Alguien me dijo una vez, hace tiempo, que yo entro en somnolencia en primavera, para sumirme en un prolongado letargo durante todo el verano. Una vez llega el otoño comienzo a despertar, qué cosas, manteniendo después la actividad a lo largo de todo el invierno. Esta afirmación no se aleja de la verdad. El motivo es simple, el invierno invita a la introspección; y el periodo estival, en fin, a ir dando saltitos por ahí como los conejos. Las dos estaciones entremedias son como el carril de aceleración y su opuesto.
No obstante, en esta ocasión la espera se ha prolongado más de la cuenta. Lo comento —obviamente— porque ha pasado mucho tiempo para esta página. En términos de Internet, auténticas eras geológicas. Ocho meses sin entradas es como referirse al Cámbrico. Así que no le vendría mal alguna frase solemne que haga el momento majestuoso y emotivo. ¿Lo dejo correr? Es fácil quedar de pedante con estas cosas así que he estado a punto. Sin embargo, voy a probar, por ejemplo: «La vida es breve; el arte, largo; la ocasión, fugaz; la experiencia, engañosa; y el juicio, difícil.»
Así, más o menos, se supone que habló otro señor con barba que vivió hace mucho tiempo, Hipócrates. Pero claro, quién sabe. Con esto de las citas hay que tener cuidado porque la red se ha convertido en la experiencia cotidiana más engañosa de todas. Y en muchos sentidos, también la más breve.
De todos modos, ya tenía pensado desde hace algún tiempo retomar este blog con esta frase, que tenía reservada para la ocasión en un texto —éste— que había comenzado tiempo atrás y aparcado varias veces. El significado de la cita enlaza con todo esto y con lo que viene a continuación, como veremos, y si no ya me encargaré yo de que lo haga.
Del pasado presente
Para empezar, internet ya no es lo que fue. Con tanta población concentrada en las redes sociales, las gigantescas urbes de las redes de comunicación de hoy, las páginas web ahora me recuerdan a las granjas y pueblos que se desperdigan por Norteamérica. Grandes espacios vacíos, atravesados de acá para allá por carreteras secundarias fileteadas con torcidos postes de teléfono.
Cuando cada día abro en mi ordenador algunas de estas redes es como abrir la puerta de un local público abarrotado donde aún no se ha hecho vigente la ley antitabaco. Un estruendo de miles de voces, cada una hablando de «lo suyo», escoltada de una humareda de tonos y actitudes capaz de secar los ojos si no pones remedio. Cada uno reivindica algo, compra o vende, incluyéndose a sí mismo. Es su derecho. Y así, con todo esto, cuanto ha quedado fuera parece tener el aspecto de esos pueblecitos desiertos, azotados por el viento, y con el ya familiar matojo rodante colocado allí para la ocasión.
Nada de esto invita, desde luego, a proseguir con ese intimismo —tan de mi gusto— de la ya página web clásica y del blog humilde, pero noble, de un pasado tan próximo que asusta. Pues es lo fugaz de esta cotidianeidad lo que hace más difícil el juicio. El de una realidad en transformación constante. Tanto, que son incluso sus propias entrañas las que nacen y mueren cada día, renovándose. El cese inminente de G+ es un buen ejemplo de lo que quiero decir.
Los recién llegados lo han vivido y no conocen otra cosa, eso está claro, por lo que lo asimilan ¿y punto? Pero los que llevamos a cuestas unas cuantas generaciones, los que vivimos un tiempo más pausado, somos capaces de comparar. Y sí, en algunos casos hasta asustarnos. ¿Se sigue prestando atención al Internet rural? Que es como yo lo llamo. ¿Te das cuenta? El juicio tanto de esto como de muchas otras cosas es, sin duda, difícil.
Pero como yo creo con firmeza en la adaptación. Esto no es más que un no parar y seguir adelante, como siempre, no dejando nunca de aprender por el camino. Por otra parte, los que aún desean, he incluso buscan, algo de ese intimismo merecen mucha atención. No hay más.
Pero no todo se resume en estar o no a favor de la corriente o nadando en su contra. En lo que me concierne, llegó un momento que tuve que hacer una total desconexión de Internet, las Redes Sociales y hasta de la humanidad si me apuras. Son varias las causas, pero todas se resumen en siempre lo mismo, agotan. Y, aun así, me ha sido imposible una desconexión total. Lo único que ayudó a esto último con mucha eficacia fue un empleo que durante 16 meses consumió casi todo mi tiempo, el del sueño incluido. Creo que sobre asuntos acerca de tener que ganarse la vida las explicaciones sobran.
Por suerte, pero no sin algún que otro disgusto, ese empleo quedó atrás y he recuperado no hace mucho mis viejas rutinas. Las que me hacen sentirme bien, las que me importan. Por otra parte, una vez superado un fuerte bloqueo que solo comentaré de pasada —a ver si escapo indemne sin tener que contar mucho más—, tengo intención de concentrarme de aquí en adelante en lo que queda por hacer, que es mucho.
Foto: Jorge Dos Santos Valpaços
Del presente perfecto
De la larga lista que tengo delante ya he comenzado con alguna tarea que tenía pendiente. Por de pronto he creado una página en Facebook que, como sabes, no es lo mismo que un perfil; quedando éste para cosas más personales ¡y hasta mundanas! Esta página no tiene otro cometido que el de servir de base para mostrar —y promover— mi trabajo, compartir información relevante sobre éste y emitir comunicados. Una página que ya se venía haciendo necesaria como plataforma desde la más famosa red social de todas y puede que la más cruel junto con, como no, la del pajarito.
Aprovecho para comentar que dedicaré más tiempo a estas dos redes sociales por cuestiones estratégicas. Y es que no hay nada más honesto que los números (de audiencia, se entiende…).
Por si te interesa, la dirección de la página de Facebook es:
https://www.facebook.com/Edannarealreyes
Siguiendo con el presente, pienso que mi distancia de las redes ha provocado que no le prestara suficiente atención a todos los que, con su interés y pasión, dan soporte a mi trabajo, promoviéndolo. A todos ellos les debo mucho, por lo que me quiero concentrar en dedicarles mucho más tiempo y promocionarlos cuanto pueda, que es lo que merecen.
De muchos de ellos he recibido además algunas contribuciones, algunas aún por revisar. Una vez estén listas quiero que entren a formar parte de la colección que se guarda en esta web y que ha ido creciendo poco a poco a lo largo del tiempo.
Del futuro perfecto
Queda mucho por hacer. Pero eso no significa que las últimas tendencias impliquen una dispersión por el universo digital. El núcleo principal de mis actividades quiero que siga siendo esta página web, desde la que, a modo de hilos invisibles, se conectan todos los demás lugares que me permiten hacerme visible. Al menos, mientras la tecnología y la realidad actual de sus usos y costumbres lo permita. Pues como se ha visto las tecnologías vienen y van, por lo que no creo que cogerle mucho cariño a unas u otras sea muy práctico. Aunque como yo aquello de la practicidad no lo llevo muy bien, comprendo a la perfección el sentimiento.
Un ejemplo de la complejidad de todo esto no se basa tan solo en los usos, sino en la propia tecnología sobre la que funciona esta misma web, por ejemplo. Algunos módulos internos están empezando a darme problemas, por lo que se va haciendo necesario remodelar tecnología y diseño. Una tarea que, como comprenderás, me va a requerir mucho tiempo y esfuerzo. Además de tener que meditar sobre una nueva plantilla, he tenido que volver a repasar muchos aspectos técnicos que tenía bastante olvidados. Esto no me disgusta, pero sí que me exige tiempo, por supuesto.
Pero volviendo a los contenidos, acerca de mis proyectos y de su estado volveré a hablar, en especial sobre Dyss Mítica, pero ya me gustaría adelantar que por una serie de motivos decidí ponerlos en pausa. Algo que no se debe al abandono ni mucho menos sino a algo mucho más meditado… y hasta perverso.
Con todo esto, más el deseo de comentar algunos aspectos de lo que he publicado, los que en mi opinión pueden resultar más interesantes, la intención de esta entrada en la página es la de retomar mis actividades en ella. Sin más. Aquí estaré, nunca demasiado lejos, más cerca de lo que parece, y en muchos sitios a la vez, como mi querida Libélula.
Este es el poder que al parecer nos brinda la era de la información y de la comunicación. La misma que ahora nos recuerda más que nunca cada día que, si bien la existencia es tan breve, son nuestras obras las que perduran, quedando en manos de los otros y bajo su responsabilidad.
Edanna
11 de octubre de 2018
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