Proceso por el cual diversos elementos del imaginario de un colectivo o de un individuo (figuras míticas), presenta una manifestación real física en nuestra realidad tangible, tomando substancia y forma y formando parte de la existencia, siendo así susceptible de ser apreciada por nuestros sentidos.
El proceso mitogenético, relativo a la mitogénesis, o bien, proceso de mitogénesis, por lo general es producido por el imaginario de un colectivo social. Aquellos elementos del imaginario susceptibles de iniciar el proceso mitogenético, y que forman parte del consciente o del subconsciente colectivo del grupo, presentan bajo las condiciones adecuadas la posibilidad de iniciar el proceso de mitogénesis, apareciendo en la realidad tangible de nuestro mundo (Huxley, 1941).
Si bien el proceso de mitogénesis suele ser provocado por el imaginario colectivo de un grupo o en ocasiones de pequeños grupos, de manera más excepcional algunos individuos presentan la capacidad de iniciar el proceso por sí mismos. Esta capacidad de mitogénesis por parte de individuos concretos depende de las peculiaridades de los mismos y deben analizarse individualmente caso por caso.
Según estudios recientes, aquellos elementos más intensos del imaginario de un ser consciente y dotado de razón susceptibles de iniciar el proceso, son todos aquellos que están asociados a prolongados estados de estrés y angustia, como por ejemplo, los estados de angustia entre dos culturas que chocan la una con la otra; por lo general tanto por la cultura que está siendo invadida como por la cultura del invasor (W. Jones 1942). Esto es lo que se denomina, una conexión cultural.
La fuerza del odio y del temor crean figuras míticas, generalmente en forma de héroes, que establecen un foco oculto de esperanza, y una poderosa fuerza psíquica. Es cuando nace la forma del héroe mítico.
Aquellos que provienen de los deseos más intensos o de las necesidades más básicas, como necesidad de protección y defensa, también presentan altas probabilidades de iniciar el proceso. Se sabe que otras emociones de carácter base como: el deseo, el amor, la rabia o los celos también tienen altas probabilidades de iniciar el proceso de mitogénesis. Así mismo, la naturaleza del ego en el individuo afecta también en la capacidad mitogenética.
La capacidad mitogenética también está asociada a lugares específicos (Huxley, 1941), siendo más intensa en zonas concretas, o nodos, y puntos de especial intensidad mitogenética. Esas zonas concretas se reparten geográficamente siguiendo pautas específicas o “lays”, que se extienden por la orografía del territorio y se adaptan a los detalles del terreno.
Sus características dependen, entre otros factores, de los ecos residuales de energía psíquica debidos a sucesos determinados del pasado y otro gran número de circunstancias. Este “campo” o foco de energía interactúa con los elementos más intensos del subconsciente de los seres vivos, elementos que suelen estar representados por figuras simbólicas míticas. La interacción desencadena la mitogénesis.
Las formaciones y manifestaciones físicas producto del proceso de mitogénesis tiene una amplia serie de particularidades, pero en general, cubren un amplio abanico de tipologías, siendo las más comunes la formación de lugares definidos y emplazamientos de diferente naturaleza y tamaño, —siendo algunas formaciones realmente colosales— y las más sorprendentes, las diversidad de criaturas de diversos tipos que pueden cobrar vida, moverse e interactuar con el conjunto del resto de las criaturas naturales de nuestro mundo.
Estas criaturas provienen, generalmente, de los conceptos de naturaleza mítica que se guardan en el subconsciente colectivo de los seres dotados de capacidad simbólica, lo que incluye a todas las razas conscientes dotadas de raciocinio.
Diversos elementos generados por ese simbolismo inherente a la psique, desarrolla los elementos culturales que conforman el mito, o mythos; siendo estas figuras míticas de la consciencia oculta elementos específicos relacionados con hechos culturales, con la percepción del “Yo” y con la percepción del mundo que rodea al individuo, así como de lo que éste significa para él.
Según se desprende en este estudio, las figuras míticas que yacen ocultas en la consciencia —es decir, en el subconsciente— potenciados por el desarrollo de las emociones en momentos concretos, desencadenan en algunos lugares el proceso de mitogénesis gracias a la interacción de una fuerza indeterminada en forma de campo que se focaliza, precisando para ello de un tiempo que depende de las particularidades de los individuos que lo generan y de las características del lugar en el cual se inicia el proceso.
Este proceso —que se detallará en otro apartado— desarrolla lo que se denomina un “imago” (Pre-mito-imago) o imagen residual del concepto mítico, generalmente partiendo de un “arquetipo”.
Una vez se desarrolla y en ciclos posteriores, el imago cobra substancia y forma, coexistiendo de forma natural en nuestro mundo físico, y es susceptible de ser percibido por algunos sentidos. De forma inicial por el tacto, el olfato, el oído y finalmente, en desarrollos posteriores, por la vista; de forma parcial en los primeros ciclos, para ser total en las últimas etapas de desarrollo.
Finalmente, la manifestación física, ya se trate de una forma de criatura, de un lugar o de un emplazamiento geográfico, pasa a denominarse: Mito-imago, o imagen mítica, conocido también como: Mitago(1).
El Mitago es el resultado final del proceso mitogenético o de mitogénesis, y consiste en: una representación real física de un elemento cultural de naturaleza mítica desarrollado en la consciencia de una criatura consciente con capacidad simbólica.
El Mitago se forma a partir de una imagen mítica inicial. Se trata de un ser nacido de la creatividad humana, oculto en su consciencia y que el proceso mitogenético hace que cobre vida. La forma y naturaleza del mito es idealizada, y es alterado con los cambios culturales.
El Mitago se estudiará más detenidamente en su apartado correspondiente.
El proceso mitogenético es extremadamente complejo y muy sensible a las interferencias tanto internas como externas. En cuanto a las internas, la edad, las preocupaciones, el resto de las emociones, relaciones sociales y las tipologías de los diferentes tipos de personalidad detallan los rasgos específicos que intervienen en el proceso, afectándolo y determinando sus particularidades.
Por otro lado, en cuanto a los elementos externos ser refiere, las interferencias de las acciones de las razas conscientes, tanto en las generalidades del pensamiento colectivo, así como en su desarrollo de acciones a través del territorio, afectan profundamente a las capacidades de mitogénesis en los puntos de mayor intensidad mitogenética, como en la naturaleza del desarrollo del proceso en sí.
*Ver también: Proceso mitogenético, capacidad mitogenética.
(1) Robert Holdstock es autor del ciclo Mitago. Este material está inspirado en su obra y a ellas se hace referencia. © Todos los derechos están reservados por su autor. Este trabajo solo se aproxima a su obra como estudio de ésta y carece de ánimo de lucro.
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