La encontré en la Petite, como no. La imagen maternal de Gillian Anderson, o sea Scully, de Expediente X transformada en imagen-fetiche de los de antes, con un encanto prerrafaelita que me parece arrebatador.

La quiero colocar en mi salón privado, para recordar, como bien comenta La Petite, que el mito-fetiche aún es posible, conservando el arte del erotismo imaginativo toda su fuerza aún hoy en día. Con su elegancia, su sutileza y toda su belleza, sobreviviendo en un océano digital y mediático de vulgaridad continua.

No, no es puritanismo. No me canso de repetirlo. Es simplemente encontrar algo creativo, brillante y con buen gusto, en un medio en el que vale todo. Cuando es escaso, lo que en verdad tiene valor.

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