Regresaron los vientos que arrastran mi memoria

Más allá del tiempo, donde el momento termina.

Dragones que antaño cantaban arrullos de sirena

Hoy volaron lejos, donde carece el tiempo hasta de historia

En la tierra baldía donde habita siempre, aquello que no importa

En las regiones de constante olvido, de la esencia quieta

De un vestido olvidado, de un salón de baile vacío

de un músico al que nadie escucha y termina caído.

Entre sus propias lágrimas pues nada hay más allá.

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Por olvidar siempre, por no sentir, nada más, que nada.

Y nada más que esto, es cuanto puedo recordar

en un momento que por carecer, carece hasta de ausencia

de tener ese leve instante, que lo envuelve todo de sentido,

pues esto lo devora, hasta el leve regalo del rocío

de mis propias noches de inquietud, en una pesadilla constante

de no saber si el silencio no tiene más dios que el lamento

por esperar que termine de una vez todo este momento

que es incapaz de escribir ni su propia historia

para librarme de una vez, de toda esta nada.

Que siempre acompaña al beso voraz del tiempo

y el propio beso que siempre me da, el mismísimo silencio.