Del sol y de su estela
Cualquier criatura que alce su mirada hacia los cielos puede tener la sensación de que la tierra que se encuentra bajo sus pies está fija e inmutable y es la bóveda celeste, con todos los astros que la contienen, lo que gira alrededor, allá en las lejanas distancias.
Es que efectivamente, son los astros y la bóveda celeste los que giran alrededor del mundo…
Un sol llameante surge cada mañana por el borde Oriental del mundo. Éste, también es conocido en muchos territorios como, Lugh o Lughan. Traza su camino dejando tras de sí una estela clara en el firmamento. Una estela sí. Una estela de unos quince grados de arco acompaña al sol en su viaje a través de los cielos. Una huella diáfana que a la luz del día se puede avistar con total claridad.
Cuentan muchos sabios, y los que ocultan sus miedos al mundo arropados en viejos libros y pergaminos, que el sol sobre la Tierra de Dyss es un colosal cometa muy cercano. Una cola inmensa y clara tras una gran bola de fuego, que gira y gira alrededor del mundo. Pero, ¿qué sabrán ellos?
Todos saben que el sol de Dyss es su guardián, y la estela es el rastro que deja su manto tras de sí. Tan radiante resulta que las estrellas huyen al verlo. En cualquier caso, el nombre de ese rastro, estela o manto es denominado: “El Jareth”.
El Jareth es la larga estela que deja el sol, el manto que cubre al mundo en las horas diurnas y que muchos otros creen que es el mismísimo firmamento en llamas, arrasado por el transcurrir del sol por sus senderos, allá en lo alto.
Y se dice con razón ya que, ciertamente, esta estela parece haber prendido los tejidos que forman la bóveda celeste. Un infierno en llamas que marca el camino del sol en su recorrido, trazando su huella.
Cuando el mismo sol se asoma y se esconde por el horizonte, es el Jareth el primero en avistarse, y el último en desaparecer. Dando lugar con esto a una de las más hermosas visiones, la alborada y el crepúsculo causada por el Jareth que generan un arcoíris de tonos iridiscentes, platinos argénteos, oros refulgentes en la misericordia de sus naranjas, los rojos, y los lilas más bellos del firmamento.
Poetas y escritores, músicos y filósofos, han llenado torres de piedra con pliegos amables repletos de palabras poéticas hacia estas visiones sobrecogedoras. Pero el mayor poema es contemplarlo en sí mismo, aunque las canciones sean buenas compañeras para tales espectáculos.
El poder del sol, con su fiel compañero y su manto: El Jareth, es venerado por igual en la práctica totalidad de Las Tierras de Dyss, con muy pocas y vergonzosas excepciones. Su poder es patente, su presencia indiscutible.
El sol y su manto, el Guardián y el Jareth; son poderes presentes en Dyss, y velan por la tierra, por sus cauces y por los que le dedican algún pensamiento al salir más allá de los confines del mundo, cada mañana.
Pero el que el sol salga cada mañana, no tiene siempre porqué ser verdad.
En efecto, un día de cada estación, justamente el día central o medio del calendario, el sol no sale, sumiendo al mundo en tinieblas. Se le denomina a ese día: el Día del Luto.
El Día del Luto es el precio que pagan los habitantes a Dyss por todas las ofensas recibidas contra el mundo. Un justo castigo, pues ese día resulta en muchas regiones una jornada angustiosa y terrible, y en otros, ese día se convierte en una auténtica pesadilla.
La ausencia del día, ocasiona que todo aquello que ama, venera o se esconde en la oscuridad, se aventure más allá de donde normalmente osa merodear.
La prudencia y las desgracias de un día en tinieblas hacen que lo más aconsejable sea atrancar bien puertas y ventanas, hasta que el manto del sol, El Jareth, anuncie la llegada de un nuevo día en el cual el Guardián, reanude una vez más su marcha diurna.
De las lunas y sus mareas
En las largas noches, especialmente en los años-estación de invierno y otoño, la vida se hace más llevadera, o más inquietante, gracias a la presencia de las lunas de Dyss.
Son sus lunas: La Luna de Trigo o “Irina” y la Luna Doliente o “Inanna”, como así se las denomina en la mayor parte de los territorios.
La “Luna de Plata” o "La Luna de Trigo", a la que más cariñosamente se conoce como: “Irina”, aunque en muchos sitios también como: "la rubia" o "la alegre", surge cada noche creciendo o menguando y es la causante de las "Mareas Menores". A la luna de plata también se la conoce como "La Soñadora" por los usuarios del poder de la tierra.
Tiene una fase de veintisiete días o "versos", es decir, un mes completo o "estrofa" y su tamaño aparente equivale a nuestra "luna de verano" de algunas regiones. "La luna de trigo arroja una luz plateada y fría que ilumina con bastante acierto las tinieblas de la noche, y ayuda a no perderse en las largas horas de madrugada. Su luz tiene propiedades curativas y es dispensadora de fertilidad.
"Irina" es venerada por igual en muchas regiones, siendo amada por la mayor parte de los habitantes, estando presente muchas veces en poemas y canciones. Su rostro cuando está llena presenta una serie de dibujos, como "el ratón" o "el conejo". Pero el dibujo más característico que se divisa sobre su faz es la imagen de "El Ciervo", símbolo de los guías en Las Tierras de Dyss.
La segunda luna, la “Luna Roja”, o “Luna de Cebada”, conocida como: "La Luna Doliente" o más cariñosamente y de forma más común: “Inanna” o “llanto”, tiene una aparición más caótica y su presencia es siempre inquietante en el firmamento.
Los dibujos de su rostro son adustos, surcados de cicatrices extrañas, aunque es reconocible la forma conocida como "La Esfinge" sobre su faz. La luna doliente es de proporciones enormes, resultando su tamaño aparente desde el mundo algo colosal, ocupando buena parte de la bóveda celeste. Cuando está llena, cosa que sólo sucede una vez cada año-estación, su visión es un espectáculo sobrecogedor resultando inmensa en aspecto y extensión.
Su luz rojiza y brumosa se adentra en los rincones más resguardados, iluminando a veces lugares remotos en los cuales ninguna luz podría filtrarse, y se difunde con una facilidad que demuestra ser una luz subrayada por la magia. Así pues, su luz tiene propiedades arcanas, siendo indispensable en multitud de procesos arcanos y mágicos, y resultando un componente más de las artes mágicas del mundo.
Constituye su fase una estación completa, es decir; "una canción", que en Dyss corresponde a un año de nuestra cuenta pues en Dyss las estaciones se suceden por años consecutivamente.
La luna roja tiene un efecto directo sobre las estaciones, gobernándolas. También afecta directamente al comportamiento del clima, y es la causante directa de las "Mareas Mayores", de las cuales ya hablo en otro apartado pero que como se puede presuponer consisten en mareas de proporciones gigantescas. Estas mareas provocan que las aguas se retiren cientos, incluso miles de millas, descubriendo así territorios que bien pudieran ser naciones enteras, o bien, cubriendo de la misma forma una vasta extensión de territorio de muchos miles de millas cuadradas de extensión.
Por eso se dice que: " si los pies bien secos quieres mantener, al rostro de la doliente deberás temer…"
Las lunas, tanto Inanna como Irina, a veces presentan ausencias, desapareciendo de forma enigmática e inexplicable. Esto sucede raras veces eso sí, pero esporádicamente desaparecen de los cielos, dejando a la mayoría de los habitantes de Dyss sumidos en el temor y la consternación.
Estas "ausencias son más frecuentes en “Inanna”, la Luna Doliente.
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