Hay un cruce, a treinta kilómetros. Hacia un lado, el este; hacia el otro, el oeste.
Bordeado de abetos y renacido el manto de esmeralda, desapareció la nieve de este año y vuelven a brotar los nenúfares en todos los estanques hasta el horizonte, allí donde el frío habita durante todo el año.
Una vez quise caminar hasta allí y dejarme llevar…
Intimidad… en muchos lugares y como se comenta en tantos otros, ahora “extimidad”, la intimidad se ha hecho pública. La intimidad ya no se conserva, se exhibe.
Por eso creé de una niña que jugaba a ser dos personas diferentes, como hacía la pequeña Alicia, un manto que cubriera mi propio mundo.
Una cámara de aire entre un mundo y otro.
Una forma de protegerme.
Y comencé a reconstruir Lavondyss, con ilusión, con ánimo nuevo de vivir una nueva vida, de dar todo cuanto pensaba le debía a otros y también cuanto me debía a mí.
Pero todos estos meses… Los meses del más constante horror, de la más absoluta desesperación.
Todos estos meses atrás, los peores de toda mi vida, los peores, la más absoluta de las pesadillas.
Y todo en nombre del amor…
Me quebré, me destruí, ardí en llamas, cenizas y devoción por ser cenizas.
Nada más que llanto. Un llanto continuo y despiadado.
Porque esa es la única expresión, despiadado.
Y exhibo mi pena, en este lugar público. ¿Por qué? ¿Por qué?
¿Qué sería un blog sin embargo? ¿No es un diario de vida?
Hoy día un blog es cualquier cosa, ya lo es todo menos un diario. Desde el advenimiento de Facebook, muchas cosas que se hacían en los blogs, se hacen ahora en las redes sociales orquestadas por un sistema.
Migraciones, modas y el llamamiento de que allí está el ambiente son sus principales fuentes de energía.
Pero aún queda el propósito de compartir para aprender. Por el instinto de que compartir la experiencia nos puede ahorrar aprender una y otra vez la misma lección. No se trata de extimidad por afán de exhibirse, aún queda la esperanza de llegar a alguien para compartir y demostrar que existe la pureza de la enseñanza mutua.
Me pregunto si esto puede servir, aún, en la locura de cada día. Si esto le puede servir a alguien que aún crea en los firmes propósitos y en las utopías del conocimiento y de las experiencias compartidas.
Me pregunto si todos pierden la esperanza de una forma tan horrenda y desesperada como yo la he perdido. Sólo me queda este sitio, tras todo cuanto fui y pude haber sido…
Ahora siempre voy por la interestatal, una vieja carretera secundaria por la cual apenas pasa nadie.
Es extraño, es una carretera muy hermosa. Bordeada de bosques, de lagos y estanques. Casas sacadas de los sueños más deliciosos crecen a lo largo de las distancias.
Pero apenas pasa nadie, apenas hay vehículos, ni personas a la vista.
Es un lugar muy hermoso, repleto de rincones mágicos.
Y el viento, el viento entre los árboles. Siempre presente, siempre testigo de la templanza que habita en un reino propio, allí donde brota la dignidad y nace para el mundo.
Destruí mi dignidad en el nombre del amor. Destruí mi pureza y toda mi templanza. Siempre en el nombre del amor. Por tanto, tuve que ir a buscarla por los viejos caminos del mundo.
El amor, que todo lo construye y que a su vez deja arrasados todos los paisajes si se vuelve caprichoso y estalla de furia.
Es la fuerza que construye y que tras ella, no queda más que destrucción.
Todo cambia después, ya nada es igual. Hay que hacerlo todo desde el principio, todo nuevamente. Poco se puede aprovechar.
Recuperar la dignidad significa volver a renacer para ser otra persona, una persona nueva, lo anterior queda aniquilado. Aniquilado de tristeza, pena y desesperación.
Ahora tengo que acudir a mi propio sitio para recordar quién era. Aquí, donde deposité un poco de mí, un trozo que me sirva de patrón y con el cual pueda reconstruirme.
Resultó útil, sirvió de algo. Me ayudó a pensar, a reflexionar en voz alta, transformando sonidos en palabras. Pero hay muchas cosas que se han perdido. No tengo patrones que me permitan reconstruirlo todo.
Puede que estén diseminados por el resto de este vasto mundo digital de conocimiento. Puede que tenga que realizar un largo peregrinaje por cada rincón, para buscar todo lo que fui, lo que pude ser, lo que puede haber sido, lo que seré.
Puede que tenga que aprender de todos los demás, de todos vosotros. Pues de eso se trata, de vivir interconectados en una amplia red de experiencias con el fin de trascender.
Y alcanzar un día las estrellas, quizás, sólo quizás. Habitar allí, hasta el fin de los días.
En soledad.
Información Bitacoras.com…
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Tal vez llego tarde, ya que la entrada tiene un par de meses, o tal vez sea cobarde, ya que llevo olisqueando tu blog desde aún más tiempo y no me he atrevido a comentar. Pero, no sé por qué, al leer esta entrada he tenido que hablar. Quizá porque en algún momento me sentí de la forma que tú describes, y de alguna manera me he sentido conectada contigo. Espero que recuperes la esperanza y continúes con este proyecto.
En otro orden de cosas, el blog es realmente chulo ^^. ¿Lo has montado tú?
Hola.
Nunca es tarde para un comentario, aunque comprendo lo que quieres decir.
Me alegra saber que te has animado a escribir un comentario, no suelo tener demasiados y eso me hace feliz. Yo te invito a hacerlo siempre que lo desees.
Sí que continúo con este blog, lo que sucede es que he tenido unos meses muy difíciles, pero todo va a mejor cada día. Me alegra que alguien en alguna parte pueda sacar algo provechoso de todo esto. Si Lavondyss puede significar algo para ti, con eso me basta.
Espero que pases con frecuencia a visitarme, en breve volveré a trabajar sobre el blog con más tiempo. Y sí, si que lo hice yo partiendo de una plantilla que he modificado. Dispongo de servidor propio.
He visitado tus rincones y me gustan mucho tus narraciones. Ten por seguro que pasaré a visitarte.
Un saludo cordial y gracias por estar ahí.
Y ahora leo esto, y entiendo un pedacito más. Poco a poco, de adelante a atrás. Poco se puede decir, y menos aún que no te hayan dicho ya.
Pero no son palabras vanas, ni repetidas; otros, posiblemente muchos, hemos pasado por experiencias similares. Hubo un tiempo en que también yo caí en la misma trampa. En que por querer, me olvidé de quererme. Es una experiencia desoladora y profundamente desagradable. Incluso vergonzosa cuando se mira en retrospectiva. Pero al menos yo, pese a todo, no me arrepiento. De los peores momentos es donde más se aprende, aunque con el tiempo. Y tras las peores experiencias, es cuando más se crece.
Ya ha pasado tiempo, quizás lo hayas notado. A pesar de todo, escribiste hace tiempo unas de las líneas tuyas que más me han gustado y que guardo desde que leí por primera vez:
«Sin tener nada seguro, sin tener nada sujeto de pies y manos. Sin anhelar que el tiempo sea nuestro esclavo y hacerle jurar a latigazos que nuestro futuro no es incierto. Al respirar el aire de aquella montaña, en un día del que no recuerdo, esperé que todos los días fueran como aquel, sin saber donde dormiría aquella noche, o la noche siguiente. Nunca más. Que todo fuera por siempre incierto, y que jamás bajo ningún concepto, me predijesen el futuro, ni el final de todas las cosas.
Pues, al final de todo, siempre y únicamente, sé muy bien que solo estaré yo.»
Poco más se puede decir. Siempre es un buen momento para no conocer el mañana.
Saludos por aquí ;)
Gracias una vez más Cloud :)