Al viento, la noche de San Juan trenzó su llamarada.
Para que sueños y promesas danzaran, extinguiéndose en cenizas.
En el grito luminoso y voraz reencontraron su desdicha.
Pues sueños son cuanto arde en esa noche estrellada.
Tuve visiones de ti, en esta noche de almas perdidas.
Y miles de chispas dibujaron una imagen tuya reflejada.
Aún cuando todo ardió y vislumbré ya se había hecho cenizas.
Por otras llamas que no iluminan sino callan enmudecidas.
Había extraños seres bailando alrededor de todo este olvido.
Sueños, deseos y pesadillas, danzando de mi se burlaban.
Pero no escuché sino aullidos, pues no recuerdo que me cantaran.
Cenizas de una ilusión que el ardor de mi lamento da por perdido.
Ardieron mis recuerdos desplomándose y gritando el fin de su tiempo.
Y vacío lloro, canto y sueño la canción que juntos inventamos.
Pues loco corrí vecino a duendes y demonios que creamos.
Por el anhelo de tener otro segundo contigo junto a este cálido viento.
Y no hay más pesadilla que tener recuerdos postrados.
Del deseo rendido de volver a pasar un solo momento a tu lado.
Ardieron mis sueños en estas ramas en la penumbra del abrigo usado.
De una noche en la cual perdí todos mis sueños y por eso lloro extenuado.
Edanna
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