El cuervo (The raven) es la composición poética más famosa de Edgar Allan Poe. Fue escrito en 1845. El poeta describe la angustia que le produce la muerte de su amada. Esa angustia la encarna un negro cuervo que, tras ser interrogado, responde una y otra vez: Nunca más, «Nevermore».
Poema de ritmo obsesivo en el que la angustia se va apoderando del lector, lleno de rimas internas, la aliteración obsesiva de la erre va produciendo un desasosiego parecido al que produciría el roce de las alas de un cuervo al invadir nuestra vida cotidiana.
Han sido varias las traducciones que se han intentado de este poema al español, sin que ninguna haya podido considerarse definitiva hasta la fecha.
Hasta aquí cortesía de la Wikipedia.
Absténganse los seguidores del positivismo y de los angelitos. (sí, va por tí, R.R. si) De este poema se curtieron autores como Neil Gaiman para desarrollar su grandioso Sandman, y se hizo una película de culto (The Crown) con sus continuaciones, cine de culto con su propia raza urbana. Es probable también que del ritmo cadencioso de su final Gaiman tomara el nombre para su juego de palabras en Nerverwhere. Historia por cierto ( y seguimos con los enlaces), que tiene muchos reflejos en John Constantine. Y podríamos seguir y seguir… Al final dará igual pues llegará algún adolescente y comentará en cualquier foro/blog que Poe se copió de Marilyn Manson. Y tendremos que comenzar de nuevo. ( por cierto, no se dice «se copió», lo correcto sería «se inspiró»)
Es una traducción un poco rara, pero en fin…
Edgar Allan Poe
El Cuervo
Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
«Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal;
sólo eso y nada más.»
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
en mis libros,ni consuelo a la perdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
y aquí nadie nombrará.
Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmarr mi angustia repetí con voz mustia:
«No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más».
Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
«Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
que dudé de haberlo oído…», y abrí de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.
La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
pero en este silencio atroz, superior a toda voz,
sólo se oyó la palabra «Leonor», que yo me atreví a susurrar…
sí, susurré la palabra «Leonor» y un eco volvióla a nombrar.
Sólo eso y nada más.
Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
«Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!».
Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
fue, posóse y nada más.
Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
«Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser
osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?»
Dijo el cuervo: «Nunca más».
Que una ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
que se llamara «Nunca más».
Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
hasta que al fin musité: «Vi a otros amigos volar;
por la mañana él también, cual mis anhelos, volará».
Dijo entonces :»Nunca más».
Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;
«Sin duda – dije-, repite lo que ha podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
que en su caída redujo sus canciones a un refrán:
«Nunca, nunca más».
Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al avi y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané con recelo
en descubrir que quería la funesta ave ancestral
al repetir: «Nunca más».
Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra
al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada
sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.
¡ Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,
y ya no usará nunca más!.
Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un incienso
mecido por serafines de leve andar musical.
«¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Diós estos ángeles dirige
hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!».
Dijo el cuervo: «Nunca más».
«¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
a esta morada espectral? ¡Mas t e imploro, dime ya,
dime, te imploro, si existe algun bálsamo en Galaad!»
Dijo el cuervo: «Nunca más».
«¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
Por el Diós que veneramos, por el manto celestial,
dile a este desventurado si en el Edén lejano
a Leonor , ahora entre ánngeles, un día podré abrazar».
Dijo el cuervo: «¡Nunca más!».
«¡Diablo alado, no hables más!», dije, dando un paso atrás;
¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!
¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje
quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!»
Dijo el cuervo: «Nunca más».
Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará…¡nunca más!.
una de las mejores peliculas sin duda es el cuervo con Brandon Lee y me declaro una de las mas leales ubditas de the Crown y no veo relacion entre el poema y la pelicula
Gracias por tu comentario Jennyfer. Una relación directa y explícita no la hay por supuesto. Cuando escribí esto, hacía alusión a las fuentes de inspiración que suponen los diferentes contenidos. La semejanza del espíritu de la amada o del amado con un cuervo que viene desde el otro mundo a darnos un mensaje, se remonta a mitos muy antíguos. Es la analogía y no el poema en sí, donde se encuentra la relación.
Te agradezco tu visita, espero verte de nuevo por este rinconcillo. :)
Saludos cordiales
Edanna
ESTA SIN DUDA ES UNA PGINA PARA GENTE DE MENTE ABIERTA
Muchas gracias Enrique. Espero verte por aquí a menudo.