Muchos de nosotros hemos sido, somos y seremos siempre, viajeros en el mundo; en ocasiones, durante varias veces a lo largo de nuestra vida. Figuras errantes que inspiran en los demás el hacerse preguntas acerca de cuáles pueden ser nuestras motivaciones, nuestra historia y, sobre todo, nuestro posible destino. Esa imagen del viajero se mitifica, transformándose en un icono dentro de nuestra mente ya que, como siempre, el mito nace para ofrecernos valiosas lecciones acerca de la vida y de la supervivencia.
La figura del viajero errante, ese misterioso caminante que un día aparece por pueblos y aldeas inspirando —en el mejor de los casos— cautela, temor y respecto puede encontrarse en la memoria de muchos de nosotros, ya que se trata de otra de tantas imágenes que compartimos en nuestra antología de arquetipos.
En este caso no se trata tan sólo de otra imagen más de la memoria colectiva ya que Andróval, El Mensajero Errante, es real, y existe la posibilidad de encontrarnos con él en nuestros vagabundeos a través del mundo, pues no conoce otro refugio que el que es capaz de ofrecerle el camino. Que se tenga constancia, no se conoce ningún lugar al que Andróval haya podido considerar alguna vez una morada fija o, al menos, un lugar de descanso habitual.
Por la forma en cómo lo he descrito, cabría pensar que Andróval es un ser de naturaleza Imago; no obstante, esto no es así ya que el Mensajero Errante es un nativo de nuestro mundo y sus orígenes constituyen un misterio para la mayoría de nosotros.
Su símbolo es el cuervo que, bajo su astuta mirada producto de una curiosidad insaciable, observa el mundo a su alrededor; mientras, en sus patas porta el cayado sobre el cual descansa la sabiduría del mundo, y que nos ayuda a mantenernos adelante, siempre en movimiento.
Como Centinela, viaja de forma incansable a través de los caminos del mundo cuidando de las cosas sencillas, vigilando el equilibrio de la vida y fortaleciendo los vínculos que muchos lugares mantienen con la Gran Consciencia. Acostumbrado a trabajar en compañía de Rhiatan “La Hacedora de Máscaras” y con Curadhan “El Ciervo de Cullegh”, suele participar junto a ellos en muchas empresas diferentes que le llevan a recorrer toda la tierra hasta alcanzar las cuatro esquinas del mundo.
Andróval no tiene una tarea concreta ya que son muy diferentes los asuntos que requieren su atención. Así, observa los progresos de todo tipo de criaturas, siempre atento; aunque centrado en aquellas que se encuentran dotadas de consciencia, pues serán éstas las que jueguen un papel fundamental en el devenir de los tiempos al servir a los planes que el propio mundo nos tiene reservado, de una forma que aún supone un misterio para nosotros, los mortales.
Andróval cuida también de la vida sencilla que inspira a las gentes a querer buscar un lugar mejor en el cual asentarse, siempre más allá, para sí poder establecerse y formar una familia; obteniendo así la felicidad y el sosiego que trae consigo el ver cumplidas todas aquellas aspiraciones que surgen de una motivación por querer progresar. Se mantiene pues siempre vigilante en torno a la vida que existe dentro de las pequeñas comunidades, especialmente por aquellas que se encuentran más dispersas y alejadas —y a la vida que se halla entre sus vías de comunicación, un aspecto que suele ser pasado por alto—, transportando mensajes entre unas y otras. Así piensa que se favorece su prosperidad, al fomentar los vínculos sociales, auténticos lazos que dan consistencia a los diferentes grupos, fortaleciéndolos.
Vemos pues que Andróval enfoca sus intereses hacia los vínculos de tipo afectivo que mantiene unida tanto a la familia como a los diferentes grupos familiares que se relacionan entre sí, formando éstos a su vez grupos sociales. Lazos emocionales que al final son los que consolidan la evolución de las criaturas dentro del entorno familiar y social. Sus intereses se mantienen pues muy alejados de las enseñanzas de Malina, centradas en obtener el mejor resultado posible en todos aquellos aspectos materiales que pretenden sacar provecho del trabajo organizado, y que permiten hacer evolucionar a las colectividades bajo la eficaz estructura de un sistema basado en el reparto de tareas. Un mecanismo que no tiene demasiado en cuenta el significado de la individualidad como un elemento imprescindible de cara a la obtención de la satisfacción personal y, por lo tanto, de la felicidad. Por otra parte, se trata éste de un sistema que fomenta la afluencia de muchos seres en torno a un mismo emplazamiento geográfico (ciudades, grandes urbes), considerando la dispersión un signo de atraso y por consiguiente, de barbarie. Malina no considera pues el valor que tiene para las criaturas conscientes la percepción de su propia identidad, elementos de los que Andróval es muy consciente y que enseña a proteger, en la medida de lo posible.
Recorre así el mundo llevando mensajes entre las diferentes comunidades, aldeas y pueblos, por lo general, de pocos habitantes ya que aborrece la civilización. Para él, ésta es un signo de la decadencia a la cual puede llegar el progreso social que obvia los aspectos afectivos que ayudan a forjar los lazos comunitarios, y que se hallan sólo motivados por la obtención de riqueza; una perversión de la vida ideal que sólo sirve para hacer más infelices a todos los seres conscientes. Para Andróval, actitudes que olvidan a menudo cuales son o, según él, deberían ser los aspectos más importantes de la existencia. No es difícil pues llegar a la conclusión de que su relación con las “Mellizas” —Malina y Anningan— son realmente malas, por no decir que catastróficas.
Pese a la importancia que otorga a los vínculos sociales y afectivos, vitales para establecer relaciones unos con otros y núcleo de nuestra evolución interior, Andróval sostiene que cada criatura inicia un camino de descubrimiento al comienzo de su vida que ya no abandonará jamás hasta su muerte, y que ese camino es siempre un camino de soledad. No podemos, según él, vincularnos demasiado a nada ni a nadie en este mundo, pues la última respuesta sólo se halla dentro de nuestro propio corazón. La vida es pues un sendero solitario al que no debemos temer ―siendo éste un aspecto muy importante―, ya que tenemos la obligación de poder enfrentarnos a él sin miedo, solos y con el suficiente ánimo como para no depender de nada ni de nadie. Sólo así, tenemos alguna oportunidad de poder encontrar el camino que conduce a Lavondyss, verdadera utopía que resume todos nuestros deseos y que forma al Imago Supremo. La búsqueda de éste Gran Mito o Imago Supremo, construido a partir de los sueños que han tenido y tendrán alguna vez todas las criaturas del mundo, constituye, con toda probabilidad, el concepto que mejor resume todas sus enseñanzas.
En su tarea como portador de noticias, Andróval protege los senderos, a los viajeros que los recorren y, de forma muy especial, a los mensajeros que, a través de ellos, llevan noticias a todas las esquinas del mundo. Una tarea que es para él muy importante y a la que dedica casi todos sus esfuerzos, para desconcierto de algunos otros Centinelas que no entienden el porqué puede suponer esto una misión de tanta relevancia. Inspirado en las motivaciones que rigen su existencia, uno de sus seguidores fundó una orden de mensajeros en su honor, llevando el nombre del Centinela al cual está dedicada. Así pues, siguiendo sus preceptos, los miembros de “La Orden de Andróval” recorren el mundo portando mensajes, llevando noticias y manteniendo un estricto voto de humildad y de pobreza. De esta forma, sus seguidores viven con lo mínimo; de haberlas, sus posesiones no suelen consistir más que en algo de indumentaria para poder vestirse y mantenerse abrigados, una taza para beber, una escudilla para tomar el escaso alimento que los mantiene vivos día tras día y un cayado que pueda aliviar, en parte, las fatigas del camino. Con frecuencia portan también alguna pluma de cuervo prendida de su capa en señal de su devoción.
Que se conozca, no se tiene noción alguna acerca de los orígenes de Andróval. Para unos éste se trata de una manifestación directa de nuestro mundo, venido a la tierra para compartir junto a los demás las fatigas de nuestra existencia; para muchos otros, Andróval es una clara representación de Lugh, nuestra estrella más brillante que, junto a la larga cola que forma su Jareth, calienta la tierra trayendo así luz, calor, salud y bienestar.
Pero entonces, si es así ¿por qué existe entonces bajo la forma de un Poder Nómada Menor? Como es bien sabido, los Poderes Nómadas mantienen entre sus características la necesidad de tener que mantenerse ligados a la tierra, precisando por lo tanto de una envoltura física que les permita, no sólo conseguir ser tangibles, sino también poder interactuar con el resto de las criaturas. Yo me inclino a creer que se trata de la segunda suposición, por lo cual, Lugh, debilitado a una centésima parte de todo cuanto llegó a ser alguna vez por el hecho de haber concebido a sus hijas, nuestras dos lunas, tomó la decisión de mantener una actitud más activa en todos los hechos del mundo, deseando participar en los acontecimientos de una historia que, al terminar cada jornada, entra a formar parte de los anillos de nuestro Árbol del Tiempo.
Principios
— Sólo a través de la comunicación, estableciendo vínculos unas con otras, pueden las criaturas expandir su consciencia y así evolucionar sin poner en peligro su propia individualidad.
— La vida es un camino de descubrimiento, no la malgastes permaneciendo mucho tiempo en el mismo sitio.
— La evolución interior reside en escuchar a tu corazón, escucha todo cuanto éste tiene que decirte.
— Valora los aspectos sencillos de la vida. Las posesiones materiales sólo te atan, distrayéndote de comenzar tu verdadero camino.
Arquetipo: El viajero errante, portador de noticias.
Poder menor: Nómada.
Se asocia al género: Masculino.
Origen: Nativo
Alineamiento: Neutral bueno, (bueno).
Símbolo: Un cuervo portando un cayado entre sus patas.
Color predilecto: Tonos grises, marrones, oro y bermellón.
Arma preferida: Cayado o bastón a dos manos.
Áreas de influencia: Sol, verano, viajes, protección, habilidades, creación.
-Dominios D&D 3.X: Bien, curación, protección, sol, viajes.
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