Como resulta común escuchar en Dyss en la forma de un dicho popular: “el tiempo es un árbol que extiende sus ramas, y no una fina línea que seguir con los ojos vendados”. Así, diferentes realidades conviven todas juntas a lo largo del Gran Árbol del Tiempo auspiciadas bajo un único tronco común. Una gran realidad troncal en la cual se reflejan aquellos hechos que son herederos de todas las diferentes realidades. Ramas temporales independientes, supervivientes de un proceso de selección natural del propio tiempo, y descendiente cada una de su propia realidad. Las diferentes ramas del Gran Árbol representan pues hechos que siguen cada uno su propio camino, independientes del resto de las demás realidades hermanas, y ajenos a un concepto del tiempo que se asemeje al de un gran rio que fluya impasible, sin la posibilidad de poder alterar el curso o de poder ser remontado rio arriba.
De esta forma, todas las realidades se extienden, se entrecruzan y, en ocasiones, se tocan unas con otras. Allí donde se tocan se producen vibraciones que se propagan a lo largo de todos los ramales. Esto provoca consecuencias en la mayoría, pues lo que le sucede a uno, afecta a los demás. Uno de esos efectos, como hemos visto, son las encrucijadas.
De todo esto podemos llegar a la conclusión de que, en Dyss, el destino no puede estar descrito en ninguna parte. No existe un único camino para la hechura de los acontecimientos, aunque sí que resulta posible predecir lo que podría suceder estudiando minuciosamente las distintas posibilidades. Pese a ello, resulta común que la mayoría de las criaturas conscientes tenga la creencia de que es posible poder controlar el destino y desee, si es posible, poder tomar el control del porvenir de todos los demás ya que, quien conoce —o controla— el destino obtiene el poder. Una de las criaturas que más ansía que esto pueda ser posible no es otra que Anningan, mejor conocida como “La Jagath”.
La anciana curandera, Centinela de todos aquellos que gustan de poder escudriñar el destino a la vez que preparar bebedizos, ungüentos y pociones —entre otras muchas habilidades— sabe muy bien que resulta factible el tratar de encauzar las finísimas hebras que guían el rumbo de los acontecimientos, tratando de hilvanarlas a su capricho, de la misma forma que se enhebra el hilo en el husillo mediante el uso de la rueca. Por ello, resulta este instrumento el símbolo que asociamos con Anningan. Un instrumento con el cual, de forma simbólica, la Centinela de todos los secretos populares codicia poder controlar el destino, hilándolo a su antojo. La rueca representa pues el uso del instrumento por el cual, gracias y mediante la habilidad del artífice, se puede controlar el destino.
Desde sus orígenes, La Jagath ha tratado siempre por todos los medios de hilar los distintos cauces por los que discurre el tiempo, tejiendo una gran red de hilos que cubran los diferentes ramales del Gran Árbol con el fin de unirlos a todos en un solo ramal único. Una pesada tarea que en compensación le reporta la posibilidad de poder escudriñarlo con más facilidad. Para Anningan no es suficiente con disponer de una única realidad troncal que mantiene unidas todas las ramas temporales. Anningan ansía convertir el tiempo escindido en un tiempo lineal, pues para ella sólo debe haber un único camino que poder vigilar; sin variantes, sin disparidades, sin sorpresas. Para ello, hila sin cesar una fina línea de tiempo lineal por el que discurre el resultado de todos los ramales, o mejor aún, aquellos que sólo ella elije, en la medida de sus posibilidades.
Lo irónico es que sin saberlo es ella la que ha dado forma al tronco común que une todas esas realidades, unificándolas y protegiéndolas, en el Árbol del Tiempo, y que percibimos como una única realidad tangible. En su ambición por disponer de un solo cauce ha sido La Jagath la que comenzó creando un único lugar en el que se refleja toda la diversidad de los diferentes caminos temporales. En ellos es donde precisamente nos movemos la mayoría de nosotros en la actualidad, tal y como se explica en el capítulo dedicado al Gran Árbol.
Las acciones de Anningan han estado motivadas siempre por la codicia. Fue así cuando escondió a la Centinela Edith de los Hijos de Morthid; consciente no sólo de los beneficios que le reportaría la llegada de la Narradora de la Vida, sino del precio del poder que el presente que le entregara Curadhan valía muy bien el esfuerzo. Algo que hizo a pesar de que Los Hijos de Morthid sean sus propios hermanos. Porque sí, Anningan es, junto con su hermana Maeth, una hija directa de Morthid; aunque ambas pertenecen a la estirpe de Los Fugitivos, aquellos de los hijos de ésta que una vez decidieron separarse de los planes de su madre, cada uno de acuerdo a sus propias razones.
Es quizás debido a su naturaleza por lo que está dotada de un alto grado de ambición, un rasgo que comparte con su hermana Maeth. Ambas coinciden en muchos aspectos, compartiendo muchas características comunes y formando juntas un dúo muy especial pues Anningan y Maeth trabajan unidas la mayor parte del tiempo. Por esto, se suele hacer referencia a ambas como: “Las Mellizas”, pese a que esto no se corresponda con el significado real del término.
Anningan es la anciana sabia, avariciosa y alcahueta que nunca entrega algo a cambio de nada pues posee un estricto código que establece unas muy severas condiciones ante cualquier tipo de intercambio. Sus principios se han extendido, sirviendo de guía por los que se rige la agricultura, la civilización y el comercio. No obstante, ha sido su hermana Maeth, conocida también como Malina, la que ha enfocado sus esfuerzos en tratar de proteger este tipo de aspectos más de carácter social, fomentándolos; por ello, Malina se ha convertido así en la Centinela de la civilización, con todos sus amplios grados de complejidad.
Mientras tanto, Anningan se entrega a todo aquello que mejor sabe hacer, esto es: intentar someter las hebras del destino tratando de hilarlas sin descanso. Por otra parte, vela por la sabiduría popular que atesora aquellos secretos que puedan suponer una ventaja frente a cierto tipo de adversidades de carácter natural. Esto no sólo incluye el tratar de forzar a la naturaleza, doblegándola, a fin de obtener los beneficios que traen la agricultura o la recolección organizada, sino también el de dominar todos aquellos conocimientos que descubren las ventajas que guarda una naturaleza llena de recursos, como el arte de hacer medicinas, pócimas, ungüentos y, en fin, todo tipo de remedios que puedan ya no sólo tratar de traer algo de alivio ante los males del mundo, sino también los que permiten obtener una situación ventajosa.
Es la cuidadora, la bruja que a través de su poder trata de doblegar a la naturaleza en todos aquellos aspectos más cercanos —o mundanos—, mientras que mediante el uso de la magia oscura trata de poder influir en los demás. Una intención que se encuentra en el lado opuesto a todo cuanto significa el conocimiento por el conocimiento como un camino para la evolución interior, reflejado en aquellos aspectos de la filosofía que comparten Edith y Jareth. Es el lado egoísta del cuidador, de la madre, pues sólo es capaz de ver el bien de uno mismo o de los suyos; algo que por otro lado permite a las gentes poder salir adelante. Anningan fomenta el uso del poder, pese a su alto coste (como se puede apreciar claramente en uno de sus preceptos), por tratar de hacer la vida diaria algo más llevadera. De esta forma extiende el uso de artes como el de la agricultura, además de toda una serie de secretos y fórmulas de magia mundana que de otra forma los otros dos Centinelas del conocimiento jamás revelarían. El resultado de sus esfuerzos es que existen multitud de remedios, fórmulas y sencillos encantamientos que permiten realizar a las gentes pequeños “arreglos” gracias al poder arcano; pero también ha dado pie a que existan incontables charlatanes y curanderos que pretenden saber lo que desconocen, ansiando beneficiarse de su ignorancia por medio de la ignorancia de los demás.
No obstante, eso no significa que la labor de La Jagath no tenga valor, al contrario. Ha sido ella quien ha difundido muchos aspectos del conocimiento médico, los secretos de la cirugía sencilla y el arte del poder oculto de las hierbas, entre otras muchas enseñanzas que son necesarias para la vida de las gentes; por no hablar de las ventajas que supone para su prosperidad el uso de las artes agrícolas. Un conocimiento que no puede esperar y que, por lo general, se requiere día a día en cualquier comunidad de nuestro mundo. Siempre pragmática, Anningan favorece la expansión del conocimiento enfocado a fines prácticos, más que al saber como un desarrollo para el espíritu.
La Jagath, junto a su hermana Maeth, es así protectora de un gran número de artes que se encuentran al servicio tanto de muchos de los aspectos mundanos de las criaturas conscientes como de muchas de sus pasiones. Es notorio señalar que Anningan representa a las pasiones y a los deseos emocionales, mientras que la filosofía de su hermana Malina se enfoca más hacia los bienes materiales. Sin embargo, sus caminos siempre se encuentran muy próximos, complementándose la una a la otra.
Es especialmente venerada por los humanos y por los hombres medianos, siendo en muchos sitios, junto a Maeth, su patrona. En ciudades y pueblos, en villas y aldeas el nombre de La Jagath siempre está muy presente, levantándose lugares cerrados de culto, pues es la anciana madre sabia que vela por sus hijos al precio que sea, aunque todo ese celo disponga siempre de un valor.
Sus más férreos seguidores son rivales de la Orden de Jareth y de los Hijos de Edith, estando presente una vieja disputa que se ha mantenido hasta nuestros días. Aunque los conflictos violentos son raros, aún hoy las relaciones entre los miembros de las distintas órdenes suelen ser tensas.
Principios
— Defiende cuanto es tuyo bajo cualquier medio, sólo así prevalecerás. Si de ello sacas beneficio, tu preponderancia se triplica.
— Los senderos del destino son el único camino que, si somos capaces de contemplarlo, nos guiará indefectiblemente hacia el éxito.
— No temas emplear todo arte para tus propios fines. El precio del poder es sólo el resultado de los múltiples resultados que te ofrece el pagar su precio. Sólo aquellos que desean ser mejor que tú querrán impedirte el poder utilizarlo.
—Los recursos del mundo están a disposición de todo aquel lo suficientemente capaz como para saber sacarles provecho. No temas emplear todas aquellas artes que se encuentran disponibles a fin de poder doblegar a la naturaleza.
Arquetipo: La anciana bruja adivina.
Poder menor: Nómada.
Se asocia al género: Femenino.
Origen: Nativo
Alineamiento: Legal neutral, (neutral).
Símbolo: El huso o husillo de una rueca, o su rueda, bajo corona de laureles.
Color preferente: Oro y verde oscuro.
Arma predilecta: Objetos y armas punzantes, especialmente los pequeños y ligeros.
Áreas de influencia: Profecía, codicia, conocimiento, secretos, superchería, destino.
-Dominios D&D 3.X: Conocimiento, superchería, ley, suerte, plantas, bien, maldad.
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