ellos, derecho hacia lo más hondo del averno: quienes van allá, están
perdidos.
Este
pez, cuando siente hambre, abre la boca de par en par, y de ella sale un olor
que resulta muy placentero. De inmediato acuden todos los pececillos, que se
precipitan juntos, en multitud, dentro de sus fauces, atraídos por el aroma,
que les parece agradable; el cetus cierra la mandíbulas. Cuando siente sus
fauces bien llenas, se los traga a todos de un solo impulso hasta su panza, que
es tan ancha como lo sería un valle.
Lo
mismo hace el demonio: abre las fauces desmesuradamente hacia las gentes de
poca fe, hasta que las ha: atraído; pues los que tienen poca fe y son de
convicciones débiles resultan muy fáciles de pescar para el que sabe
50
ponerles
cebo. Les prepara una carnaza que al principio despide un delicioso aroma, como
el deleite carnal ‑tener en el lecho a una mujer hermosa‑, beber
bien, comer bien o codiciar riquezas; este cebo huele muy bien al principio,
pero después acaba en amargura. Cuando los ha cebado así, hasta que los siente
bien aferrados, abre mucho la boca y se los traga sin saciarse, de puro glotón.
Pero los peces grandes lo evitan muy bien, y en nada puede dafiarles. ¿Sabéis
quiénes son esos peces grandes? Los justos, cuya fe es sólida, que se mantienen
firmes y estables )unto a Dios, el Padre espiritual. El demonio no derrotará a
los que se acuerdan de Dios; pero los desdichados, los incrédulos, que dudan de
su fe en Dios y son escasos de esperanza, corren tras los placeres, y el
diablo, engañándolos, abre las fauces y los engulle.
GC, VV.
2239‑2340
Enumeraré ahora treinta y siete
especies de peces que
son
bien conocidos. ( ... ) Quinto, Bil [¿spermacetus?];
su
longitud
es de cuatrocientos y quinientos codos, y es un
pez
muy peligroso que vive en el Mar Etiópico. Pero Dios
todopoderoso
ha creado un pececillo de un codo de largo,
que
es capaz de vencerlo; éste aferra su carne con los
dientes,
y no la suelta hasta que m 1 uere el bal. De
esta
especie,
también, es un pez de unos cincuenta codos de
largo
que come ámbar gris y muere de ello, quedando
varado
en la playa; pero el ámbar gris que sacan de su
vientre
ha perdido el perfume, y es inferior al ámbar gris
de
las arenas.
Nuzhat, 54
La
propiedad y naturaleza de la ballena es que q e SOWie‑ Ch
u a
crecen arbustos y hierbas; así, los marinos, que tienen gran deseo de
descansar en tierra, creen haber encontrado un monte de tierra y de piedras. Y
así descansan sobre ella, y encienden fuego. Y cuando siente el calor del fuego,
se sumerge a lo más profundo del mar, y perecen todos los marinos. La ballena
significa este mundo: todos los que creen haber hallado reposo en este mundo,
se ven engañados en sus locos deseos; pues todas las cosas mundanas son
efímeras.
Valdense, 415, n.o 44
EL PELICANO IN
El
santo profeta David canta: «Y he venido a ser como pelícano del desierto» (Salmo 107‑, 7, trad. Nácar),
El
Fisiólogo dice que el pelícano quiere mucho a sus hijos. Cuando nacen los
polluelos, en cuanto están algo crecidos, golpean a sus padres en el rostro.
Éstos les golpean a su vez, matándolos. Pero los padres empiezan entonces a
afligirse por sus hijos, y después de haberse lamentado durante tres días sobre
los polluelos que han matado, la madre, al final del tercer día, se abre el
costado y deja caer su sangre sobre los cuerpos muertos de los pequeños, y los
despierta a la vida.
Así
dijo también Nuestro Señor, por boca de Isaías: «Yo he criado hijos y los he
engrandecido, / y ellos se han rebelado contra mí» (Is i,z, trad. Nácar). Dios
nos creó, y nos hemos enfrentado a Él. Nosotros, las criaturas, nos hemos
puesto en contra del Creador. Sin embargo, cuando Él subió a lo alto de la cruz
abrió Su costado y derramó sangre y agua para nuestra redención y nuestra vida
eterna; la sangre, porque está escrito: «Tomando un cáliz y dando gracias, se
lo dio, diciendo ...
» (Mateo, z6‑z7, trad, Nácar), y
el agua, por el bautismo de la penitencia.
52
F
Y el Físiólogo narra también sobre el
pelicano y la
serpiente, que ésta es muy malvada para
con los polluelos
de aquél, Pero el pelicano idea lo
siguiente: instala su nido
en un sitio elevado, y construye una
valla rodeándolo,
para la serpiente. Y, ¿qué hace el
perverso reptil? Mira a
su alrededor, observando de dónde viene
el viento, y desde
allí, soplando su veneno hacia el nido,
mata a los
polluelos. Cuando llega el pelícano y ve
que están muertas
sus crías, mira hacia una nube y vuela
hasta ella; golpeán
dose el costado con las alas hasta que
mana la sangre, deja
que caigan las gotas, atravesando la
nube, sobre los
polluelos, que resucitan.
El pelicano es el Señor, y los polluelos
son Adán y
Eva, así como su estirpe. La serpiente es
el Maligno; y el
nido es el paraíso. Cuando sopla el
Maligno, es decir, la
serpiente, mueren debido al pecado; pero
el Señor es
alzado a la preciosa Cruz debido a su
amor por nosotros,
y, una vez atravesado su costado, nos
envía a través de la
nube del Espíritu Santo el don de la vida
eterna.
Pbys. griego: Carlill, 229‑230; Peters,
74‑75; Zambon, 43, n." 4
Pelícano es el nombre del ave que vamos a
describir:
en realidad, es una grulla que vive en
Egipto. Hay dos
especies, que rnoran junto al Nilo; una
vive en el agua, y
se alimenta de peces; otra en las islas,
comiendo lagartos,
cocodrilos, serpientes y bestias
infectas, seres muy repug
nantes. El pelícano se llama en griego
honocrotalia, y en
lengua latina longum rostrum, que significa en francés J
,(pico largo», y su naturaleza es como
sigue. Cuando se 11
acerca a sus polluelos, que son grandes y
hermosos, y
quiere acariciarlos y cubrirlos con sus
alas, las avecillas, í
que son crueles, empiezan a picarle, pues
quieren devorar
lo y sacarle ambos ojos. El padre,
enfurecido al sentir las
leridas, les pica y golpea, matándolos
con violencia,
45ndolos tendidos sin vida. Regresa al
tercer día y, para
su dolor, los encuentra muertos. Tanto
sufre al ver a sus
53
polluelos
sin vida, que se hiere el cuerpo con el pico hasta que brota la sangre. Ésta va
goteando y cayendo sobre los pajarillos; tal poder tiene, que recuperan la
vida. Y lo mostramos con las pinturas aquí incluidas. Este pájaro significa el
Hijo de Santa María; nosotros somos sus polluelos que, en figura de hombres,
somos resucitados y rescatados de la muerte por la sangre preciosa que Dios
derramó por nosotros, como lo son los pajarillos, que llevan tres días muertos.
Y oíd del magisterio lo que esto significa: por qué los polluelos picotean el ojo
de su padre, y el padre, enfurecido, los mata de semejante manera. Quien niega
la verdad, quiere sacar el ojo a Dios, y Dios tomará venganza de estas gentes.
Recordadlo, pues éste es el significado.
PT, vv. 2323‑2388
Del
mismo modo, Nuestro Señor jesucristo, que es el creador y el hacedor de todas
las cosas que existen, nos engendra y nos llama al ser, sacándonos de la nada.
Nosotros, por el contrario, le golpeamos en el rostro. ( ... ) Le hemos
golpeado en la cara, dedicándonos a lo creado más que al Creador.
Por
eso subió a lo alto de la Cruz y, habiendo sido atravesado su costado, manó de
él sangre y agua para nuestra salvación y vida eterna.
Cambridge, 133
Dios
es semejante al pelícano, que hace su nido en la copa del árbol más alto; y el
pájaro malvado, que viene de abajo, mata a sus polluelos por pura maldad. Llega
el padre, compungido y angustiado, y se mata con el pico; pero, con su sangre
doliente, hace revivir de inmediato a sus hijos. Igualmente hizo Dios, cuando
se produjo su
54
Pasión:
con su dulce sangre, rescató a sus hijos del Diablo, que era muy poderoso.
Thibaut, 194‑195, Vv‑ í‑io
de la canción LVI
El Saqqú [pelícano]
es muy conocido. Se parece a la cigüeña, y por debajo del buche tiene un
receptáculo, que llena de agua; se instala a descansar en una zona desierta, y
abre el pico para que [otros] pájaros puedan beber agua de su boca, y entonces,
repentinamente, hace presa en uno de ellos.
Nuzbat, 75
La
serpiente odia instintivamente a este pájaro, y por ello, mientras la madre
sale del nido en busca de alimento, el reptil trepa al árbol y muerde y
envenena a los polluelos. Y cuando regresa la madre, se dice que llora durante
tres días a las avecillas. Luego, dice [Jacques de Vitry], se hiere en el
pecho, derrama su sangre sobre ellos los devuelve de la muerte a la vida.,
1.
de Vitry, citado en Trevisa 1, 637
(XII:30)
Ha
de saberse que todo hombre tiene hijos, es decir, el cuerpo y el alma, a los
que mata con el pecado mortal e inicuo; pero, así como el pelícano da vida a
sus hijos con su sangre, del mismo modo el hombre puede dar vida a su alma y
cuerpo, asumiendo y sufriendo la penitencia por sus pecados, y mortificando su
carne. Por eso, habiéndonos redimido Dios con su preciosa sangre, debemos estar
solícitos y atentos para redimir nuestra alma sujeta por las cadenas de los
pecados, tal como está escrito: «El Señor envió la redención a su pueblo; mandó
para siempre...», etc,
Libellus, 2o8, n.O III
55
El
pelícano es un ave de esta naturaleza: cuando va a algún lugar, la serpiente se
acerca inmediatamente a sus hijos y los mata; y cuando regresa el pelícano y
encuentra a sus hijos muertos, a causa del dolor que siente, se da un golpe tan
fuerte en el vientre con el pico, que de él brota abundante sangre que lava a
sus hijos, y en seguida vuelven a la vida.
Bestiaris 11, 121
(MS G)
EL DELFIN (IR AL
ÍNDICE)
(11.3)
Se
cuenta también que existe en el mar una bestia llamada delfín; posee dos largas
alas, y cuando un navío en alta mar, dominado por la violencia de las olas,
corre peligro de irse a pique, entonces se compadece esta bestia de los
marineros. Alzando sus alas a lo alto, se coloca bajo el barco y lo levanta en
la superficie, lejos del oleaje. Y continúa llevando esta carga durante algún
tiempo, aunque al final se cansa, y abandona ese esfuerzo que\va en aumento.
Podemos
asemejar el océano a este mundo, y las olas a los odiosos pensamientos y
circunstancias que afectan al hombre. Podemos equiparar el delfín al hombre que
empieza a hacer lo que es bueno y justo, pero, cuando las circunstancias
adversas lo derrotan, se derrumba y conoce la turbación. Pero tú debes
perseverar en las acciones buenas y justas, y soportar las circunstancias
adversas con un espíritu valeroso, como los tres jóvenes que dijeron en su
corazón: «Si somos arrojados al terrible horno, lo soportaremos, y no
renegaremos de nuestra religión, ni abandonaremos el credo de nuestros padres».
Conocemos
los signos y prodigios que siguieron, y como Dios los protegió para que ni uno
solo de sus cabellos ardiera, y recibieron grandes honores en presencia
56
de
Dios. Y así lucharon y se esforzaron muchos santos varones con perseverancia,
para alcanzar los signos y los prodigios, como ha dicho jesús Nuestro Señor:
«Quien crea en mí y observe mis mandamientos, hará lo que yo hago, y lo que
hago yo, lo hará él mismo»; y lo que Él ha dicho resultará seguro y cierto.
Gloria a Él para siempre. Amen.
Versión árabe del Phys. griego: Cárlill, 2o4; Peters,
40, n. 2
El delfín es un gran pez marino al que atrae
la voz
humana. Es la criatura más rápida que
existe en el mar,
pues lo cruza de una orilla a otra, como
si volase. Pero no
viaja fácilmente solo, sino que varios lo
hacen juntos.
Merced a ellos se percatan los navegantes
de que se
acerca una tempestad, cuando ven escapar
a los delfines
por el mar, y tropezar mientras huyen,
como si el rayo los
persiguiese. Y sabed que los delfines
paren hijos en vez de
poner huevos, y los llevan en su vientre
diez meses,
criándolos y alimentándolos con su leche.
Y cuando sus
hijos son muy *óvenes, los cobijan en la
garganta, para
protegerlos mejor. Viven treinta años, a
decir de las gentes
que lo han comprobado cortándoles la
cola. Y su boca no
está donde la tienen los demás peces,
sino que se encuen
tra junto al vientre. Solamente el delfín
mueve la lengua,
contra lo que es propio de animales
acuáticos, de los que
ninguno lo hace. Y no puede tomar aire
mientras está bajo
el agua; ha de subir a respirar. Su voz
es semejante a la de
un hombre que llora. En primavera, muchos
de ellos se
desplazan al mar del Ponto, donde crían a
sus hijos gracias
a la abundancia de agua dulce; entran en
él por la derecha
y salen por la izquierda, ya que no ven
bien con el ojo
izquierdo, mientras que ven perfectamente
con el derecho.
Y sabed que en el Nilo hay una variedad
de delfines que
tienen en la espalda una aleta semejante
a una sierra, con
la que matan al cocodrilo. Y leemos en
las historias
antiguas que un niño de Campania dio de
comer pan a un
delfín
durante mucho tiempo, y tanto lo amaestró, que cabalgaba sobre él, hasta
que un día el delfín lo llevó a alta mar, y se ahogó el niño. Finalmente, al
darse cuenta de a muerte de éste, el delfín se dejó morir. Hubo otro en lassus,
en Babilonia, que quiso tanto a un nino, que después de haber jugado con él,
una vez se hubo marchado el niño, lo quiso seguir, y quedó varado en la arena,
donde fue capturado. Se han visto, a propósito del delfín, estos prodigios y
muchos otros, fruto del amor que les inspira el hombre.
Brunetto, 130‑131
(P194)
Dulfin, el
salvador de los ahogados, es un pez de cuerpo voluminoso, con dos alas; cuando
un barco se acerca a un remolino, se coloca frente a él y extiende las alas,
impidiéndole avanzar; si el barco se hunde, hace sitio sobre su lomo a los
náufragos, de forma que puedan agarrarse a su cola, y los transporta a tierra
firme. Los marinos lo consideran de buena suerte. Y en el lago Tinnis, en la
tierra de Egipto, hay también un pez de este nombre que se parece a un bolso de
cuero.
Nuzhat, 55
EL CISNE (IR AL ÍNDICE)
El
cisne, olor, es un ave a la que los griegos llaman Cygnus.
Se denomina olor porque sus plumas son
todas blancas. ¿Quién ha oído hablar jamás de un cisne negro? Y la palabra
griega para designar «todo» es bolos.
Se
llama Cygnus en griego debido a su canto, pues produce una dulce música con notas
melodiosas. Dicen, también, que la razón por la que canta tan hermosarnente es
porque tiene un cuello largo y curvado, y es obvio que la voz vibrante ha de
producir una magnífica música al ir girando por las largas curvas. Dicen
también que en las partes septentrionales del mundo, una vez que los tañedores
de laúd han comenzado a tocar, gran número de cisnes se unen a ellos, e
interpretan juntos un concierto perfectamente acordado.
Olor
es su nombre latino, y Cygnus el griego.
Los
marinos dicen con razón que este pájaro trae buena suerte. «El cisne es un ave
muy favorable en los augurios», indica Emilianus. Y la razón por la que los
navegantes lo estiman, es porque no se zambulle bajo las aguas,
k
Cambridge, 118‑ix9
Existe
un ave llamada cisne. El
Fisiólogo dice que hay un país donde cantan tan
bien y tan hermosamente, que
voz
es una auténtica melodía para el oído; que cuando
It
toca el arpa en su presencia, se acompasan todos con el arpa, del mismo modo
que el tambor se acuerda a la flauta. Y es fama que cantan mejor el año en que
deben morir; de tal modo, que las gentes del país, cuando oyen a uno de hermoso
canto, dicen: «Éste morirá, con el año». De la misma forma que se dice de un
niño pequeño, cuando se le aprecia mucho talento: «Este niño no vivirá
mucho
tiempo».
Este
cisne que tan bien canta frente a su muerte, significa el alma que se alegra en
la tribulación. Pues «los apostoles mostraban gran gozo cuando salían de las
asambleas en que los habían golpeado, porque eran dignos de sufrir vergüenza
por el nombre de Nuestro Señor». Pues nos dice en [El cantar del los cantares:
«Como la azucena, entre las zarzas, así es mi amada entre las mujeres del
mundo». ¿Cómo es la azucena entre las zarzas? La arañan,..pero ella no les
hiere a su vez, sino que despide buen olor. Así debe obrar el alma santa: no
debe contestar con
59
palabras
ásperas, sino que debe restituir buen aroma, con paciencia, a quienes le hacen
daño; así podrá decir con San Pablo: «Somos el buen perfume de Jesucristo en
todas partes». Pero las que devuelven mal por mal y replican con señas o
palabras, las que no pueden olvidar una palabrita que se les haya dicho, o
algún daño que se les haya causado, nada se parecen a la flor de azucena, ni al
cisne, que tan bien canta frente a su muerte. Pero quien desea tener el amor de
Dios, debe ser recto en todas sus obras, y estar desprovisto de envidia, de
codicia, de orgullo, y ser humilde de corazón para con su prójimo, y caritativo
con sus bienes. Así restituirá buen aroma a Jesucristo.
PB:
Cahier 111, 233~234
El
cisne es todo blanco por fuera, y todo negro por dentro. A menudo, canta antes
de morir. Lo mismo hacen con frecuencia muchas gentes.
Image, 137
El
cisne es un ave de plumaje totalmente blanco, pero su carne es negra. Frecuenta
los ríos; y cuando nada por el agua, lleva siempre la cabeza erguida, y jamás
la introducirá‑ en eí ‑igua; por esa c?
tem íols rma
Ta, swjqc&¿.7tro es de buen augurio. Y su voz produce un dulce sonido, porque el cuello
es largo y flexible. Y dicen muchos campesinos que en los Montes Hiperbóreos,
en Grecia, cuando alguien canta y toca la cítara, grandes bandadas e cisnes
acuden a su alrededor, por el placer del canto. dY
rnucVIC>s is
glumas
%~%,<1 l~,1 & uQ0r,., ijua de las lumas de su cabeza se le clava en el cerebro, y así comprende que
va, a morir
,u.‑O_nces
,v,djj),c‑pmcnte, que
y mientras así canta, concluye su vida.
Bnínetto, 147 (1:19')
6o
La
naturaleza del cisne es tal, que no canta sino en el último año de su vida. Por
eso, cuando los hombres le oyen, ya que canta tan dulcemente que se armoniza a
la perfección con el arpa, saben que va a morir en aquel año. De ello se deduce
que todo el que sepa que va a morir en tal época o en tal año, por la gravedad
de una enfermedad o por su gran vejez, debe cantar dulcemente, o sea, alabar a
Dios y despojarse de todas las obras mundanas, fugaces y caducas, y gozar de la
gloria celestial, según lo que está escrito: «Quien busca a Dios, busca la
alegria».
Valdense, 401,
n.O 9
El
cisne es un ave corpulenta y blanca del todo, que tiene la siguiente propiedad:
canta gustosa cuando alguien toca el arpa, y se armoniza bien con el
instrumento, igual que la flauta con el tambor. Y tiene también otra propiedad:
cuando se acerca el tiempo de su muerte, canta mejor y con más fuerza; y así,
cantando, termina su vida. Se dice también que ningún cisne puede cantar bien
hasta que le toca morir.
A
esta ave, el cisne, se la puede comparar con los hombres de este mundo, pues
los hombres buenos de este mundo son grandes en virtudes y gracias, y son
blancos por la pureza de su conciencia y por sus buenas obras. Así como el
cisne canta complacido y armoniza su canto con los instrumentos, igualmente
sucede con el hombre bueno, que dice complacido todo lo bueno que sabe, y
estudia, adora y alaba con gusto a Dios Nuestro Señor; y cuando oye a un buen
predicador, se acompasa bien con él y disfruta mucho con su sermón, y cuenta a
menudo a los demás todo lo bueno que ha oído decir, de modo que con sus buenas
palabras los pueda llevar a la salvación.
Y
así como el cisne, cuando está más cerca de su fin, se esfuerza por cantar y
muere cantando, igualmente sucede con los hombres buenos que hay en el mundo.
Pues ven claramente que, desde el momento en que el hombre
palabras
ásperas, sino que debe restituir buen aroma, con paciencia, a quienes le hacen
daño; así podrá decir con San Pablo: «Somos el buen perfume de jesucristo en
todas partes». Pero las que devuelven mal por mal y replican con señas o
palabras, las que no pueden olvidar una palabrita que se les haya dicho, o
algún daño que se les haya causado, nada se parecen a la flor de azucena, ni al
cisne, que tan bien canta frente a su muerte. Pero quien dese tener el amor de
Dios, debe ser recto en todas sus obras, y estar desprovisto de envidia, de
codicia, de orgullo, y ser humilde de corazón para con su prójimo, y caritativo
con sus bienes. Así restituirá buen aroma a jesucristo.
PB: Cahier 111, 233‑234
El
cisne es todo blanco por fuera, y todo negro por dentro. A menudo, canta antes
de morir. Lo mismo hacen con frecuencia muchas gentes.
Image, 137
El
cisne es un ave de plumaje totalmente blanco, pero su carne es negra. Frecuenta
los ríos; y cuando nada por
agua,
lleva siempre la cabeza erguida, y jamás la introducirá en el agua; por eso
dicen los marinos que su encuentro
es
de buen augurio. Y su voz produce un dulce sonido porque el cuello es largo y
flexible. Y dicen mucho campesinos que en los Montes Hiperbóreos, en Grecia
cuando alguien canta y toca la cítara, grandes bandadas d cisnes acuden a su
alrededor, por el placer M canto, muchos dicen que, cuando ha de morir, una de
las pluma de su cabeza se le clava en el cerebro, y así comprende que va a
morir; entonces empieza a cantar tan dulcemente, que oírle es algo maravilloso,
y mientras así canta, concluye su vida.
Brunetto, 147 (L191)
La
naturaleza del cisne es tal, que no canta sino en el ultimo año de su vida. Por
eso, cuando los hombres le oyen, ya que canta tan dulcemente que se armoniza a
la perfección con el arpa, saben que va a morir en aquel afio. De ello se
deduce que todo el que sepa que va a morir en tal época o en tal año, por la
gravedad de una enfermedad o por su gran vejez, debe cantar dulcemente, o sea,
alabar a Dios y despojarse de todas las obras mundanas, fugaces y caducas, y
gozar de la gloria celestial, según lo que está escrito: «Quien busca a Dios,
busca la alegría».
Valdense, 401,
n.O 9
El
cisne es un ave corpulenta y blanca del todo, que tiene la siguiente propiedad:
canta gustosa cuando alguien toca el arpa, y se armoniza bien con el
instrumento, igual que la flauta con el tambor. Y tiene también otra propiedad:
cuando se acerca el tiempo de su muerte, canta mejor y con más fuerza; y así,
cantando, termina su vida. Se dice también que ningún cisne puede cantar bien
hasta que le toca morir.
A
esta ave, el cisne, se la puede comparar con los hombres de este mundo, pues
los hombres buenos de este mundo son grandes en virtudes y gracias, y son
blancos por la pureza de su conciencia y por sus buenas obras. Así como el
cisne canta complacido y armoniza su canto con los instrumentos, igualmente
sucede con el hombre bueno, que dice complacido todo lo bueno que sabe, y
estudia, adora y alaba con gusto a Dios Nuestro Señor; y cuando oye a un buen
predicador, se acompasa bien con él y disfruta mucho con su sermón, y cuenta a
menudo a los demás todo lo bueno que ha oído decir, de modo que con s‑as
buenas palabras los pueda llevar a la salvación.
Y
así como el cisne, cuando está más cerca de su fin, se esfuerza por cantar y
muere cantando, igualmente sucede con los hombres buenos que hay en el mundo.
Pues ven claramente que, desde el momento en que el hombre
ha
nacido a esta mezquina vida, está siempre en el camino de la, muerte, tal y
como dice Nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio: « ( ... ) velad y rezad, pues
no sabéis el día ni la hora en que os llamaré»; por eso, vivid siempre alabando
bendiciendo
a Nuestro Sefior. Y cuando llegan a su fin, se confiesan bien y a fondo de sus
pecados, y ruegan a Nuestro Señor Dios que les lleve a buen término; y así
(rezando y alabando a Nuestro Señor Dios) acaba su vida,
Bestiaris
1, 2‑6‑27 (MS B)
LA OSTRA (IR
AL ÍNDICE)
(11‑5)
Cuando el pescador va en busca de perlas, las
encuentra por medio del ágata. Sujeta el ágata a una cuerda recia, y la deja
caer al mar. El ágata va hacia la perla, y allí permanece, y no se mueve. Y los
buceadores localizan precisamente el ágata; siguen la cuerda hasta que llegan
al lugar en que se halla el ágata, y allí encuentran la perla.
Escuchad ahora de dónde proceden las perlas. Existe
en el mar un animal con concha llamado ostra perlífera, Esta ostra se eleva del
fondo del mar al despuntar el alba, abre la boca y absorbe el rocío del cielo,
encerrando en su concha los rayos del sol, la luna y las estrellas; de las
luces celestiales, da nacimiento a las , perlas. Este animal
concha
tiene dos valvas, entre las que se encuentran las perlas.
El ágata representa a San Juan Bautista, pues mismo nos señaló la
perla espiritual, cuando dijo: «He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado
del mundol (Juan i, z‑9). Considerad que el mar es el mundo, y el
buceador el coro de profetas. Las dos valvas de la concha son el Antiguo y el
Nuevo Testamento; el sol, la luna, la estrellas y el rocío, el Espíritu Santo,
incluido en ambos
6z
testarnentos; y la perla es Nuestro
Sefior jesucristo, pues Él mismo es una perla valiosa. Y tú, hombre, vende todo
lo que posees y adquiere la costosa perla, que es Cristo Nuestro Señor, de modo
que puedas tener un tesoro en tu corazón, y redimirte.
Phys. griego: Carlill, 245‑246; Zambon, 8o‑8i,
n.O 44; Peters, 97‑98
Esta
Viedr‑a ,e puede ser más valiosa; se la denomina «union», porque no puede
hallarse una igual. Y ahora quiero explicar cómo nace, y dónde la encontramos.
La perla nace ciertamente en una isla llamada Tapn¿ [Ceylán]; en esta isla hay
piedras que están hechas de tal modo, que no tienen boca, )untura, rendija ni
grieta, sino que son lisas como el hielo. Y deseo que todos sepan muy bien que
estas piedras tienen t~ poaer de abrirse por su propia voluntad; reciben el rocío del cielo, y
de éste conciben, como si fueran criaturas vivas, Después, vuelven a cerrarse
sin rendijas. El rocío permanece en la piedra hasta que se vuelve piedra a su
vez, y entretanto permanece allí siempre, como una madre que gesta a su hijo;
luego se abre, sale la piedra, y se cierra de tal modo, que después no podrá
ser abierta, ni se encontrará en ella hendidura alguna.
Y
dice un libro en latín al que llamamos Bestiario, que esta piedra ‑la
llama cuncete‑ nace en el mar, saliendo de él por la mañana, y allí recibe el rocío;
encierra el rocío dentro de ella, y después regresa al fondo del mar. Mientras
esté allí el rocío, permanecerá en medio de las valvas, y estará allí hasta que
se transforme en piedra. Esta piedra es buena de conservar para quien sepa
comportarse castamente; a quien pueda guardarla, le servirá para muchísimas
cosas. Salvo la muerte, no hay enfermedad alguna de la que uno no pueda
curarse, si la bebe disuelta en rocío, y si tiene auténtica fe.
La
perla que nace del rocío y que ha sido engendrada en piedra,
significa la «unicidad» de jesús; la piedra de la que
63
nace
, Santa María; la perla que nace del rocío significa la gracia dispuesta.
Mediante la gracia fue presentado a la Virgen el Hijo de Dios; mediante la
gracia tomó la salvación, y mediante la gracia fue concebido. Como la piedra se
abre sin fractura, y se une sin rendija, como la piedra transforma el rocío,
así fue consagrada la Virgen, así concibió y dio a luz. La Virgen, que fue
madre de jesús; concibió virgen, parió virgen, virgen permaneció y permanecerá.
PT, Vv‑
3QI5‑3080
La
ostra es un pez marino encerrado en una concha, como un cangrejo, y es redonda
del todo; pero se abre y se cierra cuando quiere. Su morada está en el fondo
del mar, pero al alba y por la noche sube a la superficie y recoge el rocío en
su interior. Los rayos de sol que tocan la concha hacen endurecerse las gotas
de rocío, cada una aparte, según donde cayeron. No se endurecen hasta volverse
Piedras, mientras se encuentran en el mar; pero cuando se sacan del mar y se
abren, y se extraen de ellas las gotas endurecidas, éstas se convierten de
inmediato en preciosas piedrecillas blancas que llamamos perlas o margaritas. Y
sabed que si el rocío es puro y limpio por la mañana, las perlas serán blancas
y relucientes; si no, no será así. Y no hay perlas mayores de media pulgada.
Brunetto, 130 (1:133)
LA RÉMORA
IN
(11.6) 1
Y
debes oír aún otro prodigio. Una nave grandísima, y según todas las apariencias
extraordinariamente marinera, con sus velas amplias y totalmente desplegadas
mante
64
niendo
firme su curso contra el viento, es fácilmente detenida por un pececillo
llamado Echeneis. Su nombre denota al que para a un barco, y lo retiene durante largo
tiempo, de forma que no puede moverse de su sitio. Y con esto puedes imaginar
un gran barco con todo su velamen desplegado, como si estuviese atado y
enralzado en la mar.
¿Y
no ves en este animalito y en su acción el poder del Creador? Todo esto lo ha
hecho el Creador con el propósito de que la vigilancia de tu espíritu pueda
aumentar. Y mientras crecen tu esperanza y tu confianza en Él, te guardarás del
poder del demonio.
Phys. griego, versión siríaca: Carlill, 248; Peters,
103‑104
Existe
un pez llamado Essinus.
El
Fisiólogo nos cuenta que hay un pez en el mar de la India, al que llaman essinus. Este pez no llega a un pie de longitud. Y tiene la gran propiedad de
que no encuentra nave demasiado grande ni demasiado rápida, si se aferra a
ella, como para no inmovilizarla, de forma que no pueda avanzar ni retroceder.
Y cuando hay gran tempestad en el mar, suele suceder ocasionalmente que él se
coloca debajo de alguna nave. Entonces, la nave está totalmente segura; pues no
puede perecer ni sufrir daño, ni ella ni nada de lo que contenga. Y algunas se
han salvado ‑naves5 y gentes que viajaban en ellas‑, merced al
poder del pez que se aferró al barco.
Este
pez es una figura de Nuestro Señor; la mar representa al mundo. La nave evoca
al hombre que vive en este mundo; las olas del mar significan las tentaciones
que el hombre justo sufre y soporta en este mundo, sostenido y dirigido para
que no perezca gracias a su auténtica fe y a su esperanza en Dios. Del mismo
modo que no puede perecer la nave (debido al poder del pez) a la que el pez se
aferra en alta mar. Debe entenderse que Dios se aferra a aquel que pone en Él
su esperanza y le sirve: así, de ningún modo puede perecer.
¡a 65 PB:
Cahier IV, 74
1
Echinus es
un pececillo marino, pero muy inteligente, pues es capaz de prever la
tempestad. De inmediato, toma una piedra y la lleva consigo, como si se tratase
de un ancla, y la lleva para resistir a la fuerza de las tormentas; por eso, se
fijan a menudo en él los navegantes.
Brunetto, 130
(L130)
Creo
que hemos propuesto hasta aquí un gran número de ejemplos memorables de los
prodigios del mar' pero no hay nada que pueda compararse con lo que diremos a
continuación, y que haya engendrado mayor terror o espanto a los que han
investigado los secretos más íntimos del océano. Este animalillo que ha
espantado asi a todo el mundo, es llamado Echeneis por
los griegos y Rémora por los latinos, y le impusieron tal nombre porque detiene
las naves, tal como diremos con más amplitud más adelante. La escasez de este
pez es la causa de que no coincidan las descripciones que de él hacen los
autores. Opiano y Ellano escriben que le gusta la alta mar, que mide un codo de
largo y es de color pardo, semejante a una anguila. Plinio lo hace similar a
una babosa grande, k y lo demuestra por el testimonio de los que vieron el pez
que detuvo la nave del príncipe Cayo César. En el libro IX, Plinio cita varias
opiniones de autores diversos en lo tocante a este pez, aunque los filósofos
discrepan en su descripción, pero coinciden todos en que existe, y en que tiene
poder de parar los navíos: Aristóteles, Plinio, Eliano, Opiano, Plutarco, y
casi todos los que han tratado de la naturaleza de los animales. Hay, además,
varios filósofos modernos que han viajado y peregrinado por diversos puertos de
Asia y de África, y que dan testimonio de haberlo visto disecado, y de haber
considerado sus prodigíosos efectos. Pues es algo extraordinario o monstruoso,
el hallar en la naturaleza un animal acuático del tamafi de una babosa, que
tenga el poder, por una oculta propiedad natural, de parar en seco el más
pesado navío o
66
galera
que se encuentre en el mar, pegándose a él. Plinio, colmado de admiración por
ello, exclama: «íOh, cosa extrafia y prodigiosa, que soplen todos los vientos
de todas las partes del mundo, que se alcen las más furiosas tempestades en el
mar, que desplieguen, redoblen y refuercen sus embates contra un barco, y que
un pececillo del tamaño de una babosa los gobierne, reprima su furor, ponga
freno a su ira y, a pesar de todos sus esfuerzos, obligue al navío a permanecer
quieto e inmóvil, cosa que toda la violencia del mundo, con sus anclas, cordajes
y máquinas, no podría hacer! Y no es menos cierto que este pececillo retuvo la
nave de Antonio en la guerra de Actiurn» [Nota al margen: Otros leen 'en la mar
de Actium']. Adamus Lovicerus, en su libro De aquatilibus, confirmando
lo que había dicho Plínio, maravillado y casi atonito ante un pez de tan
extrafia naturaleza, suda, se esfuerza, y se emplea con todas sus energías para
averiguar la causa natural de ello; al fin, sucumbiendo ante el peso de tal
labor, y no pudiendo salir de ese laberinto, confiesa abiertamente que no puede
darse explicación alguna del fenómeno, diciendo: «¿Quién es tan estúpido o tan
obtuso para no sentirse preso de gran admiración al contemplar con detenimiento
los poderes de este pececillo? Sé bien, dice Lovicerus, que el imán tiene el
poder de atraer el hierro, que el diamante suda si se le acerca a los venenos y
ponzoñas, que la turquesa se empaña cuando acecha algún peligro a quien la
lleva. Sé que el pez torpedo es tan venenoso, que con su mirada infecta al
durmiente y sin embargo, de todas estas cosas extrañas puede darse alguna
explicación; pero no tenemos nada que podamos indagar sobre el maravilloso y
extraño poder de este pececillo: pues vive en el agua, se alimenta en el agua
como los otros peces, y no ejerce sus poderes sino en el agua. Su pequeño
tamaño da testimonio de que no puede cansar gran violencia, y sin embargo no
hay poder que pueda igualarse con el suyo, ni fuerza que le resista. No hay
energía impetuosa ni máquina que pueda mover el navío, una vez que el pez se ha
aferrado a él, aunque todos los vientos del mar aunados soplaran en las velas;
y sin embargo, en cuanto se arranca del barco, éste comienza a bogar como
antes. Los hombres han de confesar pues, por fuerza, que no puede atribuirse a
esto ninguna razón natural, y sin embargo se advierte en este pececillo algún
presagio fatal, y parece que quiera anunciarnos los males y peligros que han de
acontecernos. ¿No retuvo acaso el navío de los embajadores de Periandro? ¿No
retuvo el barco de Cayo César, que fue muerto muy poco después en Roma, de
suerte que parecía que se hubiese apiadado de la desgracia que le estaba
destinada?». He aquí, en suma, lo que escribe Adamus Lovicerus. Sé que
Aristóteles, Plinio y otros le han atribuido también otras propiedades aparte
de las anteriores, como las de servir a los amoríos, atraer a las criaturas
fuera del cuerpo de las mujeres y otras cosas semejantes, que dejaré por miedo
a aburrir al lector [Nota al margen: Aristóteles, sin embargo, atribuye esto
más bien a opiniones ajenas, que a la suya propia]. Plutarco, en Symposiacis,
z, probl. 7, busca el motivo por el que este pez detiene a los barcos. Algunos
autores modernos han escrito varias otras cosas extraordinarias sobre este pez,
que, me parece, son indignas de este lugar.
Boaistuau,
104‑107
LA SERRA
IN2
(11.7)
Esta
bestia [el prion] tiene largas alas, y cuando ve un barco navegando, las
levanta en alto y se pone a bogar, compitiendo celosamente con la nave. Sin
embargo, cuando ha recorrido solamente veinte o treinta estadios, se cansa,
pliega sus alas sobre ella misma, y deja que las olas la lleven al lugar donde
antes se encontraba.
Puede
tomarse el barco como una imagen de los apóstoles y de los mártires que,
después de haber viajado a través de las olas tormentosas, es decir, las
dificultades de la vida, se han refugiado en el puerto seguro, o sea, el reino
de los cielos. Pero la bestia representa a aquellos que, después de haber
empezado a servir a la ascética, han retornado a su primitiva conducta, a la
vida mundana.
Phys. griego: Carlill, 203‑204; Peters,
40‑41
La
serra es una bestia marina que tiene alas para volar, cabeza de león y cola de
pez. Cuando ve una nave en alta mar, alza sus alas en alto y causa gran
perjuicio a la nave, pues avanza ante el viento, reteniéndolo, de forma que
ella no recibe nada, y la nave mientras tanto no puede avanzar en absoluto.
Cuando la bestia ha obrado así, repliega sus alas; cuando ya no puede adelantar
a la nave, la deJa ir, y a continuación se zambulle en el mar para devorar los
peces. La nave, a la que estaba causando daño, y lo demostramos con las figuras
prosigue su navegaci que aquí están
pintadas.
En
esta vida, la serra representa al diablo; la mar, a este mundo; la nave, a las
gentes que viven en él, y por el viento entendemos al Espíritu Santo. Cuando la
serra sorprende a la nave, le quita el viento; así, el diablo quita a las
gentes el hálito del Espíritu Santo; cuando oyen sermones y predicación, no
quieren escucharlos, sino interrumpir; esto les hace el demonio: les quita al
Espíritu Santo. Por eso, dijo Dios en verdad a los judíos: «Quienes pertenecen
a Dios escuchan la palabra de Dios». Pues no hay hombre mortal que no piense en
buenas y en malas acciones; cuando ha pensado algo malo, es que la serra lo ha
agarrado*; cuando el hombre se refugia en el bien, la serra no puede hacerle
daño. Cuando la bestia no puede
Seré=agarrado; juego de palabras entre «serra» y el
verbo «serer,, (=aferrar, cerrar, encerrar).
tentar
a un santo varón, ni empujarlo al mal, entonces se sumerge en el mar para
devorar peces. Cuando el demonio entra en el mundo, atrapa y confunde a los
hombres que encuentra sumidos en el mal, en criminales pecados, como la serra a
los peces.
PT, vv. 1681~'737
El
pez serra es llamado así porque tiene una cresta en forma de sierra, y nadando
por debajo de los barcos, los corta.
Cambridge, 201
La
serre es un animal marino de extraordinario tamaño, que posee alas y plumas de
asombrosas proporciones; gracias a ellas, se lanza por encima del mar, más
aprisa que un águila grande [alerions]
que vuela en persecución. de una grulla,
y sus plumas son cortantes como navajas*. Y esta serra de la que os hablo se
embriaga con su velocidad hasta tal punto, que cuando ve un barco surcar
velozmente las aguas, lucha con él para poner a prueba su rapidez, y vuela
)unto a la nave rivalizando con ella en celeridad, con las alas extendidas, en
distancias de cuarenta y hasta cien leguas, de un solo tirón. Pero, cuando le
falta el resuello, la serra se avergüenza de ser derrotada: no renuncia
entonces a la lucha poco a poco, esforzándose por tratar de alcanzar al barco;
por el contrario, apenas ha sido rebasada por la nave, por poco que sea,
repliega sus alas y se deja caer de golpe hasta el fondo del mar.
RF, 78‑79
Texto oscuro; ¿las plumas del alerion?, ¿las
de la serre?
70
La
serre es un pez que tiene una cresta a modo de sierra, con la que rompe las
naves por debajo. Y sus aletas son tan grandes que hace de ellas alas, y es
capaz de competir durante cinco u ocho leguas con el barco; pero al final,
cuando no puede aguantar más, cae al fondo del mar
Brunetto, 127
(1:130)
Viaja
por el mar un pájaro de largas plumas. Tiene la cabeza afilada y con una
cresta, y la cola ancha y cardada. Los textos la llaman sarce. Cuando, por
casualidad, ve bogar a un navío contra las estrellas, despliega las velas y va
a su encuentro ( ... ); se dirige de inmediato hacía la nave; extiende sus alas
como un pabellón, pues piensa convertirse en una nave
G,
vv. 1105‑1116
De
la naturaleza de la virgília y de su significación.
Hay
un pez al que llaman virgílla, de gran tamaño; es mas veloz que los demás
peces, y tiene unas alas pequeñas que son más cortantes que una navaja. Y se
desplaza tan rápidamente por el mar, que cuando encuentra algún barco navegando
a vela (siendo el tiempo favorable), empieza a regatear con él, y lo sigue a
veces durante más de cien millas (al día); y si ve que el trayecto es largo, y
que no puede perseguirlo continuamente, trata de beberse o de engullir la nave;
y cuando ve que no puede comérsela ni bebérsela, junta las alas y se deja ir
completamente hasta el fondo del mar, por el gran dolor que le produce la nave
que de ella se aleja.
Podemos
comparar a este pez con el demonio, y a la nave con el hombre‑ pues, así
como el pez sigue a la nave durante muchas millas, así persigue el demonio
durante mucho tiempo al hombre bueno, tentándolo y asediándo
7,‑‑
lo;
y cuando ve que el hombre es más fuerte ante la tentación que él para tentarlo,
que quiere marcharse de este mundo con buenas obras y auténtica penitencia,
trata de engullirlo o de bebérselo, para enviarlo a los castigos del infierno;
y como ve que no puede, sino que el hombre se va de este mundo con un buen
final y se dirige al reino de los cielos, el demonio sufre tan gran dolor que
no podría contarse.
Por
eso podemos comparar este pez con el demonio, ya que es tan ligero como él;
pues el demonio podría trasladarse en un momento de un extremo del mundo al
otro.
Bestiaris I, io6‑I07 (MS A)
Cuando
el dragón ve una nave en el mar, y el viento sopla con fuerza contra la vela,
se coloca sobre los obenques de la nave, para recoger el viento y refrescarse.
Y a veces es tan grande y pesado el dragón, que en ocasiones hace zozobrar la
nave a causa de su peso. Pero cuando los del barco le ven aproximarse, quitan
la vela para escapar al peligro
Proprietez, 444
EL ÁGUILA (IR AL ÍNDICE)
DIJO el
santo y bendito David.‑ «Tu juventud se renovará como la del águila»
(Salmo 103,5).
El Fisiólogo dice,
a propósito del águila, que tiene el siguiente atributo: cuando empieza a
envejecer, su Vuelo se hace pesado y su vista turbia. ¿Qué es lo que hace el
águila? Busca en primer lugar un manantial de agua pura y vuela allá arriba, al
cielo del sol, y quema todas sus viejas plumas, hace que se desprenda la
película que cubría sus ojos, y desciende volando hacia la fuente, en la que se
sumerge tres veces, renovándose y volviendo a ser joven.
En
cuanto a ti, oh hombre, discípulo de Cristo, cuando el atuendo del hombre viejo
te estorbe y los ojos corazón se hayan entorpecido, busca el manantial
lKeturenueva
la juventud, la fuente de agua viva, que es la palabra de Dios, que dice: «Me
han abandonado a mí, la ~e~te de agua viva», y vuela a las alturas hacia el sol
de la justicia, jesucristo, y despójate del hombre viejo con todas sus obras. Y
sumérgete tres veces en el eterno manantial de la penitencia, en nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; y vístete con el ropaje del hombre nuevo,
según la imagen con que Dios creó a los hombres; entonces quedará cumplida la
profecía de David, y tu juventud se renovará como la del águila.
73
[Ponce
de León]. El águ! la es el rey de las aves, y su nombre representa la duracion
de su vida (aetós), ya que vive cien años. Pero, cuando envejece, su pico se curva y sus
ojos se vuelven mortecinos, de modo que no puede ver, ni conseguirse el
alimento. Entonces se eleva en los aires y, precipitándose ante el viento, se
arroja contra una roca abrupta y se destroza el pico. Luego se baña en agua
fría, y a continuación se remonta hacia los rayos del sol: en ese momento, la
opacidad desaparece de sus ojos, y vuelve a ser joven.
Y
tú, hombre prudente, cuando estés abrumado por la multitud de tus pecados,
elévate también hacia las alturas, es decir, hacia tu propia conciencia, y
precipítate contra la roca, o sea la fe verdadera, y deplora tus pecados, y
purificate en el agua corriente, a saber, en tus lágrimas de arrepentimiento; y
a continuacion, caliéntate a los rayos del sol, es decir, en la comunidad de
creyentes, y despréndete de la inflamación ‑‑o sea, el pecado‑
que nubla tu vista, y tu juventud quedará renovada como la del águila, y
recibirás el nombre de «justo» en presencia de Dios.
Phys. griego, versión de D. Consali
Ponce de León (1587), precedida del texto griego común: Carlill, 2o9‑2
io; Peters, 46‑48; Lauchert, 236‑237; Zambon, 44‑45
El
águila es la reina de las aves, como lo muestra este hermoso ejemplo. En el
texto latino, la llamamos clarividente,
pues mira al sol cuando más luce éste,
contemplándolo directamente sin quitar los ojos. Desde lo alto, ve
perfectamente cómo nadan los peces en el fondo del mar; se precipita volando
desde el cielo, atrapa al pez en movimiento, se lo lleva a la orilla y hace de
él lo que le place. Y cuando sus polluelos están en el nido, siendo aún muy
pequeños, los toma entre sus garras, los lleva rápidamente ante el sol, cuando
más brilla, y les obliga a contemplarlo; el águila observa cuál de sus
polluelos mira;
74
más
directamente al sol, y considera a ése de su linaje, quedándoselo, pues es muy
prudente; pero al pájaro que no es capaz de contemplar los rayos, le hace un
gran ultraje, pues no lo considera de su casta: se desentiende de él y renuncia
a alimentarlo. Esto tiene una profunda significación. Y más aún nos dice el
Physl»ologus del 5guila: cuando envejece, se vuelve torpe y le falla la vista;
entonces remonta a lo alto del cielo, se incendia al calor del sol, y quema sus
alas y la nube de sus ojos, tan hábil y prudente es. Cuando ha hecho esto el
águila, se dirige a Oriente, donde ve un manantial cuyas aguas son claras y
sanas: y tal es su naturaleza, como dice el texto, que una vez que se ha
zambullido tres veces en la fuente, recupera su juventud. Por eso, dice así
David en los Salmos: «Tu iuventud será renovada, mudada como el águila».
Recordad el gran significado de esto.
El
águila representa al Hijo de la Virgen María, que es rey de todo el mundo sin
duda alguna, que vive en las alturas y ve muy lejos, y sabe lo que debe hacer.
La mar representa este mundo, y los peces, las gentes que viven en ¿I; Dios
vino a la tierra por nosotros, para conquistar nuestras almas. Vino a nosotros
volando, y de semejante manera nos lleva fuera del mundo, como el águila los
peces. Que el águila pueda mirar al sol directamente, cuando éste brilla con
más fuerza, y sin pestañear,
sfica,
1
igni
fi'aos bien, que Cristo, de la misma manera, ve directamente a su Padre; y
todos los hombres del mundo que sean verdaderos cristianos verán del mismo modo
a Dios, cuando mueran. Que el águila tome a sus polluelos y los lleve a lo
alto, hacia el sol, cuando éste calienta, nos da a entender que los ángeles,
del mismo modo, deben llevar las almas ante Dios y presentárselas; recibirá a
las que sean dignas, y rechazará a las indignas. El rejuvenecimiento del águila
y el baño representan el bautismo en esta vida mortal; y sabed que el Oriente
significa el nacimiento, como lo indica la Escritura, en que el propio Dios
dice que el que no nazca del agua y del espíritu no irá al paraíso ni estara
Junto a Él. El niño es bautizado debido al pecado
75
original,
y una vez lavado, queda renovado como el águila; al ser bautizado, queda, pues,
rejuvenecido, adquiriendo en el baptisterio virtud y vista clara. Y cuando Dios
nos muestra tal ejemplo, sin duda, en una criatura irracional como reza el
texto, el hombre lo debe de hacer mucho mejor aún, según dice el Bestiario.
Debe renegar de su hijo, si éste no quiere servir a Dios; debe rechazarlo, si
no quiere adorarle, como lo hace el águila que repudia a su polluelo, si éste
no mira al sol como debe hacerlo, Debemos contemplar a Dios, para no renegar de
nuestro linaje. Recordadlo, pues tiene una gran significación. Pero no quiero
referirme más a ello, y voy a iniciar otro asunto,
PT,
VV. 2013‑2142
...
Incuba sus huevos mirando el nido; cuando la hembra ha puesto los huevos en el
nido, vuela hasta un árbol en el que se posa‑ y el macho vuela a otro
árbol, y permanece cuarenta días mirando el nido y ayunando. Y, al cabo de
cuarenta días eclosionan los huevos, y nacen los polluelos; entonces, busca el
águila su presa. Y cuando sus aguiluchos están un poco crecidos, los pone ante
el sol, colgando de sus garras.
PB:
Cahier 11, 164
El
águila sujeta a sus polluelos por las garras. Y al que se aferra con firmeza,
lo quiere y lo conserva con ella. Pero al que se sostiene débilmente, lo
abandona y no se ocupa de él.
Image, 136
y
a aquél de sus polluelos que mira al sol directamente, sin flaquear, lo
conserva y lo cría como digno de
76
ello,
pero el que aparta los ojos es rechazado y arrojado fuera del nido, como un
bastardo. Y no lo hace por crueldad natural, sino por rectitud de juicio: pues
el águila no lo expulsa como a un hijo, sino como a un extrafio, hijo de otros.
Y sabed que un ave vil, llamada fúlica, compensa el orgullo del ave real, pues
acoge al rechazado entre sus hijos, y lo cría como suyo propio.
Brunetto, 136 (1:145)
Y
hace su nido en las alturas y en los picos de las montañas. Pone tres huevos en
algún sitio llano, de forma que si los polluelos se mueven, caen rodando al
abismo; pero, a pesar de su pequefio tamafio, no tienen miedo y deciden
descansar tranquilamente, antes que moverse. ¡Y gloria a Aquel que ha inspirado
a cada animal el conocimiento de las cosas que le son beneficiosas o daffinas!
Y cuando nacen sus polluelos, se queda con dos de ellos, y arroja al otro al
precipicio; y Dios ‑alabado seadesigna a otro pajaro para que críe al
rechazado, y al pájaro adoptante lo llaman Usiru‑1‑VzdM.
Nuzhat, 78‑79
[A
propósito del rejuvenecimiento merced al sol y a la fuente.] Y todos nosotros
debemos imitar dicha propiedad colectiva e individualmente, cuando estamos
abrumados por el peso de la culpa. Por eso, debemos indagar primeramente dónde
está el manantial, esto es, en qué obras se halla Dios, que es la fuente viva,
y después debemos ascender a las alturas, es decir, elevar nuestra mente a
Dios, según lo que está escrito: «A Ti elevé mis olos>~, etc, Y debemos
ascender hasta el fuego y aproximarnos al sol, o sea, acercarnos a Dios e ir
hacia el fuego, esto es, a la penitencia; entonces se encienden las plumas, es
decir, que los pecados serán perdonados a través de la penitencia tomada y
asumida por los pecados; y entonces
77
se zambulle en la fuente, es decir, en el bautismo, con lo
que el hombre se hace nuevo, como si entonces se
bautizara en el agua, según lo dicho por el salmist ‑ a. «Me
rociarás con el hisopo, Señor, y quedaré limpio. me
lavarás, y seré más blanco que la nieve. »
[A
propósito de la renovación del pico, machacándolo contra una piedra.] Del mismo
modo, nosotros, que estamos agobiados por la torpeza de la culpa, debemos
hallar la piedra, es decir, a Cristo, tal como dijo el apóstol: ~~Yo, piedra
viva ... », y debemos golpear nuestra boca, o sea, asumir la penitencia por las
acciones cometidas. Pues, si no rechazamos las culpas, no podemos comer, es dec
r, recibir el cuerpo santísimo de jesucristo, ya que Cristo y los pecados son
contrarios, y los contrarios no pueden darse a la vez, como dice el filósofo
Aristóteles en las «Categorías»: «Es necesario que siempre esté contenido uno
de los contrarios», y dice Boecio: «La naturaleza no permite que los contrarios
se unan».
[A
propósito de la capacidad de mirar fijamente sol.] Debemos ahora imitar con
todas nuestras fuerzas esta propiedad,, ya que debemos contemplar al sol, o sea
a Dios, con mirada recta, es decir, por el camino recto. Y debemos poner a
prueba a nuestros hijos, es decir, a nuestras obras. Pues si alguna de nuestras
obras no mira a Dios, debemos corregir y suprimir dicha acción, para qu no nos
impida la visión del Altísimo, tal y como est escrito: «Si el Señor no ha
edificado la casa, en vano se esfuerzan los que la construyen».
Libellus, 202‑204,
n.11 11
EL GRIFO IN2
(111.Z)
El grifo es el ave más grande de todas
las del cielo.
Vive
en el lejano Oriente, en un golfo de la corriente oceánica. Y, cuando se yergue
el sol sobre las profundidades marinas y alumbra el mundo con sus rayos, el
grifo extiende sus alas y recibe los rayos del sol. Y otro grifo se alza con
él, y ambos vuelan juntos hacia el sol poniente, tal y como está escrito:
«Extiende tus alas, dispensador de la luz; entrega al mundo la claridad».
De
semejante manera representan ambos grifos la Cabeza de Dios, es decir, al
arcángel San Miguel y a la Santa Madre de Dios, y reciben tu espíritu, de forma
que no pueda decirse: «No te conozco».
Bien
ha hablado el Physiologus en lo referente al grifo.
IL
Phys. griego: Carfill, 231; Peters,
76
A
éste [el representado en la ilustración] se le llama grifo, porque es un
cuadrúpedo con alas. Esta especie de animal salvaje nace en las zonas de
Hiperbórea, o en sus montes. Todos los miembros de su cuerpo son como los de un
león, pero sus alas y su rostro son como los de un águila.
Es
tremendamente hostil a los caballos. Pero también es capaz de despedazar a
cualquier ser vivo que encuentre en su camino.
Cambridge, 22‑24
Sabed
igualmente que tenemos aves que se llaman grifos, y que son capaces de llevar a
su nido un buey o un
caballo, para dar de
comer a sus polluelos.
Sabed
también que en nuestra tierra nace el mar de Arayne, y que tiene un curso muy
violento y hace olas
tÍbles, y que ningún hombre puede
cruzarlo salvo erri nosotros, por mucho que se haga, pues nos hacemos nsportar
por nuestros grifos, como lo hizo Alejandro ndo fue a conquistar el castillo
encantado
Preste Juan: Denis, 188, 195
79
Existe un ave llamada
grifo. El Fisiólogo nos dice que
vive en una parte de los desiertos de la India; y allí moran estos pájaros. Nos dice también que las aves
de este tipo no salen jamás de los desiertos, salvo que no puedan encontrar el alimento que desean. Estos
pájaros son por naturaleza tan fuertes, que agarran un buey vivo, se echan a
volar con él y se lo llevan a sus polluelos. tÍ
Este pájaro representa
al diablo; el buey significa el hombre que vive en pecado mortal y no quiere
apartarse ni retirarse de él. Cuando llega la muerte, tiene que morir; entonces, viene volando el grifo de los
desiertos y busca su pitanza. Y agarra el alma desdichada, y se lanza a volar
con ella hacia los desiertos, y la arroja ante sus polluelos; y los polluelos
la cogen y la arrastran al nido. Y allí chilla y
grita la desgraciada, como un toro*, por la vergüenza que
sufre. El desierto representa el infierno, del que vino d
volando el grifo. Los polluelos significan los diablos que
viven en los desiertos; es en las tinieblas del infierno donde
la pobre alma mora en manos de sus enemigos.
PB: Cabier 11, 226
Allá [en la India] están las grandes
montañas de oro y de piedras preciosas, y de otros tesoros en abundancia. Pero
ningún hombre se atreve a acercarse a ellas, debido a los dragones y a los
grifos salvajes que tienen cuerpo de león volador, y que bien pueden llevarse a
un hombre completamente armado, junto con su caballo, si consiguen atraparlo.
Image, mo
*Torpor, en el original, es decir,
tor/por. A Cabier no se ocurrió separar la palabra.
So
[Sobre
los grifos, semi‑aves]. Los grifos son aves, como dicen Jacobo [de Vitry]
y Plinio, de desmedida crueldad, y de cuerpo tan grande, que vencen y matan
combatiendo a los hombres armados.
Y
tienen unas garras enormes y curvadas, con las que laceran a hombres y
animales. Las garras del grifo son de tanta capacidad, que de ellas se hacen
tazas [ciffi= ¿scyphi?] aptas para usos humanos.
tstos
custodian oro y piedras preciosas en algún lugar inaccesible de la Sythia
[¿Escitia?] asiática, y, aunque los forasteros desean apoderarse de esas
riquezas, el acceso al lugar es poco frecuente, ya que los grifos, al ver a los
hombres, los arrebatan, como si hubieran sido creados por Dios para castigar la
temeridad de la codicia. Los arismaspi combaten a los grifos para robarles las
piedras esmeral~ das, cuya variedad preciosísima se da en estos parajes. Como
puede hallarse en el Comentario al libro del Éxodo, donde se distinguen las
aves prohibidas por la Ley, este pájaro es un cuadrúpedo semejante al águila en
cuanto a cabeza y alas, pero mucho mayor; en cuanto al resto del cuerpo, se
parece al león. Y vive en los montes Hiperbóreos, siendo enemigo acérrimo del
caballo y del hombre. Tal como dice el Experimentador, guarda en su nido la
piedra ágata, y no cabe duda de que es para algún remedio. Pues hay constancia
de que las piedras han sido creadas por Dios para que constituyan algún
remedio.
Cantimpré, 202
(V.'52)
El'AnqJ, o S¡murgh, es, según se dice en el 'Aja'Íbu‑1MaRbluqat, un
ave de‑gran corpulencia, tal que puede llevarse un elefante con
facilidad. Se le llama el rey de las aves, porque cuando mata a su presa, come
de ella lo que le baste, y abandona el resto para [otros] animales, y no vuelve
a sus propias sobras; y ésta es una característica de los reyes. Vive mil
setecientos años, pone huevos cuando
81
tiene
trescientos de edad, y los polluelos nacen al cabo de veinticinco afios. Y en
el Ta/su Kalbi se dice que, al principio, el 'anqú solía
vivir entre los hombres, y solía provocar aflicción entre los seres vivos,
hasta que, en tiempos del profeta Hauzala (¡la paz sea con él% un 'anqaúñ raptó a una novia con sus joyas y vestidos. Hauzala (¡la paz sea con
él!) rogó, refiriéndose al 'anqú:
«¡Oh, Señor, llévatelo y destruye a su
progenie, y castígalo duramente con calarnidades!». Dios (¡exaltado sea!) envió
un incendio que lo abrasó, y nada quedó de él, más que el nombre.
Zarnalchshari, en
el Rabic u‑1‑Abrar («La fuente de los piadosos»), cuenta que en tiempos del Banú Isrá'il,
Dios (¡exaltado sea!) creó cerca de Jerusalén un ave con rostro semejante al de
un hombre a la que llamaron 'anqú,
y que solía acosar a los pájaros y a
otros animales. El profeta de aquel tiempo rezó, y Dios (¡exaltado sea!) lo
arrojó a océano, al sur del ecuador; a partir de aquel tiempo, ha desaparecido.
En
el Qisasu‑1‑Anb¡yú, y en la Historia
de Jarir, se dice que ha desaparecido desde el
tiempo de Sulalman el profeta (¡la paz sea con él, debido a lo que dijo:
«Cambiaré los designios del destino eterno». Y Sulairnán (¡la paz sea con él)
informó que, aquel mismo día, el Rey" de Oriente tuvo una hija, y el Rey
de Occidente otro, y que estaba escrito que debían unirse. El simurgh robó a la hija del Rey de Oriente, la llevó a su propio nido y la
crlQ' Ocurrió casualmente que el hijo del Rey de Occidente
*b'ó
el deseo de viajar, y fue a parar a aquel lugar; y la
conci 1 hija se enamoró de él, y urdió
un plan, conforme al cual el~ joven se metió en la piel de un animal que había
muerto y estaba casualmente allí; y a petición de ella, el simurgh le trajo la piel para disipar su fatiga; y ambos se unieron y tuvieron
una criatura. Entonces, por orden de Sulairná (¡la paz sea con él!), el simurgh trajo la piel con la doncel] ante su corte, y el misterio‑quedó
patente; y el simurgh desapareció de entre los hombres a causa de la
vergüenz_a,
Nuzbat,
79‑8o
Los
grifos se mencionan entre las aves por el Deuteronornio (14). Y dice allí el
comentario que el grifo es un cuadrúpedo semejante al águila en cabeza y alas,
y parecido al león en el resto del cuerpo, y que vive en los montes
Hiperbóreos, con gran enemistad hacia los caballos y los hombres: en su nido
coloca la piedra esmeralda, contra las alimañas venenosas del monte.
la, Trevisa I, 6_3o
Ciertamente está hecho el grifo
a semejanza de una fiera y de un ave;
su parte de atrás es como de león,
y por delante parece el águila voladora.
Muy fuerte, por su naturaleza,
tiene la vista aguda, es ligero y ágil;
engaña al hombre vivo por traición,
lo mata y lo devora de inmediato.
Por el grifo entiendo al Enemigo,
y por el hombre vivo al penitente,
que aquél engaña, se come y devora.
Ve con agudeza, pues es muy viejo,
fuerte y ágil por su naturaleza cruel,
jamás perdonará a criatura alguna.
Gubbio, MI‑102,
n.o XXXIII
Í_
Ue
asi que, por la primera parte [del grifo], que es la de águila, debemos
entender que hemos de tener el pensamiento y la contemplación puestos en Dios y
en la criatura celestial. Como está escrito: «Busca en primer lugar el reino de
Dios».
En
segundo lugar, debemos preocuparnos de las cosas terrenas, lo que se desprende
de la segunda mitad del grifo, que es de león. Pues el león es fuerte en las
huye
por miedo, y no terne el ataque de muchos hombres. Y en las situaciones
prósperas, el león es humilde y pausado. Pues mientras el león va enfurecido
contra alguien, con intención de herirlo, si el hombre contra el que se
precipita se arrodilla o se sienta humildemente en tierra, el león no le hiere
ni le hace daño alguno, sino que
que
le mira mansamente en señal de humildad. D o otros debemos seguir esta
naturaleza y propiedad, pues debemos tener humildad en las circunstancias
favorables,
za
sólida en las adversidades.
Valdense, 412,
n.o 37
El
grifo es un cuadrúpedo, con las garras tan grandes y amplias que puede aferrar
con ellas el cuerpo de un hombre totalmente armado, como un ave de presa lo
hace de un pajarillo. Igualmente se lleva un caballo, un buey u otro animal
volando por los aires, si puede ponerle las garras encima. El grifo tiene las
alas tan robustas, que mientras vuela, sólo con el viento que producen derriba
a un hombre. Estas alas son tan grandes y extensas cuando vuela que, si lo
hiciera en una calle, tocaría con ellas a ambos lados las tiendas y las casas.
Si tiene las garras grandes y amplias, no es extrafio, pues tiene las uñas de]
tamaño de los cuernos de un buey.
Esto
puede comprobarse en la Santa Capilla, en París: en medio de la Santa Capilla
cuelga, atada a una cadena, la arra de un polluelo de grifo; un soldado se la
cortó a 9
un
pequefio grifo, después de haber sido entregado por los grifos padres a sus
polluelos para que lo devoraran, en el desierto al que había sido transportado.
El soldado encontró manera de escapar, después de haber luchado duramente con
los polluelos, en ausencia de los grifos grandes. En su huida, se dirigió a un
puerto, donde consiguió cruzar el mar gracias a un marino con el que se puso de
acuerdo, contando por anticipado con que haría fortuna, Y más tarde, aquella
garra fue traída a Francia, y colocada
84
en
la Santa Capilla a la que nos hemos referido, como pueden haber visto todos los
que la han visitado.
Esta
Santa Capilla era el sitio en que los reyes de Francia asistían a misa y hacían
sus oraciones, residiendo ellos en el palacio de París, que solla ser antaño su
morada y refugio: actualmente, es éste el principal consejo y gran Parlamento
de toda Francia.
PrOPríetez, 484‑485
LA GRULLA (IR
AL ÍNDICE)
(111.3)
Grus,
la grulla, toma su nombre de lo peculiar de su canto; con semejante grito
(grus), intercambian un sonido bajo, continuo, de murmullo.
Y
me gustaría contaros cómo organizan sus campañas. Viajan en auténtica formación
militar. Y, por si hubiera un fuerte viento que pudiese impedir a sus ligeros
cuerpos el volar totalmente rectos hacia su destino, comen arena y recogen
piedrecillas de peso mediano, para conseguir lastre. Luego, se elevan
rápidamente a las alturas, con el fin de poder ver el territorio al que quieren
llegar desde una mayor altitud. Más aún: mientras avanzan con rapidez, siguen
expresamente a un guia determinado, que, seguro de su sentido de la orientación,
vuela en cabeza de la formación. En pleno vuelo, riñe a las que se atrasan, y
controla la columna con su voz. Si llega a afectarle la ronquera, otro guía
ocupa su puesto.
Todas
las grullas están de acuerdo respecto a lo que deben hacer con las que se cansan,
y empiezan a caer, exhaustas. Cierran filas en torno a ellas y las sostienen,
hasta que las agotadas hayan descansado.
Por
la noche, las grullas establecen una atenta vigilancia. Pueden verse
centinelas, colocados muy ordenadamente, que, mientras duerme el resto del
ejército de compañeras, dan vueltas y vueltas para cerciorarse de que no se
preparan contra ellas emboscadas de cualquier procedencia. La protección que
dispensan es total. Cuando el período de guardia del centinela ha concluido, y
ha terminado su vigilancia, se dispone por fin a dormir, pero solamente después
de haber lanzado un fuerte graznido para despertar al siguiente vigilante, cuyo
turno de guardia comienza.
Y,
puedo decíroslo, el siguiente acepta gustoso su tarea, no a regañadientes, como
nosotros los perezosos humanos. Tan pronto como se le llama, se levanta. Pues
así es como las grullas retribuyen con interés y cortesía la buena vigilancia
que ellas mismas han recibido. No hay abandono de la obligación, porque hay
afecto natural. Hay una guardia segura, porque hay una elección no impuesta.
Se
mantienen despiertas mientras son centinelas, sosteniendo piedras en sus patas,
y comparten los turnos de noche equitativamente, sustítuyéndose de forma
ordenada.
Si
hay una emergencia, los centinelas gritan.
La
edad de una grulla puede deducirse de su color, y que con la vejez se vuelven
negras.
Cambridge, 110‑112
Existe
un ave llamada grulla, capaz de mucha previsión. El Fisiólogo nos
dice que, allá donde se reúnen varias, siempre hay una que guarda a las demás,
y vela continuamente mientras éstas duermen; y vigilan por
turnos.
La que está de guardia, como no quiere dormirse, toma piedrecillas en las
patas, para evitar estar tranquila
el
dormirse profundamente.
Sobre esto nos dice el Fisiologo que la grulla que vela
por
las demás es la prudencia, que debe guardar a todas
las
demás virtudes del alma; y las patas son la voluntad
Pues
asi como el hombre anda con los pies, el alma anda
86
M
con
la voluntad, de un pensamiento a otro; y el hombre va de una buena acción a
otra. Así pues, la grulla toma la piedra con sus patas para no estar tranquila,
y para no dormirse, como la prudencia ata tan corto a la voluntad para que los
otros sentidos desconfíen de ser engañados. Quien quiera así precaverse contra
los engaños del demonio, ha de prepararse como la grulla y velar para que no lo
atrapen. Hay cristianos que no se preocupan de las asechanzas del demonio, pero
tú, hombre, que tienes el discernimiento que Dios te ha dado entre el bien y el
mal, debes protegerte en justicia aún mejor que la grulla. Pues Dios ha creado
todas las cosas que hay en la tierra para servirte: y ya que las ha hecho todas
para servirte, muy justo es que tú le sirvas. Y cuídate de dormirte, es decir,
que no te olvides de Él cometiendo pecados; y vela siempre por hacer el bien.
Por eso, sujetarás las piedras como lo hace la grulla con las patas, para que
no la dejen dormir; pues hay que velar por las buenas obras sin
descanso.
` PB,
Cahier 11, 142
Hay
también [en la India] bosques tan grandes y tan altos, que llegan hasta las
nubes. Y allí viven unas gentes con cuernos, que sólo miden dos codos de
altura, y se agrupan en grandes multitudes, y combaten a menudo contra las
grullas que les atacan. Pero' en siete años envejecen, y pasan de la vida a la
muerte. Estas gentes se llaman pigmeos, y son pequenos como enanos ( ... ).
Image, n i
Se
dice que el pueblo pigmeo lucha con ellas, y que tienen treguas cuando las
grullas se retiran ( ... ). Aristóteles trata de los pigmeos en su libro sobre
las propiedades de los animales, refiriendo lo siguiente. Las grullas llegan a
la
87
región
septentrional que está más allá de Egipto, donde corre el Nilo, en la temporada
de invierno; salen a su encuentro los pigmeos, unos hombres de un codo de alto,
y luchan con ellas. Y el comentario sobre la frase de Ezequiel: Gens Pigmea in turribus tuis [el pueblo pigmeo en tus torres] dice que semejante
pueblo está en la región de Oriente. Pero el propio Aristóteles sostiene que
ciertamente no es una fábula, sino que se encuentra de verdad cierta raza de
hombres pequeños y de caballos igualmente pequeños, que viven en lugares montañosos.
Cantimpré, 203‑204
(V.'55)
Las
grullas duermen de pie, y la que está de guardia toma piedrecillas en la pata
para no dormirse y no ser sorprendida; quien no tiene precaución es como un
pavo real sin cola, pues la cola, por estar detrás, significa la previsión, y
por estar llena de ojos, su salvaguarda, es decir, la vigilancia de lo que le
concierne. Como el león borra sus huellas con el rabo cuando tiene miedo y
desea huir, así obra quien tiene prudencia.
Cambrai, 234,
n.O 9; texto íntegro
La
grulla es un ave que tiene el cuello muy largo; y antes de que pueda pasar el
alimento a su vientre, recorre tres curvas en su cuello, por la gran longitud
que tiene.
Esta
grulla nos da auténtico ejemplo de que el hombre, al que Dios ha dado la
sabiduría, antes de dejar salir la palabra de su boca, debería hacerla recorrer
tres curvas en el cuello, pensando para sus adentros qué va a decir, procurando
que sea verdad y que no sea en vano discurso, para que no se le tenga por necio
y de poco sentido, y desprovisto de dominio, y voluntarioso. El que abre la
boca y arroja palabras vanas y sin razón, se ve
88
nenospreciado
por las gentes; y de él emanan palabras que no agradan a Dios, pues es un gran
pecado el proferir expresiones desordenadas, sucias, erróneas y groseras.
Y
os contaré una historia al respecto: un rey tenía tres hijos, y se trataba de
un monarca muy prudente. Y al ‑cumplir sus hijos los veinte años de edad,
preguntó al mayor qué querría ser en la vida. Y él contestó, como hombre que tiene
poco entendimiento, que querría ser el hombre más rico del mundo, en dinero y
en propiedades: , él le contestó que sería un hombre desdichado, que por
aquéllos bienes podría él morir y ser traicionado, y llegar a ignorar a Dios y
a sí mismo, e incurrir en grandes )pecados. Y después preguntó el rey a su
segundo hijo qué querría ser en esta vida, y qué riqueza deseaba poseer; y él
respondió que querría ser estornino. Y el rey replicó: por qué?‑. Porque
el estornino siempre va bien icompañado. Y ojalá tuviese él tanta virtud que
siempre pudiera gozar de gran compañía, para recibir honra por ello, y para que
ellos fuesen ricos y honrados en consecuencia. Y el rey le contestó que era muy
noble riqueza aquella que él deseaba tener, y que no podría ocurrir que Ino se
convirtiera en un buen hombre. Preguntó el rey a su tercer hijo qué quería ser
en esta vida, o qué deseaba tener; y él contestó que querría tener un cuello
tan largo como el de la grulla. Y el rey quedó muy sorprendido, y le preguntó
por qué había escogido una comparacion tan M y él le replicó: ‑Para que,
antes de que saliese mi palabra de la boca, tuviese que recorrer tres curvas en
el Liello, de modo que no pudiese errar ni equivocarme. Y el ey, que era muy
prudente, comprendió que él había elegido la mejor parte (lo que pidió Salomón
a Dios, a aber, que le diera prudencia), y le dijo: ‑Hijo mío, tú as
escogido lo menos [¿?], que tienes voluntad de hacer obras con prudencia, y por
eso serás rey después de mí.
Así,
si quieres ser rey en el reino de Dios, ten humildad y no confíes en la
riqueza, en el linaje ni en el boato: pues Dios no ama a hombre alguno si no es
por su
89
humildad,
por las buenas obras que realiza y por cumplir y guardar sus mandamientos.
Bestiaris 11, 28‑30 (MS B)
TÓRTOLA Y
PERDIZ IN2
(111.4)
En
el Cantar de los Cantares, Salomón da testimonio diciendo: « ... se deja oír en
nuestra tierra el arrullo de la tórtola» (Cant iji; trad. Nácar).
El
Fisiólogo dice de la tórtola que siempre regresa al monte porque no le gusta
permanecer durante mucho tiempo en medio de una multitud de gente.
Así
veló también el Salvador en el Monte de los Olivos, cuando se llevó con Él a
Pedro, a Santiago a Juan, subió a la montafia y allí vieron a Moisés y a Elí ,
y se oyó una voz de los cielos que decía: tste es mi
quien
me complazco».
Y
así como la tórtola se regocija a su regreso, del mismo modo se alegrarán los
verdaderos seguidores de Cristo con Su retorno.
Y
está escrito: «Charlé como una tórtola, y me lamenté como una paloma» Us 38,‑r4).
El
Fisiólogo dice, además, que la tórtola es nluy charlatana. Cuando enviuda,
nunca vuelve a emparejars
sino
que muere de añoranza por su compafiero.
Así,
este páÍaro es semejante a Cristo, que es nuestra parlanchina y prudentísima
tórtola, el ave de voz auténticamente dulce, que con sus mensajes evangélicos,
encanta todo lo que hay bajo la capa del cielo. Él es en verdad la amable,
inocente y sencilla paloma, pues en su boca no se halló falsedad.
Por
último, la tórtola tiene el siguiente atributo. De todas las aves y de todos
los cuadrúpedos es la más fiel a su pareja. juntos vuelan, y juntos crían a sus
polluelos, 1
go
Pero,
si se la separa de su pareja, no vuelve a unirse con otra durante el resto de su
vida.
Y
tú, oh hombre, únete a una sola mujer, para que puedas encontrar morada en la
Segunda Comunidad.
Bien habló el Fis, "Ologo sobre la tórtola.
riego: Carlill 217‑218; Pe,ers,
57‑59; Zam1,9n, 65, n,o 28
La
tórtola es un pájaro sencillo, casto y hermoso, que ama tanto al macho, que
mientras él viva no tendrá otro, 'después de su muerte tomará otro distinto,
sino que lo ilorará durante el resto de su vida, y no se posará sobre un árbol
verde; ésta es la significación. Por la tórtola, como es de razón, debemos
entender a la Santa Iglesia, que es humilde y casta, siendo Dios su esposo; y
cuando Dios fue afligido y herido a muerte en la Cruz, la Santa Iglesia lloró
por Él, y no lo abandonó ni antes ni después. Por eso dicen los profetas que tal
permanecerá hasta el fin, que estará junto a Dios y se salvará sin falta. Y la
tórtola representa, sabeello, a la Virgen María o al alma santa en verdad,‑
así lo dice la autoridad. ¡Dios nos conceda el de la tórtola! Amén.
PT,
vv. 2547‑2574
Turtur,
la tórtola, toma su nombre de su arrullo. Es una criatura tímida, que vive
siempre en las cumbres de las montañas, donde mora en absoluta soledad; pues
re~úye las viviendas de los hombres, o cualquier trato con ellos, y se desplaza
a los bosques.
En
tiempo de invierno, cuando ha mudado, se dice que esta ave se refugia en los
troncos huecos de los árboles. Por miedo a que algún lobo ataque a sus
polluelos en el nido, la tórtola extiende sobre él hojas de scílla [cebolla
albarrana], pues sabe que a los lobos no les gusta
este
tipo de hoja.
91
Se
cree ciertamente que cuando una tórtola enviuda por la pérdida de su esposo, se
llena de espanto contra el lecho matrimonial, y contra el nombre mismo de
matrimonio. Pues el primer amor la ha engañado y decepcionado por la pérdida de
su ser querido, y ya que él se ha convertido para siempre en infiel, se llena
de amargura hacia el propio amor ‑‑‑que produce más tristeza
debido a la muerte, que dulzura debido al amor‑. Así que se niega ella a
repetir la experiencia, y no rompe los lazos de la castidad, ni olvida los
derechos de su legítimo esposo. Conserva su amor únicamente para él, para él
solo guarda el nombre de esposa.
Advierte
pues, oli mujer, cuánto es estimada la condición de viuda, cuando incluso entre
las aves es exhibida.
¿Quién
dio semejantes leyes a las tórtolas? Si busco'l hombre que lo hizo, no puedo
hallar a ninguno. Pues L ningún hombre se ha atrevido, ni siquiera Pablo se
~trevió, a prescribir leyes acerca de la viudedad. Sólo dice qu desea ver
casarse a las jóvenes, con el fin de que tenga hijos, de que sean madres de
familia, y de que no de oportunidad alguna al Enemigo. Y en otro lugar, dice:
«Es bueno que permanezcan a la altura de Él. Pero, si no son continentes,
deberían casarse. Mejor es casarse que arder en el infierno». A Pablo le
gustaría que las mujeres tuviesen aquella castidad que observan las tórtolas,
pero en otros aspectos insta a la costumbre del matrimonio, porque las simples
mujeres rara vez son capaces de alcanzar la condición de las tórtolas.
Dios
derramó su gracia y su disposición sobre la tórtola, y le dio esta virtud de la
continencia. También puede dejar establecido aquello que todos deberían seguír.
La flor de juventud no abrasa a la tórtola, ni la encandilan las tentaciones de
la ocasión. No es capaz de traicionar su fe, pues sabe cómo preservar la
castidad conyugal que prometió cuando era recién casada. Cambridge, 145‑146
92.
Vosotras
todas, almas de los fieles, escuchad qué gran casádad hay en un ave tan
pequefia. Todo el que asuma el caracter de la tórtola, y desee llevar a su
propia alma a buen puerto, ha de imitar la castidad de la tórtola. Así es la
Santa Iglesia. Pues jamás, desde que fue crucificado su Señor, y resucitó al
tercer día y subió a los cielos, jamás volvió a unirse a ningún otro; sino que
a Él desea y espera' y en Su amor y Su caridad permanecerá hasta el final. Así
dice Nuestro Sefior Jesucristo: «Quien permanezca coninigo hasta el fin, estará
salvado». Y el profeta David dice en un salmo: «Compórtate como un hombre,
conforta tu corazón y espera a Dios Nuestro Seflor».
La
tórtola huye de las casas de los hombres; así debemos nosotros huir de los
placeres del mundo y permanecer junto a los bienes espirituales [MS S: Pero la
paloma hace lo contrario: pues le gustan las casas de los hombres, y las
frecuenta de buen grado].
PB: Cabier 111, 262
Dice
el profeta jeremías: «Perdiz que empolla huevos ajenos / es el que injustamente
allega riquezas; / a la mitad de sus días tendrá que dejarlas, /y su fin será
el de un necio» (Jer 17JI;
trad. Nácar).
El
Fisiólogo ha dicho que la perdiz incuba los huevos ajenos y los hace
eclosionar; pero cuando los polluelos se han convertido en adultos, se marchan
volando, cada uno según su propia especie, junto a sus padres auténticos, y la
dejan sola y confusa.
Del
mismo modo, el demonio arrebata a la especie de aquellos que son pequeños en
juicio; pero cuando han llegado a la justa medida de la edad, empiezan a
reconocer a sus padres celestiales, esto es, a Cristo, a la Iglesia, y a los
santos profetas y apóstoles, y‑lo dejan solo y confuso.
Así
pues, bien ha hablado el Fisiólogo de la perdiz.
NYs. griego: Zambon, 57, n.o 18;
Carfill, 219‑220; Peters, 62‑63
93
El moralista dice que la
perdiz roba los huevos de los la
así
trae al mundo polluelos ajenos; PC
demás pájaros, y que ni
pero como su calor no basta para la cantidad.de huevos a
que ha reunido, recoge zarzas y las amontona sobre los
huevos para taparlos todos. Pero cuando los polluelos, m
rompiendo la cáscara5 salen a la luz, se van cada uno a su ci
auténtica familia, dejando sola a la malvada ladrona. 1
Como la perdiz, el demonio
se lleva a los hijos de los si
hombres. Pero cuando éstos, al crecer, abren los OJOS y a
reconocen a su padre y a su madre celestiales9 es decir, a
jesucristo y la Iglesia, abandonan a la pérfida perdiz para c(
venir a mezclarse con la asamblea de la santa tropa de los
profetas, de los apóstoles y de los santos. Cristo nos dice
en el Evangelio: «¡Ay de aquellas que, en esos días, estén
encintas o arnamantenl». Y exclama David: «He sido a
concebido en la iniquidad, y mi madre me concibió en el fi
pecado». a
n
Phys. armenio, 130, n.' XXI
Perdix es el nombre de un ave, que es
porque pierde
a su prole; oíd de qué manera:
PT,
VV. 1959‑1962
Perdix,
la perdiz, lleva dicho nombre porque
produce
tal clase de canto.
Es un pájaro astuto y
repugnante.
El macho monta a veces
al macho, y así, el apetito
sensual dominante olvida las leyes del sexo. Más aún, es
una criatura tan perversa, que la hembra suele ir y robar
los huevos de otras hembras.
El demonio es un ejemplo de semejante conducta. Trata de robar
del
eterno Creador... ( ... )
Las r)erdices buscan una coloración
protectora mediante un' hábil camufia)e. Cubren sus nidos con matas espinosas,
de modo que los animales que podrían atacar‑ 1
94
MIas
se ven detenidos por lo afilado de las ramas. Usan polvo para cubrir los
huevos, y los pájaros regresan al nido dando un rodeo. Las hembras se llevan
generalmente a los polluelos para engañar a sus maridos, porque éstos a menudo
atacan a las crías, mientras las acarician impacientemente.
El
coito frecuente las agota. Los machos luchan entre sí por su pareja, y se cree
que el macho vencido se somete a la monta como una hembra.
Tanto
atormenta el deseo a las hembras, que basta con que hacia ellas sople el viento
procedente de los machos, para que queden encintas por el olor.
Otra
peculiaridad es que, si un hombre se acerca al lugar en que está incubando una
perdiz, la madre, saliendo a su encuentro, se pone a descubierto
deliberadamente, y fingiendo debilidad de pata y de ala, como si pudiera ser
atrapada en cualquier momento, inventa toda clase de medios para alejarse
lenta, pero urgentemente. Mediante esta estratagema, atrae y engaña al
transeúnte hasta que se lo lleva lejos del nido, desplazándolo más y más. Veis,
pues, que no son lentas en emplear todo su celo para proteger a las crías.
Cuando
las perdices advierten que se ha descubierto su presencia, se vuelven de
espaldas, levantan grumos de tierra con las patas, y los extienden para
cubrirse con tanta habilidad, que yacen inmunes a la detección.
Cambridge, 36‑137
Me
place contaros a continuación sobre un pájaro muy engañoso: es la perdiz, a la
que vemos, que comemos tan a gusto, aunque es sucia y malvada y tiene un pésimo
hábito; pues el macho se une al macho. Tan ardiente es su lujuria, que olvidan
la ley natural. La perdiz es muy traidora, pues como una ladrona roba e incuba
los huevos
GQ vv. 2345‑2357
95
Una de las sorprendentes propiedades de
este pájaro, es que cuando los machos lanzan un clamor, y el viento lleva su
grito a la hembra, en sus lomos se engendran huevos; del mismo modo, la palmera
hembra da fruto al percibir el primer perfume de las flores del árbol macho,
cuando el viento sopla sobre éste ( ... ).
Nuzhat, 83, n. 3
LA
NATURALEZA DE LA PERDIZ IN2
La propiedad o naturaleza de la perdiz
es tal, que u 1 roba a gusto los huevos de otra. Por ello, si nacen polluelos,
cuando oyen a la madre auténtica, reconocen voz de su propia madre y van con
ella. Figura
Debemos obrar de tal forma que, oída la
voz de nuestro propio padre, o sea Cristo, hemos de ir hacia ÉLEL.. con gran
deseo y amor, como dijo San Gregorio: «Co~ esta incitación, es decir, por la
predicación de San Juan, el marinero toma fuerzas, es decir, virtudes, ya que
se dirige a él una vez oída su solemne voz».
Libellus, 238, n.O XV
Y por eso se llaman perdices, por todo
cuanto pierden, pues una pierde los huevos, y la otra los polluelos.
Bestiaris 1, 136 (MS A)
IBIS, CIGÜEÑA, ABUBILLA Y GARZA (IR
AL ÍNDICE)
(111.5)
Según la Ley, el ibis es impuro. No sabe
nadar, pero tiene su morada a lo largo
de los bajíos de los ríos y en los
96
estanques,
y no puede sumergirse en las profundidades, donde nadan los peces puros, sino
únicamente donde viven los pececillos impuros.
Aprende,
pues, también tú a nadar espiritualmente, a fin de que puedas alcanzar el
profundo río espiritual, el abismo de la riqueza, de la sabiduría y del conocimiento
de Dios. Además, si no extiendes ambas manos y no haces
lseñal
de la cruz, no podrás atravesar el mar de la vida. La figura de la cruz afecta,
de hecho, a todas las criaturas: el sol, si no tiende sus rayos, no puede
lucir; la luna, si no extiende su doble cuerno, no brilla; un ave, si no
despliega las alas, no vuela. Moisés, extendiendo las manos, venció a Amalec, y
Daniel a los leones. Jonás fue arrojado al vientre de la ballena, Tecla en
medio del fuego y a las bestias feroces y las focas, y la figura de la cruz la
salvó. Susana se libró de los ancianos, Judith. de Holofernes y Esther de
Arta'er*es, y los tres muchachos, en el horno, se kalvaron del fuego abrasador:
pero el peor de todos, el
no
sabe nadar. De los pecadores sólo pueden nacer Lldos.
Phys. griego: Zambon, 76‑77, n.<' 40; Peters, 70‑71; Carlifi, 226
Ibex es
el nombre de un ave a la que nosotros llamamos cígüeña; viene del Nilo, de
Egipto, y es una llstia muy vil. La cigüeña es un pájaro repugnante, que gve de
carrofia; no se atreve a entrar en el agua, pues no sabe nadar. junto a la
orilla, coge los peces muertos e lictos, culebras y gusanos, serpientes y
alimafias: de eso se alimenta, y sabed lo que significa. Escucha, hombre de
Dios, que has nacido en el bautismo: entra en el agua del
lndímiento,
en la mar espiritual. Por el agua has de inder el saber, que no te quepa duda;
por el mar, la Sagrada Escritura, o naturalmente este mundo. El saber es 1
alimento que el alma santa exige, y la Sagrada Escritura ,s comida para el alma
que quiere ponerla en práctica y
97
tratarla con sutileza. Y el
hombre que no la entiende, que ta
de ella hace escarnio, que
desprecia lo que dice, vive como PS
la cigüeña. Y quien no haga
esto, sino que vuele afuera,
vivirá de carroña, y recibirá
frutos de carne: fruto de
carne, por supuesto, es la
fornicación, la lujuria, horrendo
vicio, el odio y la avaricia:
éstos son los frutos carnales,
por los que el hombre es
mortal. Y los frutos espirituales,
por los que el hombre vence
al demonio, son la caridad, la
fe y la humildad, la alegría,
la paz, la honestidad y la n(
castidad santa. Por todo ello,
hombre de Dios, escucha la se
autoridad de la doctrina: has
de volar sobre el mar, es lo
decir, vencer al mundo, en el
que hay muchas bestias la
feroces, engaños y maldades.
Por las bestias has de cu
entender los demonios y las
malas gentes. El hombre que en
quiere superarlos, ha de
alzar las alas: los hombres tienen
dos manos que son como sus
alas; debe alzar sus manos al
cielo, y adorar a Dios, pues
del cielo viene la virtud que
venció a Satanás, y por
signum crucis entendemos todo lo
dicho. Y ved por analogía el
recto significado: el sol reluce
sobre la tierra cuando puede
mostrar sus rayos; la luna
extiende sus cuernos cuando
toma la luz; el ave extiende in
sus alas para volar; la nave,
con el viento a favor, corre qi
con todas las velas
desplegadas. Así mostramos con p(
ejemplos lo que habíamos
dicho. Oíd otro caso, y acor‑ cc
daos de él: Moisés fue un
siervo de Dios, dicen los doctos; m
oíd un hermoso milagro.
Cuando Moisés quería dirigir al
pueblo de Israel, tendía las
manos al cielo. Amalech fue un
tirano, un judío incrédulo, y
hombre muy poderoso; se
e_nirentó a Moisés, y éste lo
derrotó cuando elevó sus
manos, y cuanYa ‑,las bajaba,
Ama‑lech íe vericú. Así debe
volar el hombre, elevar las manos hacia Dios, es decir,
rezarle, y signarse con la cruz. Y el que no lo haga, y viva
carnalmente, morirá en su pecado e irá a parar a manos
del demonio. Sobre tales gentes, nos dice en verdad Dios
en Su escrito que dejemos a los muertos enterrar a los
muertos. Y más dice el Fis, 'Ólogo sobre la cigüeña: cuando
quiere purgarse, va a mojarse el trasero; lo irriga con agua
con el pico, y lo deja completamente limpio. Sabed que de
98
tal
guisa se comportan los calumniadores, que dicen bien por delante y mienten por
detrás.
PT,
VV. 2631‑2746
b
Existe un ave llamada Ybis que se limpia los intestinos con el pico. Disfruta
comiendo cadáveres o huevos de serpiente, y semejantes alimentos lleva a sus
polluelos, que los aceptan de buen grado. Día y noche deambula junto a la
orilla del mar, buscando pececillos muertos u otros cuerpos que hayan sido
arrojados por las olas. Teme entrar en el agua porque no sabe nadar.
Cambridge, Tiq
Y
muchos dicen que Hipócrates, el gran médico, inventó el enema imitando a este
pájaro [ibes]. Y sabed que Ovidio, el excelente poeta, cuando fue encarcelado
por el emperador, escribió un libro en el que le llamaba con el nombre de esta
ave, pues no se le ocurría criatura más repugnante.
Brunetto, 146 (I:i6o)
Ales
es un ave de mala ralea, que sólo come carne rechazada, que encuentra por azar
en la orilla del mar. Devora pues carrofia y carne muerta; ésta es la vida que
usualmente hace; no sabe nadar, ni se preocupa, rehúye el agua clara y
delicada.
99
Así
obra pues el miserable
que
goza cometiendo los pecados
que
a Dios le son abominables:
no
quiere tratar con las buenas gentes,
sino
con los pecadores disolutos,
dispuestos
a cualquier fechoría.
Gubbio, 119,
n.O XLII (De ales)
La
cigüeña es un ave que ama su nido y a sus polluelos. Es blanca en su mitad
superior, y de oscuro en la mitad de abajo. La cigüeña no se aleja nido, y
siempre permanece cerca de él, bien sea el
bien
la madre.
Igualmente,
Nuestro Señor jesucristo mostró seres celestiales el lado superior de la cabeza
de mientras que enseñó a los hombres la parte inferior, la condición humana;
pues los ángeles lo veían solamente desde arriba, y los hombres únicamente
desde abajo.
[Mustoxydes].
Las cigüeñas vuelan en parejas, y crían a sus hijos juntas. Cuando los huevos
están puestos, la hembra los incuba y los guarda mientras el macho trae
alimento. Luego cambian entre sí, y jamás dejan el nido sin vigilancia.
Tampoco
tú, hombre prudente, dejes que pase un solo dia sin oración, o no vencerás al
demonio.
En
determinada época, todas las cigüeñas vuelan a otro lugar, en bandada; y de
nuevo, en su momento oportuno, regresan, construyen sus nidos y traen a sus
hijos a la luz.
Tal
y como la cigüeña marcha volando y regresa a su viejo nido, así el Señor nos
fue arrebatado, y volverá en su tiempo oportuno, volviendo a construir lo que'
está quebrado; como dijo también el profeta: «Los gorriones construyen allá
donde está fijado el lugar de su morada»
Phys. griego: Cartill, 22.6‑227; Peters,
71‑72
I00
Las
cigüeñas reciben tal nombre (ciconia) por el ruido que producen, que es más
bien un ruido del pico que de la voz, pues lo hacen agitándolo. Anunciadoras de
la primavera , amigas de la vida en común, enemigas de las serpientes, cruzan
los mares en filas bien formadas. Las corne*as las dirigen precediéndolas, y
ellas siguen, igual
14‑U‑e
un ejército a su jefe. Muestran mucha ternura para con sus polluelos, y los
incuban con tanto cuidado, que pierden la pluma; y sus hijos las alimentan
durante un período tan largo, como el que han empleado ellas mismas en
criarlos. Las cigüeñas, cuyo grito se produce sacudiendo
I
el pico, representan a aquellos que, mediante llanto y rechinar de dientes,
expresan por su boca sus malas acciones. Anuncian la primavera, pues muestran a
los demás el dulce calor de un alma convertida. Aman la sociedad, pues viven a
gusto entre sus congéneres. También se dice que son enemigas de las serpientes,
que son los pensamientos perversos, o los hermanos depravados a los que la
cigüeña golpea con el pico, como el justo reprime sus malos pensamientos y
reprende a sus hermanos viciosos con energicas invectivas. Cruzan los mares, y
van a Asia en prietas filas. Asia significa elevada. Los
que cruzan los mares y van a Asia en filas apretadas son aquellos que,
despreciando el tumulto del mundo, se elevan hacia las alturas. Sienten gran
afecto por sus hijos, hasta el punto de perder las plumas a fuerza de
empollarlos, lo que representa a los maestros que, mientras velan por sus
discípulos, pierden las plumas de su propia ligereza y de lo que tienen de
superfluo. El tiempo que pasaron criando a sus hijos, se lo devuelven éstos,
dedicando un tiempo igualmente largo a alimentarías. Mientras los hijos tengan
necesidad de los padres, éstos deben criarlos, y mientras los discípulos
necesiten recibir instrucción, los maestros deben alimentarles y enseñarles con
la palabra. Igualmente, los discípulos deben esforzarse en sostener a sus
maestros y en llevarles lo que les sea necesario.
La
tórtola, la cigüeña y la golondrina formulan
101
reproches
a los que no creen en la Encarnación y en el juicio Final.
De Bestús, 218‑2
ig (¡.‑42)
Y
sabed que la última en llegar a Asia, al lugar en que se reúnen, es desplumada
y despedazada por las demás con gran crueldad. Y así podemos saber que aves y
animales poseen un espíritu provisto de cierto discerni‑'; miento: pues
ocurrió una vez que un lombardo de la diócesis de Milán quitó a hurtadillas un
huevo de un nido de cigüeña, y puso en su lugar otro que era de cuervo.
cuando
llegó el tiempo en que nacieron los polluelos, y empezó el cuervo a dejar ver
su color y su constitución, el macho se fue, volviendo con semejante cantidad
de
y
e
1
cigüenas,
que era algo extraordinario de ver: y cuando hubieron mirado todos al pajarito
negro que se encontraba entre los demás, se precipitaron sobre la hembra y le
dieron muerte.
Bninetto, 146 (1:160)
La
cigüeña es un ave de gran tamaño, que enseña a los hombres muchas cosas, debido
a su naturaleza. Pues tiene la siguiente propiedad: tanto tiempo como se
esfuerza la madre en criar a sus hijos, otro tanto cuidarán y alimentarán los
hijos a su madre. Y harán más aún: cuando ven que ella ha envejecido mucho, se
esfuerzan por poderla mantener, arreglar y rejuvenecer, y le recortan las alas
con el pico para que le crezcan plumas nuevas. Veis pues qué recompensa dedican
los hijos a su madre. Esta cigüeña, en cuanto a lo que hacen ellos por su mad,,,,
constituye una vergüenza para la mayor parte de los hombres de] mundo; pues
pocos hombres hay que hagan con sus madres lo mismo que hacen los hijos de la
cigüeña; y el hombre sabe con certeza que uno de los diez
ICIZ
mandamientos es que se debe amar y
respetar al padre y a a madre. Y Nuestro Sefior no dictó este mandamiento sin gt
gran
razón, pues debemos pensar ‑ya que Dios nos ha creado provistos de razón‑
cuántos sufrimientos padecieron por nosotros nuestros padres; por eso deberíamos
ser obedientes y humildes para con ellos en todas las cosas. Si la cigüeña, que
es un ave salvaje, procura larga vida a su
padre
y a su madre, ¿qué debemos hacer nosotros para rvir a Dios, sino mirar por
ellos y guardarlos de eocupaciones? Y Dios nos lo agradece en este mundo,
Indonos larga vida, y reposo en el otro.
Bestiaris 11, 83‑84 (MS B)
Existe
un pájaro llamado abubilla. Cuando sus crías ven a su padre o a su madre
envejecidos, y con la vista debilitada, comienzan a arrancarles las plumas, a
lamerles los ojos, a taparles y calentarles con sus alas. Ellos mismos les dan
de comer, y les dicen estas palabras: «Como vosotros nos calentasteis mientras
estábamos presos en el huevo, os confortaremos a nuestra vez, ahora que nuestra
ayuda se os ha hecho necesaria».
¿Cómo
puede el hombre, dotado de inteligencia, desdeñar a su padre y a su madre?
Phys. armenio, 123‑12‑4, n.o X
También
dice el texto que la abubilla tiene la siguiente propiedad: si se unta con su
sangre a un hombre dormido, vendrán los demonios y querrán estrangularlo; al
darse cuenta, lanzará gritos fortísimos. Oíd lo que esto significa, según el
magisterio; esto debe el hijo hacer con su padre, y sobre todo con su madre,
que con cariño lo llevó en el vientre, lo nutrió y le dio el pecho; cuando
enve)ece el padre y se debilita la madre, cuando no tienen poder alguno y se
empobrecen, el hijo debe ayudarles,
103
alimentarles
y darles consejo. La sangre denota el pecado que atenaza a los hombres; cuando
el hombre duerme en pecado, el pecado le arrastra a la muerte; entonces, quiere
sorprenderlo el demonio, y estrangularlo. Por eso debemos alabar a Dios, y
adorarlo, cuando da a las gentes tal esperanza; nos proporciona un gran ejemplo
mediante la abubilla, que así obra.
PT, VV.
2597‑2628
Los
griegos llamaron a esta ave upupa, porque guarnece su nido con excremento
humano. La sucia criatura se alimenta de maloliente basura. Vive de esto en las
tumbas.
Su
cabeza está coronada con una cresta de plumas que destacan.
Si
alguien se unta con la sangre de esta ave antes de acostarse, tendrá pesadillas
sobre demonios que lo, ahogan.
Cambridge, i5o
Pues
tanto tiempo dedica la cigüeña a criar sus polluelos como tardan por su parte
los hijos, una vez que han crecido, en alimentar a su madre en correspondencia:
e igualmente obra el hijo de la abubilla. Pues cuando ésta se halla mal
emplumada, jamás podría mudar sola, como lo hacen las demás aves; sino que las
jóvenes abubillas vienen a arrancarle las plumas viejas con el pico, y después
la incuban y la alimentan hasta que está completamente cubierta de pluma. Y
emplean tanto tiempo en incubarla y en alimentarla como ella ha empleado para
sus polluelos, cuando los ha empollado.
Amiga
queridísima, con gusto sería yo un hijo tan excelente para con vos
RF, 87‑88
104
Dijo
el salmista: «La morada de la garza le sirve de guía» (Salmos 1034).
El Fis, «Ólogo ha dicho: este pájaro es bastante pruden
te,
más que muchos otros. Tiene un solo nido y una sola
morada:
no busca muchos nidos, sino que, allá donde
construye
el suyo, allá se alimenta y duerme; no come
cuerpos
muertos, ni vuela a muchos lugares: su nido y su
comida
están en un solo lugar.
Tú
tampoco, fiel, no debes buscar los muchos lugares de los herejes: que tu único
nido sea la Santa Iglesia de Dios, y tu único alimento el pan bajado del cielo,
Nuestro Sefior Jesucristo; no toques las enseñanzas muertas, si quieres recibir
el pan celeste bien cocido, y no busques los numerosos lugares de los herejes.
Bien
ha hablado el Fisiólogo de la garza.
Pkys. griego: Zambon, 8_3, n.o 47
EL GERAHAV
(EL AVE ACTIVA) IN2
Hay
un pájaro llamado gerabav
que vive en el mar. Hace su puesta con
gran dolor, y se esfuerza porque sus huevos tengan el mayor tamaño posible. Los
oculta en el fondo del Océano, y no los abandona más que una o dos veces, como
mucho, tanto teme a sus enemigos. Después, elevandose a flor de agua, con los
ojos fijos en las profundidades marinas, incuba sus huevos hasta que nazca el
polluelo. Entonces, llamando a un ayudante, se sumerge hasta el fondo, y lleva
a sus hijos a la orilla, donde les da de comer.
Así
baja Dios su mirada sobre los hijos de la tierra, hasta que, saliendo de este
abismo de desdichas, lleguemos a la nueva Jerusalén, que es la madre de todos
los hijos, y los alimenta con una comida celestial. Como el gerahav se eleva apenas del fondo del mar con el fin de incubar sus huevos y
de sacarlos a la luz‑, de la misma forma, Jesucristo nos saca con gran
dificultad del abismo del
105
pecado,
para sustraernos a las manos de Satanás y de su, infernales compañeros.
Phys. armenio, 137, n.O XXXIII
Fullica es un ave
voladora e inteligente, elegante y Í
robusta, humilde y moderada, y de honesto alimento' pues 1
no le gusta la carroña; desea permanecer en el lugar en el
que pueda tener paz. Si allí tiene alimento y paz, )amas se
apartará del mismo. Hace su nido en el agua, o también
sobre una roca; cuando hay tempestad, se zambulle en el
vado, y cuando está agotada, se pone más contenta, Esto
tiene una gran significación, que debéis recordar. El ave de
tal índole representa al santo varón que vive honradamen‑ 1
te, como dice David, que deja de comer carne para 1
castigar su propia carne, y que para orar bien, quiere estar 1
a solas, ruega a Dios con todo su corazón, si tiene
disposición para ello; tal es la demostración. El nido que
hace en el agua o que coloca sobre una piedra, es el lugar
donde habita el santo varón o el ermitaño; el que esté
puesto en el agua, o asentado sobre una piedra, [represen
ta que] el agua es el amor a Dios, y la piedra, la
estabilidad.
PT, vv. 2749‑2786
EL AVESTRUZ IN2
(111.6)
El
profeta jeremías dijo: «La tórtola y la golondrina conocen el tiempo de su
regreso, y la asida conoce su estación por los cielos» (Jer 8,7).
La asida es un ave, pero no está hecha para el
vuelo; la conocemos como avestruz. Tiene dos alas, y sin embargo no puede
volar. Esta ave contempla los cielos;
cuando
quiere poner sus huevos, tiene buen cuidado de no depositarlos en tierra antes
de que salgan las estrellas Pléyades; pero, cuando han desaparecido las
Pléyades, el trigo está maduro y han llegado los días cálidos, entonces el ave
pone inmediatamente los huevos. Y ahora, atended a la explicación. Esta ave es
perezosa. Cava un agujero en tierra, en el que pone los huevos, y los cubre con
arena; y
,,,,mo
es perezosa, no vuelve a ocuparse más de ellos. Los pone en verano, de forma
que el sol ardiente pueda hacer lo que debería hacer ella misma.
Si
la asida y la tórtola conocen su tiempo, con mucha
§más
certidumbre deberíamos nosotros conocer a Nuestro Señor, seguir sus
mandamientos y servirle.
L
[Pitral. También cuenta el Fisiólogo del avestruz que, ¡entras incuba sus
huevos, nunca dirige la mirada a otra parte; pues, si mirara en otra dirección,
a partir de ese instante no volvería a ser de utilidad para sus huevos, que
permanecerían estériles.
Se
cuenta asimismo de él, que se traga hasta el hierro al rojo vivo, clavos y
carbón ardiente, y que todo eso sienta bien a su estómago, ya que es de
naturaleza muy
fría.
[Siríaco]. El Fisiólogo relata igualmente del avestruz, que esta ave es de
muchísima fuerza, y se la conoce en la India y en otros países por el nombre de
Tzefarfilo o aveelefante, pues arrebata a los elefantes jóvenes mientras aún son
pequeños del lado de su madre; y una vez los ha colocado sobre su espalda,
cruza el espacio volando‑ y en el desierto, donde habita, los devora.
Pues sobre ella está dicho en la Sagrada Escritura, así como en relatos
profanos, que puede llevarse a un caballo con su jinete (Job 39,3).
Y
narra también el Fisiólogo que los indios, cuando desean cazarla, atan a sus
bueyes con correas duras e irrompibles a una carreta, en la que cargan grandes
piedras. Cuando acude a robar un buey, le clava las garras en la cabeza, y no
puede desprenderlas, de forma que es fácilmente capturada y muerta.
107
1
Así,
Dios la ha hecho estúpida, y sin la razón suficiente que correspondiera a su
fuerza (Job 39,17), tan estúpida, de hecho, que abandona sus huevos sobre la
tierra desnuda, en medio del camino, donde los pisotean y los rompen, y esto
está dispuesto asi para que no se multipliquen y se conviertan en un peligro
para el hombre,
Phys. griego: Carlill, 220‑222; Peters,
6~3‑6~
Hay
también otra bestia que refleja la naturaleza humana; la llamamos assidam, y es como sigue: tiene dos patas de camello, y dos alas de ave, pero
no vuela a las alturas, sino que se queda en tierra. E Isaías dice sobre ella,
en su libro, que conoció en el cielo el tiempo en que siempre debe poner: sabe
muy bien que debe hacerlo cuando ve una estrella. La estrella de la que
hablamos se llama Virgilla, y cada año, sin falta, se aparece en junio'
Entonces, assida, cuando ve a la estrella, hará una fosa e la que depositará sus huevos,
y los cubrirá con arena, al,¡ donde la haya. En cuanto ha obrado así, se olvida
de ellos, los deja, y con el calor de la arena, debido al sol, se calentarán
los huevos y de ellos saldrán polluelos, Asi llegan a la vida; y esto tiene un
gran significado.
Sabed
que esta ave nos muestra un hermoso ejemplo: así se comporta el hombre sensato,
al que Dios ha inspirado. Deja en tierra a sus hijos, por ganar el amor de
Dios; deja al que lo engendró, a la madre que lo llevó en su vientre, y a todos
los de su linaje, tan santo es su corazón. Así obran los santos canónigos, los
ermitaños y los monjes. En el cielo recibirán el mérito de todo el bie, que
hacen; deben mirar al cielo, a la estrella primera, t1 como hace la bestia
cuando abandona sus huevos. Y ésto dejan a los muertos enterrar a los muertos;
abandonan mundo las riquezas que poseen, y esperan sin duda s ricos en el
cielo. ¡Que Dios dé a todos los hombres este, buen sentido!
PT,
VV. 1245‑1304
108
«La
pluma del avestruz es semejante a la pluma de la garza y del gavilán» (Job,
38). ¿Quién ignora que la garza y el gavilán aventajan a todas las aves en la
rapidez de su vuelo? Pero el avestruz, que tiene la misma clase de plumas, no
tiene idéntica rapidez de vuelo; ni siquiera puede alzarse del suelo, y aunque
en apariencia levanta las alas como para echarse a volar, jamás puede
sostenerse en el aire. Así obran todos los hipócritas que, simulando vivir como
los justos, imitan su santa conversación, pero no sus santas acciones. Tienen
plumas para volar, en apariencia, pero se arrastran por el suelo mediante sus
acciones; pues despliegan sus alas fingiendo santidad, pero, cargados con el
peso de las preocupaciones de este mundo, jamás se elevan por encima de la
tierra. Cuando el Señor reprocha a los fariseos su hipocresía, es como si
fueran la pluma del avestruz, que muestra una cosa por su color, y otra por lo
que hace: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!» (Mt 23); como si
dijese: la apariencia de vuestras plumas parece alzaros, pero el peso de
vuestra vida os arrastra hacia abajo... El Señor ha anunciado que convertiría
la hipocresía de este avestruz para su glorificación, diciendo por boca del
profeta: «La bestia del campo me glorificará, los dragones y los
avestruces~> (15 43). ¿Qué puede expresarse al nombrar el dragón, sino las
almas malvadas que reptan por el suelo entre bajos pensamientos? ¿Y al nombrar
las avestruces, sino a aquellos que quieren hacerse pasar por buenos?... Por
eso, el avestruz en el desierto es la simulación del converso. El Señor dice
que será glorificado por el dragón y el avestruz, porque con frecuencia lleva a
los que son abiertamente malos y pretendidamente buenos a convertirse en sus
servidores en el fondo de su pensamiento.
Comparemos
ahora el avestruz a la garza y al gavilán; ambos tienen el cuerpo pequeño, pero
las plumas densas, por eso vuelan aprisa, pues ningún pesoles grava, y tienen
lo necesario para elevarse. Por el contrario, el garza y el gavilán representan
muy bien a los elegidos,
iog
m
que,
mientras viven, no pueden sustraerse a algún contagio de culpa, pero, como tal
peso es ligero y les ayudan sus numero sas buenas acciones, se elevan hacia los
cielos. Al contrario, el hipócrita hace pocas cosas que lo eleven, y muchas que
le den peso... La pluma del avestruz recuerda por su color la del gavilán y la
de la garza, pero su calidad no es la misma. Las plumas de estos últimos están
cerradas, y así son más sólidas, y pueden batir el aireLas plumas del avestruz
no tienen ligazón, y por eso no pueden echarse a volar, y el aire, que no
pueden comprimir, las atraviesa. Esto no significa que las virtudes de los
elegidos son bastante sólidas para contener el viento del favor hu mano. Las
acciones de los hipócritas, rectas en apariencia, no consiguen volar, porque la
brisa de la adulación humana las atraviesa... Después de haber hablado de la
belleza del avestruz, la palabra de Dios afiade: «Quien ha abandonado sus
huevos en la tierra» (Job, 39). ¿Qué significan los huevos, sino la progenie
aún tierna, a la que hay que incubar durante largo tiempo para convertírla en
aves voladoras? El hipócrita no se cuida de sus polluelos porque se ama a sí
mismo y se aferra a las cosas exteriores, y cuanto mas exito consigue en ello,
menos sufre por la decadencia de su progenitura. Así pues, abandonar sus huevos
en tierra, es no arrancarse de las cosas terrenales, y colocar como en un nido,
mediante buenas exhortaciones, a aquellos a quienes se ha convertido en hijos
mediante conversión...
Leemos
después: «Cuando ha llegado el tiempo, el~ levanta las alas a lo alto» (Job,
39). ¿Qué debe entenderse por las alas de este avestruz, sino que los
pensamientos del hipócrita están primeramente ocultos y como replegados, pero,
cuando ha llegado el tiempo, los eleva hacia lo alto, para, en el momento
favorable, manifestarlos orgullos*, mente?
...
Pero leemos a continuación: «Ella olvida que serán pisoteados, y que la bestia
del campo los aplastará» (Job, 39). El pie aplasta los huevos, y la bestia de
los campos los pisa si se dejan en tierra, pues los corazones humanos, que
no
piensan más que en las cosas terrenales y no desean más que las cosas de abajo,
se tienden ante «la bestia del campo», es decir, el diablo: y cuando se rebajan
a pensamientos viles, resultan a veces quebrados al perpetrar los más grandes
crímenes... Así, los hipócritas, representados por el avestruz, tienen por
costumbre no preocuparse por nadie y se glorifican de sus actos, ignorando a
los demás...
El
avestruz es un ave muy grande, de escasas plumas o desprovista de ellas; sus
alas son como las del gavilán y de la garza; no puede volar, y sin embargo alza
las alas; abandona sus huevos, olvidando que los animales salvajes los
aplastarán; es dura para con sus pequeños, como si no fueran suyos.
De Bestús, 2‑12‑2114
Un
ave que llaman ostrische.
El Fisiólogo dice que es de tal
naturaleza, que come hierro si lo encuentra. Y tiene el cuello largo, como un
cisne,‑ y cabeza igual, sólo que es plana por encima; y cuello de cisne,
pero más ancho. T iene patas de asno, y los muslos de igual manera; y los pies
hendidos como de ciervo. Y cuando ha llegado el tiempo en que debe poner, lo
hace en la arena‑ y deja su buevo yaciendo allí, y no volverá. a mirarlo.
P ero el sol, que es como el calor del que aquí abajo viven todas las cosas, lo
alimenta en la arena; y así llega a la vida, pues de otra manera no resultaría
incubado. Y apenas se ha abierto el huevo, busca el polluelo su alimento.
E11 avestruz
representa al hombre que vive en caridad, y que es paciente y humilde, sufrido
y piadoso. Estas virtudes calientan el alma y la conducen a la vida, es decir,
a un gozo perdurable y permanente sin fin. Y cuando se halla el alma en esta
alegría, es incubada y alimentada de por vida, por el auténtico sol de
justicia, tal como el huevo del avestruz es incubado por el calor del sol. Por
eso nos dice el profeta Amon que no hay cosa alguna que valga
I II
Affl
más
que la caridad, pues dijo el propio Dios: Quien vive en la caridad, vive en mí,
y yo en él.
PB: Cahier 11, 197
Y
sin embargo, cuando sus padres los encuentran [a los polluelos], mientras que
deberían alimentarlos y darles 1
una
educación, los atormentan y se muestran tan crue es para con ellos como les es
posible. Y sabed que, a cambio de la pereza que le dio, la naturaleza dotó al
avestruz de dos zarpas y dos alas con las que se hiere y se golpea a sí misma
cuando quiere avanzar, como si se tratase de dos espuelas. Y sabed que su
estómago es su garganta, donde retiene sus alimentos. Y que es de naturaleza
tan extraordinarlamente cálida, que se traga el hierro y lo digiere en su
estómago. Y sabed que su grasa es muy beneficiosa para todos los dolores en los
miembros.
B
runetto, 153 (L172, Des ostrisses)
Se
dice de esta ave que come el hierro y lo digiere; pero yo no lo he comprobado,
pues habiendo ofrecido hierro a varios avestruces, no quisieron comerlo.
Alberto Magno, 69
Na'ámat,
el avestruz, es llamado zalím por algunos árabes, y sus crías zal. Come fuego,
arena, piedras, y no sufre daño por ello. Cuando pone huevos, los abandona
debido a su falta de sentido, y cuida los huevos de algún otro pájaro; y los
hombres tienen un proverbio sobre el hombre excesivamente estúpido: Más tonto
que un avestruz. Cuando nacen sus polluelos, los abandona, pero a su alrededor
se congregan moscardones, hormigas
112
Ay y bichos reptantes, y el polluelo se
los come y aumenta de peso
Nuzbat, 9.1
Puede hallarse otro pájaro de tal
índole, que no puede volar. Esta ave tiene el pico bermejo, y los pies como de
camello; por eso la llaman chamoi
G, VV.
951‑955
El avestruz, según he oído, pierde a sus
hijos y quedan encerrados en una ampolla hecha de vidrio, sin rotura alguna ni
daño. Y los busca, los busca, y se va a Egipto; trae un gusano, y coloca su
sangre en el recipiente; al instante se rompe y da la libertad a sus polluelos.
Dios es el avestruz, los polluelos la gente, Cristo es el gusano, ya que por su
sangre se abrió el infierno y el paraíso. Ciertamente estamos fuera de prísión,
donde el enemigo languidece de dolor; gloria y honor a Dios que lo ha
permitido.
Gubbio, 133, n.O XLIX, Del stru~o
EL CAMALEÓN IN3
(111.7)
El camaleón es una bestia que nace en
Asia, y allí abunda. Su cabeza es parecida a la del lagarto, pero tiene las
patas rectas y largas, y las garras duras y afiladas, y la
113
cola grande y enroscada. Camina tan despacio como una
tortuga, y tiene la piel dura, como de cocodrilo; tiene los t
ojos feroces, muy hundidos en la cabeza, y no los. mueve f
en una y otra dirección: por eso no ve de costado, s no que
mira derecho delante de él. Y su naturaleza es tremenda
mente prodigiosa, pues no come ni bebe cosa alguna, sino
que vive únicamente del aire que aspira. Y su color es tan
cambiante que, en cuanto toca alguna cosa, toma el color
de ésta y se vuelve del mismo tono, menos si es rojo o
blanco, pues son dos colores que no puede imitar. Y sabed
que en su cuerpo no hay carne ni sangre, salvo en el
corazón, donde hay un poco. En invierno permanece
escondido, y en verano, cuando sale, lo mata un pájaro
llamado corax [cuervo]; pero si este pájaro come de él,
está condenado a morir, salvo que se libre con una hoja de r
laurel.
Brunetto, 162 (Li85, De camelion)
Hirba [el
camaleón], el adorador del sol, siempre orienta su rostro hacia el astro.
Primeramente es de o or ceniciento, luego se vuelve amarillo, y por último
verde; y cuando es perseguido, aparenta ser de mayor tamaño. Si se le envuelve
en arcilla, y se le coloca bajo el fuego durante tres días con sus noches, y luego
se ata a un epiléptico, quedará curada la epilepsia. Si se le despelleja fuera
de la aldea y de los campos cultivados, y se cuelga su piel en un lugar alto
dentro del pueblo, las cosechas estarán a salvo de la helada y de una plaga de
langostas. ( ... ) El 'Azáyat se parece al camaleón. Si se le envuelve en un
pano y se cuelga de una persona que padezca fiebre, la fiebr~ desaparecerá. Una
variedad de éste es roja como el rubí: si se pone en una bandeÍa, todo el
alimento que se coloque en la misma se vuelve amargo. Vive en el monte Langi.
Nuzbat, 37 Y 44
114
Y
se dice que el camaleón vive solamente de aire, y el
,topo de tierra, y el arenque de agua, y
el grillo [sic] del fuego, como lo indican estos versos: cuatro seres toman su
vida de puros elementos, el camaleón, el topo, el arenque de la mar y la
salamandra; `luerra nutre al topo, las
llamas a la salamandra; las olas sirven de comida al arenque, y el aire al
camaleón.
Trevisa 11, 116‑t (XVIII:2i)
Otra criatura [de las cuatro que viven
sólo de un
ciemento]
es el calamió, que jamás se posa en parte alguna
o en el aire ( ... ). Por el camaleón,
que vive solamente
1
aire, podemos entender una clase de gentes prudentes
I ue hay en el mundo, que jamás en toda su vida, desde
'le nacen, Vosan su kas ‑£,.que7‑as
nales, ~ino que ~o posan en ~o
11
deleitan permanentemente de otra cosa, debido a su
voluntad de estar )unto al
dulce Padre que está en el
paraíso glorioso.
Bestiaris 1, 83‑86
Según la ley mosaica, el camaleón es una
bestia limpia, que vive solamente del aire, como el topo de la tierra.
Proprietez, 509
EL CARADRIO
IN3
(111.8)
Existe un ave llamada caradrio, como
está escrito en el Deuteronomio. El Fisiólogo ha dicho de él que es un pájaro
completamente blanco, sin mancha alguna, cuyos
115
excrementos curan los ojos ofuscados; se le encuentra
en las cortes de los reyes. Cuando alguien está enfermo, puede saberse con la
ayuda del caradrio si el enfermo está destinado ‑a vivir o a morir: en
efecto, lo llevan a presencia del enfermo, que está en el lecho, y si la
enfermedad es S
mortal, el caradrio aparta la mirada del enfermo, y todos comprenden que está
destinado a morir; pero si la enfermedad tiende a su curación, el caradrio mira
fijaniente al enfermo y éste al caradrio, y el ave absorbe la enfermedad y la
dispersa, y así se salvan juntos el caradrio
y el enfermo. Conviene, pues, aplicar todo esto al Salvador. En
efecto, Nuestro Señor es todo blanco, sin mancha alguna; de hecho, dijo Él:
«Vendrá el príncipe de este mundo, y no encontrará en mí ninguna [mancha]» (Juan, 14,30). Cuan do Él bajó de los cielos y vino entre los judíos, les
quitó su naturaleza divina; en cambio, cuando vino a nosotros los gentiles,
tomó sobre sí nuestras culpas y se cargó con
nuestra enfermedad, y fue alzado sobre el árbol de la Cruz, y canceló
todas nuestras culpas y nuestros pecados. En
efecto, «subió a las alturas, y esclavizó la esclavitud»
(Efesios, 4,8).
Así pues, bien ha
hablado el Fisiólogo sobre el caradrio.
Pero tú me dirás: «El
caradrio es impuro según la Ley; entonces, ¿cómo se puede parangonarlo con el
Salvador?»,
Pero también la serpiente es impura, y no obstante, Juan prestó
testimonio diciendo: «Igual que Moisés alzó la serpiente en el desierto, así
debe ser alzado el Hijo del Hombre» (Juan,
3,14). Porque todas las criaturas son de
naturaleza doble: dignas de alabanza y censurables.
Phys. griego: Zambon, 41‑42, n.o 3; Peters, 68‑69
Y
el ave tiene un hueso dentro del muslo, de gran tamaño; si con su médula se
ungen los ojos del ciego,
TT6
quedará
curado. El kaladres representa a jesús, hijo de María; es completamente blanco,
pío y mondo de pecados ( ... ). Lo que en griego es cristus, en latín es unaus,
y ungido en francés; y jesucristo el rey fue bautizado y ungido, y nosotros
untados con el crisma. Eso significa el bautismo en esta vida: la médula M
fuerte hueso del ave, mediante la cual recobra la vista el cristiano que antes
era ciego.
P‑r, vv. z167‑2172, 2175‑2‑178
Y 2203‑2214
Existe
un ave a la que llaman caradrio; se dice en el Deuteronomio que no debe comerse
(Dt, 14). El Physiologus dice que es completamente blanca, que no tiene nada
negro y que el excremento de su intestino cura el endurecimiento de la vista.
Todos los que están impedidos por la enfermedad pueden saber por esta ave si
vivirán o morirán. Si, en efecto, se trata de una enfermedad mortal, el
caradrío aparta inmediatamente su rostro de aquel hombre, y no cabe duda de que
morirá. Si, al contrario, debe fortalecerse y curarse, el caradrio le mira
atentamente y, acercándose a él, le pone el pico en la boca y mediante su lo
cuerpo;
aliento
absorbe toda la enfermedad en su propí después, se echa a volar hacia el sol,
quema la enfermedad y la dispersa, y el enfermo se cura, y queda sano y salvo.
Así Cristo ( ... ), acercándose a las debilidades del pueblo judío, se aparta
de ellos y vuelve su rostro hacia las naciones; llevándose sus iniquidades, fue
alzado a la Cruz; elevándose a lo alto del cielo, hizo cautivo al cautiverio y
distribuyó dones enue los hombres (Ef, 4).. Si aluien se asombra de que anímales m»mundos puedin sígníficar algo 'zueno, como la purificación y la enseñanza de la
conciencia, tales como serpiente, d ragón, león, águila y otros semejantes, que
sepa que representan a veces la fuerza y el reinado de Cristo, y a veces la
rapacídad del diablo, y pueden aplicarse de diversas formas.
De Bestús, 215‑216
(11, 31)
117
COMO SE
ENCUENTRA ALEJANDRO EN EL PALACIO DE
JERJES, Y CONTEMPLA LAS «SALANDRES», QUE MUESTRAN SI EL ENFERMO DEBE
MORIR O CURARSE
Y
entre otras riquezas encontró él unos pájaros de¡ tamaño de palomas que se
llamaban «calandres», y profetizaban si un hombre enfermo debía morir o vivir;
pues sí ocurría que el ave mirase al enfermo a la cara, debía vivir; y si se
volvía hacia otra parte, debía morir. Estos pájaros, que algunos llaman
filósofos, han recibido de Nuestro Sefior esta virtud: al dirigir la mirada,
reciben en sí mismos la enfermedad del enfermo, y se la llevan por los aires
para que muera en el fuego, que es el cuarto elemento, que consume todas las
enfermedades, sean las que sean.
Alexandre, 239‑240
El Fisiólogo dice
de esta ave, que es completamente blanca, y que tiene dos cuernos rectos, como
de cabra, y que carece de cualquier mancha negra.
PB: Cabier 11 129
Igual
sucede con mi enfermedad, bella, dulcísima, querida amiga, pues si quereis
contemplarme por el mal que tanto me hace sufrir, curaré, así lo creo, señora;
y si vos no me miráis con piedad, sabed y creed que me habéis dado la ocasión
de morir sin cura alguna: muerto de desesperación. Pues así como no hay cura de
la muerte, tampoco existe esperanza alguna de alivio en el amor sin esperanza
de obtener una sola merced. Así me habríais dado la muerte, y seríais censurada
por ello, pues seríais la causa de mi muerte...
B. d'Amour rimé, Vv. 719‑737
118
Se
dice que Alejandro encontró estas aves en Persia. Dejamos que el presente
lector juzgue si será cierto o imposible todo lo relativo a estas aves, y
semejantemente a aquellas que el beato Brendán encontró en cierto árbol excelso
y hermosísimo, de las que una le contestó que eran almas haciendo penitencia,
en forma de pájaros.
Cantimpré,
187 (V.724)
Podemos
comparar este «calandrí» al sabio confesor,
que‑
cum&,
ciertos
signos si el pecador ha de salvarse o no. Pues cuando lo ve confesarse bien y
ordenadamente, con gran contrición de corazón y con propósito decidido de
alejarse de todos los pecados, de pagar todas sus culpas, de pedir perdón
humildemente a Dios y al confesor por haber pecado contra su alma; cuando el
confesor lo encuentra en tal disposición, ve de inmediato signos seguros de que
este hombre ha de salvarse; y si no lo encuentra dispuesto como se ha dicho,
conoce en seguida que este hombre no puede escapar a las penas del infierno, de
las que líbrenos el Señor, que está lleno de misericordia.
Bestiaris
1, 78‑79 (MS A)1
119
IV
EL FÉNIX
IN4
(IV.I)
NUESTRO
Señor jesucristo dijo: «Tengo el poder de dejar mi vida, y el poder de
recuperarla» (Juan io,i8). Y los judíos se enfurecieron ante estas palabras.
Existe
un ave en la India, llamada fénix, que al cabo de quinientos años se dirige a
los árboles del Líbano, carga sus alas de aromas agradables y anuncia su
regreso al Sacerdote de Heliópolis, a comienzos del mes de Nisán, o Adar (esto
es, Phamenoti o Pharmuti). Y el sacerdote, cuando oye la noticia, se encamina
al lugar y llena el ara de sarmientos de vid. El ave llega a Heliópolis cargada
de aromas de exquisitas especias, se instala sobre el ara, enciende fuego y se
incinera. Al día siguiente, el sacerdote busca entre las cenizas del ara, y
encuentra allí un pequeño, gusano. Y al segundo día, fijaos, tiene plumas y se
ha convertido en un pajarillo. Y al tercero, lo encuentran idéntico al que era,
es decir, al fénix; saluda al sacerdote, se marcha volando y regresa a su
antigua morada.
Si
esta ave tiene el poder de matarse y de renacer, cómo podrían los hombres
sensatos quejarse de Nuestro Señor Jesucristo, cuando dijo: «Tengo el poder de
dejar ti vida, y el de recuperarla».
Pues el fénix asume la figura de Nuestro Señor,
120
cuando,
al bajar de los cielos, trajo consigo ambas alas llenas de olores agradables,
las excelentes palabras celestiales, de modo que cuando extendemos las manos en
plegaria, nos vemos llenos del agradable perfume de su misericordia.
Bien
habló el F¡s'o1ogo sobre el fénix.
[Ponce
de León]. El fénix es un ave más bella que el pavo, pues éste tiene alas de oro
y plata, pero aquél las tiene de jacinto y esmeralda, y va adornado con los
colores de todas las piedras preciosas de gran valor. En la cabeza lleva
una.corona, y espuelas en los pies. Mora en la India, vive quinientos anos y se
nutre del aire gracias a los cedros del Líbano, sin comida ni bebida. Pero,
después de quinientos años, llena sus alas de aromas agradables y, cuando el
sacerdote comienza el sacrificio en Hellópolis, sale del nido y vuela hacia él.
( ... )
[Siríacol.
Cada fénix es el único; vive para él solo, y
no está comprometido
por esponsales. Viaja a la tierra de
Egipto cada quinientos
afios, y lo ve el sacerdote a mucha
altura sobre el ara,
mientras llega de Oriente. Y cuando
llega, trae bajo las
alas canela perfumada y otras especias;
recoge madera, la
amontona sobre el ara, se tumba de
espaldas sobre la leña
ardiente, y resulta quemado del todo
y convertido en
cenizas. Y de las cenizas sale un gusano,
que crece hasta
convertirse en un pajarillo, y al que salen
alas; al tercer día
recupera su aspecto físico íntegro, y se
transforma en el fénix
completo y perfecto, como lo era
antes. Entonces, se
pone en camino y vuela hacia la india,
donde vivía antes.
Ja ¡Qué imagen y símbolo están
representados aquí por
el Creador para la
'nstrucción de la raza humana! Pues
DIOS, cre‑ador
del misterio que se cumplio en Cristo, nos
informó así de lo que
Él había decretado. Cristo vino para
nuestra salvación,
como el fénix, después de un largo
período de años, y
adoptando nuestra naturaleza, trajo las
dulces especias de la
vida y la salvación, como había
profetizado Isaías. Y
Él nos robustece por medio de‑ ese
dulce aroma, hasta que
también nosotros nos volvemos
aromáticos.
Y Él de buen grado alzó su Cruz cenn eell Gólgota, en la ciudad de Jerusalén,
como el fénix dispuso y se instaló en el ara de la Ciudad del Sol, en Egipto. Y
Cristo sufrió la muerte, y su alma se separó de su cuerpo, como el fénix se
acuesta de espaldas y se quema hasta morir. Y del mismo modo que, al tercer
día, el gusanillo aparecido toma la forma del fénix, a través del mi . smo
misterio, Dios, que es la palabra, hizo que su cuerpo volviera a levantarse al
tercer día, pues no había sufrido corrupción en el sepulcro. Y así como el
gusano del fénix adoptó al tercer día su forma completa y perfecta, de i ica
manera el cuerpo de Cristo, al levantarse Él de la tumba al tercer día, se
volvió inmortal e inmutable. Y asi como al final el fénix regresa a la India,
su primitiva residencia, así Cristo, después de haberse levantado, llevó Su
cuerpo a Su eterna morada.
Phys. griego: Carlill, 2‑23‑225; Peters,
65‑68
El
fénix es un ave muy gentil y hermosa; se encuentr en Arabia, y tiene el aspecto
de un cisne. Ningún hombre por mucho que sepa buscar, puede hallar más de uno
en 1 19 tierra, pues está solo en el mundo, y es de color totalmente púrpura.
Vive quinientos años y más, según dice Isidoro.' Cuando se ve envejecer, va a
coger ramitas de un precioso sarmiento de buen aroma. Sí están secas, las coge,
luego se echa encima, y recibe el fuego fiel merced a los rayos de sol:
voluntariamente, prende en él sus alas, arde por sl propio deseo, y queda
convertido en polvo. Gracias 11 fuego de las ramitas, al buen aroma, al calor y
a 1, humedad, el polvo adquiere un perfume; y tal es si naturaleza, como dice
el texto, que al tercer día vuelve a la vida. Y esto significa algo importante.
El Bestiario dice de él algo mucho más sorprendente, y el Fisiólogo aun dice más:
el fénix vive quinientos anos, y un poco más; luego quiere rejuvenecer, y
abandonar su vejez. Entonces torna el bálsamo de allí donde él procede, y se
sumerge en él tres
veces,
ungiendo todo su cuerpo. Cuando ha obrado así, se inarcha de inmediato, y es
tan prudente que llega a la ciudad de Hellópolis, donde permanece largo
tiempoempieza a anunciar entonces que quiere rejuvenecer. Allá hay un altar
como no existe otro; un sacerdote sirve al ave del modo siguiente, pues
entiende perfectamente el grito que ha oído de él, es decir, que quiere
rejuvenecer y abandonar su vejez. El sacerdote recoge sarmientos y los extiende
sobre el altar; el fénix llega volando, y se pone en el fuego ardiente. Allí se
quema por su propia voluntad, y pronto está convertido en polvo. Cuando ha
ardido el sarmiento y también el ave, el sacerdote se acerca al altar: jamás
veréis cosa semejante. Encuentra el sarmiento quemado, a la vez que el pájaro;
y allí encuentra un gusanillo completamente blanco y muy menudo. Al segundo
día, vuelve: tiene forma de pájaro; cuando regresa al tercer día, encuentra de
mayor tamaño al pájaro: está completamente crecido y formado, y canta al
clérigo: ,Vale», es decir, «Dios te guarde». Luego, regresa al bosque del que
antes viniera ' antes de quemarse. Sabed, pues, que tal es su suerte: muere por
su voluntad, y de la muerte vuelve a la vida; oíd lo que esto significa. Este
pájaro representa a jesús, hijo de María, pues tuvo el poder de morir a su
albedrío, y de la muerte regresó a la vida, y esto representa el fénix: para
salvar a su pueblo, quiso sacrificarse en la cruz. El fénix tiene dos alas, y
también eso tierle su sentido: por esas alas has de entender las dos le~les, la
vieja y la nueva, que es muy santa y hermosa; esto es lo que Dios vino a
cumplir, para curar a su pueblo.
PT,
VV. 2217‑2320
El
fénix es un ave de Arabia, así llamada porque tiene el color fenicio [púrpura],
o porque es singular y única en el mundo entero. Pues los árabes llaman fénix a
una cosa única. Vive quinientos años y más; cuando la vejez le agobia, recoge
ramas de plantas aromáticas y se construye
hoguera;
luego, vuelto hacia el sol, aviva el fuego
123
agitando
sus alas, y a continuación renace de sus cenizas, Por eso escribe Rabano: «El
fénix puede significar la resurrección de los justos que, después de haber
reunido los aromas de las virtudes, reencuentran tras la muerte a reparación de
sus antiguas fuerzas. El fénix vive en Arabia». Arabla significa campestre;
Arabia es la vida de este mundo, y los árabes los seglares. Cada justo es único
y singular, alejado de toda preocupación de este mundo.
Dicen
que el fénix vive quinientos anos, según la Escritura. El número cien, en años,
significa en sentido moral un término de perfección. En cuanto a la cifra de
quinientos, puede representar los cinco sentidos corporales. Cuando se debilita
la vista, han pasado los primeros cien años; cuando el oído, los segundos. Y
cuando fallan los otros tres sentidos, el tacto, el gusto y el olfato, entonces
han pasado los quinientos años.
Cuando
el fénix se acerca a la muerte, recoge especias variadas; son las buenas obras
y las diversas virtudes dell
W111 alma.
Amontona las plantas aromáticas y se entierra en
medio;
es lo que hace el justo, cada vez que rememora el
gran
número de sus buenas obras. Enciende voluntaria~
mente
el fuego con sus alas al calor del sol, pues el justo,
con
las alas de la contemplación, se inflama al fuego d
Espíritu
Santo. He aquí, pues, cómo se quema el fénix,~,"~
pero
renace de sus cenizas... Mediante este ejemplo,
creemos
todos en la futura resurrección, y la resurrección
del
fénix es esperanza, y forma, e imagen, de la resurrec
ción
futura. La fe en la futura resurrección no es, pues, un
milagro
mayor que el hecho de que el fénix renazca de sus
cenizas.
He aquí que la índole de las aves proporciona a
los
hombres sencillos una prueba de la resurrección, y la
naturaleza
confirma lo que la Escritura ensefia.
De Bestús, 234
y cuando observa que su vida toca a su
fin, se ha un sarcófago con incienso, mirra y otras especias, en
qe, concluida su vida, se introduce y
muere.
u
124
¿Quién
dice al sencillo fénix el día de su muerte, de forma que pueda fabricar su
ataúd, llenarlo de exquisitas especias, entrar en él y morir en un lugar en que
el hedor de la corrupción pueda ser borrado por aromas agradabIes?
¡Cuánto
más deberías tú, hombre, fabricar tu ataúd de fe y revestirte del mismo,
desembarazándote del hombre viejo! Cristo es tu ataúd: la funda que te protege
y te oculta en el día de las dificultades. En verdad, tu fe es tu ataúd.
Llénala, pues, con las buenas especias de tus virtudes ‑que son la
castidad, la compasión y la justícia‑ y entra así con seguridad en los
perfumados aposentos interiores, con los aromas de las acciones nobles. ( ... )
Averigua, pues, el día de
tu muerte, tal y como San
Pablo lo sabía, cuando dijo: «He luchado en un combate
)usto, he terminado el recorrido, he conservado la fe, y la
corona de justicia me ha sido restituida».
Como el buen fénix, él
entró a continuación en su
ataúd, y lo llena con el agradable aroma de un mártir.
Cambridge, 126‑128
El fénix busca por sí
mismo los leños y las ramitas en
que se quema y se arroja fuera de la vida. Como él, he
buscado mi muerte y mi tormento cuando vi a mi amada,
si Piedad no me ayuda. ¡Oh, Dios! íQué placer me produjo
su vista, y cuántos males he sufrido después! Su recuerdo, J
mi anhelo y mi gran pasión, me hacen morir de deseo.
Thibaut, cancíón xx, estr. 4
El
fénix es un ave de Arabia, del que solamente hay uno en el mundo; y es del
tamaño de un águila, pero tiene una cresta bajo la mandíbula, a ambos lados, y
las plumas en torno a su cuello relucen como oro fino de Arabia. Pero más
abajo, hasta la cola, es de color púrpura, y tiene la
125
cola
rosa, según el testimonio de los árabes, que lo han visto muchas veces.
Brunetto, 147 (1:162)
El
Qaqnus es muy conocido. Vive en la India; tiene el pico largo, con muchos
orificios, y de cada uno procede una nota distinta. Cuando canta, ningún animal
puede pasar por las cercanías, debido a la dulzura de su voz. Y no tiene
descendencia; al tiempo de la muerte, macho y hembra recogen gran cantidad de
lefia, entrecruzan sus& picos y sacuden las alas; debido al movimiento de
éstas, se enciende la madera, y arde, y los dos fénix se consumen; cae la
lluvia sobre sus cenizas, y allí aparece un gusano, que come de las cenizas,
crece hasta alcanzar gran tamaño y se convierte en otro fénix. ¡Gloria a él!
¡Grande es su gloria en la creación de los animales! Y dicen que el órgano se
inventó como imitación del canto de este pájaro.
Nuzhat, 86
Y
no es mucho mayor que un águila; tiene en la cabeza una cresta de plumas, mayor
que la del pavo real, Y su cuello es amarillo, del color de «orielle», que es
una piedra muy brillante; su espalda, de color azul como el añil, y sus alas,
de color púrpura; la cola es amarilla y roja, listada transversalmente. Y es un
ave muy hermosa
de
contemplar contra el sol, pues brilla con mucha gloria y i
nobleza.
Mandeville, 34
El
fénix nace en Siria, y es un ave muy grande ya hermosa. Solamente existe uno;
tiene el pecho como el de un pavo real, y el dorso completamente rojo. Y cuando
ha vivido mucho, sube a una gran montaña y allí hace su nido. Sobre este pájaro
discuten mucho los lógicos.
Bestiaris II, i2o (MS G; texto íntegro)
LA SALAMANDRA IN4
(IV.I)
Está
escrito: «Cuando atravieses el fuego, la llama no te quemará» Us. 43,z).
El Fisiólogo dice
de la salamandra que, cuando entra en el horno, apaga la llama; y cuando entra
en la sala de calderas, enfría toda la casa de baños.
Y
si la salamandra extingue el fuego por su propia virtud, ¿no deberían los
justos apagar mucho más el fuego mediante su propia virtud divina, cuando
detuvieron las fauces de los leones, del mismo modo que los tres hombres
arrojados a la tremenda hoguera no sufrieron mal alguno y apagaron
efectivamente el fuego?
Bien
habló el Fisiólogo acerca de la salamandra.
Phys, griego: Carlill, 236‑237; Zambon, 67‑68,
n.o 34 Peters, 84‑85
La
propia salamandra es de naturaleza tan asombrosa, según la describen, que la
fuerza de las llamas es i ncapaz de dañarla; al contrario, vive en el fuego
como los peces pueden vivir en el agua.
Liber, 146‑148 (111:14)
es
un animalito semejante a un pequeño lagarto, De él dice Salomón, que debe
hallarse y residir en el palacio del rey, para dar ejemplo. Y dice además el
Fisiólogo sobre este animal, que es de tal naturaleza, que si por casualidad
viene a parar al fuego ardiente, lo apagará de inmediato. El animal es tan
frío, y de tal naturaleza, que el fuego no podrá arder allá donde entre, ni
ocurrirá siniestro allá donde se encuentre. El significado es el siguiente:
recordadlo bien. Una bestia de tal poder representa a un hombre tal como fueron
Ananías, Azarias y Misael, que sirvieron muy bien a Dios: estos tres salieronl
del fuego ardiente dando alabanzas a Dios, tal y como '
David
nos dice ciertamente en su escrito. Y en verdad dice m San Pablo que los fieles
a Dios, con su sola fe, vencían al fuego y dominaban a los leones. Así debe
entenderse: quien no tiene más que su fe, no recibirá del fuego mal alguno, ni
le quemará el infierno. El santo varón vive de su fe, como dice nuestra ley; e
Isaías afirma en su escrito: el santo varón que tiene fe pasará por en medio
del fuego, que no le hará daño ni le quemará la piel. A este animal le damos
también otro nombre: se le llama salamandra, como hallamos en los textos. Suele
trepar a los manzanos y envenenar la fruta; y si cae en un pozo, emponzoñará el
agua.
PT, VV.
1305‑1358
Su
veneno es el más fuerte de todos. Los demás animales venenosos hieren solamente
a un hombre, pero ella mata varios a la vez...
De BestúS, 241
Igualmente,
en una parte de nuestra tierra, hay una montaña en la que nadie puede vivir,
debido al gran calor que hace; allí se crían ciertos gusanos que no pueden
vivir sin fuego. Y junto a la montaña tenemos siempre a cuarenta mil personas
que encienden allí una gran hoguera. Y cuando los gusanos sienten el calor del
fuego, salen de la tierra y entran en las llamas, y producen un pelo
iz8
como el que hacen los gusanos
que fabrican la seda. Y con
ese pelo tejemos nuestros
vestidos, y los de nuestras
mujeres, que llevarnos durante las fiestas anuales. Y
cuando queremos limpiarlos, los
ponemos en el fuego y se
vuelven entonces hermosos y
frescos.
a Preste
Juan: Denis, ig8
Existe un animal reptante llamado en griego salaman
dra y en latín stellion. Este animal se parece a un lagarto,
y su cuerpo es multicolor
PB, versión breve, 5.5
El primer elemento es el fuego, con el que lucen todas
las estrellas. La salamandra
vive únicamente de este
elemento, y de ninguna otra
cosa; pues no puede vivir más
que de fuego, y en el fuego;
igual que el pez en el agua.
Este animal lleva un vellocino
como de oveja, pero nadie
puede saber qué es; pues no es
ni pluma, ni seda, ni lino,
ni lana. Y tampoco puede lavarse, si no es con fuego.
Hacen con ella telas en el país
en el que vive, es decir, en
una zona de los desiertos de la India
PB: Cahier IV, 77
y la salamandra vive de puro fuego; es un pájaro
blanco que se alimenta de fuego, y cuyas plumas sirven
para hacer te"idos que sólo se limpian con fuego.
P‑F, 37
En los montes de Sicilia y en otras partes del mundo
donde hay fuego perenne, nace y vive la salamandra. Y se JJ
129
la
captura del modo siguiente: se localiza un sitio en el monte, donde suele vivir
en medio del fuego. Hacen una hoguera los hombres que quieren atraparla, y el
fuego es prolongado durante un largo trecho a partir del monte. La salamandra,
entusiasmada por el resplandor del brillante fuego, al contemplarlo penetra
dentro del fuego encendido, y mientras continúa el fuego extendido hasta el
fin, detrás de ella se va apagando y así, antes de que pueda regresar al monte,
es capturada por los cazadores. Algunos dicen que solamente vive en el fuego‑
cosa que niegan oportunamente numerosos autores en diversos lugares
textos.
Cantimpré, 286 (VIII:30)
Muchos,
que siguen al filósofo Jorach, dicen que este animal vive en el fuego: y esto
es falso. ( ... ) falso, no tanto porque, como dice Galeno en su libro de las
Complexiones, si la salamandra reside un tiempo en un fuego' pequefio, el fuego
no le produce efecto; sino porque, si permanece en él largo tiempo, el fuego la
abrasa.
Alberto Magno, 70
La
propiedad natural de la salamandra es que vive solamente de fuego, y el
chorlito real es un ave que vive únicamente de aire.
Figura
Se
asemejan a estos animales los hombres que son ajenos a los deleites terrenales
y están distanciados de ellos y de los deseos de las cosas del mundo, que viven
de deseos celestiales y de la contemplación divina, según está escrito: «No
sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de
Díos».
Libellus,
28o., n.O
XXVII
130
La
otra criatura que se nutre de un elemento es un ave que llaman salamandra, es
blanca, y vive solamente de
0
( ... ). Por la salamandra, que vive solamente de kiego, podemos entender dos
clases de personas: una, la todos aquellos que están inflamados por el amor del
Espíritu Santo, así como Dios Nuestro Señor inflamó a los a 'stoles con el
Espíritu Santo, en forma de lenguas de PO
fuego,
el día de Quincuagesima, y ellos se volvieron tan ardientes por su amor que
fueron por todo el mundo a predicar la salvación del género humano, y entendían
y hablaban todas las lenguas. La otra clase, es la de todos aquellos que son
lujuriosos, y ardientes de amor carnal, como dice San Juan Evangelista en el
Apocalipsis: «Huid, huid, que el cielo y la tierra arden». Y los que estudian
esto, dicen que por el cielo debemos entender los amigos de Dios, que arden en
el amor del Espíritu Santo; y por la tierra, hemos de entender aquellos que
arden en el amor carnal.
Bestiaris 1, 84‑85 (MS A)
131
V
MONSTRUOS E
HÍBRIDOS IN5
(V.1)
Dijo
Isaías: «Que las sirenas construyan su morada, que los demonios brinquen; que
den a luz los puercoespines ».
El
moralista enseña que las sirenas son crueles; que viven en el mar, que los
acentos de sus voces son melodiosos, y que los viajeros quedan prendados de
ellas hasta el punto de precipitarse en el mar, donde se pierden. El cuerpo de
estas encantadoras es el de una mujer, hasta los senos; el resto recuerda al
pájaro, al asno o al toro. Semejantes son aquellos que tienen dos modos de
actuar, los inconstantes. Hay gentes que frecuentan las iglesias sin alejarse
del pecado. Tienen la apariencia de la rectitud, pero están muy lejos de lo que
parecen ser, Cuando entran en la iglesia, parecen cantantes; después, mezclados
con la multitud, se parecen a brutos. Esta especie de gentes participan de las
naturalezas del dragón y de la sirena; tienen el poder seductor de los
heresiarcas, que arrebatan el corazón de los inocentes y de los débiles, Dijo
Isaías: «Las palabras peligrosas dañan a la naturaleza débil».
Phys. armenio, 126‑127
132
Las
sirenas son doncellas marinas, que seducen a los navegantes con su espléndida
figura y con la dulzura de su canto. Desde la cabeza hasta el ombligo, tienen
cuerpo femenino, y son idénticas al género humano; pero tienen las colas
escamosas de los peces, con las que siempre se mueven en las profundidades.
Í, Liber,
42‑43
La
sirena vive en el mar, canta contra la tormenta y Hora si hace buen tiempo,
pues tal es su naturaleza; tiene forma de mujer hasta la cintura, pies de
halcón y cola de
'Cuando
quiere divertirse, canta en voz alta y clara; si ye el marinero que navega por
la mar, olvida su nave y uerme al instante. Recordadlo: ésta es la
significación sirenas son las riquezas del mundo; la mar representa mundo; la
nave, las gentes que hay en él; el alma es el marinero, y la nave, el cuerpo
que debe navegar. Sabed que muchas veces las riquezas del mundo hacen pecar al
alma y al cuerpo, es decir, a la nave y al marinero; hacen a el alma se duerma
en el pecado, y además perezca. Las riquezas del mundo producen grandes
prodigios: hablan y vuelan, agarran de los pies y ahogan. Por eso representamos
así a las sirenas; el hombre rico habla, su reputación vuela, y oprime y ahoga
al pobre cuando lo engaña. La sirena es de tal naturaleza, que canta cuando hay
tempestad; esto hace la riqueza en el mundo, cuando confunde al hombre rico:
cantar en la tormenta. El hombre se ahorca por ella, y se suicida entre
tormentos. La sirena, con buen tiempo, llora y se lamenta sin cesar: cuando el
hombre da riquezas y las desprecia por Dios, ése es un buen momento, y la
riqueza llora. Sabed que eso significa la riqueza en esta vida.
PT, vv. 1361‑1414
Como demostró Faral «<La queue de poisson...») el
Liber es el Jim*er texto en que aparece la sirena‑pez.
133
Existen
en Arabia serpientes aladas llamadas sirenas, que corren más que los caballos
y, según se dice, también vuelan. Su veneno es tan fuerte, que la muerte
sobreviene. antes de que se sienta la mordedura.
De Bestús, 244 t
Las
sirenas, dice el Fisiólogo, son unas criaturas mortíferas constituidas como
seres humanos desde la cabeza hasta el ombligo, mientras que su parte inferior,
hasta los pies, es alada. Melodiosamente, interpretan cantos que resultan
deliciosos; así, encantan los oídos de los marinos, y los atraen. Excitan el
oído de estos pobres diablos merced a la prodigiosa dulzura de su ritmo, y
hacen que se duerman. Por último, cuando ven que los marinos están profundamente
dormidos, se arrojan sobre ellos y los despedazan.
Así,
los seres humanos ignorantes e incautos se ven engafiados por las hermosas
voces, cuando los encantan las faltas de delicadeza, los rasgos de ostentación
o los placeres, o cuando se vuelven licenciosos debido a comedias, tragedias y
cancioncillas diversas. Pierden todo su vigor mental, como si estuviesen
sumidos en profundo sueno, y, de pronto, el ataque arrebatador del Enemigo cae
sobre ellos.
Cambridge, 134‑135
Hay
tres clases de sirenas: dos de ellas son mita mujer y mitad pez, y la otra,
mitad mujer y mitad ave.
las
tres cantan, una con trompeta, otra con arpa y la tercera solamente con su voz.
PB: Cahier 11, 17z‑173
La
sirena, que canta tan bien que embruja a los hombres con su voz, da e)emplo
para que se enmienden
134
Existen
en Arabia serpientes aladas llamadas sirenas, que corren mas que los caballos
y, según se dice, también vuelan. Su veneno es tan fuerte, que la muerte
sobreviene antes de que se sienta la mordedura.
De BestúS, 244
Las
sirenas, dice el Fisiólogo, son unas criaturas mortíferas constituidas como
seres humanos desde la cabeza hasta el ombligo, mientras que su parte inferior,
hasta los pies, es alada. Melodiosamente, interpretan cantos que resultan
deliciosos; así, encantan los oídos de los marinos, y los atraen. Excitan el
oído de estos pobres diablos merced a la prodigiosa dulzura de su ritmo, y
hacen que se duerman. Por último, cuando ven que los marinos están profundamente
dormidos, se arrojan sobre ellos y los despedazan.
Así,
los seres humanos ignorantes e incautos se ven engañados por las hermosas
voces, cuando los encantan las faltas de delicadeza, los rasgos de ostentación
o los placeres, o cuando se vuelven licenciosos debido a comedias, tragedias y
cancioncillas diversas. Pierden todo su vigor mental, como si estuviesen
sumidos en proftindo sueno de pronto, el ataque arrebatador del Enemigo cae y Y5
sobre
ellos.
Cambridge, 134‑135
Hay
tres clases de sirenas: dos de ellas son mujer y mitad pez, y la otra, mitad
mujer y mitad ave. Y las tres cantan, una con trompeta, otra con arpa y la
tercera solamente con su voz.
a
PB: Cahier 11, 172‑73
La sirena, que canta tan bien que
embruja a los hombres con su voz, da ejemplo para que se enmienden
134
u,
aquellos
que han de navegar por este mundo. Nosotros,
que
cruzamos este mundo, somos engañados por un canto ‑llmilar: por la
gloria, por los placeres de este mundo, que nos dan la muerte, cuando amamos el
placer: la lujuria, el bienestar del cuerpo, la gula y la embriaguez, el
deleite del lecho y la riqueza, los palafrenes, los hermosos caballos y la
hermosura de los tejidos suntuosos. Siempre tendemos hacia ellos, nos corre
prisa alcanzarlos. Tanto nos demoramos en los placeres, que por fuerza nos
dormimos.
lÉ,Into~ces
nos mata la sírena:. es el Demonio, que nos lleva
kmal,
que nos hace sumergirnos tan hondo en los vicios, ue nos encierra en sus redes.
Entonces nos ataca, se irecipita sobre nosotros, nos da muerte, nos atraviesa
el
corazón,
tal y como obran las sirenas con los navegantes aire cruzan la mar. Pero hay
más de un marino que sabe ardarse de ellas, y villar; mientras surca el océano,
19*
ele
taparse los oídos para no escuchar el canto engano
. Igualmente ha de comportarse el hombre
prudente que p sa por este mundo: debe conservarse casto y puro, y
lptaalpl,'arse
las orejas, para no oír pronunciar cosa alguna que
t
ueda
llevarle al pecado. Y así se defienden muchos:
'da
d que sus oídos y sus ojos no puedan oír ni
n e 3
templar los placeres y las vanidades que a muchos
encantan.
GC,
vv. 1053‑1112
Hay
otros peces [en la India] que tienen trenzas y icuerpo de doncella hasta el
ombligo, y por debajo del ombligo, de pez, y alas de pájaro. Su canto es tan
hermoso y dulce, que es un prodigio el oírlo; y los llaman sirenas. Unos dicen
que son peces; otros, que son aves que vuelan por el mar.
Image,
126‑127
... lo cierto es que las sirenas fueron
tres meretrices ban a todos los que se cruzaban en su camino y
que
en,ana
a‑ 135
los
arruinaban. Y dice la historia que tenían alas y gar5,s en representación de
Amor, que vuela y hiere; y que vivian en el agua, porque la lujuria está hecha
de humedad,
Brunetto, 131‑132 (1:136)
Quienes
aman a los saltimbanquis, a las bailarinas y a los juglares, están siguiendo ‑no
es ninguna fábula‑ la procesión del demonio. El demonio los descarría, y
así va engafiándolos. Los envía al fondo del infierno, pues sabe muy bien
apoderarse de su presa.
G, vv. 321‑328
...
El canto era tan dulce y bello / que no parecía canto de ave; / sino que se le
pudiera comparar / con el canto de la sirena de mar. / Por su voz, que tienen
sana / y serena, llaman a éstas «sirenas».
R. Rose, I, vv. 667‑672
De
ahí que debamos entender, por las sirenas, los placeres mundanos y las
diferentes vanidades, que cantan tan dulcemente, que por su suavidad se duermen
muchos hombres sensuales. Pero los navegantes cautos y prudentes, que no
quieren oír las voces de las sirenas, se tapan los oídos con cera, es decir,
con palabras santísimas y honestas, con buenas acciones y con virtud. De hecho,
los hombres vencidos por las voces de las sirenas pierden la luz de su
inteligencia y, privados del propio auxilio de su razón, se hunden en el abismo
más amargo y en el hedor, tal como dijo Boecio: «En qué profundo abismo, ¡ay' languidece sumergido el espíritu y, perdida su luz propia,' se
esfuerza por ir a las tinieblas exteriores».
Libellus, Y8, n.O XL
136
La
sirena es una criatura prodigiosa; las hay de tres ¡naturalezas: una es medio
pez y medio mujer, otra es medio ave y medio mujer, otra medio caballo y medio
mujer. La que tiene forma de pez y de mujer, tiene un aspecto tan dulce, que
todo hombre que la oiga cantar se acuesta de buen grado para escucharla, y
tanto le agrada su canto, que se duerme; y cuando ve la sirena que el ~ombre se
ha dormido, se arroja sobre él y lo mata. Y la ue es medio ave y medio mujer,
produce tan dulce sonido e arpa, que el hombre va a oírla con mucho agrado,
hasta 1,1 punto de que se duerme; y también esta sirena va a matarlo. Y la que
es mitad caballo y mitad mujer, produce un son de trompa tan agradable, que
todos los hombres van a oírla con gusto; y cuando el hombre está dormido,
debido a la melodiosidad de la trompa, esta sirena lo mata también.
Podemos comparar a estas sirenas con las
mujeres
que tienen buena palabrería, que engañan
a los hombres
haciendo que se enamoren de ellas, bien
sea por la belleza
de su cuerpo, por las miradas que les
lanzan, por las
palabras engañosas que pronuncian, o de
otro modo. Y,
& cualquier manera en que ella engañe
al hombre, él
p 1 uede darse por muerto. Como dice el
sabio: que todo
hombre que abandona el amor de Dios por
el amor de la
triu er, puede decir en verdad que ha
arribado a mal
puerto; y si por sus pecados permanece en
aquella situa
ción, bien puede saber que se perderá en
cuerpo y alma.
Bestiaris I, 79‑So (MS A)
CENTAUROS IN5
cl(
(V.Z)
De modo semejante [a las sirenas], los
centauros tienen la parte superior como la de un hombre, y desde el pecho hacia
abajo la forma de un caballo.
137
Así
tiene cada hombre dos almas, y es indeciso en sus obras.
Muchos
hay que se reúnen en la iglesia mostrando una conducta divina, mientras que
constantemente están negando su influencia. En la iglesia son como hombres,
pero una vez que han salido de ella, se convierten en muertos. Son, como las
sirenas y los centauros, herejes hipócritas y de voluntad doble ( ... ).
Phys. griego: Carlill, 207
Los hipocentauros tienen naturaleza mixta de caba
llos y de hombres; a modo de animales, tienen la
cabeza
velluda, pero, en parte, muy semejante a la forma
humana
normal. Por ello, pueden comenzar a hablar; pero sus
labios, no acostumbrados a la locución humana, no
articulan sonido alguno en palabras. i`,
Isidoro
dice que el onocentauro tiene forma der, hombre hasta la cintura, y la parte
posterior de asno, lo que es extraordinario. Onos, en griego, es lo que
llamamos asno. Oíd lo que significa una bestia de tal índole. Cuando el hombre
dice la verdad, merece en justicia ser llamado hombre; y representa al asno
cuando comete villanía. ... ) Quien niega la verdad, reciba el nombre de asno,
pues Dios es verdad; así lo dice el magisterio.
PT,
vv. 1109‑1130
El
Fisiólogo dice que el onocentauro tiene dos naturalezas: su parte superior es
como la del hombre‑centauro, la inferior es como la del asno. A él se
parecen los estúpidos
138
L
y los falsos... Como dice el salmista: «El hombre, cuando está cargado de
riquezas, no entiende: se ha vuelto ,semejante a las bestias, que carecen de
razón» (Salmo 48)... Isaías dice: «El onocentauro y la bestia velluda se llamarán
mutuamente» (Is 34). El onocentauro, ya lo
¡hemos
indicado, tiene dos naturalezas, pues es centauro en loalto... y asno salvaje
en lo inferior. Le son comparables los hombres estúpidos e hipócritas...
De BestúS, 231
Sabed
también que en nuestra tierra están los sagitanos, que tienen forma humana de
la cintura hacia arriba, y son caballos hacia abajo. Llevan arcos y flechas en las
manos, disparan con más fuerza que cualquier otra especie de gentes, y comen
carne cruda. Algunos de nuestra corte los capturan y los tienen encadenados:
las gentes acuden a como un gran prodigio.
Preste Juan: Denis, ig2
F‑1
onocentauro [honocentons], al que llaman sacraire
[sagitario], recibe tal nombre porque es
mitad hombre y mitad burro. De éstos dice Isaías: son semejantes a ellos los
hombres que tienen doble cuerpo y doble palabra, es decir, que dicen el bien
por delante, y mal por detrás.
Nos
dice el Físiólogo que en una parte de los desiertos de la India viven unos
seres que tienen un cuerno en la frente, y son los hombres salvajes. Este
pueblo lucha constantemente contra los sagitarlos, y los sagitarios contra
ellos. ( ... )
El
Físiólogo dice que el hombre cristiano mundanal es ejemplo del sagitario, y el
alma lo es del hombre salvaje; pues siempre lucha contra el cuerpo, y el cuerpo
contra ella. Siempre están en discordia. El alma quiere ser dueña
139
del
cuerpo, y éste quiere ser dueño del alma, porque des, los placeres del mundo.
PB:
Cahier II, T7_3; Cabier IV, 76‑77
Y
Tesalla era la tierra de Aquiles, y de alli vinieroi los laphItes; y se dice
que ellos fueron los primeros e¡ domesticar caballos, poniéndoles bridas y
montando er sus lomos; caballo y hombre parecían un solo cuerpo, poi eso fueron
llamados centauri los jinetes de Tesalia, como dice Isidoro en el libro undécimo, tercer
capítulo, sobre los portentos.
Trevisa
11, 816 (libro xv, capítulo 158)
EL CORDERO
DE ESCITIA IN5
(V. 3)
He
oído contar y sostener un gran prodigio a personas dignas de crédito, aunque no
lo he visto. En el reino de Cadili, según otros Caloy, hay unos montes a los
que llaman crispados [Caspios]. Dicen que en estos montes crecen melones de
extraordinario tamaño. Cuando están maduros, los abren y encuentran en ellos un
animalito vivo, semejante a un cordero pequeño, y se comen los melones y los
animalillos. Muchas gentes no quieren creerlo y, sin embargo, es tan posible y
creíble como las ocas que, en Irlanda, crecen en los árboles.
Odoric,
425‑426
...
al pasar por la tierra de Cathay hacia la India Mayor y hacia Bacharye [Bukhara],
se cruza un reino que llaman Caldilhe, y es una región muy hermosa. Y allí
crece
140
una
clase de frutos semejantes a calabazas. Y cuando están maduros, los cortan en
dos y hallan en su interior un animal pequefio de carne, hueso y sangre, a modo
de un corderito sin lana. Y se comen el fruto y el animal. Y es un gran
prodigio. He comido de ese fruto, aunque fuera prodigioso, pero sé muy bien que
Dios es sorprendente en sus obras.
Mandeville, 191
Me
contó una cosa prodigiosa y apenas creíble Demetrio de Daniel, hombre que
gozaba de crédito singular entre los bárbaros: que habiendo sido enviado su
padre como embajador de] príncipe de Moscovia al rey Zauuolheuse había visto
cierta semilla en aquellas
la de mel 1 1
islas,
poco mayor y más redonda que la semil on, pero no diferente de ésta. De cuya
semilla, plantada en tierra, nace después cierto ser semejante a un cordero, de
cinco palmos de altura, y lo llaman en su lengua Boranetz, es
decir cordero; ya que tiene la cabeza, los ojos, las orejas ~~ todos los demás
miembros a semejanza de un cordero recién nacido. Además de esto, tiene una
piel suavisima, que utilizan mucho en aquel país para la cabeza, en lugar de
gorra: y muchos dicen que las han visto. Decían también que aquella planta, si
es lícito llamarla asi, tiene sangre, pero sin carne; no tiene las ufias
córneas, sino cubiertas con ciertos pelos, a semejanza de un cuerno; tiene la
raíz en el ombligo' y dura sólo hasta que, una vez agotada la hierba de alrededor,
se seca por falta de alimento. Dicen que es extraordinariamente dulce, y que
por eso es muy codiciada por los lobos y otros animales rapaces. Aunque yo
considero todo esto de la semilla y de la planta cosa fabulosa e incierta, he
querido sin embargo referirlo a los demás, ya que me lo han contado hombres
dignos de crédito.
Baron de Herbenstein, Commentari della
Moscovia e della
Russia (1549): Izzi, 181
141
Parecen
corderos que acaban de nacer, Y lo serían de verdad, si en el seno De la tierra
no hundieran una viva raíz / Que se une a su ombligo y muere el día mismo / En
que comen la hierba que crece alrededor. / ¡Oh, prodigioso efecto de la diestra
divina, / La planta de carne y sangre, el animal con raíz!
Guillaume Du Bartas (1544‑1590): Lascault,
149‑151
Nos
aseguraron que cerca de Samara, entre el Wolga y el Doa, se encuentra una
especie de melones, o más bien de calabazas, con aspecto de cordero, del que
este fruto reproduce todos los miembros; se une a la tierra por su raíz, que le
sirve de ombligo. Al crecer cambia de sitio, tanto como se lo permite su raíz,
y hace secarse la hierba en torno tuyo, allá hacia donde se oriente. Los
moscovitas ( ... ) añaden que, cuando está maduro, se seca la raíz y el fruto
se cubre de una piel velluda, que puede prepararse y emplearse como piel de
abrigo. Llaman a este fruto
J
11 Boranez, es decir cordero. Nos mostraron algunas pieles,
que
habían arrancado a una colcha de cama, y nos juraban
que
eran de este fruto; pero nos costaba creerlo. Estaban
cubiertas
de una lana suave y rizada, como la de un
cordero
recién nacido o sacado del vientre de la oveja. lul,
Scaliger dice
que este fruto crece siempre, hasta que le
falta
la hierba y muere por carencia de alimento. Añade
que
no hay bestia a la que le apetezca, de no ser al lobo, y
que
lo utilizan para capturar a éste: es lo que cuentan
también
los moscovitas.
Olearius, Voyage de Moscovie (1636):
Odoric, 429‑430
Hacia
el reino de Cazan crece un grueso pepin peludo que parece roer todas las
hierbas que hay en torno a su tallo. Dicen que los lobos lo devoran con avidez,
y
142
que
se parece a un cordero; los moscovitas lo llaman en su lengua Bonnaret, o sea, corderito.
Janssen
Struyss, Les Voyages de Jean Strys en Moscovie (1669):
Odoric,430
LA BERNACHA IN5
(V.4)
EL ÁRBOL DEL QUE NACEN AVES, Y CAEN CUANDO ESTÁN
MADURAS
Nos
dice el Fisiólogo que hay un árbol sobre las aguas de cierto mar, que da
pájaros semejantes a ocas, pero un poco más pequeños. Y cuando estas aves
crecen, quedan colgadas del árbol por el pico hasta que están maduras. Y cuando
lo están, caen igual que una pera se desprende del !rbol cuando está en sazón.
Y al caer, las que van a parar al agua flotan con vida, y se salvan, pues no
han de guardarse de la muerte; pero las que caen fuera del agua, en tierra,
allí permanecen inmóviles, y mueren, y están perdidas.
Esto
significa que ningún hombre se regenera, ni puede ser perfecto, si no ha caído
antes en el agua en que es lavado en nombre del bautismo. Y quienes no son
lavados en el agua en nombre del bautismo están perdidos, como el ave que cae
del árbol a tierra, que está muerta y perdida.
PB: Cahier 11, 216
Tenemos
muchas cosas acá [en Europa], que en otros continentes no existen. Hacia
Irlanda, sobre el mar, hay
143
ciertas
aves voladoras que crecen en los árboles por J pico; y cuando están casi
maduras, las que caen a tierra no pueden vivir, y las que caen al agua viven.
Image, 133
Y
les referí [a las gentes de Cathay] una maravilla tan grande [como la de] borametz] que existe entre nosotros, a saber la de las bernakes. Pues les conté que en nuestro país había árboles que dan un fruto que
se convierte en aves que vuelan. Y las que caen en el agua viven, y las que
caen en tierra mueren inmediatamente; y son excelentes como alimento humano. Y
consideraron esto un prodigio tan grande, que algunos de ellos sostenian que se
trataba de algo imposible.
Mandeville, r91
Cerca
de la región de Escocia y de la isla de Pornorna, a la orilla del mar, se
forman y se crían ciertas aves que lo naturales del país llaman crabans o cravans. Dichos pájaros no son engendrados, ni puestos en huevo, ni incubados
por padre o madre; sino que nacen, se forman se crían en la corrupción y
podredumbre de madera viej de viejas naves, que se descomponen en el mar.
Cuando esta madera de barco cae al mar, se pudre y se corrompe por el fango, y
de esta podredumbre nace en ella una especie de cieno que es viscoso y pegadizo
como arcilla; de dicho cieno se forman y engendran aves que cuelgan por el pico
de esta vieja madera durante el espacio de dos meses, y más‑ y cuando
ocurre que se hallan ya todas cubiertas de sus plumas y son grandes y gruesas,
caen al mar y se convierten en hermosos y agradables pájaros de plumaje, negro,
que vuelan por el mar allá donde les plazca, como
144
s
demás pájaros; y tienen la carne tan blanca, tan tierna sabrosa como la de un
pato salvaje.
Libro de las maravillas (s. xv): Clébert,
143
Los historiadores, y entre otros Héctor
Boetius y
~axo,
escriben que se encuentran ciertos árboles en
Escocia,
que dan su fruto envuelto en las hojas; cuando
éste
cae al agua, en tiempo oportuno, cobra vida y se
convierte
en un pajaro vivo, al que llaman ave de árbol.
¡te
á Í rbol crece en la isla de Pomonne, que no está lejos de
Tscocia,
hacia Aquilón. ( ... ) Sobre este asunto, hallándo
nos
en Escocia, nos informamos de boca de Jacques Roy,
~ombre
muy corpulento y cargado de grasa, enterándonos
de
que este árbol tan famoso no se encuentra en Escocia,
sino
en las islas Orcadas.
Boaistuau, 274‑275
(XXXIV)
Se
dice que hay un lago )unto ‑a la ciudad de Vuting n la provincia de
Hunnam, llamado Hociniao,
es decir, «que genera aves»,
hermosamente rodeado de árboles por doquier
Kircher, China illustrata: Odoric, 432
Hay
en esta ciudad (Tching‑tou) una cosa prodigiosa de ver: es cierto pájaro
que los chinos llaman Thunghoa
~ng‑.
tiene el pico rojo como bermellón, no se cansa uno admirar la variedad de los
colores de sus plumas, nace ¡ice, una flor llamada también Tunghoa, y vive tanto tiempo corno ella dura, de forma que diríais que es una flor que
vuela, tanto se parece a ella por su belleza, y por su escasa duración.
P.
Martini en Thévenot II: Odoric, 432
145
EL
UNICORNIO IN5
(V.5)
«Tú
exaltaste mi cuerpo», dijo el salmista, «como cuerno del unicornio» (Salmos, 9Z':[í).
El Fisiólogo relata
que el unicornio tiene el atribu siguiente. Es un animal pequeño, como una
cabra; pero muy huidizo, y los cazadores no pueden acercarse a pues tiene gran
astucia. Tiene un cuerno en mitad de cabeza. Expliquemos ahora cómo se le
atrapa. Envían a,, encuentro a una pura doncella revestida de una túnica.
el
unicornio salta al regazo de la doncella; ella lo amansa y él la sigue; así lo
conduce al palacio del rey.
Vemos
así que el unicornio es la figura de nuestro Salvador, el cuerno de salvación
alzado para nosotros e la casa de nuestro padre David. Los poderes celestiales
n, pudieron realizar la obra por sí solos, pero Él tuvo qu hacerse carne y
morar en el cuerpo de la verdadera Virgel! María.
Existe
otro atributo del Unicornio. En los lugares er que vive hay un gran lago, al
que todos los anírnale acuden para beber. Pero, antes de que se reúnan, llega
li serpiente y derrama su veneno sobre las aguas. Y cuand los animales
advierten el veneno, no se atreven a beber sino que se apartan y aguardan al unicornio.
Llega éste entra directamente en el lago y hace la señal de la cruz con su
cuerno; entonces, el veneno se hace inofensivo, y todos los animales beben.
Phys. griego: Carlill, 199‑2oo; Peters,
34‑35;
Zambon, 6o‑6.r (n.o 22)
Hay
un animal llamado dajja,
extremadamente gen tí], que los
cazadores son incapaces de atrapar debido a 8 gran fortaleza. Tiene un solo
cuerno en medio de la frent
i
Pero
observad la estratagema con la que los cazadores lo
atrapan.
Traen a una joven doncella, pura y casta, a la que se dirige el animal cuando
la ve, lanzándose sobre ella. Entonces la joven le ofrece sus senos, y el
animal comienza a mamar de los pechos de la doncella, y a conducirse
familiarmente con ella. La muchacha entonces, mientras sigue sentada
tranquilamente, alarga la mano y aferra el cuerno que el animal lleva en la
frente; en este momento llegan los cazadores, atrapan a la bestia y la conducen
ante el rey. Del mismo modo, Nuestro Señor jesucristo alzó
....para
nosotros un cuerno de salvación en medio de Jcrusalén, en la casa de Dios,
mediante la intercesión de la
REZ~adre
de Dios, una doncella pura, casta, llena de misericordia, inmaculada,
inviolada.
Phys. griego, versión árabe*: Shepard, 49
Monosceros es
una bestia que tiene un cuerno en la cabeza; por eso lleva tal nombre. Tiene la
traza de un chivo. Es capturado por una doncella, del modo que vais a oír;
cuando el hombre quiere cazarlo, apoderarse de él con engafio, se dirige al
bosque, donde se encuentra la guarida del animal, y deja allí una doncella con
el seno descubierto;
el monosceros percibe su olor, se acerca a la virgen,
le besa el pecho y se duerme ante ella, buscándose así la muerte. Llega el
hombre, que lo mata durante el sueño o se apodera de él vivo para hacer con él
lo que quiera. Esto tiene un gran sentido, y no dejaré de explicároslo. Monosceros es griego: en francés, significa «un solo cuerno». la bestia de esta
índole representa a jesucristo, que es y será Dios, lo fue y lo seguirá siendo;
nació de la Virgen
se
encarnó por los hombres, y en pura virginidad, para Mostrar su pureza, se
apareció a la Virgen y la Virgen lo concibió; es Virgen, lo fue y será, y nunca
dejará de serlo. Escuchad brevemente la significación de esto. Esta bestia,
No siriaca, como dice Shepard.
en
verdad, representa a Dios; la doncella representa, sabedlo, a Santa María;
igualmente, por su pecho ha de entenderse la Santa Iglesia, y el beso debe
representar la paz. Y el hombre, cuando se duerme, se encuentra a semejanza de
la muerte; Dios, que sufrió la muerte en la cruz, durmió como un hombre, y su
muerte fue muerte para el príncipe de las tinieblas, y su destrucción fue
nuestra redención, y sus sufrimientos nuestro descanso; así burló Dios al
diablo mediante el engaño adecuado. El Diablo engafió al hombre, y Dios‑Hombre,
al que no reconoció, engañó a su vez al diablo mediante su apropiada virtud:
así como el hombre es alma y cuerpo, Él fue Dios y hombre.
PT, VV‑
393‑458
Que
este animal tenga un solo cuerno en la cabeza, representa al Salvador, que
dijo: «El Padre y yo somos uno solo» (Jo. io). Este cuerno es muy afilado, lo
que significa que ni los principados, ni las potencias, ni los tronos, ni las
dominaciones, pueden comprender a Dios tal como es. Que esta bestia sea
temerosa, representa la encarnación y
la
humildad, de las que dijo jesús: «Aprended de mi, que soy dulce y humilde de
corazón» (Mt ii). Este cuerno es tan afilado, que e) Jemonio, astuto por lo demás, nopijdn comprender el misterio de la encarnación.
De Bestús, 227
El unicornio lucha a menudo con los
elefantes vence hiriéndoles en el vientre.
El monoceros es
un monstruo de horrible con el cuerpo semejante al de un caballo, pies como los
de un elefante y cola como la de un ciervo. De] centro de su frente brota un cuerno de asombroso esplendor, liasta de cuatro píes cíe largo, tan
afilado que perfora fácilmente
148
todo
aquello contra lo que carga. Ni uno solo ha ido a parar vivo a las manos del
hombre, y aunque es posible matarlos, no se les puede capturar.
Cambridge, 21,
43‑44
Y
sabed que en nuestra tierra están los unicornios, que tienen solamente un
cuerno en la frente; los hay de tres clases, verdes, negros y blancos también,
y a veces matan al león, Pero el león los mata con mucha astucia, pues cuando
el unicornio está cansado se apoya contra un Srbol, y el león da la vuelta; el
unicornio pretende herirlo con su cuerno, pero golpea el árbol con tanta
fuerza, que después no puede arrancar el cuerno, y entonces lo mata el
Preste Juan: Denis, ig2
Os
hablaré ahora del unicornio, un animal que solamente tiene un cuerno situado en
medio de la frente. Este animal es tan bravo, tan combativo y aguerrido, que
ata ca a los elefantes; es el más temible de todos los animales que existen en
el mundo. Combate con fiereza contra el elefante. Tiene la pezuña tan dura y
cortante, y su punta tan afilada, que no hay nada que golpee sin atravesarlo y
hendirlo. El elefante no puede defenderse de ~l cuando le ataca: pues le hiere
tan fuerte bajo el vientre con su pezuña cortante como una hoja, que lo
destripa del todo,
GC, vv. 1375‑1392
SOY' semejante
al unicornio, / Que queda atónito al mirar / Cuando contempla a la doncella. /
Tanto goza con SU tormento, Que cae exánime en su regazo; / Entonces,
149
lo matan a traición. / De igual modo me
han matado Amor y mi señora, en verdad: / Tienen mi corazón, y ni puedo
recobrarlo. / Señora, cuando ante vos me hallé, / 1 os vi por primera vez, / Mi
corazón tanto se estremeció, Que quedó con vos, cuando os dejé. / Entonces fue
llevad< sin rescate, / Cautivo a la dulce prisión / Cuyos pilares sol de
deseo, / Sus puertas de hermoso mirar de buena esperanza.
Thibaut, canción XXXIV,
estr. I Y 2
Y fui cazado igualmente
por el olfato, igual que
unicornio, que se duerme al dulce aroma de la virgínidaj
de la doncella. (...) Amor, que es un cazador astuto, coloc
en mi camino a una joven con cuyo aroma me adormecí,
que me hizo morir de una muerte como la que corres n
de a Amor, a saber, la desesperación sin esperanzad
merced. Por esta razón afirmo que fui cogido en la trainp
por el olfato; ( ... ). 1
RE, 42‑44
El Khutu. Su cuerno
es muy buscado. El Tansúqna‑ma
dice que, según algunos, es un hueso de
serpiente, y según otros, el cuerno de un animal semejante a una vaca; es de
llo y alcanza un gran precio; el de un anirnal color amarl joven es preferible
al de otro viejo.
Sus
propiedades: el veneno no tiene efecto sobre, quien lo lleva; y cuando hay
veneno presente en las proximidades, el portador del KhUtu lo percibe
por la transpiración.
El
Qat'd: En el Jami'u‑1‑Hikiyat
se dice también que éste es un animal
parecido a un carnero, con dos cuernos, y capaz de correr velozmente; ningún
animal puede medirse con él, y todo el que resulte herido por sus
150
cuernos,
muere. Los cazadores visten a una hermosa doncella, la llevan y la instalan
allá donde ha de pasar el animal, con el pecho descubierto; el qat'ú llega
entonces, mama de su seno y se embriaga; los caza* dores lo atan y se lo
llevan.
Nuzbat, 14, 33‑34
El
unicornio es la bestia más salvaje que existe; nadie se atreve a hacerle
frente, debido a un cuerno que tiene en la cabeza. Tan gran placer le produce
el olfatear a una doncella y su virginidad, que cuando los cazadores quieren
cogerlo, disponen una doncella en su camino; cuando la ve, se duerme en su
halda, y ya está atrapado.
Best. provenzal, 68o‑682
El
unicornio representa al diablo, ya que es tan terrible y malvado que no puede
ser atrapado si no es con el olor de la virginidad, es decir, con buenas obras
y virtud, tal como esta escrito: «Con Dios lograremos la virtud, y Él
aniquilará a los que nos atormentan».
Libellus, 284 (XXIX)
Este
unicornio representa una clase de hombres crueles de este mundo, que se han
vuelto tan malvados y perversos, que no hay hombre alguno al que no venzan con
su maldad. Así lo fue San Pablo, que perseguía de mala manera a todos los
cristianos, y los lapidaba y martirizaba; pero cuando Nuestro Señor jesucristo,
que nació de la Virgen Purísima Nuestra Señora Santa María, se le apareció y le
dijo: «Pablo, Pablo, ¿por qué me persigues?», San Pablo, que vio el resplandor
del Hijo de la
Virgen
María, se llenó del aroma de Dios Nuestro Señor, y
cayó
en tierra como muerto ( ... ). 1
Bestiaris I, 89‑go (MS A)
Y
si la doncella no es virgen, el unicornio se cuida de reclinarse en su regazo;
al contrario, mata a la j*oven corrupta e impura. ( ... )
El
doctor Plinio dice también en su 8.0 libro que, cuando quiere luchar contra el elefante, al que odia
mortalmente, lima y afila su cuerno contra las piedras, como lo haría un
carnicero con su cuchillo para matar un animal.
Hay tres tipos de
unicornios. Unos tienen cuerpo
de caballo, cabeza de ciervo y rabo de jabalí, y los cuernos
negros, más oscuros que los demás. Éstos tienen el cuerno
de dos codos de largo. Algunos no llaman unicornio a éstos
( ... ), sino monoteros
o monoceron. Otro tipo de unicornio
es llamado eglisseron,
es decir, cabra cornuda; éste es
grande y alto como un caballo de gran alzada, y semejante
a un chivo, y tiene el cuerno muy afilado. La otra clase de
unicornio es similar a un buey, y salpicado de manchas
blancas. Éste tiene el cuerno entre negro y pardo, como el
primer tipo ( ... ); cuando ve a su enemigo, se enfurece
como un toro. Proprietez, 559‑56o
EL ONAGRO IN5
(V. 6)
Está
escrito en el libro de Job: «¿Quién ha dejado en libertad al onagro?» (Job 39,5). El Fisiólogo ha dicho del onagro que es el gula de la manada, y que cuando las
152
hembras dan a luz machos, el padre les
corta los testículos para que no puedan procrear.
Los
patriarcas trataban de plantar un semen corpóreo; en cambio los apóstoles,
hijos espirituales, practicaron la moderación y desearon el semen celestial,
como está escrito: «Regocíjate, estéril, la sin hijos; / entona un canto de
alegría, tú que no conoces los dolores del parto, / porque los hijos de la
abandonada son más numerosos / que los hijos de la casada, dice Yavé» Us. 54,1;
Gal. 4,z7, trad. Nácar). ( ... )
El
onagro posee también otra propiedad. Dijo el Físiólogo que se le encuentra en
los palacios reales, y el día z5 del mes de Famenóth conocen por el onagro que
es el equinoccio: en efecto, cuando rebuzna doce veces, el rey y ala corte
reconocen que es el equinoccio. El onagro es el (
¡demonio,
cuando la noche, esto es, el pueblo de los entiles, se ha hecho igual al día,
es decir a los fieles profetas: entonces ha rebuznado el onagro, o sea el
demonio ( ... ).
Pl2ys.
griego: Zambon, 47‑48, n.o 9; 8‑T‑82‑,
n.o 45; Peters, 29‑30
Los
onagros son animales, no bestias feroces; pero, Mov os por un enorme coraje, y
exultantes a menudo de fuerza, arrancan las peñas de los montes. Se les
describe en los desiertos de Persia, junto a prodigios increíbles, con cuernos
de buey y cuerpos poderosos.
Liber, 104
El
asno salvaje lleva, y es justo, el nombre de onagro. De éste, dice el Písiologo
en su texto: cuando marzo ha completado 25 días en su curso, en tal día del mes
rebuzna iz veces, y de noche igualmente según ese orden, pues este tiempo es el
de equinoccio, es decir que noche y día son de la misma duración. Lanzando doce
veces su rebuzno y su
153
bramido, muestra que noche y día tienen
respectivamente doce horas; el asno está afligido, cuando lanza sus gritos, de
que la noche y el día sean de igual duración, pues prefiere el tiempo de la
noche que el del dí Oíd
la.
' ' " duda, lo que esto significa. El onagro representa en es vida el
demonio, y por marzo entendemos todos los tiempos disponibles, pues en esa
estación Dios lo hizo todo, como es evidente. Y los adivinos, leyendo el
Génesis, encuentran lo siguiente: Dios llamó día a la luz, y noche a las
tinieblas; por el día entendamos a las buenas gentes, como es lógico, que irán
a la luz y reinarán con Dios, y por la noche entendamos a los que irán con
Nerón [=Satanás], y por las horas has de entender el número de gente. Cuando el
diablo advierte que decrecen sus gentes, como lo hacen las horas de que consta
la noche después del equinoccio de primavera, que tenemos en verano, empieza
entonces a gritar, a lamentarse con fuerza, como lo hace el asno que rebuzna y
brama. Y el equinoccio es la demostración de que después del Julcio habrá un
paraíso sin fin, y un infierno igual.
PT,
VV. 1827‑1886
La
propiedad del asno salvaje es que jamás canta si no tiene un hambre voraz, y
entonces canta con tanto esfuerzo, que revienta completamente al no encontrar
qué comer.
Cambrai, 236, n.o 25; texto integro
Fara,
el asno salvaje, llamado qu1an
por los turcos, se parece mucho al asno
doméstico; tanto, que no es posible distinguirlos. Dicen que a causa de la
dureza de su parto, ¡a hembra arranca con los dientes los testículos del mach
para
que no pueda preñarla de nuevo. Nuzbat,
22‑23
154
El
asno salvaje es una bestia que es perezosa y deforme; y tiene una forma
horrible de rebuznar; pues no brama como los demás. Y cuando tiene hambre,
brama con tan gran fuerza que revienta del todo.
Por
este asno podemos entender un tipo de hombres imprudentes, que son perezosos en
pensar bien, en hablar bien y en hacer toda clase de obras buenas, y son
deformes porque no se parecen a su Creador ( ... ), que nos hizo a su imagen y
semejanza, aquel[los] que vive[n] en los pecados prohibidos por Dios, y que no
vive[n] pensando bien y haciendo buenas obras, como lo hizo Nuestro Señor
jesucristo.
Y
así como el asno, que no brama como los demás, y cuando tiene hambre grita con
tanta fuerza que se destroza del todo, así se comportan algunos hombres, que
son tan habladores y tan amigos de vociferar, que todas sus acciones y sus
palabras son horribles y espantosas para cualquier hombre bueno. Y cuando
tienen un asunto en la corte o en otros lugares (por intereses suyos, o para
demostrar sus derechos), gritan y hablan tanto, con tan gran furia y tan
iracundamente, que todos se apartan de ellos. (Y así, si algún buen derecho
tienen, lo pierden por su hablar desquiciado), y quedan confundidos y rotos,
como dice el Evangelio: que todo hombre iracundo, chando quiere ayudarse a sí
mismo, se desayuda (y pierde más de lo que avanza, debido a su
desconocimiento).
Bestiaris 1, 58‑59 (MS A)
EL
CATOBLEPAS IN5
(V.7)
El cathapleba es
un animal que hay junto al manannal llamado Níger, según escriben Plinio y
Solino, que vive cerca de las orillas del río Nilo, una bestia de tamaño
mediano y de poco movimiento. Su pesada cabeza, la lleva
155
con
dificultad, y es de mirar tan ponzoñoso, que los que contemplan sus ojos
pierden inmediatamente la vida. La concupiscencia de la vista se representa con
este animal; de ahí que El que
mire a una mujer, etc.; de ahí que David vio a Bersabee.
Cantimpre, 125 (IV, 28)
El
Sannajat es bien conocido. De todos los animales terrestre s, es el más
corpulento. Si su mirada encuentra el ojo de cualquier animal, el Sannajat muere; y de forma similar, cualquier animal cuya mirada da en el ojo
de él, muere; pero si la mirada ha dado primeramente en el cuerpo M otro, y
solamente después en el ojo, esta naturaleza peculiar no entra en juego. Por eso,
mientras el 5annájat vive, ningún otro animal posee un lugar de reposo o de retiro; y
cuando muere el Sannijat,
proporciona alimento durante largo
tiempo a los animales de la región.
Nuzbat, is‑I9
[El
catotephas] tiene una cabeza muy pesada, que i lleva siempre inclinada hacia el
suelo; y ello es así por disposición de su especie, y para la salvación de
hombres y bestias, pues es tan perverso y ponzonoso, que ningún hombre puede
mirarle directamente al rostro, so pena de morir inmediatamente sin remedio.
Pues tiene la misma maldad que la serpiente coketrys [=el
basilisco], según dice Plinio en el libro 8.0, capítulo zz.
Trevisa 11, 756 (libro XV, capítulo 53)
DE LA GORGONA, 0 EXTRAÑA BESTIA DE LIBIA IN5
Entre
las numerosas y diversas clases de animales que se crían en África, se cree que
la Gorgona nace en aquel
156
país.
Es una bestia temible, y horrible de contemplar; tiene párpados grandes y
espesos, ojos no muy grandes, pero muy semejantes a los de un buey sólo que
sanguinolentos, y no miran directamente adelante, ni tampoco hacia arriba, sino
continuamente al suelo, hacia abajo, por eso se le llama en griego Catobleponta. Desde la coronilla hasta la nariz tiene una larga melena colgante, que
le da un aspecto horroroso. Come hierbas mortíferas y venenosas, y si en
cualquier momento ve un toro, o cualquier otra criatura a la que teme, de
inmediato hace que su melena quede enhiesta, y una vez así alzada, entreabre
sus labios, separa ampliamente las fauces, y despide desde su garganta un
aliento picante y horrendo, que infecta y emponzoña el aire por encima de su
cabeza, de forma tal que todas las criaturas vivas que aspiran de semejante
aire resultan gravemente afectadas, pues pierden la voz y la vista, cayendo en
letales y mortíferas convulsiones. Se crían en Hesperia y Libia.
Los
poetas tienen una ficción, a saber que las Gorgonas fueron hijas de Medusa (
... ). Estas Gorgonas nacen en aquel país [¿Africa?], y tienen tal cabellera en
sus cabezas, que no sólo aventaja a todos los demás animales, sino que
tarribién envenena cuando queda enhiesta. Plinio lo llamó Catablepon, porque mira siempre al suelo, y dice que todos sus miembros son
pequeños, salvo la cabeza, que es muy pesada, y rebasa la proporción de su
cuerpo; nunca la levanta, y todas las criaturas que ven sus ojos, mueren.
De
ello se suscita una cuestión, a saber, si el veneno que despide procede de su
aliento o de sus ojos. Por eso es más probable que, como el cockatrice [ =basilisco], mate por la vista, y después por el aliento de su boca, al que no
puede enfrentarse ningún otro animal del mundo. Por otra parte, cuando los
soldados de Mario siguieron a Yugurtha, vieron a una de estas Gorgonas, y
suponiendo que era una oveJa, que continuamente inclinaba la cabeza hacia el
suelo y se movía lentamente, se lanzaron sobre ella con sus espadas; la bestia,
desdeñosamente, descubrió de
157
pronto
sus ojos, encrespando su cabello, y al verlo los soldados cayeron muertos.
Al
enterarse Mario, envió a otros soldados a que matasen a la bestia, pero
murieron del mismo modo que los primeros. Por último, los habitantes de la
región explicaron al capitán el veneno que poseía la bestia por su naturaleza,
y cómo, si no era muerta de inmediato, producía la muerte a sus perseguidores
solamente con la mirada de sus ojos. Entonces, el capitán dispuso una emboscada
de soldados que lo mataron de improviso con sus lanzas, y lo llevaron al
emperador; Mario envió a Roma su piel, que fue colgada en el templo de
Hércules, donde se daban festejos después de los triunfos. De ello se desprende
que matan con la vista, y no con el aliento. (‑‑‑) Es un animal
completamente cubierto de escamas, como un dragón, y no tiene pelo excepto en
la cabeza, con grandes dientes porcinos, alas para volar, y manos para asir, de
un tamaño intermedio entre el de un toro y una ternera. ( ... ) Del examen de
esta bestia se desprende una prueba decisiva de la divina sabiduría y
providencia del Creador, que ha orientado los ojos de este animal hacía abajo,
como si enterrase de esta forma su veneno, para evitar que perjudique al
hombre; y los ha cubierto con un pelo áspero, largo y fuerte, de modo que sus
rayos ponzoñosos no se reflejen hacia arriba, a menos que la bestia fuese
provocada por el miedo o la ira; y la pesadez de su cabeza es como un lastre
para limitar la libertad de su venenosa naturaleza. Pero, qué otras partes, virtudes
o vicios contiene la panoplia de este monstruo, sólo lo sabe Dios, que por azar
ha consentido en que viva sobre la faz de la tierra, sin otro propósito que
constituya un castigo y un azote para la humanidad; y es un ejemplo evidente de
Su propio poder colérico de destrucción eterna ( ... ).
Topsell
I, 2o6‑207
158
EL BASILISCO IN5
(V.8)
El
basilisco es llamado en latín regulus, porque es el rey de las serpientes, que
huyen en cuanto lo ven, pues las mata con el aliento. Si ve un hombre, lo mata.
Ningún ave voladora escapa si ve al basilisco, pues, incluso desde muy lejos,
es quemada por el fuego de su boca. Sin embargo, es vencido por las comadrejas
que colocan los hombres en los agujeros de la tierra donde se esconden. En
cuanto ve una, escapa, pero ella le persigue y lo mata. En efecto, el
padre
común no ha creado nada sin su remedio. Tiene medio pie de largo, y está
manchado con líneas blancas. Como los escorpiones, busca los lugares áridos; si
se acerca a las aguas y pica a alguien, éste se vuelve hidrófobo y linfático.
Este mismo animal se llama también silbido, pues mata silbando, antes de morder
o de abrasar.
El
basilisco es el rey de los reptiles; con su sola mirada mata al hombre; hace
perecer con su aliento a las aves voladoras, y está tan lleno de veneno, que
reluce; si el hombre lo ve primero, no puede hacerle daño, y el basilisco queda
como único rey en la arena vacía.
De Bestús, 214
Existe
un animal llamado basilisco. El Fisiólogo nos dice, a proposito de su
naturaleza, cómo nace; y nos da a entender que nace del huevo de un gallo.
Cuando el gallo ha cumplido siete años, le nace un huevo en el vientre. Y
cuando siente este huevo, permanece maravillado de sí mismo, y siente la mayor
angustia que pueda sufrir un animal. Entonces, busca discretamente un lugar
cálido, en un estercolero o en un establo, y araña con las patas hasta que
excava un agujero en el que poner su huevo. Y cuando Pl huevo tenga su nido
preparado, el. gallo correrá allí más veces diarias, Pensondo constantemente en desem
159
barazarse
de él. Y el sapo es de tal índole que percibe por su olfato el veneno que lleva
el gallo en el vientre; Tinmediatamente se pone al acecho, de forma que no
pueda el gallo ir al foso, sin que el sapo lo vea. Y en cuanto el gallo se
aparta del lugar en el que debe poner el huevo, allá está inmediatamente el
sapo, por ver si el huev 1 1 puesto. Pues el sapo es de tal índole, que toma el
huevo y lo incuba, si puede acercarse a él de alguna manera. Y cuando lo ha
incubado tanto, que ha llegado el tiempo de la eclosión, resulta un animal que
tiene cabeza, cuello y pecho como los de un gallo; y desde el pecho hacia
abajo, es como una serpiente. Y en cuanto puede valerse este animal, busca un
lugar oculto en una vieja grieta, o en una cisterna abandonada; y allí
permanece, para que nadie pueda verle. Pues es de tal naturaleza, que si el
hombre puede verle antes de que él vea al hombre, muere; y si él ve al hombre
antes, es el hombre quien morirá. Pues el animal es de tal naturaleza, que
arroja su veneno por los ojos; y tiene la mirada tan venenosa, que mata a las
aves que vuelan por encima de él, si puede mirarlas entre los ojos. Este animal
es el rey de todos los demás reptiles, y temido por ellos, igual que el león es
más poderoso y temido que todas las demás bestias. Y no puede pasar por un
lugar, sin que éste pierda su virtud; pues jamás volverá a producir, ni hierba
ni otra cosa alguna. Y si toca un árbol, éste pierde su virtud, y jamás dará
fruto; ha de perecer y secarse. No obstante, es un bello animal, de hermoso
color manchado de blanco. Pero otro tanto sucede con muchas cosas que son
atractivas, pero malas. Quien desee matar a este animal, deberá tener un claro
recipiente de cristal o de vidrio, a través del cual pueda ver a la bestia.
Pues al tener el hombre la cabeza tras el vidrio o el cristal, el basilisco no
puede distinguirlo, y su mirada es detenida por el cristal o el vidrio; cuando
el basilisco arroja su veneno por los ojos, es de tal naturaleza que, si choca
contra algún objeto, rebota hacia atrás contra él, y ha de morir.
Este
animal representa al diablo, al mismo Satanás
160
que
se escondió en el paraíso, que engañó a Eva y a Adán; así comieron del fruto
prohibido. Por eso fueron expulsados del paraíso, y cuando murieron, fueron a
caer a la cisterna del infierno. Así fueron envenenados, ellos y todos ¡los
descendientes de Adán durante cuatro mil años, que murieron todos y cayeron a
la cisterna, con el basilisco, es decir, al infierno, con el demonio. El hijo
de un rey se dolió de que este animal fuera tan venenoso, y que matase a todo
el mundo; y que nadie pudiese matar o contemplar a la bestia. Entonces, entró
el hijo del rey a un recipiente
cucho
más transparente que el vidrio o el cristal; entenid que el Hijo de Dios entró
en el cuerpo bendito de Nuestra Señora, la Virgen más clara y limpia, María su
madre. Entonces, el basilisco arrojó por los ojos su veneno, al contemplar el
recipiente en el que se encontraba el h¡)o del rey; y el veneno chocó contra el
recipiente, sin poder hacer daño a nadie, salvo a la bestia. Entonces, rebotó
el veneno sobre el animal, y éste permaneció languideciente hasta que el hijo
del rey se encontró fuera'
‑1‑Irecipiente
en el que se hallaba; entended que Nuestro EL‑or jesucristo estuvo en el
vientre de su madre, por lo Wye el Enemigo languidecía hasta que fue clavado en
la `Cruz, donde murió. Y cuando Dios fue llevado a Su sepulcro, y resucitó al
tercer día, el hijo del rey, jesucristo, entró en la cisterna vieja, y sacó de
ella a todos sus amigos, a los que el basilisco había atraído y matado con u
veneno, desde que Adán cayera dentro; y condujo a la aridad y a la alegría a
todos a los que se llevó consigo. Intended que Dios arrebató a sus amigos del
infierno, merced a la muerte que quiso sufrir por Su pueblo.
PB: Cahier 11, 2‑13‑215
... Pues existe una mala gente / Llena de
mala visión;
No
hay bajo el cielo mala aventura / De la que ellos no se interen, / Pues antes
de que haya sucedido, / Ya se han percatado del hecho. / A muchos finos amantes
ha dañado
161
/
Esta gentuza de mal origen / Por su mirada traidora y repugnante / Tal gente
parece el basilisco: / ¡Dios los castigue con la hidropesía! / El basilisco
tiene tal índole / Que sólo mediante su mirada / Mata, sin curación alguna, / A
aquellos a quienes mira primero, / Pues el veneno que les arroja / Los
emponzoña hasta el corazón. / Así digo que obran aquéllos / Que ven hasta el
fondo del corazón / Los pensamientos escondidos, / Y a toda prisa los
descubren, / Allá donde los pobres amantes / Son entregados al dolor y a la
muerte.
B. dAmour rimé, vv. 3212‑3234
Su
tamaño es de medio pie, lleva manchas blancas, y tiene una cresta semejante a
la de un gallo. Cuando avanza, la mitad anterior de su cuerpo se yergue
verticalmente, y la otra mitad queda como en las demás serpientes. Y por muy
feroz que sea el basilisco, lo matan las comadrejas, animales un poco mayores
que un ratón, y de vientre blanco. Y sabed que Alejandro los vio; mandó hacer
entonces unas grandes ampollas de vidrio, en las que entraban hombres que
podían ver a los basiliscos, mientras que éstos no los veían, y los mataban con
sus flechas; y mediante tal añagaza, libró de ellos a si mismo y a su ejército.
Brunetto, 134 (1:140)
y
la afirmación de Hermes de que el basilisco se genera en el vidrio, no se
refiere al auténtico basilisco, sino a cierto elixir alquímico en el que se
convierten los metales.
Alberto Magno, 82
162.
El besalís es
un animal pequeño, pero tan ponzoñoso, que mata a los hombres solamente con la
mirada. Y son reyes de las serpientes; y no hay en el mundo bestia que se les
quiera enfrentar. Y allá por donde pasan, debido al gran veneno que tienen,
secan los árboles y las hierbas. Y todos los años mudan de piel, como hace la
serpiente, y después la renuevan.
Bestiaris 11, 118
(MS G)
A
continuación puedo mencionar al Cockatrice
o basilisco, pasando así a las serpientes.
Este es el rey de las serpientes; no por su tamaño o su grandeza, sino por su
avanzar majestuoso y su talante magnánimo: pues siempre lleva erguidos la
cabeza y la mitad de su cuerpo, y tiene una especie de cresta como una corona
sobre la cabeza. De espesor, esta criatura alcanza el de la muñeca de un
hombre, y su longitud es proporcional al grosor; tiene los ojos rojos, entre
una especie de negrura brumosa, como si fuese fuego mezclado con humo. Su
veneno es muy caliente y ponzoñoso, capaz de secar y requemar la hierba, como
si de fuego se tratase; infecta el aire a su alrededor, de forma que ninguna
otra criatura puede vivir a proximidad: en eso se parece a la gorgona [el
catoblepas], del que acabo de tratar.
Y
entre todas las criaturas vivas, ninguna hay que perezca antes por el veneno
del basilisco, que el hombre; pues con su vista lo mata: es decir, que los
rayos de los O)OS del basilisco corrompen el espíritu visible del hombre, según
se afirma. Corrompido éste, todos los demás espíritus vitales que proceden del
corazón y del cerebro, se ven corrompidos también, y así el hombre muere. Se
dice que su silbido es igualmente malo, ya que destruye árboles, mata pájaros,
etc., emponzoñando el aire. La víctima del basilisco también resulta venenosa
para quien la toque. Sólo una comadreja puede matarlo ( ... ).
Que
nazca de un huevo puesto por un gallo viejo, es
163
difícilmente
creíble: no obstante, algunos afirman con gran confianza que, cuando el gallo
se vuelve viejo y cesa de montar a sus gallinas, nace en su interior, de su
simiente corrompida, un huevecillo cubierto con una delgada película en vez de
cáscara; incubado por un sapo o alguna criatura semejante, el huevo produce un
gusano venenoso, aunque no este basilisco, este rey de las serpientes. Plinio
describe el basilisco como de no más de doce pulgadas de largo, a cuyo respecto
el Señor Topsell opina que este no es el gran basilisco principal, sino más
bien aquel gusano nacido del huevo; por eso, sugiero que cada persona formule
su propia opinión sobre esto.
Su,an, 486‑487
COMADREJA Y
VIBORA IN5
(V.9)
Dice
la Ley: «No comerás comadreja ni cosa alguna que se le parezca» (Lev ii,z9).
De
la comadreja, dijo el Fisiólogo que tiene la propiedad siguiente: concibe a
través de la boca y, una vez preñada, pare por las orejas. Hay algunos que
comen el pan espiritual en la Iglesia: pero cuando se alejan de ella, arrojan
la palabra divina fuera de sus oídos, como la comadreja impura, y se vuelven
como el áspid sordo, que se tapa las orejas.
Así
pues: <~No comerás comadreja, ni cosa alguna que se le parezca» (Lev ii,z9).
Phys. griego: Zambon, 6o, n.l 21; Peters, 23‑24
La
llaman comadreja (mustela),
como si fuese un ratón alargado, pues
los griegos usan theon
para decir «Iargo>~.
T nA
Cuando
vive en una casa, se mueve de un lugar a otro con sutil astucia, después de
haber tenido a sus crias, y siempre descansa de noche en una madriguera
diferente.
Persigue
a las serpientes y a los ratones.
Existen
dos clases. Una vive lejos, en el bosque ‑los griegos llaman a éstas Ictides‑, y la otra vagabundea por las casas. Algunos dicen que conciben por la oreja
y paren por la boca, mientras, por otra parte, otros declaran que conciben por
la boca y dan a luz por la oreja.
Se
dice que las comadrejas son tan entendidas en medicina que, si por cualquier
circunstancia sus crías mueren, pueden resucitarlas si consiguen llegar a
tiempo.
Estas
criaturas representan a no pocos de vosotros, que aceptáis de buen grado por el
oído la semilla de la palabra de Dios, pero que, entorpecidos por el amor de
las cosas terrenas, la relegáis a un lugar inadecuado, y disimuláis lo que oís.
Cambridge, 91‑93
...
Se parecen en esto a la comadreja, / Pues tal es su naturaleza / Que en el
tiempo en que ha de criar / Expulsa a sus hijos por la boca. / Lo mismo hacen
ellas, pues si un hombre / Requiere a una de amores, / Buscando con dulzura su
carifio, / En cuanto ella ha concebido / De aquello que ha recibido / ‑Su
ruego y su petición‑, / Está dispuesta a dar a luz: / Se libra con gran
rapidez, / Con una disculpa de la boca, / Y pasa a otras palabras, / Sin
preocuparle que él le hable / De lo que habría menester / Y que le supondría
ayuda. / Se parece a la comadreja, / Que teme que le quiten / Sus cachorros.
Cuando los tiene, / Se los lleva del lugar / En el que han venido al mundo, /
Para ponerlos a salvo en otro sitio. / Esta última propiedad / Me angustia
sobremanera, / Pues temo, si os requiero de amor, / Que os mudéis a otro lugar
Y
que no queráis oírme hablar / De aquello que más anhelo, / Ni queráis ver mi
enfermedad, / Hermosa y
165
dulce
amiga mía, / Pues entonces, sin remedio, / Estaría condenado a muerte...
B.
d'Amour r¡m¿ vv. 667‑700
Dice
el libro de los Kyranides: la comadreja cocida en aceite de oliva hasta que se
ha consumido, y pasada por un paño, constituye un buen bálsamo contra la gota,
los nervios rígidos, las inflamaciones de los pies, y cualquier tipo de reúma y
paperas. Su testículo izquierdo, envuelto con el cuello de una gallina, da
origen a un huevo. Dése su sangre a un epiléptico, y se cura.
Su
hiel es un remedio contra el áspid; el resto es~ un veneno, como dice Plínio.
El Papa Clemente dice de esta que concibe por la boca y pare por la oreja.
Pero, al contrario, Isidoro dice que se equivocan quienes afirman que la
mustela concibe por la boca y da a luz por la oreja.
Cantimpr¿, 152
OV‑77)
Antes
de que empiece la batalla la comadreja con la sierpe impía, contra el veneno
que tanto le daña va en busca del «crespirigno» de inmediato. Después la teme
menos que a una brizna; la ataca, en cambio, y hacia atrás la empuja. Amigo, al
cabo del primer combate ten muy presente la pasión de Cristo: si estás
envenenado por la sierpe, recurre a Cristo que en la Cruz se muere, y pídele
que su sangre te entregue Te verás ya librado del ve~eno, vencerás al Maligno
con tu voz, implorando a María siempre virgen.
Gubbio, 77
(XXI, De la donnola)
166
LA
NATURALEZA DE LA COMADREJA IN5
La
propiedad y la índole de la comadreja es tal, que concibe por la oreja y pare a
sus hijos por la boca.
Muchos
hombres y mujeres tienen, pues, esta propiedad natural, porque lo que conciben
por el oído, inmediatamente procuran difundirlo por la boca, pues no todo lo
que se capta por el oído ha de difundirse siempre por la boca, pues lo malo no
ha de divulgarse, sino que más bien ha de ocultarse, según lo que está escrito:
«En las malas palabras no falta el pecado». Pues todo el que sabe
razonablemente callar lo que debe callar, estará cerca del propio Dios, y
tendrá en sí mismo la primera virtud, según la frase de Catón: «Es próximo a
Dios aquel que sabe callar a propósito».
Libellus, 278 (XXv,
Natura mustelle)
La
mustela es un animal pequeño (y muy inteligente), que tiene una extraordinaria
propiedad: concibe por la oreja y pare por la boca; da a luz a sus hijos
muertos, y se dice que conoce una hierba que los hace resucitar.
Esta
mustela representa a los buenos predicadores, que predican la palabra de los
Evangelios, de las Epístolas, y de las profecías, a los oídos de los hombres
del mundo; pues predican la caridad, es decir, amar a Dios sobre todas las
cosas, y al prójimo como a uno mismo; y predican la pobreza, y la paz, y la
humildad, la castidad y la rectitud. Pero hay pocos hombres que quieran usar o
perseverar en estas virtudes, pues si antes las oyeron en la predicación, ahora
las han olvidado, pues tienen el corazón muerto. Sin embargo, bien se ve que a
veces hay hombres que recuerdan las buenas palabras que oyeron, y que no habían
olvidado; y van en busca de la hierba que hace resucitar las buenas palabras de
Dios, cuya hierba es el recuerdo de la gloria del paraíso, y el recuerdo de las
penas del infierno, pues habéis de saber con certeza que estas dos
167
1
cosas
son las que más recuerdan a los pecadores que han
de
obrar bien. Bestiaris 1, 76‑77
Dios
hablaba a través del ángel, y la Virgen quedaba impregnada por el oído (San
Agustín).
Salve,
Virgen madre de Cristo, / Que concebiste por el oído (Santo Tomás Becket),
Cambridge, 93, n
Bien
habló Juan a los fariseos: «Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira
que os amenaza?» (Mat 3,7; trad. Nácar).
El Fisiólogo ha
dicho de la víbora que el macho tiene rostro de hombre, y la hembra rostro de
mujer; hasta el ombligo tienen forma humana, pero la cola es de cocodrilo. La
hembra no tiene vagina en el vientre, sino solamente una especie de ojo de
aguja. Así pues, cuando el macho cubre a la hembra, eyacula en su boca, y
cuando ella ha tragado el semen, corta los órganos genitales del macho, y éste
muere al instante. Cuando crecen, los hijos devoran el vientre de la madre, y
de tal manera salen a la luz: las víboras son, por lo tanto, parricidas y
matricidas,
Así,
Juan equiparó muy bien a los fariseos con la víbora: de hecho, de la misma
forma en que la víbora mata a su padre y a su madre, igualmente aquéllos dieron
muerte a sus padres espirituales los profetas, a Nuestro Señor jesucristo y a
la Iglesia: ¿Cómo pueden escapar, pues, a la cólera que va a llegar? Y el Padre
y la Madre viven eternamente; éstos, en cambio, están muertos.
PhYs. griTO.'
ZambOn, 48‑49, fi. 0 ‑10
1168
También
dice el Physiologus: hay tres clases de víboras nocivas, y tienen tres
propiedades. La primera es que al envejecer pierde la vista, pero hace lo
siguiente: ayuna cincuenta días y noches hasta que su piel se afloja; entonces,
busca una piedra hendida y rugosa, pasa a través, se libra de su piel y
rejuvenece. «¡Qué estrecha es la puerta y qué angosta la senda que lleva a la
vida » (Mate0 7J4; trad. Nácar). La segunda propiedad es que, cuando va a beber con una
anguila, primero vomita su veneno en su caverna. Imitemos su prudencia y,
cuando vamos a beber el agua, es decir, a escuchar la palabra de Dios en la
Iglesia, no traigamos con nosotros el polvo y la sucia concupiscencia de las
cosas del mundo, sino que, con la conciencia purificada por la confesión
humilde y verdadera, entremos en el templo del Señor, rezando y cantando salmos
en nuestro corazón. La tercera propiedad de la víbora es que, si ve al hombre
desnudo, huye de él; si lo ve vestido, le ataca. Comprendamos, en sentido
espiritual, que cuando nuestro primer padre estaba desnudo en el paraíso, no
fue vencido por el demonio, la serpiente antigua. Cuando se revistió de su
túnica, es decir, la mortalidad del cuerpo, la serpiente se arrojó sobre él.
De BestúS, 246
Las
víboras, que así se entrematan, representan a los felones judíos que dieron
muerte a nuestro Creador y lo clavaron en la Santa Cruz, a jesucristo que es
nuestro padre, y Jerusalén nuestra madre.
G, M 523‑528
La
víbora tiene tal propiedad que al hombre desnudo no quiere mirar; al verlo
vestido, sus fuerzas recobra, lo ataca y combate con fuerte poder.
169
Debe tenerse por muerta el alma que el
Enemigo puede poseer; está condenada a la muerte eterna cuando sus enseñas ve
aparecer. Por la víbora entiendo a nuestro Enemigo, por el hombre desnudo, a
Cristo en la cruz, por el que Satán fue juzgado y vencido. No queráis más
tenerlo por amigo; aquel que creyese obtener más de él, se verá más abandonado
y destruido.
Gubbio, 157 (LXI)
Así
pues, por la víbora podemos entender a aquellos hombres que con facilidad
cometen homicidios y otros pecados mortales, y éstos rara vez pueden huir
cuando han matado, sin perecer en los pecados mortales, según lo que está
escrito: «El que a hierro mata, a hierro niuere». Y por el hecho de que los
hijos maten a la madre, se ha de entender que las acciones perversas que comete
el hombre lo matan, ya que el hombre no puede recoger más que aquello que siembra,
según lo escrito por San Agustín: «Lo que sembramos, recogemos, y lo que damos,
recibI*MOS».
Libellus, 324 MIII)
EL APTALOPS IN5
(V. io)
Existe
un animal llamado hydrops,
bastante feroz; tanto, que el cazador no
puede acercársele: tiene grandes cuernos en forma de sierra, con los que es
capaz de cortar árboles gruesos y altos, y derribarlos. Cuando tiene sed, va
170
al
río Éufrates, y bebe: allí hay arbustos de ricino de delgadas ramas, y el
animal se pone a jugar con sus cuernos contra el ricino, y termina por quedar
trabado entre sus ramas, y lanza sonoros bramidos, queriendo huir, pero no
puede. El cazador, al oírlo, llega y lo mata.
Tú
también, oh fiel, que tienes dos cuernos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, con
los que puedes embestir a tus enemigos, la lujuria, el adulterio, la avaricia,
la soberbia y todas las pasiones materiales, no te enredes en ellas, que son
semejantes a los arbustos de ricino, si no quieres que te atrape el malvado
cazador.
Phys.
gríego: Zambon, 73‑74, n.o 36
el
agua representa la embriaguez, y el arbusto la prostituta, naturalmente; por el
cazador, entiéndase a Satanás, que atrapa al hombre cuando la meretriz lo ha
enredado, sorprendido y burlado; de esto es capaz el demonio, como dice el
Bestiarlo. Y la Escritura dice que el vino y Í la mujer tienen la propiedad de
convertir al sabio en necio, y de hacerle tropezar en el charco.
PT,
vv. 825‑844
Y¿imúr.
En el 'Aja'¡bu‑1‑MakNÚqat, se dice que éste es un animal con cuernos, semejante a una vaca; vive
en los bosques, y cuando bebe agua cobra energía, vaga por la selva y se
despierta su apetito sexual. Puede ocurrir que sus cuernos se enreden en los
árboles y que no pueda soltarlos; entonces llegan los hombres y lo matan. Su
carne, cocinada en vino, da inteligencia a los niños, y les cura de la
estupidez.
Nuzbat, 26
'71
mili
El antílope tiene dos cuernos en la
cabeza, cortantes, afilados y fuertes sin medida, bebe un agua, agradable y
pura, del Éufrates, y allí se dedica a pastar. Luego, se va jugando al bosque,
allá donde es más intrincado y sombrío, enreda sus cuernos y queda trabado;
cualquiera puede darle una muerte cruel. Por este animal ha de entenderse al
hombre,
por los dos cuernos los dos testamentos, la^,
y
por el bosque el mundo tenebroso;
y
luego el Enemigo, al ver que el hombre
es
preso en sus deleites,
se
lleva su alma al lugar doloroso.
Gubbío, 57, n.II xi
LA HORMIGA‑LEÓN
IN5
(V.
I I)
Elifás,
rey de los Temanitas, dijo: «La hormiga‑león
pereció por falta de alimento» (Job 4, 11).
El
Fisiólogo ha dicho que tiene
los miembros
delanteros de un león, y las partes traseras de hormiga. Su
padre es carnívoro, pero su madre es herbívora. Cuando
engendran a la hormiga‑león, la engendran con dos
atributos, pues no puede comer carne, ya que ello se
opone a la naturaleza de su madre, ni puede alimentarse
de plantas, puesto que ello va contra la de su padre: así, e
muere por falta de alimento. t~
De
modo semejante obra el hombre indeciso, incons‑ lt
tante en todos sus designios. No se debe avanzar por dos p
carpinos, ni hablar de forma doble en la plegaria. Está al
escrito: «¡Ay del corazón doble, y del pecador que va por g1
dos caminos!» (Sirach z,IZ‑13). No está bien decir sí‑no,
y di
172
§no‑sí;
sí ha de ser sí, y no, no, como dijo Nuestro Señor jesucristo.
Bien
dijo el Fisiólogo acerca de la hórmiga‑león.
Pbys. gi¡ego: Zambon, 59‑6o, n.I> 2o; Carfill, 189; Peters, 18‑19
Existe
además otra hormiga, distinta de las que os he descrito, que se llama hormiga‑león.
Ésta es el león de las horrnigas, y es la más pequeña de todas, pero la más
¡ente y atrevida. Odia a muerte a las demás hormigas, y oculta perfectamente
entre el polvo, pues es muy astuta:
[ando
vienen las demás cargadas, sale del polvo precipitándose sobre ellas, las
asalta y las mata. ¡Señores, por Dios que jamás mintió, fijaos en la
hormiguita, que es tan isora y tan sabia, al conocer su ventaja!
GC,
VV. 1009‑1024
La hormiga‑león (formicoleon)
también es llamada
mi rmicoleon por Adelino, de «mirmin», que significa
,,hormiga», y «leon» es decir «león»; el león de las
hormigas.
Este
insecto es de la familia de las hormigas, pero es mucho mayor. Cuando aún es
pequeño y de escasas fuerzas, finge ser pacífico y humilde. Pero cuando cobra
energía, vigor y corpulencia, desdeña a sus primeras compañías y acompaña a la
turba de los mayores. Luego, cieciendo en audacia, se oculta en lugares
retirados y, a ejemplo de los bandidos, sorprende a las hormigas que trabajan
en sus ocupaciones habituales; como un ladrón, les arrebata sus cargas, o
incluso degüella y devora a las propias hormigas. Y en invierno, cuando las
hormigas han almacenado alimentos en la tierra, como si fuese en un granero, el
mirmicoleon, que durante el verano no había dispuesto para sí provisiones de
ninguna clase, saquea y
destroza
sus trabajos. Esta clase de animales represent: los hipócritas y a los
malvados, en los claustros.
Cantimpré, 303 (IX,22)
CENTICORA IN5
(V. IZ)
Entre
los propios etíopes existe una fiera a la que
llaman eale:
tiene el tamaño de un hipopótamo, cola
elefante, pelo negro o rojizo, mandíbulas de jabalí, cuernos de más de un codo
de longitud, móviles, que esgrii alternativamente en los combates, y que emplea
bien s recta, bien oblicuamente, según lo que le aconseja táctica.
PliniO,
49 (VIII, 73)
Otra
bestia [de la India], eale,
tiene cuerpo caballo, mandíbula de jabalí,
cola de elefante, y cuern, curvados: uno de ellos vuelve hacia la espalda, y
comba con el otro. Tiene horror al color negro. Se desenvuel, igualmente bien
en el agua que en tierra.
Honorius, 229
(W3)
Existe
una bestia llamada yale,
del tamaño de L caballo, que tiene la
cola como de elefante, color negro quijadas de jabalí. Lleva cuernos
extrañamente largo dispuestos para ser movidos a voluntad. No están fijó sino
que se mueven‑ según lo dictan las necesidades de 1 batalla; cuando la
fiera combate, apunta uno de ellos haci adelante y repliega el otro hacia
atrás, de modo que,
174
daña
la punta del primero con algún golpe, lo afilado del segundo pueda sustituirlo.
Cambridge, 54‑55
Hay
una fiera que frecuenta los desiertos de la India, llamada centicore. El Fisiólogo nos dice que es totalmente negra, y es una de las bestias más crueles
que existen. Tiene dos cuernos en la cabeza, rectos como varas y más afilados
en su extremo que ninguna pica. Cuando combate contra otro animal, coloca uno
de sus cuernos tendido a lo largo de la espalda; y se defiende con el otro
cuerno, de forma que parece que se encuentre en medio de la frente, cuando
lucha. Y cada cuerno mide más de cuatro codos, y derriba y mata con ellos a todo
el que hiere de un golpe. La cabeza de esta fiera es muy extrafía; tiene el
hocico redondo como el fondo de un barril, muslos y pecho como de león, patas y
cuerpo como de caballo y cola de elefante. Y su voz recuerda mucho la voz
humana. Y el basilisco la odia más que a cualquier otra bestia. Cuando puede
hallarla dormida, la pica entre ambos ojos; N~ cuando la ha picado, se marcha.
Entonces se hincha el centicora de tal forma, que los ojos le salen de la
cabeza, y muere debido al veneno del basilisco.
El
centicora nos representa a los hombres. El cuerno con el que combate significa
los ojos de la cabeza, que todo lo desean; por ello el cuerpo está siempre en
lucha, por las novedades que ellos comunican al corazón codicioso. Y el cuerno
que yace inmóvil, tendido a lo largo de la espalda, que nunca combate,
representa los ojos del alma, que no se preocupa de batallas, de codicia ni de
sinrazón alguna. Y el basilisco que la pincha y la envenena, representa para
nosotros el demonio, que por sus artes proporciona al hombre mala tentación de
muchas formas, mediante la cual le hace pecar. El que la bestia se hinche
debido al veneno, significa los pecados mortales. Que los oPs de la bestia se
salgan de la cabeza, significa la muerte,
175
que por fuerza ciega los ojos del
difunto. Y los diablos 9 divierten con él, y se llevan su alma al fuego del
deseo donde arde sin apagarse, y vive eternamente muerta, si
1
morir.
PB. Cahier
111, 223
1
Hay [en la India] otra fiera a la que
llamann cceennttiicc0re, que tiene
cuernos de ciervo en mitad del rostro, pecho y muslos de león; tiene también
orejas grandei patas de caballo y la boca redonda, y el hocico como e extremo
de un tubo. Sus ojos están muy cerca i, y la voz se parece muchísimo a la de un
hombre,
Y
hay otra bestia muy feroz, con cuerpo de caballo cabeza de jabalí. Tiene cola
de elefante, y dos cuernos un codo de largo, de los que pone uno a la espal
mientras lucha con el otro. Es de color negro, y se trata ld e una fiera muy
horrible, tan peligrosa en el agua como e tierra. 1 Image, 113
MANTICORA IN5
(V. 13)
En
la India nace una bestia llamada manticora. Tieni una triple fila de dientes
que alternan entre sí; rostro di' hombre, con ojos relucientes e inyectados en
sangre cuerpo de león; la cola, como el dardo de un escorpión;, una voz
chillona, tan sibilante que evoca las notas de una flauta. Es ávida de carne
humana, con auténtica voracidad. Sus patas son tan fuertes, sus saltos tan
potentes, que ni el espacio más extenso, ni el obstáculo más elevadopueden
detenerla.
Cambridge, 51‑52
176
Tiene ojos de cabra y cuerpo de león, cola de escorpión, y voz de
serpiente que, mediante su dulce canto, atrae a las gentes y las devora. Image, 113
Y
su cola es como la de un escorpión salvaje, con un aguijón, y hiere con púas
duras, como un puerco espín. ( ... ) Plinio dice que tiene la voz como la voz
de un hombre, y si éste toca la flauta y la trompa, parece que la voz de esta
fiera se armoniza con la trompa, con su ritmo y melodía...
Trevisa II, io99‑iioo (XvIII:i)
Una
fiera llamada manticora, / concebida de hombre y de animal, / pero semejante a
cada uno de ambos, / y que desea carne humana con avidez. / Su voz es bella y
armoniosa, /y quien la oye, en ella se deleita: / es afin, por supuesto, al
Enemigo, / que, fingiendo, engaña al alma. / Se parece al hombre por su engaño,
/ que, queriendo atraer a sí a la gente, / se convierte en un ángel de luz, / y
a la bestia que vive en el deleite: / tanto hace disfrutar a quien la cree, /
que lo conduce a la condenación.
Gubbio, 83 (XXIV,
De la mantiocora)
y
creo que es la misma bestia que AvIcena llama Marion, y Maricomorion; con la cola, hiere a sus perseguidores, vengan por delante o por
detrás; y cuando ha disparado sus púas, otras nuevas nacen en su lugar,
derrotando así a todos los cazadores. Y aunque la India esté llena de diversas
fieras voraces, ninguna es designada con el nombre de Antropophagi, es decir, devoradores de hombres, a excepción de esta Mantichora.
Cuando los
177
hindúes
capturan uno de sus cachorros, le hieren los cuartos traseros y la cola, para
que jamás ‑vuelvan a crecerle afiladas púas; después, se doma sin
peligro. ( ... ) La llaman también Martiora, que en lengua persa significa
devorador de hombres;
Topsell
1, 343‑345
LA HIENA (IR
AL ÍNDICE)
(V. 14)
Hay
un animal llamado hiena, que está acostumbrado a vivir en los sepulcros y a
devorar los cadáveres. Su naturaleza es tal, que a ratos es masculina y a
otros femenina; de ahí que sea una
bestia repugnante.
No
puede volverse, salvo haciendo girar completamente su cuerpo, pues tiene la espina
dorsal rígída y toda ella de una sola pieza. Solino cuenta muchos prodigios de
ella. En primer lugar, frecuenta las majadas de los pastores, y camina en torno
a las casas por la noche, estudiando con oído atento el tono de voz de los que
en ellas viven, pues es capaz de hacer imitaciones de la voz humana. Imita el
ruido de los vómitos humanos, con el fin de apoderarse de los hombres atraídos
de noche al exterior mediante esta astucia.
Cuando
ha conseguido hacer salir a perros, se los traga con sollozos hipócritas. Y si
por azar los sabuesos cruzan su sombra mientras le dan caza, pierden la voz y
no pueden ladrar. Esta misma hiena excava las tumbas en busca de cadáveres
enterrados.
Los
hijos de Israel, que al principio sirvieron a Dios vivo, son comparables a esta
bestia. Después, se entregaron a las riquezas y al lujo, venerando a ídolos
muertos; por eso el profeta comparó la sinagoga a un animal sucio, diciendo:
«MI heredad se ha convertido para mí en la guarida de la hiena». Sí, aquellos
de vosotros que sirven
178
a
la lascivia y a la avaricia son semejantes a este monstruo.
Ya
que no son ni machos ni hembras, no son tampoco fieles ni paganos; son,
evidentemente, el pueblo de quien dijo Salomón: «Un hombre de espíritu doble es
inconstante en todas sus acciones». Sobre él dijo también el Señor: «No puedes
servir a Dios y a Mammón».
Esta
bestia tiene una piedra en el ojo, llamada también hiena, que,
según se cree, permite a la persona que la tenga debajo de la lengua predecir
el futuro. Es cierto que si una hiena camina tres veces en torno a cualquier
animal, éste ya no puede moverse. Por esta razón, afirman que tiene algún tipo
de destreza mágica al respecto.
En
cierta región de Etiopía, copula con una leona, y de la unión nace un monstruo
conocido como Crotota. Éste es capaz de repetir las voces humanas con
exactitud. Se dice que no puede volver la vista hacia atrás, debido a su
columna vertebral rígida, y que es ciega en tal dirección a menos que se dé la
vuelta. No tiene encías en la boca. Tiene un hueso dental rígido a todo lo
largo, que se cierra como una cajita, de forma que no puede ser mellado por
cosa alguna.
Cambridge, 30‑32
Pabu', la
hiena, llamada diltú por los turcos, es un animal estúpido; hablándole, se la
puede engañar y matarla. Tiene órganos a la vez masculinos y femeninos, a la
manera de un hermafrodita, y cada año se excitan los órganos de uno de los dos
sexos. Los árabes llaman fur'u1
a su cría. Tiene enemistad con el perro ‑hasta
tal punto, que si la sombra de la hiena cae sobre él, el perro interrumpe su
carrera, la hiena lo alcanza y lo devora. Tiene amistad con el lobo; copulan, y
su progenie es llamada sab',
si el padre es la hiena, y haba‑‑‑r, si el padre es el lobo; lobo y hiena amamantan a os cachorros del
179
or
11,1
otro. En la secta del imán Sháfi'! (¡Dios se complazca en él!), es legítimo comerla.
Nuzbat, 31‑32
Hay una fiera que se llama hiena y come
a los muertos de su sepultura; no encuentra ninguno que de ella se defienda,
pues no pueden moverse, y actúa segura. Quien no se arrepiente de sus pecados
tiene el alma en la tumba, encadenada y a oscuras: se entiende por tal fiera al
Enemigo que come y devora las almas.
Con
gusto quisiera el Enemigo
comer
las almas que están en penitencia;
pero
como las halla libres e iluminadas,
vergonzosamente
vuelve sobre sus pasos,
pues
no tiene poder alguno sobre ellas,
tanto
las ha fortalecido Dios con su gracia.
Gubbio, 45 (v,
De la venna)
EL DRAGÓN IN5
T15)
El dragón es la mayor de todas las
serpientes, y realidad de todos los seres vivos que hay en la tierra. Los
griegos lo llaman draconta,
y esto ha pasado al latín bajo
S
el nombre de draco.
Cuando el dragón sale de la cueva, a
menudo se eley a los cielos, y el aire a su alrededor se vuelve ardiente~ Tiene
cresta, boca pequeña y un estrecho gaznate a trav'
,e del cual toma aliento o saca la
lengua. Por otra parte, su fuerza no está en los dientes, sino en la cola, y
hace daño con sus golpes más que con sus picaduras. Así, es]
ISO
inofensivo
en lo que atañe al veneno. Pero dicen que no necesita veneno para matar, ya
que, si se enrosca en torno a alguien, lo mata de esa forma. Ni siquiera el
elefante se ve protegido contra él por el tamaño de su cuerpo, pues el dragón,
que yace al acecho junto a los caminos por donde suelen transitar los
elefantes, enlaza sus patas con un nudo, merced a su cola, y los mata por
asfixia.
Nace
en Etiopía y en la India, en lugares donde el calor es perpetuo.
El
demonio, que es el más enorme de todos los reptiles, es como este dragón. A
menudo sale de su guarida lanzándose al espacio, y el aire en torno a él se
inflama, pues el demonio, al elevarse de las regiones inferiores, se convierte
en un ángel de luz y engaña a los necios con falsas esperanzas de gloria y de
goce terrenal. Se dice que tiene una cresta o corona, porque es el Rey de la
Soberbia, y su fuerza no está en los dientes, sino en la cola, porque engaña a
los que atrae hacia él con artimañas, destruyendo su fortaleza. Yace escondido
junto a los senderos por los que pasean, porque su camino al Paraíso está
obstaculizado por los nudos de sus pecados, y él los estrangula hasta matarlos.
Pues si alguien queda preso en las redes del crimen, muere, y va sin duda al
infierno.
Cambridge, 165‑167
El
dragón no mata a hombre alguno, sino que lo devora larniéndolo con su lengua.
Cambrai, 235, n.o
22
Thu'bdn, el
dragón, es llamado por los árabes tinnin,
por ¡os turcos Iú y por los mongoles moghúr.
Es un animal de cuerpo enorme, de aspecto terrible, con una boca ancha y muchos
dientes, ojos llameantes y de gran longitud. Al comienzo, era una serpiente, y
con el transcurso del tiempo se convirtió en dragón y cambió de
181
forma;
sobre este asunto, se ha dicho: «Cuando la serpiente encuentra oportunidad, se
vuelve dragón». El autor del 'AjXibu‑1‑MakNúqat
dice que cuando la serpiente alcanza los
treinta metros de largo y los cien afios de edad, la llaman dragón; y sigue
haciéndose gradualmente mayor, hasta que se vuelve tal que los animales
terrestres se aterrorizan al verla. Dios todopoderoso la arroja entonces al
mar; y también en el océano aumenta su tamaño, de forma que excede de diez mil
metros; le nacen dos aletas como a un pez, y sus movimientos causan las olas
del mar. Y cuando el daño que hace también resulta manifiesto en el mar, Dios
todopoderoso le envía la muerte, y un viento la arroja a la tierra de Yájúj y
Májú] [=Gog y Magog], como alimento de ellos. De ahí puede juzgarse la
excelencia del modo de vida de las tribus Yájúj y Májúj* ya que los diversos
miembros de sus cuerpos permanecen así intactos por carne animal, debe ser
porque llevan una vida tan excelente*. Comer el corazón del dragón aumenta la
valentía; quien lo come, vence a los animales. Si se ata su piel a un
enamorado, decaerá su pasión. El estado de cualquier lugar en el que se
entierre su cabeza se volverá agradable.
Nuzhat, 36‑37
El
dragón es de tal naturaleza que, cuando tiene sed, va derecho en busca de un
hermoso manantial de agua pura, limpia y sana; pero antes, de verdad, va a
vomitar a una zanja. Cuando está limpio y purificado de veneno, puede entonces
beber con toda seguridad. Debemos imitar a los dragones: cuando vamos a la
santa iglesia a escuchar la palabra de Dios, no debemos llevar con nosotros
codicia ni avaricia; debemos purgarnos de todo vicio mediante la auténtica
confesión. Entonces, podremos entrar al templo a orar y a escuchar la palabra
de Dios. G, VI)‑ 577‑594
* Stephenson se pregunta si la frase
no es irónica.
18z
IÍ~
/Í
ANFISBENA Y
ÁSPID (IR AL ÍNDICE)
(V.16)
La
llaman amphivena (Amphzsbena) porque tiene dos cabezas. Una cabeza se halla en el lugar adecuado, y
la otra en la cola. Con una cabeza sujetando a la otra, puede roda r en
cualquier dirección, como un aro. Ésta es la única serpiente que aguanta bien
el frío, y es la primera que sale de la hibernación. Lucano escribe de ella:
~<Alzándose sobre sus cabezas gemelas, llega la peligrosa Amphisbaena, y sus
ojos brillan como lámparas».
Cambridge, 176‑177
Y
el áspid quema la hierba que se encuentra cerca de su nido. Al extenderse la
sequedad de su aliento, quema ioda la tierra en un círculo de tres pies, y
ningún ser vivo puede acercarse a menos de siete pies; y si alguien, hombre o
bestia, entra dentro de este radio, con seguridad ha de morir.
¿Y de qué modo atrapa el encantador al
áspid? Va al
lugar en que aquél se encuentra, y hace
siete gavillas de
plantas secas, poniéndolas a remojo siete
días hasta que se
pudren. Toma una varilla de siete metros
de largo y se
obstruye los pulmones, los oídos y la
nariz, de forma que
el aliento del áspid no pueda alcanzarle. Y se acerca desde
lejos, con palabras de adulación, arrima
y lanza sobre el
áspid, una tras otra, las siete gavillas.
Da fuego a la
primera gavilla, lo mismo a la segunda, y
así con todas las
demás. Cuando el encantador se aproxima,
el áspid yace
muy cerca mirándole, y se tapa los oídos
para no oír la
voz del encantador; pues si oye su voz,
muere en seguida.
Y cuando él ha llegado a la distancia de
siete metros del
reptil, alarga su varilla y separa su
cola de sus oídos; el
áspid muere inmediatamente. Y el
encantador que la ha
sor netido se convierte en su amo, y
obtiene de ella lo que
quiera,
183
Del
mismo modo estuvieron los judíos, en su tiempo, aferrados al error ( ... ). Y
dijo el profeta David: «Tienen veneno semejante al veneno de las serpientes; /
son áspides sordos, que cierran sus oídos. Para no oír la voz de¡ encantador, /
por hábil que éste sea». (Salmo 58, 5‑6; trad. Nácar). Con razón fueron
llamados los judíos áspid que tapa sus oídos, ya que no oyen la voz del
encantador, el esposo, ni la voz de las Sagradas Escrituras. También al demonio
se le llama áspid; el calor abrasador es el poder del mal; el suelo es el
infierno y sus tormentos. ¿Quién es el encantador? ‑Es Cristo. ¿Qué son
las gavillas? ‑Los siete cielos. ¿Qué es la varilla de diez metros? ‑Los
hijos de David. ¿Qué es el encantamiento? ‑La voz del Salvador, que
venció al demonio.
Bien
habló el Physiologus de la serpiente áspid.
Phys. griego: Carlill, 234‑235
Áspid es
una serpiente que representa el género humano. Es astuta y traidora, y experta
en el mal; cuando ve a los que hacen encantamientos, que quieren seducirla y
atraparla mediante engaño, tapona perfectamente sus oídos: oprime uno contra el
suelo, y en el otro mete la cola con firmeza, para no oír nada. Esto tiene una
gran significación, que no dejaré de explicaros. De tal indole son los ricos de
este mundo: tienen un oído en la tierra, para adquirir riquezas, y el otro lo
tapan con los pecados que los esclavizan: por la.cola de la serpiente, has de
entender los pecados humanos. El rico apetece lo que ve, sea por medios malos o
justos; una vez que lo ha obtenido, no dará limosna, ni se arrepentirá de
perjudicar al prójimo. No quieren escuchar a Dios, ni cumplir su voluntad; pero
aún verán llegar el día en que habrán de oírlo, los desgraciados; el día del
juicio, lo oirán los afligidos que irán merecidamente al infierno. Tal es, sin
duda, la significación del áspid. As en griego quiere decir veneno, y por eso
es llamado así el áspid; emponzoña y muerde,
184
dando
muerte a los hombres. Hay varias clases de serpientes en el mundo, con diversas
propiedades y diferentes formas de matar: los que resulten mordidos por una,
morirán de inmediato; otros se hincharán, y morirán al cabo del tiempo; otros
sufrirán sed, y morirán abrasados; a otros, después de morderles, les beberán
la sangre. Esto resolvió Cleopatra, experta en artes ‑fue reina del país
de Egipto‑ que hizo el siguiente prodigio: las colocó a sus pechos, y
mamaron de ella con tal violencia, que bebieron su sangre, la reina murió
PT,
VV. 16i5‑i68o
Así
son los hombres de este mundo, que aplican una oreja a los deseos terrenales, y
taponándose la otra no oyen la voz del Señor, que dice: «Quien no renuncia a
todo lo que posee, no puede ser mi discípulo o mi siervo». Aparte de los
hombres, el áspid es la única criatura que puede hacer tal cosa, es decir,
negarse a escuchar. Los hombres ciegan sus propios ojos, de manera que no ven
el cielo, ni tienen presentes en espíritu las obras del Sefior.
Cambridge, 173‑174
El Fisiólogo nos
habla de un animal llamado áspid: es una serpiente que custodia el árbol del
bálsamo; y nadie se atreve a acercarse al árbol del que mana el bálsamo,
mientras vela el áspid. Esta serpiente vigila el árbol del que gotea el
bálsamo; y no hay hombre lo bastante vali*ente como para atreverse a tomarlo
mientras está despierto el áspid. Y cuando uno quiere acercarse al árbol para
conseguir bálsamo, conviene dormirla antes de atreverse a aproximarse. Los
cazadores llevan consigo instrumentos de varios tipos, y los hacen sonar para
que se duerma; y en cuanto oye la música, por mucho que le
185
agrade,
tiene tanto sentido por su propia naturaleza, que
obtura
una de sus orejas con el extremo de la cola, y frota
la
otra en tierra, hasta llenarla completamente de fango. Y
cuando
está ensordecido de este modo, no teme ya que le
duerman,
pues no puede oír la voz del encantador que
quiere
darle sueño.
Así
son los ricos, que prestan un oído a sus deseos, y tapan el otro con sus
pecados. La serpiente llamada áspid tapa solamente sus orejas; pero los ricos
se tapan, además, los ojos, con apetencias terrenales y rapiñas; así que no
tienen oídos con los que oír los mandamientos de Dios, ni ojos con los que
mirar hacia el cielo y pensar en Aquel que a todos nos da bondad y justicia.
Pero Aquel al que no
qieren
oír ahora, lo oirán en el gran día de] juicio,
ui
cuando diga: «Vosotros, malditos, apartaos de mí: e id al fuego eterno que está
preparado por el diablo y sus ángeles».
111: I>B: Cahier 11, 147‑148
De
igual modo, existe en nuestra tierra el árbol d e la vida, del que procede el
crisma; este árbol está completamente seco, y una serpiente lo cuida, velando
todo el año
día
y
día y noche, salvo el día de San Juan, en que duerme día y
noche. Y entonces nos acercamos al árbol, y en todo lel
año no produce más que tres libras, que manan de él gota
a gota. Cuando estamos junto al bálsamo, lo tomamos y
después nos marchamos rápidamente, por miedo a que
venga la serpiente. Y este árbol está cerca del Paraíso
Terrenal, a un día. Y cuando despierta la serpiente, se
enfurece y grita tan fuerte, que se le oye a una jornada de
camino; es dos veces mayor que un caballo, y tiene nueve
cabezas y dos alas; cuando hemos pasado el mar, regresa,
y llevamos el crisma al patriarca de Santo Tomás, que lo
consagra, gracias a lo cual somos cristianos, y lo que
queda lo enviamos al patriarca de Jerusalén, y éste lo
manda al Papa de Roma, que lo consagra y lo multiplica
186
en
aceite de oliva, y luego lo distribuye por los cristianos del mar.
Preste Juan: DeniS, 200
El
áspid es una especie de serpiente venenosa, que mata al hombre con sus dientes.
Sin embargo, existen de varios tipos; y cada uno tiene una propiedad nociva,
pues el llamado áspid hace morir de sed al hombre al que muerde; y otra,
llamada prialis, lo hace dormir tanto, que muere; y otra, llamada emorois, le
hace derramar toda su sangre hasta su muerte; el llamado prester va siempre con
la boca abierta, y cuando aferra a alguien con sus colmillos, se hincha tanto
que fallece, y de inmediato se i pudre tan horriblemente que resulta diabólico.
Y sabed que el áspid tiene una piedra muy reluciente y preciosa, a la que
llaman carbunclo; y cuando el encantador que quiere quitarle la piedra pronuncia sus
palabras mágicas, apenas se da cuenta la bestia terrible, planta una de sus
orejas en tierra y tapa la otra con la cola, de tal forma que queda sorda, y no
oye las palabras del conjuro.
Brunetto, 133 0:138)
El
áspid es semejante a la serpiente, pero es muy prudente y previsor. Existe otro
animal tramposo, engañaLlor y traidor‑ odia al áspid, y lo mataría de
buen grado si pudiera. Nadie podría cansarse de oír cantar a esta bestia. Otros
animales van siguiéndolo de lejos, para escuchar su canto. Se dirige a cantar a
la fosa en que vive el áspid, pues piensa sacarlo de allí. Cuando le oye el
áspid, se da cuenta perfecta de que este animal trata de engafiarle: escuchad
qué prodigio hace. Apoya una oreja en tierra, y mete la cola en la otra, de
forma que no puede oír en absoluto. De igual forma obra todo hombre: en
resumen,
,,pone
en la riqueza gran parte de su cuidado, y otra parte
187
en
pecado y lu)uria. La lujuria lo agota y aturde, y la codicia lo ciega, pues no
quiere prédica ni ensenanza de
Dios.
G, vv. ir51‑1i76
Así
debe obrar todo aquel que se guía por las riendas de la razón, pues no debe oír
aquello que pueda mancillar su cuerpo y su alma, ensuciándolos con manchas y
pecados. Pues si el hombre no está libre y purgado de vicios, manchas y
pecados, no podrá vivir en la gloria celestial, según está escrito: «¿Quién
vivirá Señor, en tu tabernáculo, o quién descansará en tu monte santo? Aquel
que entre sin mancha y obre con justicia».
Libellus, 326 (XLIV)
HIPOPÓTAMO IN5
(V. 17)
Los
hipopótamos son unas fieras monstruosas que viven en la India, mayores de
cuerpo que los elefantes; dicen que viven en cierto río de agua imbebible.
Cuentan que, en una ocasión, arrastraron en una hora a los voraces abismos de
sus torbellinos a doscientos hombres, y los devoraron de cruel manera. ( ... )
Y junto a estas increíbles historias, se han inventado las horrendas figuras de
los hipopótamos, que tienen ‑se dice‑ tres colores. Por el enorme
tamaño de sus fauces, se les compara a un cedazo. Pero son tan tímidos, que si
se les persigue, huyen hasta el punto de sudar sangre.
Liber, io8, 112
(11: ío, 18)
Tenemos
muchos extraños animales, que en mi país se hallan por doquier: hay abundantes
elefantes, dromedarios y grandes camellos, ypotami y cocodrilos...
Preste Juan: ed. Hilka, vv. 167‑171
...
de lo que mucho se alegró Alejandro, y mandó que se edificase la ciudad
[Alejandría], y quitó de otro lugar de Egipto los huesos del profeta jeremías,
y mandó ponerlos, con muchos honores, en los muros de la ciudad, para que Dios,
por los méritos del bendito profeta, defendiese la ciudad de las serpientes
llamadas ypotames y cocodrilos. Y así ocurrió que a partir de ese día la ciudad
de Alejandro se libró de las serpientes, de las que allí había gran abundancia.
( ... )
...
mandó que algunos de sus hombres fueran a nado hasta el castillo, con que se
desnudaron de inmediato y entraron en el agua, empuñando las espadas
desenvainadas. Y cuando hubieron nadado hasta una cuarta parte del río,
llegaron unos peces de una especie que llaman ypotames y los devoraron a todos:
eran treinta y siete. ... ) Después, entró en una región hacia la parte
izquierda de la India, que era una ciénaga seca, y llena de zarzas. Y cuando
quisieron atravesarla, salió de pronto una bestia algo semejante a un ypotame,
salvo que tenía el pecho como de cocodrilo, y en la espalda una especie de
sierra; sus dientes eran largos y muy afilados; pero en su caminar, era tan
lenta como una babosa. De inmediato cargó contra los hombres de tropa y mató a
dos de los caballos; pero ninguno podía herirlo con su lanza, tan durisima era
su piel. Sin embargo, con otros tipos de armas, tanto hicieron que al final lo
mataron. ( ... ) Alejandro tenía grandes deseos de dirigirse al agua, pero no
podía pasar el río [el Phison] con su ejército, pues había numerosos ypotames y
escorpiones y cocodrilos, que aparecían en el río en todo momento, salvo en el
mes
189
de
agosto; ignoro por qué razón no se mostraban entonces.
Alexandre, 62, 164, 175, 186
El
hipopótamo [ypotamel es un pez al que llaman caballo fluvial, porque nace en el río Nílo.
Su lomo, sus crines y su voz son como de caballo, sus pezuñas están hendidas
como las de un buey, sus dientes son como los de un jabalí, y tiene la cola
retorcida; come el trigo de los campos, donde se mueve retrocediendo, pues teme
las asechanzas de los hombres. Y cuando ha comido demasiado, y se da cuenta de
que está abotagado por el exceso de alimento, camina sobre cañas recién
cortadas, hasta que brota la sangre de sus pies en gran cantidad, y de tal
manera cura de su enfermedad.
Brunetto, 131
(1:135)
En
aquella tierra [Bacharle=Bactria], hay muchos ipotaynes, que
viven a veces en el agua y a veces en tierra. Y son mitad hombre y mitad
caballo, como ya he dicho. Y devoran a los hombres, cuando pueden apoderarse de
ellos.
Mandeville, 194
HIDRA Y
COCODRILO IN5
(V.18)
Existe
un animal llamado enudrís,
que tiene forma de perro y es enemigo
del cocodrilo. Cuando duerme, elt cocodrilo tiene la boca abierta: entonces, el
enudris va a untarse todo el cuerpo de fango, y cuando éste se ha
190
secado,
penetra en la loca del cocodrilo, le roe todos los canales del cuerpo y le
devora los intestinos.
El
cocodrilo es, pues, semejante al demonio, mientras que el enudris es una imagen de nuestro Salvador: en efecto, Nuestro Señor Jesucristo
se cubrió con la carne terrenal, baló al infierno y aniquiló el dolor de la
muerte, diciendo a los que estaban encadenados: «¡Salid5>, y a los que
yacían en las tinieblas: «¡Mostraos!». Y dijo también el apóstol: «¿Dónde está,
muerte, tu victoria? ¿Dónde está, infierno, tu aguijón?» (Cor 1, 15..5 5). Y después de tres días resucitó de la muerte, y con El
resucitó la carne terrena.
Existe
un animal llamado ichneumón,
enemigo acérrimo del dragón. Cuando
encuentra un dragón feroz, como dice el Fisiólogo, va
a cubrirse de barro y se protege con la cola las propias narices, hasta que
mata al dragón. También así nuestro Salvador se cubrió con la sustancia
terrenal, hasta que hubo dado muerte al dragón Faraón, que mora en el río de
Egipto, es decir, al demonio. Pues, si Cristo hubiese estado privado de cuerpo,
¿cómo 1 hubiese podido matar al dragón? Este último le hubiera objetado: Jú
eres Dios y Salvador, y yo no puedo resistirme a Ti». Pero el más grande de
todos se humilló para salvar a todos.
Phys.
griego: Zambon, 63‑64, n.O 25‑26
En
el río Nilo hay un animal llamado hydrus,
que vive en el agua. Los griegos
denominan hydros al agua; por eso se le conoce como serpiente acuática. Debido a su
veneno, los hombres se hinchan con hidropesía, y algunos llaman a esta
enfermedad ~<boa» (viruela vacuna), porque puede remediarse con el
excremento de las vacas.
El
dragón hydra, por otra parte, tiene múltiples cabezas, como el que solía haber
en la isla de Lerna o en la provincia pantanosa de Arcadia. A éste se le
llamaba excedra en latín, porque, después de haberle cortado una
191
de
sus cabezas, otras tres nacían en su lugar. Pero eso esi solamente una fábula,
Es bien sabido que existía un lugar' en que el rio Hydra, desbordándose sus
aguas, devastaba el campo circundante, porque el canal principal que llevaba al
mar se cerraba, y muchos otros brotaban, en consecuencia. Al ver esto, Hércules
limpió los lugares en que el canal principal impedía el flujo. Y el río Hydra
toma también su nombre de la palabra «agua».
Pero
el auténtico hydrus es considerablemente hostil a los cocodrilos, y tiene el siguiente
hábito y propiedadcuando ve a un cocodrilo durmiendo en la orilla con la boca
abierta, sale disparado y se revuelca en el fango. Por medio del barro
resbaladizo, puede deslizarse con facilidad al interior de la garganta del
cocodrilo. Entonces, el cocodrilo, despertándose de repente, lo engulle, y el hydrus, destrozando todos los intestinos en dos, no sólo permanece vivo, sino
que sale sano y salvo por el otro extremo.
Así,
el cocodrilo simboliza la muerte y el infierno, cu n
,,yo
e emigo‑hydrus es Nuestro Sefior Jesucristo. Pues fue quien, asumiendo la
carne humana, bajó al infierno y, rompiendo todas sus disposiciones internas,
condujo al exterior a las gentes que allí estaban injustamente encerra‑,
das. Destruyó la propia muerte alzándose de entre los muertos, de forma que el
profeta se burló de ella
Se
llama asi al cocodry1lus por su color azafran [crocum]. Se cria en el río Nilo,
y es un animal cuadrúpedo, anfibio, generalmente de unos treinta pies de largo,
armado con horribles dientes y garras. Tanta es la dureza de su piel, que
ningún golpe puede herir al cocodrilo, ni aunque se arrojen contra su espalda
piedras de peso. Yace en el agua de noche, y en tierra de día.
Incuba
sus huevos en tierra, turnándose el macho y la n hembra. Ciertos peces que
tienen una aleta dorsal e forma de sierra lo destrozan, rasgando las zonas
blandas de su vientre. Además, es el único animal que mueve la quijada
superior, manteniendo la inferior totalmente inmóvil. Sus heces proporcionan un
ungüento con el que las
19Z
prostitutas
viejas y arrugadas se untan el rostro, recobrando la belleza, hasta que el
sudor, fruto de sus esfuerzos, la hace desaparecer de nuevo.
La
gente hipócrita, disoluta y avara tiene la misma naturaleza que esta bestia,
así como todos los que están hinchados por el vicio del orgullo, sucios por la
corrupción de la lujuria, u obsesionados por la enfermedad de la avaricia,
aunque finjan plegarse a las justificaciones de la Ley, haciendo ver a los
demás hombres que son rectos y sumamente santos.
Los
cocodrilos yacen de noche en el agua y de día en tierra, porque los hipócritas,
por muy lujuriosamente que vivan de noche, disfrutan si de ellos se dice que
viven en santidad y justicia durante el día. ( ... )
El
monstruo mueve su mandíbula superior porque estas gentes, cuando hablan con los
demás, hacen gala de los ejemplos superiores de los Padres de la Iglesia y de
abundantes preceptos, mientras que en su ser, que es inferior, muestran muy
poco de lo que dicen.
Con
su pésima hez se hace un ungüento, porque las malas gentes son a menudo
admiradas y ensalzadas por los ingenuos en razón del mal que han hecho, y
alabadas por los aplausos de este mundo, como si un ungüento las embelleciese.
Cambridge, 178‑ISO, 49‑51
El
cocodrilo, al que llaman kokatris,
es una serpiente de agua. Cuando
encuentra un hombre, lo devora, y después lo llora todos los días de su vida.
Cambrai, 235, n.O 15; texto íntegro
Y
el cocodrilo mantiene generalmente la boca abierta, debido al dolor que le
produce, de modo que el aire le sirva de alivio; las aves se llevan los gusanos
que se han
m 193
1
introducido
en su boca; pero también la comadreja penetra en su boca, y desciende a su
estómago, donde se come los intestinos, matándolo de esa forma.
Nuzhat, ii
La
hidra es una serpiente a la que le crecen dos cabezas en cuanto se le ha
cortado una. Y el cocodrilo tiene mucho miedo a esta hidra.
Best. provenzal, 682; texto íntegro
Esta
propiedad del cocodrilo [llora después de devorar] nos muestra y explica que
debemos sufrir penitencia y dolor por los pecados que cometemos. Pues mientras
pecamos, debemos afligirnos profundamente e implorar el perdón de Dios
piadosísimo, para que su misericordia anule y rechace nuestras culpas, tal
corno está escrito: «Apiádate de mí, Dios, según tu gran misericordía», etc.
Libellus, 328
(XLv, Natura cucritilli)
Este
cocodrilo, que se come al hombre y después lo llora por siempre, podemos
compararlo a algunas personas espirituales de este mundo, que han incorporado
dentro de su cuerpo a Nuestro Señor, verdadero Dios y verdadero hombre, que fue
crucificado para redimir al linaje humano; y cuando el hombre bueno recuerda
que Él, que es tan alto señor, quiso bajar del cielo a la tierra y encarnarse
en el seno de Nuestra Sefiora Santa María, y quiso ser pobre y ayunar, y quiso
también sufrir que le diesen golpes ( ... ), lo colgaran de la cruz y lo
clavasen con gruesos clavos y lo coronaran de espinas (que eran juncos
entonces
le invade el corazón una gran compasión y gran dolor ( ... ).
Y
cuando entra en el corazón del hombre esta auténtica compasión, al instante
surge en él una noble virtud que se llama caridad; y la caridad tiene muchas y
buenas cabezas, y en la caridad se compendian todos los mandamientos de Dios,
esto es, amar a Dios y al prójimo.
Y
así como el cocodrilo no mueve al comer más que la quijada de arriba, otro
tanto ocurre con el hombre justo; pues él razona y medita en los pensamientos
superiores mediante los cuales espera la gloria del paraíso.
Bestiaris 1, 102‑104
(MS A)
Es
una bestia glotona, que come demasiado. Y cuando está harto, se tiende en la
orilla de algún río, y no hace sino eructar, de puro ahíto. Entonces llega un
palarillo llamado reyezuelo o roybertault,
que vuela ante sus fauces para
hacérselas abrir; cosa que no quiere hacer el cocodrilo, porque está demasiado
lleno. Pero la avecilla sigue con su vuelo, tanto que le hace abrir la boca,
para bostezar o con otro fin. Penetra al interior, y tanto rasca con sus
garras, que le hace dormirse. Después, cuando se da cuenta de que duerme, entra
en su vientre y lo perfora con las uñas y el pico, pues no hay nada más tierno
ni blando que su vientre y sus entrafías ( ... ).
Proprietez, 527
SOBRE EL BESTIARIO AIN6
EN la
Edad Media, cualquier colegial se sabía el
Bestiario
de carretilla, asegura Harris (1143)*; Y
Nilda
Guglielini añade (15)
que el Fisiólogo es el libro más
difundido,
después de la Biblia, hasta el siglo XII.
Bastarían
ambas reflexiones, a pesar de la probable exageración de la primera y de la
falta de pruebas que fundamenten la segunda, para justificar el interés y la
oportunidad de este libro, que es una antología M Bestiario medieval. Y si el
libro se *ustifica solo, parece inútil hablar de lo que es; resulta preferible
exponer, y a eso me dispongo, lo que podría y debería ser un estudio moderno
sobre el Bestiario. «Moderno» significa, sin otra pretensión, un examen del
Bestiario a la luz de la antropología, de la historia de las religiones, de la
psicología profunda... «Las psicologías de las profundidades», escribe Ellade
en Mythes (131), «han reconocido a la dimensión de lo imaginario el valor de una
dimensión vital, de importancia primordial para el ser humano en su totalidad.
La experiencia imaginaria es constitutiva del hombre, al mismo nivel que la
experiencia diurna y las actividades prácticas».
Los
libros se citan en forma abreviada, con indicación escueta de autor, título si
es necesario, y página entre paréntesis; véase la Bibliografía final.
1 197
‑E 1
Bestiario y bestiarios. El animal y el hombre
AIN6
En
su ensayo sobre juguetes, Roland Barthes (58) omite toda alusion a osos de
trapo, caballos de cartón o fieras recortables. Y, sin embargo, la atracción
que los niños experimentan hacia el mundo animal no deja lugar a duda alguna:
dibujos, cuentos o sueños infantiles sirven de vehículo a lo que Durand
denomina (71‑7z) «mensaje terlomórfico». Por otra parte, si consideramos
el despertar cultural de la humanidad, parece evidente que lo esencial del arte
prehistórico, lo más hermoso del arte auriñaciense, son las representaciones
animalísticas en las paredes de las cavernas. Por eso, cree Debidour (io), «es
fácil ver que el animal ocupa un lugar incomparable en la mentalidad del ‑primitivo
y del niño».
Volveré
sobre esta afirmación del autor del Bestiaire sculpté; siguiendo su
razonamiento, captar plásticamente a los animales es para el hombre hacerse
dueño, en cierto modo, de todo aquello que desea y no puede realizar. De tal
situación se deriva una relación de inferioridad y a la vez de superioridad con
respecto al animal. «Así, el animal es para el hombre el signo vivo de aquello
que se le escapa y de lo que conquista, de su limitación y de su dominio,
testigo humillante ( ... ) y exaltante de lo que puede el hombre» (11, 13). De
ahí que el animal interese al investigador, al artista y al «adorador», según
Debidour. Pero extraña que, al mencionar a la infancia, no se haga referencia
en las páginas citadas a algo que invarlablernente suscita la bestia, como es
el temor. El animal horm'guea, repta, se mueve, en una palabra: cambia. El
animal muerde, pica, araña, engulle. Terror ante el cambio y ante la muerte
devorante, tales parecen ser, en opinión de Durand (95), los dos primeros temas
negativos que el animal inspira. «El escritor», dice Bachelard en La poMca del espacio
(76), «sabe por instinto que todas las agresiones, vengan del hombre o del
mundo, son animales>~.
Además,
es obvio que la comunicación con el animal no existe, o apenas; que el animal
es lo impenetrable y lo
198
extraño
por excelencia, excelente razón para que el hombre proyecte en él sus angustias
y sus terrores, aún oscuros e infundados. Tales terrores sufren una extensa y
notoria eufemización cultural; así, los animales son puestos en relación con el
origen y evolución del hombre, según diversos mitos; los cuentos y leyendas los
presentan como transportadores del héroe, donantes o adyuvantes; la historia de
las religiones muestra una constante sacralización de los mismos; por último,
fenómeno que interesa aquí especialmente, los bestiarios medievales, haciendo
de ciertos animales figuras de jesucristo o de la Iglesia, ~<espiritualizan
el mundo sensible», por utilizar una expresión de De Bruyne (11, 351). El
término empleado de «cufemización~~ está deliberadamente escogido: es dificil
creer en la ~<fraternidad» con el animal, propia de la Edad Media, a que se
refiere Debidour (io8), a menos que se trate de hermanos bastante mal avenidos;
ni parece suficientemente preciso el hablar de «inversión simbólica» o de ~<
antagonismos» para Justificar las parejas animal favorable‑animal dañino.
Es obvio, por otra parte, que no tiene sentido hablar de bondad o malignidad en
relación con los animales, y ello por la buena razón de que son «ellos
misrnos», de que realizan sin dificultades la totalidad de su ser, actitud que
en el hombre no llega ni a ser una aspiración, al relegar lo inconsciente, es
decir, lo instintivo, lo oscuro y vergonzoso.
El
animal, dice Focillon, refiriéndose naturalmente al representado en las artes
plásticas medievales (187), es «un posible ilimitado»; tan ilimitado que los
textos, como se ha visto, lo componen a su gusto, lo colorean caprichosamente,
le prestan en ocasiones órganos o miembros supernunierarios, le inventan si es
preciso un nombre: buen número de obras, fundarritntalmente novelas francesas,
hablan en efecto de bestias que ostentan denominaciones caprichosas, asociadas
en general a características fantásticas. El ingenio de editores y críticos
dispone aún de campo para averiguar qué animal auténtico se oculta tras las
«berbioletes» de Erec,
«dindialos» de Troie, «azelvre» de
199
Thébes, «celidrow>
de Athis et Prophilias, «foleteaus» de la Carta del Preste Juan, «anabula» de la Chevalerie de judas Macabé... Tan ¡limitado es, que no solamente vive en cualquiera de los cuatro
elementos ‑posibilidad vedada al hombre‑, sino que participa
místicamente, en relación con ellos, de las mismas obsesiones que el ser
humano. El complejo de Prometeo, dice Bachelard en Psicoanálisis del fuego (68) y citando a Frazer, se halla disperso en todos los animales de la creación; aves
y cuadrúpedos, en mitos del mundo, se disputan la invención o el robo del
fuego,
Semejante
ilimítacion del animal es especialmente apreciable en el totemísmo o la
zoolatría.
Totemismo
y mitos AIN6
«Los
orígenes del simbolismo anímalístico se relacionan estrechamente con el
totemismo y la zoolatría>~, escribe Cirlot (77). Puesto que va a abordarse
aquí la cuestión de los símbolos teriomórficos, puesto que la figura heráldica,
por poner un ejemplo de representación simbólica, equivale a un totem para el
hombre de la Edad Media, resulta imprescindible referirse, siquiera
sucintamente, a la mentalidad totemística. La imagen totémica del mundo supone,
según Ernst Cassirer (11, 94), no una coordinación entre hombres y animales, sino una auténtica
identidad; es que, para algunos pueblos, los límites de la especie «hombre» son
flexibles, no apreciándose diferencía esencial entre ser humano y bestia. De
esta concepción se deriva la diferenciación3
que impone matrimonios exogámicos y
distanciamiento entre personas pertenecientes a totems distintos; respecto de
cómo el animal totémico sea elegido por determinado clan, tal elección
«representa y objetiviza una actitud vital y espiritual especifica». Así, los
clanes belicosos optarán por animales salvajes y fuertes, por poner un ejemplo;
pero, en ocasiones, la afinidad clan‑animal es tan estrecha que no
resulta posible decidir si el clan ha elegido según su personalidad
200
determinado
animal, o si se ha configurado de acuerdo con el mismo, dice Cassirer (11, 22‑4‑z5 Y 231‑33).
Tal afinidad entronca con la denominada
«participación mística».
Gracias
al desarrollo de la función simbólica y del lenguaje, entre los individuos de
un grupo se teje una red
« . . . 1
de
conexiones psíquicas que llamamos participacion»; pero no es precisamente a
este tipo de participación, que menciona Przyluski (zoo), al que me refiero; ni
al concepto, demasiado general y anclado en la etnología lévybruhliana, de la
participación mística como «acceso a lo real a través de la ausencia de la
individualidad racional, por un conducto, pues, semejante al de la
autodestrucción de la personalidad consciente que es propia del éxtasis» (Jesi,
151, n. 37); sino a la concreta identidad
psíquica que cabe entre el hombre primitivo y
determinados animales salvajes, y que es una concreción esencial de aquel
concepto de participación, amplio en demasía. Dicha identidad obedece a una
proyección de contenidos inconscientes por parte del primitivo. Jung cita el
ejemplo de determinados indígenas de Sudamérica que son aras
rojos, es decir, una especie de loros de gran tamaño.
«Cuando
se les replica que eso no es posible», escribe Jung (L'homme, 155), «que
no tienen alas ni plumas, que no pueden volar, que su excesivo tamaño se lo
impide, responden: 'Eso es pura casualidad; naturalmente, las aras son pajaros;
pero son nosotros, y nosotros somos ellos. También somos aras rojos, pero no
tenemos plumas'. A falta de una mentalidad prelógica, no logramos comprender
semejante discurso; nos parecería de una lógica perfecta si, como los
primitivos, poseyéramos los presupuestos de una psiquis proyectada. Pero,
precisamente, no es así: no podemos imaginar que los animales nos imiten, o que
se agiten en el interior de nuestra psiquis; que puedan ‑aunque sea de
modo diferente hablar o adivinar nuestros pensamientos. Y sin embargo, esto
constituye para el primitivo un dato que descansa en sus propias experiencias,
tan singulares para nosotros, pero
zoi
que
abundan en su mundo personal. Los primitivo,, identifican entre sí las cosas
más alejadas y distintas, insistiendo en que no forman sino una sola;
sosteniendo, por ejemplo, que cierta planta mágica es idéntica al maíz y al
ciervo. Para ellos, entre esas tres cosas no hay diferencia tío esencial
alguna. ¿Cómo es posible? Esto no cala en nues entendimiento, y contradice
nuestro principio de identidad; pero es precisamente participación mística a
escala primitiva».
Del
mismo modo, al analizar el mundo onírico de Miss Miller en Métamorphoses (541), Jung sostiene que, al matar a su primer corzo, el héroe Hiawatha
suprime al representante simbólico del inconsciente, es decir, su propia
participación mística en la naturaleza animal: de ahí proviene su fuerza
gigantesca, pues se ha apoderado de algo de la energía de la madre animal.
El
toternismo ha recibido, sin embargo, numerosas y antiguas críticas, basadas
fundamentalmente en su carácter no universal, y en no constituir, como se ha
pretendido, el origen de las religiones; lo que se censura hoy, sobre todo, es
la interpretación totemística de mitos y símbolos, o que una construcción de
tanta importancia como el estructuralísmo lévi‑straussiano se levante
exclusivamente sobre mitos totémicos. Contra el carácter no arcaico del totem
se pronuncia Van Gennep sin dar resquicio a apelación posible: «La etnografía
universal», escribe el folklorista (IV, isoz), «demuestra ( ... ) que las
personificaciones animales (en el totemismo, por ejemplo) o humanas (en forma
de espíritus guardianes, si se quiere, o genios de diversas especies) son
verdaderamente primitivas; y que el antropomorfismo no es signo de una
civilización más evolucionada que el zoomorfismo o el fitomorfismo».
Si
el totem puede servir ‑al menos en opinión de algunos‑ para
interpretar el mito, si figuras animales desempeñan un papel absolutamente
esencial en mitos de todas las culturas, conviene detenerse momentáneamente en
el concepto de mito. Pero no se trata de un concepto o de una idea, dice
Barthes (193 ss.): es una palabra, un
202
sistema
de comunicación, un mensaje, un verdadero sistema semiológico. Concepción ésta
bastante alejada de las que apuntan, sobre todo, al mito como manifestación
fundamentalmente cultural: «el mito es la entrada secreta por la cual las
inagotables energías del cosmos se vierten en las manifestaciones culturales
humanas» (Campbell, ii); como manifestación religiosa: «por ' mito entendemos
aquí un relato sobre la divinidad o seres divinos en cuya realidad cree el
pueblo. La fe es considerada aquí no como factor psicológico, sino como factor
histórico» (Propp, Ralces,
30); 0 COMO manifestación colectiva: «no hay
mito si no hay desvelamiento de un 'rnisterio', revelación de un acontecimiento
primordial que fundó bien una estructura de lo real, bien un comportamiento
humano. De donde resulta que, por su propio modo de ser, el mito no puede ser
particular, privado, personal. No puede constituirse como mito más que en la
medida en que revela la existencia y la actividad de los seres sobrehumanos que
se comportan de una manera ejemplar; lo que en el plano de la espiritualidad
primitiva ‑equivale a decir: se comportan de una manera universal, pues
un mito se convierte en modelo para 'el mundo entero' (así es como consideran
la sociedad a la que pertenecen) y un modelo para la 'eternidad' (pues sucedió in illo tempore y no participa de la temporalidad)» (Eliade, Mythes, 14).
Entre
la elegante abstracción de Cassirer, para quien el mito es «una energía
unitaria del espíritu; ( ... ) una forma de concepción que se afirma en toda la
diversidad del material objetivo de las representaciones » (11, z8g), y los
«sueños colectivos de la tribu» que constituyen los mitos para Jung, parece
preferible atenerse a esta última concepción, por las razones que expondré más
adelante. Lo que sí es evidente, es que el mito, ese «intento de conocimiento
del mundo» o «creación de la fantasía estética», como lo llama Cassirer (11, 43), escapa por su ambigüedad a una aprehensión firme por parte de los
estudiosos. Las afirmaciones de Durand (Vimagination, 3) sobre
el uso indiferente de términos como «imagen»,
203
«signo»,
«alegoría», «símbolo», «emblema». «parábola», «mito» o «fígura», ponen de
relieve la confusión que reina en este campo. No es de extranar que el P.
Aubert, citado por Lascault (z68), rechace toda clase de distinciones en este
orden. No es más preciso Durand, aunque utilice términos ya definidos y
calibrados para su propia obra: «Entenderemos por mito un sistema dinámico de
símbolos, de arquetipos y de esquemas, sistema dinámico que, bajo la impulsión
de un esquema, tiende a componerse como relato. El mito es ya un esbozo de
racionalízacíón, puesto que utiliza el hilo del discurso, en el que los
símbolos se resuelven en palabras y los arquetipos en ideas. El mito explícita
un esquema o un grupo de esquemas. Así como el arquetipo promovía la idea y el
símbolo engendra el nombre, puede decirse que el mito promueve la doctrina
religiosa, el sistema filosófico, o, como bien ha observado Bréhier, la
narración histórica y legenclaria» (64). Y no podía esperarse mayor precisión
en la definición del concepto de mito, cuando el propio pensamiento y
experiencia míticos se mueven dentro de lo nebuloso. Para ellos, existe un tránsito
continuo del sueño a la realidad objetiva; para el pensamiento mítico, a
diferencia de la mentalidad empíríca, todo puede derivarse de todo, y nada
ocurre por azar.
Existen,
por lo menos, algunos puntos en que la doctrina se muestra de acuerdo en lo referente
a características propias del mito. Primeramente, su verdad. La prioridad
histórica del mito sobre la fábula es innegable; hasta tal punto es
incuestionable la verdad del mito, que los pueblos gozan de escaso albedrío
para aceptar o rechazar determinadas representaciones mitológicas.
En
segundo lugar, la pluralidad de sus significados, La antinomia mito‑verdad
versus fábula‑mentira no implica la univocidad del mito. Pavese, citado
por Jesi (145‑46), cree que un mito es siempre simbólico, no teniendo
nunca un significado unívoco alegórico; es, por lo tanto, «perennemente
interpretable ex novo». Las relaciones entre mito y alquímia, o mito y
simbología plástica, muestran igual
204
mente
la pluralidad de significados que el mito conlleva: «cuanto más verdadero es un
mito, más significados tiene, y todos estos significados son válidos»
(Beigbeder, 6). Polisemia que hace imprescindible una interpretación del mito -
salvo para quienes, como Schelling, opinan que no la requiere: «La mitología (
... ) no tiene otro sentido más que aquel que expresa ( ... ). Como también su forma nace de manera necesaria, la mitología es enteramente 'propia', es
decir, que hay que comprenderla tal y como se expresa, y no como si pensara una
cosa y dijera otra. La mitología no es alegórica: es
tautegórica (término que Schelling toma prestado de Coleridge). Para ella, los
dioses son seres que existen realmente; en vez de ser una
cosa y significar otra, no significan más que lo que son» (Todorov, Théories, 196‑97). La misma idea puede apreciarse en Barthes (z07): el
mito no oculta nada; su función es deformar, no hacer desaparecer, y para
explicar el mito no es necesario recurrir al inconsciente.
La
interpretación del mito, cuando se ha dado efectivamente, ha revestido diversas
modalidades, como la propia de la filosofía medieval, la romántica de Creuzer y
Górres ‑asimilable a las ideas de Schelling al respectoo la obseryación
del mito en sí mismo. Campbell sintetiza algunas de estas lecturas del fenómeno
mítico con encomiable claridad. «La mitología», escribe (336‑37), «ha
sido interpretada por el intelecto moderno como un torpe esfuerzo primitivo
para explicar el mundo de la naturaleza Trazer); como una producción de
fantasía poética de los tiempos prehistóricos, mal entendida por las edades
posteriores (Müller); como un sustitutivo de la instrucción alegórica para
amoldar el individuo a su grupo (Durkheim); como un sueño colectivo,
sintomático de las urgencias arquetípicas dentro de las profundidades de la
psique humana (Jung); como el vehículo tradicional de las intuiciones
metafísicas más profundas del hombre (Coomaraswarny); y como la Revelación de
Dios a Sus hijos (la Iglesia)».
El
problema reside fundamentalmente, y hay que
205
,"insistir
en ello, en la existencia de dos grupos de actitudes claramente contrapuestas:
la de quienes, como Fromm (para quien los mitos de todas las culturas están
escritos en una sola lengua, la simbólica), Bezzola o Cirlot, creen en una
lectura simbólica de los mitos; y la de aquellos como Caro Baroja, que la
rechazan ‑‑en ocasiones, ruidosa y ácidamente‑, como le
ocurre a Roger Caillois, enemigo de las «lamentables tentativas
psicoanalíticas» concurrentes al delirio de interpretación de los mitos, y del
«empleo mecánico y ciego de un simbolismo imbécil» (Le mythe, 16
y zi). Desgraciadamente, y como suele suceder, los segundos derriban sin
construir, y nada se halla en ellos que pueda reemplazar al censurado
simbolismo y al «lamentable psicoanálisis».
El
tercer rasgo del mito es su perennidad. Símbolo, mito e imagen pertenecen, dice
Ellade (Imágenes, ii), a la sustancia de la vida espiritual, y no pueden sernos extirpados;
uno de los vínculos primordiales entre los hombres está constituido
precisamente por las imágenes miticas, que son perennemente vitales en lo
profundo: el tiempo del mito está inmóvil (Jesi, zzo, z38).
Por
último, su universalidad. Mitos y símbolos, dice Jung, «pueden surgir autóctonamente
en todos los rincones de la tierra, siendo no obstante idénticos, precisamente
por ser creación del inconsciente humano, difundido por todas partes y cuyos
contenidos son infinitamente menos distintos que las razas y los
individuos~> (Tipos, 1, 164).
Uno
de los objetivos de un estudio moderno sobre el Bestiario ha de ser
precisamente la ejemplificación de esa idea, esencial en la psicología
lungulana. Se trataría de demostrar cómo la frase de A. Varvaro «mito y textos
medievales son ( ... ) afloramientos diversos de una misma temática» tiene una
aplicación muy general; cómo la definición que da Northrop Frye de roman «<a medio camino entre la novela, que trata de hombres, y el mito,
que trata de dioses») debería inclinarse más hacia el mito,cómo el mito, y no
solamente el edípico, invade la cultura
2.o6
medieval
hasta en textos que en apariencia le son completamente ajenos.
Los
bestiarlos y el Bestiario (IR AL
ÍNDICE)
Decir,
como Nilda Guglielmi, que un bestiario es «una obra seudocientífica moralizante
sobre animales, existentes y fabulosos» (7), supone un loable esfuerzo de
síntesis, lamentablemente baldío. Me apresuro a decir que no tengo mejor
definición que ofrecer a cambio; pero «seudocientífica» supone un juicio de
valor escudúdo en el concepto moderno de ciencia; «moralizante» sólo define a
determinados bestiarios ‑no, por ejemplo al denominado «de Cambrai»,
cuyos animales no van seguidos de morahzación alguna, ni al bestiario amoroso
de Richart de Fornival ; «existentes
y fabulosos» tampoco es totalmente exacto si no se precisa el segundo concepto,
por la razón de que prácticamente a todas las bestias del Physiologus y sus
traducciones se les atribuyen propiedades «reales» (al margen de los
significados religiosos, o eróticos) de las que carecen de hecho. No hay un
bestiario, sino bestiarios, aunque todos procedan de un clásico e hipotético
Physiologus que no conservamos. Y existe, por otra parte, un Bestiario
desmedido e inabarcable, que engloba a todos los animales de la literatura
medieval.
«El
Físiólogo», escribe McCulloch (15), «es una
de seudociencia, en la
que se utilizaban
compi 1
1
descripciones fantásticas de animales, aves e incluso
piedras, reales e imaginarios, para ilustrar aspectos del
dogma y de la moral cristianos». Es posible, aunque
existen numerosas hipótesis al respecto, que la versión
primitiva del Fisiólogo, el texto griego, se redactara en
Alejandría entre los siglos 11 y V de nuestra era. La ciudad,
punto de convergencia de famosos teólogos cristianos,
como Clemente y Orígenes, de leyendas tradicionales del
antiguo Oriente y de la ciencia griega, mostraba un afán
por la interpretación alegórica de las Escrituras, así como
207
r
de
la propia naturaleza, reveladora de los designios de Dios. Se ha propuesto
igualmente la región de Sirla como lugar de nacimiento del Fisiólogo, y el siglo IV como época concreta; se ha señalado también, como fuente
remota del mismo, la obra perdida del egipcio Bolos de Mendes (siglo 111 o IV
antes de Cristo), seguidor de Demócrito.
El Fisiólogo ha
sido atribuido a los gnósticos, a Taciano, o a los autores cristianos Rufino,
Epifanio, Basilio, Juan Crisóstomo, Ambroslo y jerónimo; en el siglo V, el
texto fue traducido al etíope, al siríaco y al armenio, y ya hacia el año 39o
debía existir una versión latina, puesto que Ambroslo se inspiró en ella para
su Hexaemeron. Los manuscritos latinos más antiguos que poseemos del Physiologus son, en todo caso, del siglo VIII. La denominada versión Y no conoció
difusión alguna después del siglo XI; tampoco las versiones latinas A y C
tuvieron descendencia importante. Sin embargo, B dio origen a las principales
versiones latinas que se desarrollarían en Inglaterra y Francia a lo largo de
la Edad Media. A partir del siglo X11, la denominada «segunda farmlia» de
manuscritos recibe ya el nombre de bestiarlos: los capítulos primitivos
aumentan considerablemente en número, debiéndose las adiciones a las Etimologias de Isidoro, a textos de Solino y a párrafos del Hexaemeron. Una obra que satisfacía así dos necesidades ‑la curiosidad que
inspiraba el mundo animal, y la visión medieval del mundo real como reflejo o
manifestación del mundo divino‑ merecía ser trasladada a las lenguas
vulgares. A partir del siglo XII, varios poetas anglonormandos comienzan a
componer versiones rimadas del Physiologus, en francés.
Sobre
el Physiologus latino y griego ‑más valdría decir «los Physiologi»‑, se
ha escrito una obra definitiva, la de Lauchert; a pesar de su fecha de
publicación, y en cuanto a precisión filológica, estudio de fuentes y erudi‑
i ción histórica, tal libro es dificilmente mejorable. Los trabajos de Sbordone
y McCulloch, más modernos, corrigen aspectos y enfoques parciales. McCulloch
parte de una
2.o8
base
que es preciso comentar; son, según la autora, bestiarios franceses
«tradicionales» los que traducen cualquiera de las versiones del Phys.iologus,
es decir, los bestiarlos de Philippe de Thaün, Gervaise, Guillaume le Clerc y
Pierre de Beauvais, compuestos en los siglos XII y XIII. Al margen de estos
textos, lo demás no es «tradicional» y, por lo tanto, no merece el análisis de
McCulloch. No se hallan, pues, en su libro, sino ocasionales y breves
J referencias a otros
bestiarlos importantes, como el de Cambral o el Valdense, el amoroso de Richart
de Fornival y sus versiones rimadas, la parte zoológica del Trésor de Brunetto
Latini y otras varias obras que sí serán utilizadas aquí. Todas ellas merecen
atención: si no son traducciones fieles de un Physiologus latino (cosa que, por
otra parte, tampoco es el texto de Philippe de Thaün), recogen algunos de sus
elementos, y los combinan con otros, procedentes de tradiciones antiguas.
Los
estudios mencionados renuncian, por otra parte, a todo enfoque que no sea el
historicista; convendría quizá, sin desechar los hallazgos de Lauchert y
McCulloch, intentar una lectura diferente, centrada no en las fuentes
literarias de cada bestiario y de cada animal, sino precisamente en su senefiance o significación moral, tal como la propone el autor de la época, y desde
otro punto de vista, que es el de la psicología analítica. Sobre este enfoque
volveré muy pronto; baste añadir ahora que comparar los distintos manuscritos
de Pierre le Picard o buscar en qué autores antiguos (Ctesias, Solino, Ellano,
Plinio, Ambrosio, Isidoro ... ) aparece determinado rasgo que inserta el
Physiologus y que reproducen las versiones vulgares, poco dice sobre el hombre
medieval, que es en definitiva el creador y el destinatario de estas obras. juicios
como el de Paul Meyer, refiriéndose al Physiologus ‑«las concepciones
absurdas de que está lleno no parecen haber asombrado a nadie en la Edad Media,
y ( ... ) los autores de bestiarlos en lengua vulgar no suprimieron nada de
todo ello» («Les bestiaires», 364)‑, presentan una imagen de cierto
público medieval que está ya superada.
zog
En
cuanto al Bestiario, constituye un vastísimo campo, prácticamente sin
desbrozar, al menos desde el punto de vista qúe aquí interesa. En 1924, Langlois
ironiza (1, 366‑67) sobre los estudios de tipo académico consistentes en
recopilar, de una serie de documentos sobre la «historia de la civilización» en
la Edad Media, todo lo relativo a un tema determinado; tales trabajos
proliferaron en Alemania y Estados Unidos. De la lista bibliográfica que
Langlois da a continuación, sólo tres títulos se ocupan de animales y aves. Los
grandes manuales bibliográficos especializados en literatura francesa medieval
no indican ningún estudio relevante hasta la fecha. Ignoro los motivos de este
abandono de un tema riquísimo: si a los animales «reales», sin función
propiamente simbólica, se añaden los animales imaginarios y los monstruos, los
cuatro siglos de literatura medieval en lengua vulgar darían trabajo a un equipo
de investigadores. Con las limitaciones que indicaré en seguida, sería preciso
acometer un estudio omnicomprensivo, que englobase tanto los bestiarios como el
Bestiario.
En
torno a lo fantástico AIN6
La
preocupación por delimitar el concepto de «fantástico» frente a otros como
«mágico», «maravilloso» o «extrafio», es una inquietud moderna; no obstante,
quienes han intentado dichos deslindes, lejos de perseguir la esencia de lo
fantástico, parten en general de ideas preconcebidas, orientadas a centrar su
reflexión en un tipo muy concreto de literatura que no nace hasta el siglo
XVIII, Tal actitud les permite dejar de lado, por no pertinente, todo lo que no
cumple con la definición que respectivamente escogen. Si aceptáramos las tesis
de Vax, Todorov (Introducción
a la literatura fantástica), Caillois
(Au coeur du fantastique) o Belevan, se daría la peregrina situación de que bestiarlos medievales
y elementos maravillosos en novelas de toda índole caerían dentro de lo normal
y
Z10
cotidiano.
Que el lector o el oyente medieval acogiesen de buen grado corzas parlantes,
ballenas‑isla, seres humanos convertidos en animales o viceversa, no
significa que tales elementos les resultasen banales.
Habría
que incluir aquí bajo el término genérico de «fantástico» presencias y
funciones de animales que los autores mencionados catalogarían sin duda con una
variedad de etiquetas:
‑
los animales de los bestiarlos, tradicionales o amorosos, no solamente porque
su senefiance los aleja del animal cotidiano y familiar, sino porque las propiedades que
se les atribuyen, y que muchos lectores de la época podían observar, distan
mucho de ser las auténticas. Ni qu~ decir tiene que los autores, al tratar
sobre bestias exoticas o imaginarias, aplican criterios cuya exactitud
zoológica el público medieval no está en condiciones de comprobar;
los
animales alegóricos pertenecientes a poemas de tal índole, como las aves que
intervienen en un juicio 0 un debate;
‑
las bestias fabulosas que, según Kyng
Alysaunder o las narraciones de viajes, pueblan la
India, Etiopía u otros lugares distantes;
‑
los dragones, serpientes o leones custodios de puentes, castillos o doncellas,
adversarios del héroe (o adyuvantes de él, en ocasiones), transportadores,
guías, etc. ‑,
‑
los animales simbólicos que, formando parte de lo «maravilloso bretón»,
representan sentimientos o actitudes de los personales...
Aunque
sólo el primer aspecto de lo fantástico esté representado directamente aquí, y
los demás únicamente de modo tangencial, resulta evidente el carácter
omnicomprensivo de un estudio general sobre el Bestiario; no debe creerse, sin
embargo, con John Bednar, que se halla uno ante un símbolo cada vez que
aparecen animales en una obra medieval. Será el contexto, si no es el propio
autor, quien lo sugiera. Pero no deben omitirse, siquiera
de
pasada, las ocurrencias puramente estilístícas, como símiles, metáforas o
proverbios, en que el empleo de determinado animal como término arroje alguna
luz sobre la idea que de él se formaba el hombre medieval, corrobore o
contradiga observaciones sobre el mismo.
He
utilizado más arriba los términos de «símbolo» y «alegoría». Conviene hacer
algunas puntualizaciones al respecto, pues la falta de acuerdo en cuanto al
sentido y utilización de aquéllos es general.
Jung,
que propugna una rigurosa diferenciación entre símbolo y signo, sostiene que
«el símbolo presupone siempre que la expresión elegida es la mejor designación
o la mejor fórmula posible para un estado de cosas relativamente desconocido,
pero reconocido como existente y reclamado como tal»; y añade: «será simbólica
la concepción que declare la expresión simbólica como la mejor formulación
posible ‑luego imposible de exponer más clara o característicamente por
de pronto‑ de una cosa relativamente desconocida. Será alegórica la
concepción que declare la expresión simbólica como paráfrasis o metamorfosis
deliberada de una cosa conocida» (Tipos 11,
De
ahí que la alegoría, intelectual, susceptible de una sola interpretación, se
oponga al símbolo, intuitivo, que admite una pluralidad de interpretaciones.
Tal oposición se basa, en ocasiones, no en el carácter conocido o desconocido
de lo que ha de ser representado, sino en la forma de la representación; así,
para P. Godet (citado por Durand, L'imagination,
7), «la alegoría parte de una idea
(abstracta) para llegar a una figura, mientras el símbolo es primeramente y de
por sí figura, y como tal, fuente, entre otras cosas, de ideas».
Símbolo,
alegoría, signo y emblema se confunden en la siguiente definición M «sabio
oríentalista» René Guénon, que reproduce Charbonneau‑Lassay (14‑15):
«El nombre de símbolo, en su acepción más general, puede aplicarse a toda
expresión formal de una doctrina, expresión tanto verbal como figurada: la
palabra no puede tener
2.11
a
otra
función ni otra razón de ser que la de simbolizar la idea, es decir, dar de
ella, en la medida de lo posible, una representación sensible, por lo demás
puramente analógica. Así entendido, el simbolismo, que no es más que el uso de
formas o de imágenes constituidas como signos de ideas o de cosas
suprasensibles, y del que el lenguaje es simplemente un caso particular, es
evidentemente necesario a la mente humana, y por lo tanto natural y espontáneo,
Hay también, en un sentido más restringido, un simbolismo voluntario,
reflexivo, que cristaliza en cierto modo en las representaciones figurativas
las enseñanzas de la doctrina; además, a decir verdad, no existen entre ambos
límites precisos, pues es seguro que la escritura, en su origen, fue en todas
partes ideográfica, es decir, esencialmente simbólica».
Para
el historiador de las religiones, el símbolo es, en cambio, una hierofanía, un
intento de conciliar lo celestial y lo terreno, de llegar a una unidad a
despecho de las contradicciones que el mundo sensible ofrece al espíritu
(Ellade, Traité, 379 ss).
En
cuanto al emblema, Chevalier lo define en la introducción a su diccionario como
«una figura visible adoptada convencionalmente para representar una idea, un
ser físico o moral: la bandera es el emblema de la patria, y el laurel, el de
la gloria» (1, xvi). Tal definición despierta las correspondientes dudas;
parece efectivamente aplicada por otros autores a las nociones de «símbolo»,
«alegoría», etc. Zurrithor escribe (Essal, Iz3) a propósito del emblema:
«Entiendo por este término la designación de una realidad que evoca a otra
mediante metonimia o sinécdoque, especialmente cuando la segunda de ellas es de
orden conceptual». ¿No es el emblema de Zurrithor lo que otros designan como
símbolo? El propio crítico nos confirma en nuestra sospecha: en la mayor parte
de los Lais de María de Francia, dice, el relato se organiza a partir de un
objeto portador de su sentido emblemático, como el ruiseñor en Laüst¡c. Más
acertado parece denominar «emblemas» a las figuras animales de los bestiarios
z'3
111
amorosos;
«el hermoso Bestialre dAmour de Richard de Fournival», escribe Zurrithor (377), «está construido a
partir de una serie de emblemas de carácter heráldico, sacada de la tradición
del Physiologus, y cuyas sucesivas descripciones se encadenan en una suite narrativa ... », Claro que Zurrithor parece aqui influido por las
palabras del propio editor de Fornival, Cesare Segre, quien se refiere, en su
prólogo (xvii), a la hieraticidad de los emblemi ferini.
Con
esta concepción, hemos pasado ya insensiblemente al campo de las bellas artes;
«el emblema y la divisa», escribe Huizinga (z86), «pertenecen al campo del
pensamiento heráldico, cuya psicología está por hacer ... ». Pero no se piense
que en este nuevo terreno la precisión conceptual vaya a resultar mayor.
Cirlot, que solamente se refiere en su magnífica obra a este tipo de
<~ideogramas figurativos», los define como «composiciones alegóricas basadas
en la unión de elementos naturales o artificiales, que pueden poseer sentido
simbólico» (i9z), definición que riza el rizo de lo confuso, al mezclar lo
emblemático, lo alegórico, lo simbólico... Es de agradecer, en cambio, que
Charbonneau‑Lassay, intentando deslindar las nociones de símbolo y
emblema, sostenga con acierto que «emblema» es más satisfactorio para designar
los signos ideográficos dotados de sentido misterioso y representados por medio
de las artes humanas o tomados del natural (14). Es' sabido, por otra parte,
hasta qué punto la alquimia se ha servido del emblema para exponer sus arcanos;
Caillois reproduce en Au
coeur du fantastique (73 y ss.) los
cincuenta emblemas del Scrutinium
Chym¡cuM (Atalanta Fugiens) de Michaé1
Maler, explicándolos a continuación.
Gilbert
Durand, como ya he indicado, subraya con toda razón la confusión reinante desde
siempre en el empleo de los términos relativos a lo imaginario, «... imagen,
signo, alegoría, símbolo, emblema, parábola, mito, figura, icono, ídolo, etc.,
son utilizados indiferentemente uno por otro y por la mayoría de los autores»,
escribe;
2‑14
aunque,
preocupado fundamentalmente por distinguir entre símbolo y alegoría, se
esfuerza por deslindar algunos de estos conceptos, indicando cómo «hay casos en
que el signo se ve obligado a perder su teórica arbitrariedad: es cuando remite
a abstracciones, especialmente a cualidades espirituales o del campo moral
difícilmente presentables lien carne y hueso". Para significar el planeta
Venus, hubiéramos podido igualmente llamarlo Carlomagno, Pedro, Pablo o Médor.
Pero para significar la justicia o la Verdad, el pensamiento no puede
entregarse a lo arbitrario, pues estos conceptos son menos evidentes que los
que reposan sobre percepciones objetivas. Es preciso recurrir entonces a un
tipo de signos complejos. La idea de justicia será figurada por un personaje
que castiga o que absuelve, y tendremos entonces una alegoría; este personaje
podrá estar rodeado o servirse de diferentes objetos: tablas de la ley, espada,
balanza, y nos hallaremos entonces ante emblemas. Para discernir mejor aún esta
noción de justicia, el pensamiento podrá escoger la narración de un ejemplo de
hecho judicial, más o menos real o alegórico, y tendremos en dicho caso un
apólogo. La alegoría es traducción concreta de una idea dificil de captar o de
expresar con sencillez. Los signos alegóricos contienen siempre un elemento
concreto o ejemplar de lo significado»
(L'imaginatí'on, 3, 5‑6).
Sobre
la importancia del simbolismo en la época medieval, no cabe ya duda alguna
después de los trabajos que se han dedicado al tema. Para el hombre del 1300,
dotado del «sentido del símbolo», no existe frontera estricta entre el mundo de
lo sensible y el de lo inteligible; que fuera la cuestión de los universales la
causante del éxito de simbolizaciones y personificaciones en la Edad Media es
cuestión que no va discutirse aquí. El descubrir cri todo lo sensible
manifestaciones de lo ultrasensible, esa especie de idealismo platónico, ha
sido censurado por sus excesos, y por haber degenerado; el símbolo, en su
decadencia,
se convierte en alegoría. Hasta tal punto es
generalizado
el sistema, tan tosco y obvio deviene, que
ya 215
según
algunos no requiere ulterior examen; el símbolismo medieval, según Badel (54),
«se exhibe con la suficiente pesadez como para que no tengamos hoy que
entregarnos a un trabajo de desciframiento».
Mi
desacuerdo es total; para aprender la «gramática de los símbolos», el mejor
instrumento moderno es el psicoanálisis; y es menester emplearlo por la razón
de que la matriz de los símbolos la constituye el inconsciente, país
insuficientemente explorado. Conscientes de los peligros que aguardan a quien
se aventura en este campo, no hay que perder de vista la advertencia de Jacques
Le Goff, para quien (435‑36) «el simbolismo medieval no existe a veces
más que en la mente de exegetas modernos, pseudosabios obnubilados por una
concepción en parte mítica de la Edad Media. Y es probable que, a pesar del
peso de la propaganda eclesiástica, muchos habían conseguido escapar a la
agobiante atmósfera mágica en que se les envolvía. Es significativo que muchas
obras de arte medievales se basten a sí mismas sin que poseamos las claves de
su significación simbólica».
A
pesar del ceñudo juicio de Le Goff, creo que un análisis de lo que pueda haber
de simbólico en los bestiarlos y en el Bestiario debe atender a los siguientes
niveles o grados:
el
grado cero de la simbolización ‑y lo denomino así no por consideraciones
lingüísticas, sino en razón de su carácter elemental y obvio‑ sería el
que el propio texto explicita. El bestiario de Philippe de Thaün, construido
como otros sobre una ecuación de identidad («Esto significa ... »), nos dice,
por ejemplo, que el león «significa» a jesucristo;
‑
el grado uno atiende a la función proppiana del animal; en Yvain, novela de
Chretien de Troyes, el león podrá ser una figura de Cristo o una reminiscencia
del de Androcles, de los de Cibeles, etc.; pero lo que indudablemente
representa en el texto es la figura del ayudante o animal auxiliador;
el
grado dos, por último, exigirá alejarse del texto
ZI6
para,
sin perderlo de vista, tratar de ver qué simbolizan aquellos leones en el plano
de la psicología analítica: ¿el instinto domeñado?, ¿la esfera de
intelectualidad que rodea al héroe?
Uno
de los propósitos esenciales de un estudio moderno sobre el Bestiario debería
ser la elucidación del grado dos, sin por ello pasar bajo silencio los
anteriores.
Para
terminar, y volviendo a las censuras de que ha sido objeto el sImbolIsmo
medieval, proferidas desde una altivez intelectual que carga las tintas en el
carácter pretendidamente primitivo o infantil de la Edad Media, hagamos unas
observaciones sobre los efectos de la función simbólica, un tanto degradada
hoy. El símbolo, dice Durand (Vimagination,
iiz y ss.), restablece en el hombre el equilibrio
vital, comprometido por la inteligencia de la muerte; el equilibrio psico‑social;
el equilibrio antropológico, amenazado por el peligro de la asimilación de la
especie humana a una pura animalidad. En último lugar, frente a la entropia
positiva del universo, erige el dominio del valor supremo, equilibrando un
universo
gaz
me iante un er perenne: e sim o o esem oca así en una teofanía. Durand,
visionario, cree que la simbólica nos invita, a través de la psico‑patología,
la etnología, la historia de las religiones, las mitologías, las literaturas,
estéticas y sociología, hacia ese «humanismo abierto» del mañana. A quien
encuentre este panorama excesivamente optimista, le convendrá meditar sobre el
hecho de que, para Jung como para Cassirer, «la enfermedad mental, la neurosis, viene de una deficiencia
de la función simbólica* que crea un
desequilibrio capaz de hundir el principio de individuación de dos maneras
posibles: bien sea ‑‑como en los «casos» estudiados por el
psicoanálisis‑ mediante el predominio de las pulsiones instintivas que no
consiguen ya «simbolizar» conscientemente la energía que las anima, y entonces
el individuo, leJos de personalizarse,
La cursiva es del traductor.
2.17
se
corta del mundo real (autismo) y adopta una actitud asocial, impulsiva y
compulsiva; bien sea, en los casos menos estudiados pero más insidiosos, que el
equilibrio se rompa en favor de la clara consciencia, y asistimos entonces a un
doble proceso de liquidación ‑muy frecuente e incluso endémico en
nuestras sociedades hiperra‑ Í cionalistas‑, liquidación del símbolo
que se reduce a signo, y liquidación de la persona y de su energía
constitutiva, metamorfoseada en un robot
mecánico an mado únicamente por las razones de lo consciente social instituido» (Uímagination, 65).
Sobre límites
AIN6
En
cuanto a límites cronológicos, los textos examinados en un estudio general
sobre el Bestiario deberían cubrir en principio lo que tradicionalmente se
entiende por «época medieval». Que Edad Media o Renacimiento sean 4ormas
vacías>~ y que lo que hallamos en las capas profundas de la historia sean
continuidades, son creencias que comparto; pero es menester plegarse al uso.
Advierto, sin embargo, que se requerirían continuas referencias a obras y períodos
que desbordan los siglos XII a XV: obras anteriores, pertenecientes a la literatura testamentaria, o a la
tradición grecolatina; y concluido el período, no habría i que desechar la
literatura del Renacimiento. No es preciso demostrar ahora que Rabelais
prolonga la Edad Media; Jean Lemalre de Belges incluye en sus Epístolas temas legendarios, mitológicos o tradicionales que proceden no
directamente de la Antigüedad, sino de los siglos inmediatamente anteriores' al
tiempo en que vive el autor de la Couronne
Margariticque. Por otra parte, el recurso a un sabio
como Ambrolse Paré, que sustituye los monstruos medievales por otros más
fabulosos aún, copia lo que encuentra en tratadistas clásicos y contemporáneos,
y se esfuerza a la vez por resultar riguroso en la exposición y
ZIS
serio
en la selección de las fuentes, sería casi obligado. Consideraciones de este
orden me han movido a incluir en los textos traducidos párrafos de Boaistuau o
de Edward Topsell, en la medida en que iluminan y completan el pasado.
Los
límites geográfico‑culturales del hipotético estudio sobre el Bestiario ‑y
de esta antología‑ son los europeos; el ecumenismo cultural de la Edad
Media, centrado en el Cristianismo, Justifica en buena medida esta actitud. En sus
comentarios iniciales a la obra de Huizinga, Le Goff señala que la Edad Media
del autor holandés no está situada: es que la verdadera unidad cultural del
siglo XV es la Cristiandad, y quizá podría decirse otro tanto de varios siglos
anteriores. La Europa cristiana, afirma Davy, posee un carácter internacional,
y tal rasgo no ha abandonado al hombre europeo: aún hoy, estamos irnpregnados
de cristianismo.
En
sus Tipos psicológicos, Jung sostiene (1, igi) que si se considera el
Cristianismo medieval sólo desde el punto de vista estético, se falsifica y
superficializa su carácter tanto como cuando se le concibe exclusivamente desde
el punto de vista histórico: es que lo cristiano, para el hombre de la Edad
Media, y sin ignorar actitudes heréticas y blasfematorias ‑que no
invalidan la regla, sino todo lo contrario‑, es una actitud vital. Ya en
relación estrecha con el objeto del Bestiario, se comprueba con Lascault (301)
que la vocación del cristiano es la de «matador de monstruos». Del bestiario
antiguo, el Cristianis mo no sólo ha conservado residuos de representaciones
teriomórficas, como la paloma, el pez o el cordero, sino que ha hecho de Cristo
mismo el pez; paloma y unicornio son símbolos del logos o espíritu generador.
<~Es preciso que el dogma constituya una imposibilidad física», escribe Jung
en Métamorphoses (7o8). ¿No son tan imposibles las concepciones, resurrecciones y formas de buena
parte del Bestiarlo medieval?
La
inclusión de fragmentos de la enciclopedia árabe Nuzhatu‑1‑Qu1úb entre los textos traducidos parece una
Z19
i
contradicción
flagrante con las protestas de europeísmo y cristianismo recién formuladas;
pero la comparación con los textos occidentales me parece extraordinariamente
provechosa, la ciencia árabe medieval de una importancia extraordinaria; y,
sobre todo, desde el punto de vista estético, Al‑QazwIni vaut le détour.
Como
sucede con la cronología y la periodización, también estoy de acuerdo con
quienes critican, al modo de Faral, las divisiones y subdivisiones al uso en
géneros y subgéneros; lamentablemente, para exponer hay que ordenar, y la
censurable taxonomía y etiquetado se hacen imprescindibles. Faral, después de
afirmar la unidad del «roman» o novela, y de rechazar las denominaciones de «novelas
antiguas, bretonas, bizantinas y de aventuras» es aplaudido en su actitud por
Bossuat, que mantiene no obstante para la «comodidad de la exposición» la
distinción entre novelas antiguas y novelas bretonas. El problema se plantea en
términos más amplios en lo relativo a los géneros literarios medievales.
Respecto a límites de contenido, y ateniéndome a las clasificaciones al uso, un
estudio completo sobre el Bestiario debería tratar:
‑
De literatura didáctica: en cierto sentido, puede decirse que todas las obras
medievales son de tal índole; que existe un didactismo difuso que baña toda la
literatura medieval. Pero me refiero aquí a obras específicamente didácticas,
como los bestiarios, el Trésor
de Brunetto Latini, Sidrac, la Image du Monde, Placides et Timeo, enciclopedias como las de Thomas de Cantimpré o Bartolomé el Inglés, o
relaciones de viajes, como las de Marco Polo, el pseudo‑Mandeville,
Odorico o la fantástica Carta
del Preste Juan. No hace falta insistir en la importancia de
la literatura de viajes: saber que el bosque de Morrois ‑‑que
albergó a Tristáncorresponde a la propiedad de Saint Clement's, cerca de
Truro, o que pueden hallarse las ruinas del artúrico castillo de Tintagel en la
costa noroeste de Cornualles, sólo puede satisfacer a mentes positivistas; la .
necesidad de «geografía mítica», como dice Eliade (Traité, 36z), es
la única de que el
ZZO
1, q . 111 11,1 1 ¡1111 ................ .
hombre
no puede prescindir, y de ahí el recuerdo imperecedero del viaje de Alejandro
Magno a Asia.
‑
De poesía lírica, desde Rutebeuf a Cecco d'Ascoli (fragmentos de Teobaldo de
Champafia, reflejo de auténticos bestiarios, se han deslizado entre los textos
de esta antología).
‑
De cantares de gesta o de cruzada, como el de Roldán o la Chanson dAntioche.
‑
De novelas de todas las especies, desde Eneas hasta
Blancandin, pasando por todas las de Chrétien de Troyes ‑‑con
inclusión de Guillaume d'Angleterre, a pesar de los problemas de atribución‑, las de Tristán y Alexandre y los agotadores Lancelot.
‑
De poemas alegóricos, empezando por el Roman de la Rose.
De teatro, ocasionalmente.
Podría prescindirse,
en cambio, de textos de carácter histórico, como las crónicas y memorias, cuya
índole en modo alguno interesa al Bestiario, y quizás de la llamada por
Kukenhelm y Roussel «literatura animal», por tratarse, en el caso de Renart el
zorro, Ysengrin el lobo y demás personajes, precisamente de «personajes», con
muy poco de animal y mucho de las censurables características de los humanos. Renart le Contrefait, sin embargo, de carácter verdaderamente enciclopédico, engloba
secciones enteras que reproducen la leyenda de Caradoc o los viajes de
Alejandro Magno, y sí podría interesar a la zoología fantástica.
Este
carácter totalizador, ya que no exhaustivo, del Bestiario, se plasma en este
libro en la breve descripción de una lista reducida de títulos utilizados aquí
(véase Sobre la traducción).
El
método AIN6
Las
tareas filológicas en sentido estricto resuelven problemas de cronología, de
prelación de manuscritos, de
ZZI
mil¡ influencias
literarias; pero nada pueden aportar ‑no es su
misión
al esclarecimiento de la psique del emisor del
mensaje
literario. Afirmar, como hace Duby a propósito
de
los caballeros
del siglo XI, que «los
hombres más
encumbrados
de aquella época poseían sin duda una
constitución
nerviosa sensiblemente distinta de la nuestra,
que
les hacía más resistentes al dolor físico, pero menos
capaces
de controlar los impulsos
de su afectividad
y de su
imaginación»
(1, 54), no deja de ser una generalización
arriesgada.
Frente
a quienes preconizan el rechazo a todo lo ajeno
al texto, a la materia literaria en sí, es lícito creer que un texto no surge
de la nada: es la manifestación de ideas, prejuicios, voliciones, del contenido
psíquico consciente del escritor. Pero la mente está hecha de contenidos
conscientes e inconscientes, y los segundos necesariamente han de manifestarse
en la escritura, puesto que no son controlables por el autor. Para la
exploración del inconsciente, el recurso al método psicoanalítico es
irrenunciable; no obstante, no hay un psicoanálisis, sino varios, aunque se los designe
vulgarmente con el mismo término.
Prescindiendo
de derivaciones más modernas de las respectivas doctrinas de sus fundadores,
convendría reservar el término de «psicoanálisis» a la teoría y práctica de
Freud, mientras que las de Jung deberían recibir el nombre, de «psicología
analítica», y las de Adler «psicología' individual».
Para
la opción junguiana que defendemos, no serán precisas largas justificaciones.
Jung es fundamentalmente preferible por su no
sectarismo. Es relativamente
simple resumir las ideas de Freud o de Adler, porque basan su teoría en un principio único (la libido sexual en Freud; el poder en Adler); Jung, en cambio, no reduce su concepción
de la psique humana y su
funcionamiento a una bas
1
p
s única
de explicación, sino a una serie de postulado dispersos en su obra,
en la que es preciso espigar.
El primer
aspecto en el que Freud y Jung difieren es en su respectiva
concepción del inconsciente. Para Freud1
17‑2
se
trata sobre todo de un poder maligno nacido de la represión de tendencias
insatisfechas, de orden sexual, que mantienen a nuestro pesar una actividad
perturbadora; sus manifestaciones son mórbidas, y generalmente alteran con
mayor o menor intensidad el curso normal de la Pxibtencia. Jung opina de
distinto modo: puede haber morbidez en el inconsciente, pero éste no tiene por
qué ser siempre nefasto. Toda vida psíquica se compone necesariamente de
consciente e inconsciente, que se compensan entre sí; el conjunto forma la
totalidad psíquica, de la que no puede desaparecer ninguno de ambos elementos
sin perjuicio para el individuo: la pérdida de la consciencia signi ica
alienación, la del inconsciente, empobrecimiento y desorden. La psique
inconsciente es pues para Jung tan importante como la consciente, mientras que
Freud. hace de aquélla un basurero. Jung resume así la idea que del
inconsciente tiene su ex maestro: «Los elementos psicológicos que existen en un
ser sin que éste lo sepa, y cuya suma compone lo que llamamos el inconsciente, según la teoría freudiana estarían únicamente constituidos por
tendencias infantiles; éstas, a causa de su incompatibilidad con los factores
conscientes del psiquismo, se hallan reprimidas. La
represión es un proceso que se insinúa y se instituye desde la primera
infancia: es como el eco interno que responde a la influencia y a la
impregnación morales ejercitadas por las personas allegadas, y dura tanto como
la vida. Gracias al análisis, las represiones se suprimirán, y los deseos
reprimidos se volverán conscientes. Según la teoría freudiana, el inconsciente
no encerraría ( ... ) más que elementos de la personalidad que podrían
igualmente formar parte del conscíente, y que, en el fondo, no han sido
expulsados de él, no han sido reprimidos, más que nor la educación» (Dialectique, z3).
La
diferencia no se agota ahí; «por debajo» del inconsciente individual que cada
uno posee, se hallan las capas, más difícilmente accesibles, del inconsciente
arcaico, cuyos rasgos se encuentran de manera análoga en todos los seres
humanos. Este inconsciente es arcaico o
2.z 3
colectivo:
su existencia supone la gran unidad del espíritu humano, la pertenencia de
todos a las grandes leyes de la especie. El fondo de la psique no contiene
solamente lo sexual, como cree Freud (presencia e importancia que Jung está
lejos de negar), sino otros componentes de relevancia capital, como el
fundamento religioso. «El rasgo dominante supremo de la psique siempre es de
naturaleza filosófico‑religlosa», dice Jung en Métamorphoses (17).
El
inconsciente colectivo está compuesto de arquetipos,
formas universales del pensamiento, «engrammes», residuo de las reacciones
eternas del género humano presentes en todas partes y en todas las épocas bajo
formas análogas ‑aunque cueste descubrir tal analogía. Las críticas a la
noción junguiana de arquetipo han abundado siempre; Durand (Vimagination, 61) acusa a Jung de confundir constantemente arquetipos, símbolos y
comple'os, y Kirk (37‑3 ss) pide ¡estadísticas! que demuestren la
frecuencia y universalidad de los arquetipos. El arquetipo de arquetipos es,
para Jung, la fibido, entendida como energía psíquica, y no en el sentido
freudiano, La afloración del arquetipo en el hombre moderno, por ejemplo en
forma onírica, no es fácilmente explicable; Jung habla a veces de criptomnesia, o recuerdo de lo que se creía olvidado, y recurre, en ocasiones, a
largos símiles: «Los arquetipos», escribe «<Wotan», cit. por Brun, 8o), «
son como lechos de ríos que el agua ha abandonado, pero que puede volver a
irrigar después de interrupciones de duración indeterminada. Un arquetipo es
algo semejante a una vieja garganta encajonada, por la que las aguas de la vida
han corrido durante mucho tiempo. Cuanto más han ahondado en este lecho, más
han conservado esta dirección, y más probable es que tarde o temprano vuelvan
allí. Si bien es cierto que la vida del individuo está regularizada, como en un
canal, en el seno de la sociedad humana y en particular del Estado, no lo es
menos que la vida de los pueblos es semejante al curso de un torrente bravío
que nadie puede contener ... ».
214
La
existencia de los arquetipos del inconsciente colectivo explica, entre otras
cosas, que «jamás podamos esperar de un poeta una interpretación de su propia
obra, pues ésta expresa... el inconsciente colectivo, las necesidades psíquicas
de un pueblo. El poeta es un instrumento de su obra, y está por debajo de ella»
(Psychologie et poésie, cit. por Brun, 8z‑83).
Siguiendo
a grandes rasgos el método junguiano, tal como se manifiesta aplicado en Métamorphoses, el que preconizo será analógico, y lo menos posible deductivo, pues
deducción es tautología: lo deducido, B, está implícito en la premisa, A. La
analogía exige el carácter interdisciplinarlo de la investigación.
Por
eso, en cada sección del Bestiario, se presentarían en primer lugar los textos
medievales pertinentes según el tema a tratar; y a continuación, los datos que
la historia de las religiones, la mitología comparada, la antropología, las
artes plásticas o la alquimia puedan aportar para esclarecer, a su luz, la
doctrina medieval. La lectura, como se ve, sería plural, y subordinada
fundamentalmente a la interpretación del psicoanálisis junguiano, lo que no
significa intentar un alegato para la defensa de las tesis de Jung mpresa sin
sentido hoy‑ o un dócil acatamiento y piadosa recitación de axiomas del
maestro. Cada vez que Jung resulte excesivo en sus conclusiones, hay que
abandonarlo. El pansexualismo de Freud, su obsesión por Edipo, dejó
necesariamente huellas en las ideas de Jung. Defiendo, pues, un método y una
visión general del mundo psíquico; pero de ningún modo acepto todas y cada una
de las interpretaciones de Jung, especialmente cuando caen en la visión
freudiana, centrada en un «imperialismo» de lo sexual o en la primacía de lo
edípico.
En
cuanto a la distribución total de la materia, se seguiría ‑y se sigue
aquí‑ el esquema bachelardiano que «privilegia una imaginación centrada
en las sustancias elementales (fuego, agua, tierra, aire)», como dice
Starobinski (152). A pesar de las críticas de que ha sido objeto,
zz5
creo
que el sistema de Bachelard concilia la «reducción al inconsciente» propia de
los psicoanalistas y la investigación del «surconscient poétique»; disfraza
bajo el aparente conceptualismo aristotélico de la clasificación un «tono»
platónico que lo acerca a Jung. «Hay en toda la obra del filósofo», escribe
Durand (Vimagination, 79, n‑ i), «( ... ) una soberana ironía, un modo de no tomar en
serio jamás lo que se propone o lo que se argumenta, para dar así al argumento
o a la intuición toda la gravedad de convicción que sea necesaria. Este
elegante buen humor, esta ligereza llena de modestia dan a las obras de
Bachelard como a las palabras de Sócrates una temible eficacia de convicción».
Y esta distribución corresponde, por otra parte, a la taxonomía elemental que
aparece en Brunetto Latini como í en sus predecesores clásicos, y no es malo
aproximarse a i
ella.
¿De qué vieja tradición se trata?
En
el bestiario de Pierre de Beauvais se representa cada uno de los cuatro
elementos mediante un animal, mencionándose también los cinco sentidos, pero
sin relacionarlos con bestias; se dice que la salamandra vive de fuego, el
camaleón ‑un ave, según el autorde aire, el arenque de agua y el topo de
tierra. Richart de Fornival sustituye al camaleón por el chorlito, e indica qué
animales destacan por la agudeza de sus sentidos: el lince es capaz de ver a
través de los muros, el topo se distingue por su oído y el buitre por su
olfato, como el mono por el gusto y la araña por el tacto. Según Alain de
Lille, en su Anticlaudianus, son cinco corceles
quienes han de representar los cinco sentidos, plasmados
éstos alegóricamente en la tapicería de la Dama del Unicornio. En el campo
artístico, y de la simbología románica, los cuatro seres del tetramorfos tienen
una correspondencia con los cuatro elementos: el águila remite al aire, el
hombre al agua, el buey‑toro a la tierra y el león al fuego; doctrina que
resulta complicada, si se compara con la tradición cbÍnd pwmitiva, en que el
reptil Nu Kua era soberano de los cinco elementos, considerándose a la madera
como el < quinto.
z2.6
Cirlot
cree que la «atribución más general y correcta» a la hora de clasificar
simbólicamente a los animales en relación con los elementos, consiste en
establecer ~<que los seres acuáticos y anfibios corresponden al agua; los
reptiles, a la tierra; las aves, al aire, y los mamíferos, por su sangre
caliente, al fuego» (79). Expresada la opinión de Cirlot, con bastantes
reservas por mi parte en cuanto a la validez de sus palabras, indicaré, al
menos, que lo que afirma sólo es aplicable a Occidente, a momentos históricos
determinados que el autor del Diccionario
de simbolos haría bien en precisar, y a un nivel
superficial de significación. Para mostrar la debilidad de tales
generalizaciones, basta remitir, con Schneider, a la mitología china, en que la
fusión de dos elementos es expresada por los cuatro seres míticos: el fénix
(fuego y aire), el dragón verde (aire y tierra), la tortuga (tierra y agua), y
el tigre blanco (agua y fuego).
Volviendo
a mi distribución bachelardiana, hago notar que el Bestiario rebosa de
monstruos, que por esencia viven a caballo entre los distintos elementos, o
participan de varios de ellos; sucede también que el símbolo es polivalente por
esencia; por consiguiente, se hallará en las páginas de este libro una
catalogación de bestias ocasionalmente paradójica, que no responderá, a veces,
al elemento que «lógicamente» les caracteriza y en que se desenvuelven, sino al
que les corresponde a un grado más profundo de interpretación; y se ha reservado
toda una parte a seres que, por su especial condición monstruosa o híbrida,
están relacionados con más de un elemento.
Arquetipos y elementos AIN6
Se
intenta aquí una progresión ideal en la presentación de textos del Bestiario,
vinculados a los elementos. Se parte de lo telúrico, de lo anclado a la
materia; tal es el mundo subterráneo, de lo infernal y a la vez de lo
zz7
materno.
La «Mutter Erde» llama a todos los seres vivos. En un plano prácticamente
equivalente al anterior, se hallan las aguas: aguas primordiales, líquido
amniótico. No es posible precisar a cuál de los dos elementos corresponde
exactamente, en el campo de lo imaginario, la raíz de la existencia. De tales
abismos, subterráneos o subacuáticos, el espíritu y los animales que lo
representan tienden a elevarse, a escapar de las cadenas de lo primigenio. Se
huye de la muerte y del aferramiento a la madre, que no es otra cosa. En cuanto
al fuego, es un elemento de transición y de transformación; para los
alquimistas, permite las transmutaciones fundamentales. En nuestros textos y en
la simbólica general, supone renovación y cambio de estado. Existe, finalmente,
una zona imprecisa, a caballo entre los elementos; los seres que la habitan
reúnen características de uno o más de aquéllos; se transforman, lo que les
facilita el paso de uno a otro, o gozan al menos de miembros y atributos que
les permiten transitar fantásticamente entre tierra y cielo, entre cielo y
agua.
Nuestro
Bestiario telúrico refleja, en efecto, algunas de las características que
arriba señalábamos‑ pero hay en él algo definitivo, y es que, salvo
escasas figuras, apunta a lo infernal, a lo negativo. Excepto en algún caso
aislado, el Bestiarlo de la tierra ni siquiera es indiferente: sus componentes
reflejan lo bajamente material, cuando no lo claramente demoníaco.
Las
criaturas del agua corresponden, en su mayoría, a lo que podía esperarse de la
significación simbólica de tal elemento, puesto que representan lo maternal ‑‑como
la tierra‑, pero también lo devorante y engullidor. Es sintomático que,
como sucede en el Bestiario telúrico, exista una amplia zona de indefinición:
del mismo modo que el ciervo o el lagarto tienden hacia lo uraniano y buscan a
toda costa la trascendencia, hay aves como el pelícano cuya ubicación responde
vocacionalmente, a mi modo de ver, al elemento acuático; criaturas también,
como el cisne, cuyo destino es fundamentalmente acuático, aunque sugieran la
elevación.
228
lb`,
El
Bestiario aéreo ‑no queda otro remedio sino dar la razón a Durand‑
está en buena parte desanimalizado; pero nó con vistas exclusivamente a la
trascendencia, que si bien se mira obtiene una representación mínima en los
textos, sino con el fin de proyectar en aves los vicios y defectos humanos. Las
aves son astutas, avaras, amantes de su prole, mánticas ‑‑como el
caradrius‑, lascivas como la perdiz... o no son aves en absoluto, pero se
nutren de su elemento, como hace el camaleón; raramente, me atrevo a decir,
cumplen con su función propia, que no es sino la expresión de la trascendencia.
Lo
reducido del Bestiario igneo obedece, como ya se ha apuntado, al carácter de
este elemento, que marca una renovación y tránsito; la eternidad del fénix no
ha de obsesionar al escritor medieval, cuando no se atreve, respetuoso de la
tradición, a atribuir tal don a otros seres.
Resulta,
en cambio, gigantesco el número de híbridos, animales monstruosos e
inidentificables que pueblan la literatura medieval. Si se añaden a este
apartado los tránsfugas e indecisos de otras partes, los vocacionalmente
dirigidos hacia otra zona de lo imaginario; si se tiene en cuenta ‑no es
posible silenciarlo‑ que hasta los animales más comunes presentan rasgos
híbridos o monstruosos, es menester confesar que todo el Bestiario medieval, en
puridad, podría ser considerado como monstruoso. La zoología de estos textos es
absolutamente fantástica, y, salvo referencias banales a animales domésticos 0
muy conocidos, la imaginación del autor, cómplice de la del lector‑destinatario,
le lleva a inverosímiles invenciones.
Es
muy difícil, por ello, que un animal represente un tipo simbólico puro, y no
hay en este libro una sola página en se haya podido comprobar, con
tranquilizador a ce.rt~ezuac, la adecuación unívoca de una bestia a un
arquetipo. Las fronteras entre uno y otro reino son fluctuantes, y ello es
normal en el campo de lo simbólico. Los cuadrúpedos
tienden a elevarse, como los peces; las aves permane
229
cen
ancladas a la materia; unos y otros mezclan sus rasgos y aptitudes, fundiéndose
en una amalgama que, paradó‑‑camente, no es imaginaria, sino vital.
«La vida», escribe Umberto Eco (168), «se parece más a Ulysses que a Los tres
mosqueteros».
Respecto
de las relaciones entre el Bestiario medieval y otros bestiarlos míticos de la
cultura universal, remito al juicio de Jakobson (z8): «A aquellos que
fácilmente se asustan ante analogías descabelladas, les diré que también a mí
me disgustan las analogías peligrosas, pero que me gustan las que se me antojan
fecundas. Y si estas analogias interdisciplinarias son peligrosas o fecundas,
ya lo dirá el futuro». Lo importante no es que el dragón sea benéfico en China
y nefasto en los textos medievales, sino que culturas tan alejadas hayan
centrado su atención en él, lo que demuestra que se trata de un animal
arquetipico, cuya valoración es diversa; otro tanto podría decirse del
unicornio, del cocodrilo o de la pantera. Lo esencial reside en el hecho de que
determinadas bestias, sacralizadas en África o Asia, hayan inquietado o atraído
en Europa occidental. A falta de «puentes culturales» demostrables, tales
vinculaciones indican al menos un común interés.
En
cuanto a las figuras de los bestíarios científicos y a las correspondientes ‑u
otras‑ de la literatura de creación, se advierte con frecuencia, si no su
disparidad, sí al menos la relativa pobreza de las segundas: atributos,
fabulosas costumbres y hasta rasgos zoológicamente exactos de las primeras se
pierden en novelas y poemas alegóricos, que conservan, en el mejor de los
casos, una característica general pasada al saber común. ¿Qué conservan novelas
y poemas del león de los bestiarios, o del aspidochelone?
El
animal de los bestiarios «es»; está definido para siempre ‑salvo
alteraciones en textos posteriores‑, y su cronotopo, diría Ba)tin, es
cero: ni temporal ni geográficamente admite lindes, El animal de novelas y
poemas «hace»: se enfrenta al héroe, lo transporta, le sirve de guía; si
explícitamente representa algo, es que el autor sigue en
230
ocasiones
un modelo «bestiárico», como sucede, por ejemplo, en La Chevalerle de judas Macabé.
Tal
distinción no significa la existencia de una frontera insalvable entre ambos
tipos de obras, entre la literatura científica y la de creación, frontera que
no existe. De hecho, la primera también intenta deleitar, y la segunda también
trata de instruir. Apunto únicamente a una especialización de funciones; la
literatura de creación, al recoger en parte la literatura de los bestiarios, se
queda solamente con lo fácilmente asimilable, con la esencia doctrinal del
tipo.
La
apertura del Bestiario AIN6
Nada
menos seguro que la siguiente afirmación de Umberto Eco (zo): «La significación
de las figuras alegóricas y emblemáticas que se hallan en los textos medievales
está determinada por las enciclopedias, los bestiarlos y los lapidarios de la época; su
simbólica es objetiva e institucional» *.
Tal
deterministno no alcanza al artista medieval, que en modo alguno es esclavo de
la senefiance de los bestiarios, y es inexistente para el lector de hoy, que de
ningún modo ha de atenerse, para lecturas medievales, a hipotéticos cánones
medievales: no debemos imponer a los textos de la Edad Media nuestras
preocupaciones actuales, pero tampoco podemos quedarnos meramente en lo que la
obra significó para sus contemporáneos. La propia allegoresis sugería en la
Edad Media «lecturas» a niveles diferentes; considerar al lector medieval
solamente capaz de atenerse a las prescritas, es caer en la trasnochada actitud
que mira a los hombres de la época como deficientes mentales, 0 como
«bárbaros».
Hay,
a pesar de las afirmaciones de Eco, una polivalencia en el símbolo medieval; si
no es consciente, ello no
La cursiva es del autor de esta
edición.
z3l
igi
supone
ningún desprestigio para el artista. Lo único que demuestra es que el artista
lo es tanto como el de hoy, y que este último ‑creador de polival,encias‑
goza de la ventaja del oficio, adquirido gracias a experiencias ajenas.
Si,
según el propio Eco, «la obra de arte es un mensaje fundamentalmente
ambiguo, una pluralidad de significados que coexisten en un solo significante
[y] esta condición [es] propia de toda obra de arte ( ... ). Aquella ambigüedad
se convierte hoy en un fin explícito de la obra, en un valor que ha de ser realizado con
preferencia a cualquier otro» (9), entonces no tiene sentido hablar de «aquel
Cosmos ordenado con el que la Edad Media se había contentado, y cuya
desaparición coincidió con el nacimiento de la sensibilidad moderna» (232).
En
suma, se trata de una cuestión de perspectiva. La obra que para el lector
medieval no fuera «abierta» ‑‑en el sentido en que Eco emplea el
adjetivo‑ puede serlo perfectamente para el de hoy, y esto no significa
descubrir a Jean d'Arras que hablaba en prosa, como Monsieur Jourdain y como
todo el mundo, sino recordar simplemente una prerrogativa de la investigación.
El
carácter abierto de la obra medieval no implica, por mi parte, una creencia,en
la infinitud de los valores que ésta encierra, desde mi punto de vista; ante un
enfoque analítico, como el que aquí se propugna, la literatura medieval revela
una limitación notoria de su espectro. Pierre Guiraud, estudiando el francés
antiguo, llega a conclusiones equiparables. El francés antiguo, dice Guiraud,
presenta todos los rasgos característicos de la lengua popular; su riqueza es
ficticia, y su economía endeble: «el problema de la 'riqueza' del vocabulario
siempre ha sido mal planteado hasta hoy, pues esta riqueza no depende del
número de formas disponibles, sino del número de valores, es decir, de
relaciones entre dichas formas, y de combinaciones significantes en las que
pueden entrar ... »; esta lengua, añade Guiraud, es reflejo de un universo
pobre y cerrado, «que agotará rápidamente
232
sus
fuerzas para esclerotizarse y vaciarse a partir del siglo xiv ' pero que en la
época alta de su florecimiento producirá obras de una fuerza y de una unidad
incomparables» (36‑39).
Tal
idea coincide con la de Ma^le, limitada ésta a la literatura didáctica del
siglo Xiii: « ... la inmensa biblioteca de la Edad Media se reduce, en un
último análisis, a poca cosa. Una decena de obras bien escogidas podrían casi,
si fuera menester, reemplazar a todas las demás. Todos los comentadores del
Viejo y del Nuevo Testamento están resumidos en la Glosa ordinaria de
Walafried Strabo, que Nicolás de Lira completó en el siglo XIV. Toda la
liturgia simbólica está en el Racional
de los divinos oficios de Guillaume
Durand. El espíritu y el método de los antiguos predicadores reviven en el Speculum Ecclesiae de Honorius de Autun. La historia sagrada, tal como se entendía
entonces, está en la Historia
Scolastica de Pierre Comestor y en la Leyenda Aurea de Santiago de la Vorágine; la historia profana, en el Speculum Historiale de Vicente de Beauvais; todo lo que se sabía del mundo físico está
resumido en el Speculum
Naturale; todo lo que se sabía del mundo moral
está en la Sunima de Santo Tomás, que el Speculum
Morale condensa. Un lector familiarizado con
los libros que acabamos de enumerar hubiera penetrado hasta el fondo de la
mentalidad de la Edad Media» (Mále xiv‑xv); coincide con mis propias
observaciones: los interminables leones y dragones de las novelas artúricas,
las intercambiables figuras de los bestiarlos se reducen, en realidad, a poca
cosa (y esto no es un juicio de valor, como sospechamos sucede en el caso de
Guiraud o de Mále, sino un intento de sistematización).
Hay
dos arquetipos sustanciales en los textos: el del dragón‑ballena,
expresivo del engullimiento y el retorno a la madre; el del águila o el grifo,
revelador de la fortísima pulsión hacia la trascendencia. Ambos, como puede
apreciarse, son contradictorios y revelan dos tendencias consustanciales al
hombre. Por una parte, la atracción del inconsciente colectivo, la dulce y a la
vez oscura tentación
233
del
regreso al claustro materno, a la infancia, a la muerte (tierra o aguas
primordiales). Por otra, el irresistible impulso vertical, el desasirse de lo
telúrico (o acuático), del claustro materno, el trascender la condición humana,
la llamada de lo uránico, la tentación de la inmortalidad.
Lo
que late en los textos es, por tanto, lo esquizoide, la dramática tensión entre
dos polos contrapuestos. Afiádase a ello la omnipresente hibridación a que se
aludía en Arquetipos y elementos, y se verá que la Edad Media, desde el ángulo en que la examino, dista mucho
del orden imperturbable que ocasionalmente se quiere ver en ella. Lo que revela
de estos siglos el Bestiario es una indecisión, un desgarramiento constante,
lejos de toda certidumbre. Habida cuenta de la eufemización de que son objeto
muchísimas figuras ‑león o ballena, por ejemplo‑, propongo una
hipótesis: la base de tales hibridaciones, de tal pulsión arquetípica y de la
eufemización de figuras originariamente horribles, radica en el miedo. « ... en
la Edad Media, e incluso en la Edad Oscura, había una actitud más tierna hacia
los animales y los niños que la que posteriormente se ha manifestado a veces»,
escribe White (64). No veo la ternura en parte alguna: ni en el león de Yvain, ni en los grifos de Alejandro, ni en el perro Husdent de Tristán, ni en el pelícano matando a sus polluelos o reviviéndolos. Lo que sí
registro, es un temor ancestral a lo desconocido, al peligro de todo tipo
encarnado en la bestia multiforme, al hambre, a la locura y a la muerte. En
eso, como en todo, la Edad Media sigue piadosamente las huellas de los siglos
que la precedieron. Cuando Curtius escribe (8z5): «Si tuviera que resumir en
dos palabras lo que yo creo que es el mensaje esencial del pensamiento de la
Edad Media, diría: es el espíritu con el cual se reafirma la tradición; y ese
espíritu es fe y alegria», está silenciando un hecho fundamental, y es que
tales «fe y alegría» responden, si no me equivoco, a una eufemización de
terrores heredados. La angustia no es un descubrimiento del hombre
contemporáneo.
2‑34
La unidad de la psique AIN6
Volvamos
a la frase de Debidour ya citada: «Es fácil ver que el animal ocupa un lugar
incomparable en la mentalidad del primitivo y del niño». Lo que es fácil ver,
es el prejuicio cultural del autor, que no lo distingue, desde luego, de gran
número de sus contemporáneos: el poner en relación al primitivo y al niño,
hablando de su mentalidad como de algo aparte y «distinto», ¿no es relegarlos
tácita o explícitamente a una categoría inferior a la nuestra (adultos‑civilizados‑modernos)?
Pero finjamos, por un momento, creer en el tópico del primitivismo de la
mentalidad medieval. Sigamos a Debidour, y equiparemos psíquicamente y en el
aspecto que interesa ‑su relación con el Bestiario‑ al hombre de
los «siglos oscuros» con una criatura.
Efectivamente,
el papel del animal en los textos es relevante; pero es que los esquemas
arquetípicos del engullimiento por el dragón‑ballena o de la
trascendencia merced al ave, se dan perfectamente en el hombre moderno; y no
sólo se manifiestan oníricamente (las Métamorphoses
de Jung son en buena parte un método de interpret~ción de sueños), lo que
reflejaría únicamente el inconsciente individual, sino también en estado de
vigilia, es decir, que son manifestaciones del inconsciente colectivo. Los
monstruos del cine japonés, las novelas o películas de fugaz nombradía
dedicadas a terribles y gigantescas criatuas, remiten al aspidochelone de los bestiarlos. Los héroes populares de los mitos modernos se
enfrentan al horrible dragón engullidor como tantos caballeros de la literatura
medieval; en cuanto a la obsesión del vuelo, no se ha visto satisfecha ni por
la técnica más moderna. El hombre de hoy sigue empeñado en surcar el espacio
sin motores ni ámbitos cerrados, casi por sus propios medios. Ciencias y arte,
publicidad y literatura, mil aspectos de la vida cotidiana contemporánea lo
confirman.
Por
lo tanto, o se concluye con orgullo que en el hombre medieval no hay nada
«infantil» o «primitivo»,
Z35
concediéndole
protectoramente un status psíqu.lco equipa rable al nuestro; o rebajamos
nuestros propios humos admitimos que la psique es una ayer y hoy, que no somoi
más inteligentes que los hombres de la Antigüedad o de 1, Edad Media, y que
también en nuestra mente se manifiestan las obsesiones, temores o apetencias del
«primitívo~> e del niño.
No
quiere decirse con esto que la vida humana sea una eterna repetición, o que el
hombre de hoy haya, heredado representaciones fijas que transmitirá luego a sus
descendientes; no se trata de hacer resurgir la teoría de las innatas, sino de
lo siiguiente, que Yves Le Lay
expone
con toda claridad en su prefacio a las Métamorph
oses: Torque
pertenecemos a una misma especie, lleva
mos
en nosotros, en la estructura de nuestro ser físico y
mental,
posibilidades de reacción, de representación, de
reflexión,
de razonamiento, etc., que son análogas en
todos
los representantes de nuestra raza» (15).
Advierto
que el rechazo de este tipo de explicación existe, al menos para temas
paralelos; el fenómeno de la analogía universal de los temas folklóricos no
puede ser resuelto por la teoría de la unidad de la psiquis humana, propugnada
por la escuela antropológica, dice Propp (Ralces, 535); pero
él no aporta solución alguna, en la medida de mi información.
Desde
otro punto de vista, Campbell cree haber hallado la diferencia fundamental
entre las preocupaciones de otras épocas y las actuales: «El descenso de los
cielos a la tierra de las ciencias occidentales (desde la astronomía del siglo XVIi a la biología del siglo XIX) y su concentración actual, por fin, en el
hombre mismo (en la antropología y la psicología del siglo xx), marcan el
camino de una maravillosa transferencia del punto de enfoque del asombro
humano. Ni el mundo animal, ni el mundo de las plantas, ni el milagro de las
esferas, sino el hombre mismo, es ahora el misterio crucial» (344). Pero, ¿no
es también el «misterio crucial» en la Edad Media? ¿A qué o a quién remiten las
senefiances de los bestiarios, sino al
236
m pecador, al virtuoso, al cumplidor de la
Ley o al débil de carácter? ¿Cuál es el destino de Bayart, de los grifos de
Alejandro, o de las increíbles bestias del reino del Preste
1 Juan, sino
ayudar, oponerse, sorprender u horrorizar al hombre?
1 1.
M.
237
PL,
1
NOTAS AIN6
1.1. Modernamente, nadie parece haber prestado atención al parto acuático,
a pesar de que los propios bestiarios insisten en el líquido elemento como
refugio contra el ardiente dragón. PT equipara a la pareja de paquidermos con
Adán y Eva, «que engendraron en el mar», y añade: «La mar significa este mundo,
según la alegoría, y nosotros somos la cría del elefante, y el diablo es el
dragón» (vv 1473476).
PB (Cahier IV, 56) relaciona el alumbramiento acuático con la rigidez de patas; si el
elefante naciese en tierra, no podría levantarse. Véase también, en el texto,
la curiosa conclusión del bestiario valdense.
Como
todos los grandes símbolos, el elefante presenta una ambigüedad constitutiva:
está, por una parte, ligado a la tierra, como lo proclama su masa (en los mitos
indios, soporta el peso del cosmos entero); por otra, constituye una ‑muestra
clara, en los bestiarios, de una figuración de la Gran Madre acuática. «No es
preciso recordar», escribe Durand (z57),
«que en numerosas mitologías el
nacimiento está instaurado, por decirlo así, por el elemento acuático: Mitra
nace cerca de un río, Moisés renace en un río, y en el Jordán renace Cristo,
nacido ya una primera vez de la pPgé, sempiterne fons amoris. ¿Acaso no escribe el profeta, a propósito de los judíos, que proceden
de la fuente de Judá?».
1.2. Que
el tigre constituya una figura propia del arquetipo de la feminidad, es algo
que parece corroborado por la iconografía hindú; Mode reproduce (86, gi) una mujer‑tigre del siglo xviii, correspondiente a una miniatura
de la escuela Kangra, así como un centaurotigre femenino.
Veo,
además, un nexo entre el «cosmos cristalino» que encierra a seres diversos 1
demonio en un frasco, el polluelo de avestruz en un recipiente de cristal...‑
y las versiones más antiguas del Physiologus que mencionan bolas de vidrio en
lugar de espejos. La leyenda, en todo caso, es universal: un cuento recogido
desde el sur de USA hasta la India (Aarne, tipo 1168 A)
pone en escena a un hombre que muestra un espejo a un tigre, haciéndole creer
que se trata de un congénere, y ahuyentando a la fiera asustada.
He
subrayado en los textos Ja belleza de su hermosa estampa» para que se advierta
cómo la defectuosa comprensión de unas palabras conduce a un cambio en la
leyenda, pasando de la diligencia maternal (o el orgullo de madre) a la vanidad
femenina.
239
1
1‑3.
GC no enumera las propiedades medicinales del castor (que pueden leerse en AI‑QazwTin‑i),
ni menciona su naturaleza anfibia, que conduciría, en pleno siglo XVI, a que en
tiempo de Cuaresma la mitad trasera del castor se autorizase como alimento, al
considerarse «medio pez» al inocente cuadrúpedo. Izzi lo recuerda (184) con el
necesario dejo de ironía.
En
otro lugar, dedico unas reflexiones a la relación del castor con la fecundidad,
a pesar de su conexión superficial con la castración, Remito a Durand (z6z‑2‑63)
para el establecimiento de una relación entre la fecundidad y el elemento
tierra, ya que, para los bestiarios, poco tiene el castor de acuático.
1.4.
La antítesis que Charbonneau‑Lassay ve entre lince y topo es sólo
aparente; al margen de la agudeza visual vs. ceguera, hay en diversos textos
dos rasgos que los acercan: el carácter demoníaco y la avaricia.
1.5.
Adviértase la notable eufemización del león, tan poco terrible en PT como en
otros textos medievales. Los «cuantofrénicos», los pedantes de la metricidad,
quizá puedan demostrarlo estadísticamente. Hay que leer el Libellus, por ejemplo, para hallar una «naturaleza» diabólica del león.
1.6.
El aliento perfumado de la pantera, su multicoloración, su carácter marino en
varios textos no didácticos, apuntan al carácter femenino y acuático de la
fiera, como sugerí en Circé.
1‑7‑
Nada más alejado de la trascendencia que este glotón ¡iecrófago; de ahí que
vaya incluido en el Bestiario telúrico,
1.8.
Es curioso que el lagarto, helíaco en el PIJysiologus y símbolo de luz hasta en
el arte románico, forme parte del bestiario lunar para Gilbert Durand. Éste
opina, en efecto (363), que el lagarto puede ser incluido en tal campo de lo
imaginario con el mismo derecho que la serpiente o la rana, debido a sus
metamorfosis, sus cambios de piel. junto a la liebre o al perro, es uno de los
animales que pueden, dice Eliade
(Traité, 155), transmitir un «mensaje»
de la luna a los hombres. Tampoco hay coincidencia, al menos aparente, entre
nuestro lagarto y el «mensajero de la muerte» de los mitos
240
africanos,
0 el que tradicionalmente interviene en las torturas infernales de algunos
pueblos. Tervarent (1, z34) indica ejemplos renacentis~ tas de lagartos como
atributos de la muerte, pero no aventura las fuentes de tal motivo; también el Diccionario Infernal incluye algunas referencias al lagarto. Para Jung, el enorme lagarto ‑‑o
cangrejo de río‑ del suefio que analiza en L'homme (z8o y ss.) no es sino la parte inferior de la psique del sujeto.
11.i.
Es evidente el isomorfismo pantera‑ballena, debido al aliento perfumado:
estamos ante una eufemización del engullimiento, de los hedores ‑y
horrores‑ de la digestión.
H.2.
La presencia del líquido en la leyenda del pelícano ‑la angre de su
pecho, el agua del bautismo...‑ explica su inclusión en esta sección del
Bestiario.
H‑3.
A propósito de la madre terrible, Jung hace observar qué cerca está delphís (=delfin) de delphús
(=útero). Es en Delfos donde se
encuentran la sima terrestre y el trípode (delphini's: mesa
con tres patas en forma de delfin). Esta analogía etimológica es corroborada
por Durand, a propósito de la estrecha relación entre el tema del pez y el de
la feminidad materna,‑ también Kerény1 presenta al delfín como «animal‑útero
del mar>~.
11‑4‑
Si el cisne es en alquimia la coniunctio
oppositorum, si simboliza a la vez lo masculino y lo
femenino, el cielo y la tierra, la pureza y la sexualidad, la dulzura y la
violencia, si es un conductor de almas y un elemento infernal, lo que los
bestiarios difícilmente revelan es su condición de ave; es más acuático que
aéreo, lo que explica su inclusión aquí.
II.S.
Por su blancura, la perfección de su forma, las circunstancias misteriosas de
su producción y su carácter marino, la perla ha sido siempre relacionada con la
generación y con lo femenino; tres temas coinciden en su mitología: el del
agua, la luna y la mujer. La perla representa el principio femenino del yin, goza de un simbolismo ginecológico y embrionario y ha dado lugar a
creencias en sus virtudes mágicas. En un plano aún más abstracto, simboliza el
centro místico y
Z41
la
sublimación; en la corona taoísta de China se representa la perla de]
conocimiento, fianqueada por dos dragones.
11.6.
En la Historia cómica, etc. de Cyrano de Bergerac, la salamandra, <~animal de fuego»,
lucha contra la rémora, «anirnal de hielo». Fulcanelli, en sus Moradas filosofales, subraya la significación de esta batalla, en la que triunfa el frío de
la rémora: se trata, en realidad, de un enfrentamiento entre el principio del
azufre y el del mercurio, resuelto a favor del segundo.
M.i.
Los aspectos esenciales del simbolismo del águila están ya en el águila de los
bestiarlos: sol, luz, elevación, poder y virílidad, representación de lo divino.
111.2.
Tras el monstruoso grifo, medítese la siguiente frase de Eliade (Mythes, 134): « ... si se considera en su conJunto al 'vuelo' y todos los
simbolismos paralelos, su significación se revela inmediatamente: todos ellos
traducen una ruptura efectuada en el universo de la experiencia cotidiana. La
doble intencionalidad de esta ruptura es evidente: lo que se obtiene mediante
el vuelo es a la vez la trascendencia
y la libertad ... ».
111.3.
El «auto‑auxíilo» es el rasgo fundamental de la grulla fabulosa. Si es,
como todo animal, una figura de lo instintivo, de las fuerzas del inconsciente,
su actividad, tal como la presentan los bestíarios, sería una alegoría del
repliegue del inconsciente sobre sí mismo, del robustecimiento de su autonomía,
de la tendencia de la psique hacia la regresión.
111.4.
La tórtola, modelo de fidelidad y castidad conyugal, ve confirmado su valor en
el Diccionario Infernal, donde resulta un anafrodisíaco y un destructor de hormonas: «Si se
trae el corazón de esta ave dentro de una piel de lobo, apagará el fuego de la
concupiscencia y todos los deseos amorosos. Si se cuelgan sus patas de un
árbol, no dará más fruto‑ si se frota con su sangre, mezclada con agua,
con la cual se haya cocido un topo, una parte velluda, caerán todos los pelos
negros» (Collin, 785).
242
III.5.
Son palpables las confusiones de los bestiarios al tratar de estas aves:
salubridad o impureza, piedad filial, incubación a distancia en el caso de la
fúlica, relación estrecha con el elemento acuático, se refieren de forma
variable a una u otra de las mencionadas.
111.6.
Incluir al avestruz, tan poderosamente atado a la tierra por su peso, en el
Bestiario aéreo, no deja de ser discutible. No es, hay que reconocerlo, la
mejor imagen de la trascendencia.
111.7.
Si las aves suelen ser «desanimalizadas» por la imaginación, a decir de Durand,
¿no lo está aún más el camaleón, que vive de aire y carece de color propio, de
carne y de sangre? En cualquier caso, su adaptabilidad cromática lo hace
pariente del parande descrito por Brunetto, o del monstruoso huspalim, que
Paré sitúa en la isla de Zocotora y «sólo vive de viento».
IV.1.
El fénix es un símbolo de trascendencia, pero más gracias a su renovación ígnea
que a una elevación o surcamiento del espacio. Dada la ambivalencia general de
ese elemento, representa al fuego purificador, no al fuego sexual. Su belleza y
su rico cromatismo, que los textos destacan, corresponden a las características
del fuego y de la luz.
IV.2.
En la salamandra hay una proyección simbólica, como en el fénix o en el
pelícano: el hombre, atraído por el fuego y a la vez temeroso de él, ve en la
salamandra una superación de sus límites, la purificación de sus tendencias
negativas; es, en cierto modo, un monstruo antropomorfo.
V.I.,
V.2. En numerosos textos, centauro y sirena figuran juntos, lo que refleja el
deseo de un tratamiento común basado en una común estructura: son seres
híbridos, con medio cuerpo humano y medio de animal. Bajo esa común estructura
hay además una connotación erótica, negativa desde el punto de vista moral:
desde la antigüedad, la sirena es la meretriz que atrae y seduce a los viajeros
con su canto. ¿Y el centauro? Es priápico, relacionado con el relámpago y el
viento rápido, perseguidor de doncellas (Jung, Métam., 463). Seymour,
editor del Mandeville inglés, lamenta que los hombres hayan tenido que
despedirse del grifo, del hipocentauro... Pero la despedida no ha sido
243
ciertamente
definitiva, cuando el centauro sigue interesando a Campbell ‑aunque sea
en relación con un tema tan distante como el pathos de
aferramiento a la madre en Estados Unidos‑ o a Jean‑Charles Pichon;
alguien ha visto incluso humor en la bestia, y Balpe no deja de reproducir la
descripción que hace Max Jacob en Le
cornet á des de un centauro de color café con leche,
ojos concupiscentes y grupa más serpentina que equina,
V.3‑
Que el borametz falte de textos notorios puede deberse a asociaciones ‑no
necesariamente conscientes‑ con el valor simbólico sexual de] árbol, y
con la ecuación cordero= Cristo; el escritor medieval pudo evitar así caer en
lo irreverente o lo blasfemo.
V.4.
Max Müller ya explicó las confusiones en torno al ave anser bernicla y el percebe o lepas
anatífera, debidas, entre otras razones, a
similitudes verbales: Hibernia, hiberniculae, bernaculae... Bachelard ha
mostrado (Poética del espacio, 154‑155) cómo hay contaminación, en la leyenda del percebe, entre las imágenes
del nido y de la concha.
V.5.
Que la leyenda del unicornio evocase el eterno combate entre la lujuria y la
virginidad no impidió el que la Iglesia prohibiera, a fines del siglo xv, la
representación de aquélla. Pero, ¿como desterrar de la imaginación humana un
ser tan fascinante, llamado, en épocas y culturas diversas, ekasringa, harish, karkaddan, sharav,
sinad, sz, toe nayo ... ? Hasta el
ermitaño de Apollinaire grita, en una alusión diáfana a su estado de encendida
pasión: ~<Seigneur que t'ai‑je falt Vois ¡e suis unicorne».
VA
Chevalier ve en el onagro una figura del hombre salvaje y de la indocilidad;
prefiero ver en su crueldad y en su carácter voluntariamente solitario, incluso
en la misteriosa referencia del Physiologus
a la presencia del animal en los
palacios de los reyes, una serie de aspectos que lo equiparan al unicornio.
V.7.
He mostrado en otra parte cómo el aspecto devorador del catoblepas primitivo
pierde su eficacia, y se reduce en nuestros días por eufernizacíón o inversión;
su mirada fatal y su aliento mortífero se quedan en un simple nombre para
Alfred Jarry, y en estupidez y
244
autofagia
para Cortázar. Antífrasis, conversión en sentido religioso, paso M régimen
diurno al régimen nocturno de la imagen: todo eso revela la historia más
reciente del monstruo.
V.8.
Para quienes aman los «puentes culturales», sefialo aquí el parentesco entre el
basilisco de De Bestús, que mata con silbidos, y el híbrido monstruoso de la épica rusa, Solové.j‑Razbóinik, que utiliza idéntica arma.
Izzi
concluye su sugerente análisis sobre el basilisco en los siguientes términos:
«El basilisco‑caradrio representa el binomio muerte‑vida. Su
vinculación con los aspectos de la resurrección (gallo y serpiente, símbolos de
la continuidad cíclica,‑ caradrio, que restablece el fluido vital;
conexiones con Esculapio en cuanto a las curaciones y resurrecciones) induce a
pensar en una correlación con aspectos iniciáticos, muy descoloridos, pero
perceptibles aún, que constituyen un paralelismo ulterior con el dragón, animal
iniciático por excelencia» (114).
V.g.
En cuanto al problemático parto de la comadreja, todo hueco u orificio está
sexualmente determinado, según observación unánime de los psicoanalistas; la
cavidad del oído no podía escapar a esta regla de la representación. El
nacimiento por el oído, por muy aberrante que pareciese a Charbonneau‑Lassay,
está mencionado en el Rárnáyana, donde el mono Hanumán sale de un monstruo
marino por su oreja derecha, como Gargantúa lo hace por la izquierda.
Míticamente, hay nacimientos por la cabeza, y los teólogos cristianos de la
Edad Media no desdefian una posible concepción del Verbo per aurem, idea que se refleja en nuestros textos. Existe, por tanto, una
tradición muy antigua referida a nacimientos monstruosos, y que responde a un
verdadero arquetipo en la mente humana.
La
castración o decapitación nupcial a que procede la víbora, está
espeluznantemente descrita en el siglo v por Prudencio de Zaragoza, en un
análisis freudiano avant
la lettre.
V.i5.
La presencia modesta del dragón en los bestiarios estalla en la literatura no
científica. Valga un solo ejemplo de sus múltiples valencias: en la Leyenda dorada, diversos dragones ‑¿o será el mismo?‑ son amarrados por
San Silvestre, ahogados en el mar (lo que provoca una epidemia de peste) e
intervienen en un milagro de San Benito; el dragón es derrotado por San Jorge;
sigue a una doncella, una vez atado, «como si fuese un perrillo faldero»,se
retira al desierto, por orden de San Felipe; es mantenido a raya, gracias a la
245
1
costumbre
de quemar huesos de animales muertos; encarnación de¡ demonio, engulle a Santa
Margarita, que sale de su interior a la manera del hidrus; es
muerto de un salivazo por el obispo Donato; se duerme a los pies de San Mateo;
sueña con él Santa Perpetua; sale de una estatua diabólica; devora el cadáver
de una cortesana...
V.16.
La anfisbena evoca fuerzas contrapuestas en equilibrio. Como las dos serpientes
del caduceo, cada cabeza supone un principio; si el reptil en general es
símbolo del inconsciente, puede tratarse de un modo de reflejar el antagonismo
entre dicho inconsciente y la fuerza de la consciencia; una coniunctio oppositorum, si la anfisbena figurase en el bestiario alquímico, extremo que no rne
consta. La duplicación de órganos tiende normalmente a expresar un
reforzamiento del significado (el dragón bicéfalo es lo terrible, lo devorante,
multiplicado); pero, dada la contraposición en el caso de la anfisbena, no
parece aceptable tal refórzamiento.
El
árbol que vigila el áspid ‑árbol cósmico, de vida o de la inmortalidad‑
es isomorfo con el tesoro, que también suelen vi llar 19,
seres
ctónicos y femeninos, como el reptil; el carbúnculo en la cabeza del áspid, que
menciona Brunetto, es absolutamente intercambiable con el bálsamo de PB. Pero
decidir, basándose en los textos, qué representa exactamente lo que guarda el
áspid, no es tarea sencilla: quizá sea la inmortalidad. Lo que costaría más
admitir, es que el árbol rodeado
por el áspid (situación que no se da,
cierto es, en nuestros textos) fuera, como quiere Jung, «el símbolo de la madre
protegida por la angustia del incesto» (Métam., 436).
V.i8.
Hay, en la actuación del niluo, engullimiento, descenso a los infiernos,
permanencia en el interior del monstruo y salida a la luz con destrozo de
vísceras: su función en los bestiarios es exactamente la del héroe. El hecho de
atacar al monstruo supone una lucha contra el dragón‑cocodrilo materna¡ y
devorador; una vez destruido el aferramiento a la madre, el héroe ve abrirse
ante él una existencia autónoma. Dicho de otro modo: este combate implica una
torna de contacto con las fuerzas del inconsciente que eventualmente, si
llegaran a imponerse, podrían destruir el equilibrio psíquico del sujeto a
causa de su regresividad. El sujeto lucha en realidad consigo mismo, contra una
parte de la totalidad de su espíritu; de donde se deriva la identidad
originaria del héroe y del monstruo.
246
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