A raiz de la entrada anterior, decidí ir a revisar mis propiedades en los reinos oníricos de Linden Lab. Second Life, sigue ahí por supuesto, y cada vez más extenso. Un enorme parque de atracciones, repleto de los más insospechados habitantes, sigue allí independiente del tic-tac del reloj.

Negocios, servicios, tiendas, ocio, propiedades, vehículos, ropa de diseño, cada habitante es capaz de crear contenido, y venderlo. Por un dinero virtual que puede ser convertido en radiantes dolares. Los habitantes no solo se dedican a parlotear unos con otros, existen multitud de objetos puestos a la venta. Si quieres una camiseta con diseño único, solo tienes que comprarla previo aviso a tu cuenta en PayPal.

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Sería estupendo que no fuese un sistema propietario, aunque puede que sea la única manera de que exista. La idea no es nada nueva. Pero el resultado ha sido imprevisible. El desafortunado Vrml y el reciente y casi desconocido X3D permitirían este lujo interactivo, e incluso, permitiría que diferentes mundos construidos por diferentes creadores estuviesen unidos por portales, creando un Multi-Metaverso. Donde yo te invito a entrar en mi mundo y tú me invitas al tuyo.

Pero Second Life es de LindenLab. Es virtualmente Infinito, y sin embargo sus fronteras están ahí, en los límites de la propia empresa que lo gestiona. El sueño del metaverso sería, pasar del World of Warcraft a Second Life por ejemplo. Al igual que saltamos de una página web a otra. Pero aún queda mucho para eso, o no. Depende de algo más que el tiempo. Esa fue la fantástica idea de los creadores del lenguaje Vrml, por desgracia con poco éxito hasta el momento. Por ahora, los mundos virtuales que existen son coto privado de caza de sus empresas creadoras y sus clientes.
Día a día se extiende, crece y aumenta la población. Son las regiones míticas de nuestro tiempo, dotadas de la esencia necesaria para existir. Aunque para ello necesitemos un ordenador que expanda nuestros sentidos, nuevos oidos y nuevos ojos para poder ver algo más que luz reflejada. Un juguete caro, en un tiempo de juguetes que cuestan autenticas fortunas.
Me pasearé un rato, igual para quedarme una temporada, hasta creo que aún guardo en mi bookmark la dirección de algunos amigos que viven en las islas del confín del mundo, segunda estrella a la derecha, todo recto hacia el mañana.
Es un cambio, a la ya cansina meta de matar orcos y acumular objetos mágicos absurdos de los MMORPG. Ahora solo me apetece charlar con aquel puercoespín con gafas de sol que regenta esa tienda de objetos de decoración para tu casita virtual.