Si quieres, puedes escuchar conmigo “Likufanele

De la experiencia acumulada jugando al rol con niños, cada vez tengo más claro su gran valor como herramienta educativa. Una creencia que se va reforzando a medida que voy obteniendo resultados.

Pero al mismo tiempo que aumenta esa fe también lo hace el que sienta verdadera lástima porque durante tanto tiempo se haya visto al juego de rol con suspicacia e incluso aprensión, llegando a demonizarlo por puros prejuicios. Francamente, todo ese tiempo y energía malgastada ha sido un completo desperdicio. ¡Cuánto tiempo perdido en tonterías, de verdad!…

Durante estos días, rebuscando en un montón de cajas de las que ya he hablado en la entrada anterior, encontré un viejo ejemplar de la extinta revista Dragón publicada en España durante los años 90. En la sección de cartas venía una de una chica que comentaba que a pesar de que en su instituto se había prohibido jugar al rol ¿…?, sus amigos y ella seguían adelante contra viento y marea. Orgullosos de su actividad y de los buenos ratos que les hacía pasar disfrutar de su hobby. Caray, me dije, ¿por dónde andaréis ahora?

Incluso yo, hace ya algunos años, dirigiendo una partida a unos chicos en el antiguo local de los Boyscout de La Laguna, recuerdo muy bien la cara de disgusto y desaprobación que tenía uno de los “jefes” al acercarse a curiosear mientras jugábamos. Aquella cara lo decía todo ante una actividad de la cual no tenía ni la menor idea salvo un buen manojo de prejuicios. En serio, tendríais que haberle visto. Sólo faltaba que se le quedara la mueca permanente en el rostro, como al Joker. Le bastaba con su desconfianza y sus aires de creer saber lo que nadie es capaz si no se le dedica un mínimo de energía a reunir información y meditar sobre ello. Más o menos la misma energía que necesita leerse la receta para hacer un batido de plátano, agarrar una batidora y ponerse a ello. Pero como ya he comentado en algún otro lugar, las personas evitan pensar siempre que les es posible ya que hacerlo supone para el cerebro gastar grandes cantidades de energía, por lo que ha sido diseñado para ahorrarla siempre que le es posible. No sé muy bien si esto último es una razón, un insulto o una excusa.

Emular situaciones de “crisis”, que de otra forma serían muy difíciles de experimentar, permite conocer muy bien algunos aspectos de las personas. Todos quienes hayan jugado al rol durante un tiempo y con regularidad saben de lo que hablo. Si un jugador tiene una forma de ser determinada, eso se suele reflejar en su personaje. Es algo así como eso que dicen de las mascotas y sus dueños, que terminan pareciéndose. Curiosamente, cuando una persona tiene muy malas ideas, problemas, neurosis o simplemente, es un pedazo de egoísta, su actuación en el juego suele ser un asco. Tengo un extenso currículo rolero como para poder realizar estas afirmaciones sin que me tiemble el meñique mientras sostengo mi taza de café. Francamente, siento mucha curiosidad por saber qué piensan los demás jugadores de rol sobre esto.

Magissa, impreso y con tapas, listo como regalo de navidad de una madre a su hija en Chile. Vía: Facebook

Ya una vez hablé en este blog del juego de rol aplicado en la gestión de crisis empresarial y de su gran eficacia en este campo. En la actualidad con el juego de rol aplicado en el mundo de la empresa se cuenta con una poderosa herramienta para aprender de las experiencias y estar preparado para poder afrontar las situaciones difíciles; y por cierto que realizar esas simulaciones por empresas subcontratadas y no por sus propios departamentos de Comunicación cuesta bastante dinero. En el caso de los niños, el juego de rol permite evaluar sus necesidades con eficacia y poder actuar sobre ellas mientras se divierten, que es desde luego un mecanismo ideal para aprender.

Jugar al rol con los niños no es lo mismo que jugar con adultos. Para empezar, los objetivos son diferentes. Precisamente eso los convierte en una actividad muy especial cuyos resultados se pueden apreciar en poco tiempo. El juego de rol con los niños, además de la pura diversión por supuesto, debería servir como una herramienta educativa para detectar necesidades y poder trabajarlas. Pero como pasa con todas las herramientas, está ahí para usarse si se desea. Aunque siempre es una pena que aún disponiendo de un martillo elijamos clavar un clavo utilizando un pedrusco.

Pienso que se trata de una herramienta muy efectiva, pero las herramientas también hay que aprender a usarlas y por ello merece la pena pararse y meditar, informarse y, sobre todo, leerse el manual de instrucciones. La pequeña sección que incluirá el juego de rol Magissa cuando esté listo permite seguir una metodología educativa basándose en unas sencillas pautas. Es muy importante leerse bien cada punto y pensar un poco en ello para poder aplicarla. Todo lo demás viene con la práctica sesión tras sesión y de tomar notas.

Cuestión de estilo

Al igual que hay muchas formas de jugar a un juego de rol también los hay de jugar a Magissa. Táctico o narrativo, batallitas o cuentacuentos, miniaturas o “teatro de la mente”, cada forma no es más que un estilo de juego diferente. Se debería, al menos, hacer un esfuerzo por mostrar las distintas posibilidades ya que un juego de rol tiene mucho que ofrecer.

Por otra parte, tampoco pienso que haya que usar todo cuanto viene en un juego de rol. Pero sí que es interesante que existan opciones para tener la oportunidad de usarlo si es necesario. En esto hay mucho de psicología. Tengo la impresión de que si en un juego no se etiqueta una regla como opcional, el omitirla se interpreta (o más bien se siente) como que se “está jugando mal”. Admito que esta tendencia me impacienta bastante de muchos jugadores. A mí siempre me ha gustado disponer de opciones para poder configurar mi juego a medida.

Magissa pretende ser un juego de rol de fantasía para niños lo más genérico posible. Se ha tratado de no hacer hincapié en unos aspectos más que en otros y en ningún estilo en particular de forma que pueda usarse de muchas maneras. Si una parte de las reglas es más extensa que otra sólo es debido a su complicación. Un buen ejemplo de esto son las reglas de combate ya que al tratarse de un tipo de conflicto muy complejo precisa de más detalles. El Narrador debería escoger el estilo que crea más conveniente para sus partidas, o entre él y sus jugadores elegir el que más les guste. También se pueden probar un estilo al principio para más adelante ir añadiendo otros.

No obstante, jugando al rol con niños en Magissa se aconseja poner el combate en segundo plano tratando siempre de fomentar mucho más la sensación de aventura, la exploración, los viajes, la resolución de problemas, la interpretación o “rol” de los personajes y las relaciones que surjan entre ellos. Por lo tanto, te recomiendo que uses este sistema para contar “cuentos interactivos”, sacándole partido a unas herramientas diseñadas para contar historias en la que los jugadores puedan participar.

En Magissa los personajes de los jugadores abandonan todo cuanto conocen o han conocido alguna vez para explorar el mundo que les rodea, adquiriendo experiencia y aprendiendo de todo cuanto puede ofrecerles su entorno. Esta es y debería ser la orientación principal del juego. Un enfoque del que además se pueden extraer enseñanzas muy positivas.

Por supuesto que Magissa no le hace ascos a un buen combate. Recorrer el campo recogiendo flores y pintar la valla puede estar muy bien, pero correr a sartenazos a un grupo de salteadores puede ser también muy divertido sin que tenga nada de malo. Lo que yo llamo “sartenazos pedagógicos” capaces de hacer partidas memorables. Todo es una cuestión de “tono” y atmósfera, y un combate en Magissa siempre debe ser ante todo divertido.

Por ello Magissa propone un conjunto de reglas más que suficientes para hacer emocionantes y vívidos combates, muy divertidos y frenéticos. Pero están ahí como una opción más, disponible para cuando se quiera utilizar. En una historia bien hilada, de querer incluir algunos guantazos no es necesario más de un combate o dos. En mis partidas nos hemos pasado las tres horas de sesión simplemente hablando, y a veces sólo haciendo la lista de la compra, que por cierto hay que ver cuánto les gusta hacerla a muchos jugadores. La compra de equipo es algo que no deberías infravalorar ya que es un juego en sí mismo. Permite trabajar la gestión de recursos, enseñándoles a planificar y a estar preparados.

Por lo que he podido experimentar jugando con ellos, a los jóvenes jugadores suele encantarles los combates (aunque en el juego nadie muere a no ser que lo decida el Narrador), pero se deberían dejar siempre como algo secundario, aprovechando la experiencia para intentar enseñarles que la violencia resulta ineficaz como forma de solucionar los problemas y, sobre todo, que siempre tiene consecuencias. Aunque pretendemos esconderla, todos estamos rodeados de ella, por lo que sería más eficaz dedicar algunos esfuerzos y algo de energía en tratar de explicarles a los niños qué significa la violencia, su inutilidad y sus repercusiones.

Aquél que debe hacer algo

Para mi última entrada de este año en Lavondyss hace tiempo que ya había pensado elegir un término que describe algo que está muy relacionado con muchas de las cosas que quería decir hoy. Si has leído algo sobre Dyss Mítica te sonará, ya que es el nombre de la vasta tierra al Este del Continente Central. El término es «Likufanele», una tierra de maravillas donde reina el poder nómada conocido como Elethandian, más conocida bajo el nombre de Edith. Como Centinela del conocimiento accesible a todos los seres, guarda el saber del universo en su gran biblioteca, donde en cada una de sus cuatro alas siempre existe una estación diferente.

Likufanele, que en la lengua Ndebele y Zulu alude a la idea de lo que “Es apropiado”. En la lengua Xhosa, uno de los grupos étnicos que existen en Sudáfrica y en la cual existen 11 idiomas oficiales, significa lo siguiente:

LI – Persona
KU – Locativo (“en el lugar que”)
FANELE – debe

Likufanele: “Aquél que debe (hacer algo) / en el lugar apropiado / de la forma apropiada

Likufanele es una manifestación de la grandeza de la vida en sí misma. “La vida te está viviendo ahora”. Un término que pienso que se puede aplicar en muchos ámbitos y no sólo en los más obvios, y que podría ser otra forma de llamar a la “búsqueda de la excelencia”.

A mí me parece un término que describe perfectamente cuanto deseo para el próximo año, aunque llevar a cabo su significado a veces suponga realizar pequeños sacrificios. Pienso que también lo podemos aplicar a nuestras aficiones y actividades pues muchas veces la regla principal, como ya muchos saben, no es más que la del sentido común. Otra forma de hacer referencia al significado de esta palabra. Un sentido común que alude además a todo de cuanto he hablado antes en esta última entrada del año en el blog.

Con Likufanele y su significado quería despedir este año, que espero te haya dado lo mejor, dedicándoselo también a la misma Centinela que habita en sus tierras. Yo haré un esfuerzo por dar lo mejor de mí, intentando hacer honor a Likufanele, mientras mantengo un portal siempre abierto de este sitio tan especial que es para mí Lavondyss.

Gracias por acompañarme y te deseo un muy feliz año.

Edanna
27 de diciembre, 2013

Edanna, sello personal