15 de Julio

– ¿Carla?
– ¡Hola Fer!, pasa.
– ¿Cómo está la princesa hoy?
– Me duele la cabeza…
– Bueno, – le digo sonriendo – Ya somos dos.

Ella tiene once años, no tiene ya cabello. Está acostada, le cuesta respirar.
Así, al menos, no huele los olores de este hospital.

-¿Qué tal pasaste la noche? – le pregunto
– Me cuesta respirar.- Me contesta con su vocecita dulce.

– Imagino que no tienes ánimos para un ajedrez, ¿cierto?
– No, la verdad.

– Mamá me ha dicho que me iré pronto de aquí – me dice sonriendo,- ¿Tú crees que la próxima semana?
– Si, princesa, – le digo mirándola a sus enormes y preciosos ojos. – Pronto te irás de aquí.

– ¿Qué soñaste anoche? – Le pregunto.
– Con una fiesta de cumpleaños – me contesta alegre – estaban todos los de clase, y había ¡una jirafa!
-¿Una jirafa?
– Si, (se ríe) – estaba entre la gente, y como si nada. A nadie le parecía raro.

-Los sueños son cosas maravillosas ¿verdad? – Le comento
– Bueno, no todos…
-No, no todos, es verdad.

-¿Tú que soñaste?
Durante unos instantes intento recordar, no sé si era un sueño de días pasados la verdad.
– Iba en globo, uno de esos con aire caliente. En la barquilla, estábamos mi gata, mi perrita, una que tenía hace tiempo. Y dos amigos. – Volábamos por África. Todo eran selvas hasta el horizonte, y se veían ríos y lagos. – Le cuento, y pienso al mismo tiempo, si eso no era de la novela de Verne, «cinco semanas en globo»
– Me gusta soñar que viajo, me gusta viajar, para mí es lo más hermoso. – En el globo decidíamos donde ir lanzando una moneda al aire.

Y le pregunto. – ¿ A donde quieres ir?

-¿Yo? me dice contenta. ¡A África!

Nos reímos un buen rato. Entonces saco una moneda. La tiro, y le doy la vuelta en la mano.

– ¿ A ver?, ¡Mira!, al Sur. África está al sur. Vamos al globo, y pongamos rumbo sur, la cama es la barquilla, y ese suero de ahí es el globo.

Y viajamos a África, ella rió, y mientras volábamos en la cama, que no era cama sino barquilla de globo. Le conté dos cuentos, el cuento de Metusera, que quería toda la sal del mundo. Y uno Afgano, del retraso de la primavera, y de como un niño de doce años, con agua de rosas, sube a una montaña a despertarla.

Después jugamos al cinquillo, y finalmente se durmió. La besé en la frente. Le dije adiós.

Murió a la semana siguiente. Logró irse de allí.

En su globo. Vuela sobre África.

Y yo, mirando el fuego de la chimenea, en un día que he caído muy bajo. Solo puedo recordar, todo lo bueno de los leves momentos. los momentos que puedo mirar, en el hogar donde puse un brillo refulgente, para saber mirar, y no equivocarme tanto. Y tantas veces…

Mi querida Carla. Te hubiese comprado un globo. Para llevarte al país de los sueños, a donde perteneces.