El Flujo de Almas
Como ya he comentado en la introducción acerca de los Poderes, Dyss se trata de un mundo concebido bajo la premisa del concepto animista, siendo éste un rasgo distintivo de su naturaleza. Esto significa que la fuerza vital de un ánima o alma habita en todas las cosas, estando presente en todas partes, tanto en las animadas como en las inanimadas. No hay una sola piedra en toda la superficie de este mundo en la cual no exista algún leve resquicio de “Fuerza Vital”, aunque se trate de una fracción muy pequeña. La naturaleza de esa Fuerza Vital es, al parecer, una constante en todo el multiverso, siendo pues algo común en todo el cosmos.
Aunque la Fuerza Vital se encuentra presente en todos los rincones, ésta suele converger estableciendo corrientes que circulan a través del mundo trazando rutas y formando canales. Decimos pues que en Dyss existen corrientes formadas por el flujo de la Fuerza Vital.
Por ello, toda esta misteriosa energía forma parte de lo que conoceremos como “La Corriente Vital”. Un flujo de energía que circula a través del mundo y que es susceptible de sufrir alteraciones; mostrando variaciones en sus rasgos tales como: aumentos y disminuciones en su intensidad, perturbaciones en su equilibrio o que muestra un comportamiento similar al de las mareas, manifestando efectos de flujo y reflujo.
Si la Fuerza Vital presente en las cosas es intensa, en los seres vivos alcanza cotas extraordinarias, pues es en todas las criaturas vivas donde su efecto se manifiesta en el mundo. ¿La razón?, no lo sabemos, pero sin duda alguna es la forma que tiene el multiverso de “expresarse” por sí mismo; o al menos, es la que a mí me gusta pensar. Lo que si sé con seguridad es que toda esa “expresión” del cosmos está íntimamente ligada a otro concepto que hemos estudiado, el que ya conocemos como: Ellam Yua.
Así pues, la Fuerza Vital que existe en cada criatura viva forma núcleos intensos que conocemos como ánimas o almas y que, como luces fulgurantes, exhiben una concentración densa y única de energía. Una intensidad que varía dependiendo del tipo de criatura de la que se trate. La Fuerza Vital es capaz pues de aglutinarse formando conjuntos o “grumos”, siendo a la vez también capaz de ordenarse a sí misma encontrando el lugar que le corresponde, actuando como si tuviese libre voluntad y hasta mostrando una cierta capacidad de decisión.
En conjunto, constituye una entidad que actúa de forma independiente.
Esto se debe a que, al perder buena parte de su individualidad al abandonar el cuerpo físico, el ánima de cada criatura se une junto a las demás en un todo capaz de reaccionar, disponiendo, en apariencia, de un cierto grado de consciencia; una entidad formada por toda la Fuerza Vital. Esa corriente de Fuerza Vital forma, en Dyss, lo que denominaremos: “El Flujo de Almas”. Una generalización que emplearemos siempre para denominarla.
Para evitar confusiones me gustaría aclarar que, aunque lo parezca, esta entidad con capacidad de reacción es independiente a Dyss, no siendo lo mismo ambas cosas. Dyss es una criatura viva y única, soberana sólo de sí misma e independiente de todo lo demás; estando también dotada, como cualquier otra criatura, de un ánima que parte de toda esa Fuerza Vital.
Poderoso y cautivador, el Flujo de Almas traza su camino a través del mundo, rodeándolo, disponiendo de una parte de su esencia allí donde cree que es necesario, y tomándola cuando algún misterioso y siempre secreto requerimiento lo solicita. Su forma de actuar obedece pues a un criterio que está más allá del conocimiento de todas las criaturas, e incluso, más allá del conocimiento que poseen la mayor parte de los Poderes que existen en Dyss.
La corriente de Fuerza Vital, o Flujo de Almas, es tan intensa que es visible a simple vista. Al tratarse de una corriente que circula alrededor y a través del mundo, su flujo forma senderos luminosos que son perceptibles.
El flujo principal más importante forma un enorme cinturón visible que cruza la bóveda celeste por completo. A esta manifestación perceptible del Flujo de Almas ―o corriente de Fuerza Vital― se le conoce bajo el nombre de: “El Sendero de Rheya”.
El Sendero de Rheya
La manifestación visible del Flujo de Almas, compuesto por el flujo de Fuerza Vital de todos los seres que existen en el mundo, es conocido como “El Sendero de Rheya”.
Durante el día, y especialmente durante la noche, se aprecia con total claridad trazando un ancho arco luminoso que cruza la bóveda celeste desde el nordeste hacia el suroeste, alcanzando su cénit ―o parte superior― una altura máxima de 60º con respecto al horizonte en las regiones del continente central.
Se percibe bajo una serie de coloraciones que oscilan entre los tonos verdes y los azules, alternando entre rojizos y naranjas al alba o el ocaso de Lugh y su Jareth. Su arco, que nunca cruza justo por encima de nuestras cabezas, ocupa una décima parte de los cielos, por lo que muestra una anchura considerable y un aspecto cautivador. Tanto es así que en Dyss supone la principal fuente de inspiración de todo tipo de creaciones; desde las baladas de un trovador hasta las disquisiciones de un sabio al formular sus teorías acerca del orden de las cosas.
Al contemplarlo siempre surgen una serie de preguntas; preguntas que trataré de contestar. Las más comunes suelen ser: “¿El Sendero de Rheya está compuesto por las almas de todos los seres, estando vivos o muertos?, ¿o sólo por el de las criaturas que han fallecido? Al desprenderse de su envoltorio carnal, ¿van las almas a reunirse con aquellos poderes a los que han rendido culto o, por el contrario, se unen al Flujo de Almas? O también, ¿poseen los seres vivos tras su muerte, una recompensa o un castigo?
Todas resultan preguntas legítimas que en Dyss tienen una explicación.
En Dyss las almas de las criaturas no van a reunirse con los dioses a los que han rendido culto tras la muerte. No existen dioses en la forma en la que prevalecen en otros lugares; esto no funciona así en nuestro mundo. Las almas, tras la muerte, no reciben un castigo o una recompensa ni se unen junto a los demás en un festín donde poder celebrar sus victorias, brindando por las batallas sufridas o padeciendo los tormentos por no haber cumplido con una serie de principios universales establecidos por un poder superior; no, no hay ningún sitio al que ir a tocar el arpa por toda la eternidad.
En Dyss no hay más paraíso más allá de la vida que el que se alcanza al cruzar el umbral, situado en estas tierras, que conduce hacia Lavondyss; la utopía perfecta creada por la mente consciente de las criaturas; el mitago supremo erigido de forma conjunta por todos los seres vivientes del multiverso. Y para cruzar ese umbral no hace falta estar muerto, ni mucho menos.
Toda la Fuerza Vital que existe en las cosas y, en especial, que compone el alma de los seres vivos, al morir, se une junto a las demás en el Flujo de Almas, siendo su manifestación visible, como hemos visto, el Sendero de Rheya. El Flujo de Almas, o Corriente Vital, es donde se encuentra pues toda la Fuerza Vital que no se halla presente entre todo aquello que compone el mundo, permaneciendo libre en forma de energía en bruto. Aunque permanece libre, sigue formando parte del orden del cosmos. Allí continúa tras la muerte o la destrucción de aquello de lo que formó parte, haya sido objeto o criatura, unida junto a las demás en un flujo que forma en sí mismo una sola entidad. Cuando llega el momento, parte de esa Fuerza Vital entra de nuevo a formar parte del mundo material, ya sea una piedra, una flor, una montaña o una criatura viva. Por lo tanto, mientras la Fuerza Vital no está formando parte de “algo” en el mundo, fluye a través de la Corriente Vital aguardando el momento adecuado para volver a dotar a las cosas del ánima que subsiste en su interior.
¿Cómo se deciden tales asuntos? ¿Cómo entra o no entra la Fuerza Vital a volver a formar parte del Flujo de Almas?
Parte de esas decisiones se producen de forma natural, atendiendo a la intuición que forma parte de la misma esencia de esta Fuerza Vital; por otra parte, Mâel Môrda tiene un papel destacado en todo este proceso.
El papel de La Niña Môrndum es el de proporcionar la elección entre: quedarse, formando parte una vez más del Flujo de Almas con la esperanza de regresar al mundo, o bien, de proseguir tu camino más allá del multiverso. La elección es libre para cada criatura viviente, al igual que lo es para cada piedra que existe sobre la faz de la tierra. En esta elección, La Niña Môrndum no interviene en absoluto, adoptando siempre una postura completamente neutral.
Se trata pues de una difícil decisión donde cada raza tiene sus propias ideas y su propia opinión al respecto. Opiniones que varían tanto como las diferentes tonalidades que podrían hallarse disponibles en la paleta de un pintor. Se trata pues de una decisión que debe de ser adoptada por voluntad propia, sin recibir influencia, ayuda o consejo de ningún tipo, y que sólo puede tomarse tras haber adquirido una dilatada experiencia acerca del cosmos, tras haber vivido varias vidas y tras haber entrado a formar parte del mundo en numerosas ocasiones.
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