Vía: Érase una vez en OcioJoven.com
Érase una vez es un concepto de juego tan simple y tan efectivo que parece mentira que a nadie se le hubiera ocurrido antes. La base del mismo, como todo el mundo imaginará, es contar cuentos.
Aunque somos menos los que las hemos leído, todos conocemos las historias de Hans Christian Andersen y de los hermanos Grimm, o su versión española, los cuentos de Calleja. A nadie le resulta ajeno, por lo tanto, el concepto de cuento de hadas. Del mismo modo, jugar al “Érase una vez” resulta natural a todo el mundo. Incluso los más reticentes, por su timidez, acaban dejándose arrastrar por la inercia de la historia, pues las cartas son tan arquetípicas, que todo el mundo tiene una idea de cómo incluirlas en la historia.
Cabe comentar, antes de empezar este análisis, que la versión del juego en la que me voy a centrar es la francesa. Aunque el juego original, “Once upon a time”, es inglés, comentaré ésta porque es la que mejor conozco y porque todavía no existe, que yo sepa, una traducida. Esto es una pena, porque siempre se disfruta más un juego en el idioma natal, pero tampoco es un mayor impedimento, pues los dibujos de las cartas revelan más que sobradamente su contenido. Además, algunas de las partidas más memorables las hemos jugado entre franceses y españoles contando los cuentos en inglés, lo que prueba que, además de ser un concepto universal, tampoco hace falta ser muy hábil con la lengua para divertirse con él.
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