De haber tenido alguna vez Dyss un hermano, ese sin duda habría sido Uro, cuyo epígrafe completo, y por el que es muy conocido, reza: “Aquel que huye de sus deformidades”. Pues a pesar de que Dyss dispone de dos “gemelos”: Giseth y Areté, éstos no están dotados de una consciencia como la que posee Dyss.
Uro, sin embargo, compone una criatura consciente con el potencial de haber podido ser mucho más algún día, en algún distante pasado, pero que las circunstancias hicieron que su existencia estuviese sumergida en la amargura de la soledad, del sufrimiento y de la angustia que comparece siempre a través de la frustración.
Uro representa una realidad común en todo el cosmos por la cual el destino de las criaturas puede tomar rumbos insospechados; la suerte alcanzar a aquellos que, sin duda alguna, no lo merecen en absoluto y la desgracia atrapar a la más inocente de las criaturas. Ya que, pese a la creencia popular de muchas razas conscientes, no hay una justicia universal en el multiverso cuidando de que fortuna o fatalidad se reparta de forma equitativa. Algo que sólo creemos, pobres y necios de nosotros, los seres mortales.
El nombre de Uro significa: “El primer retoño”; aunque es más conocido como: “El Rechazado” en todas las regiones al Oeste del Mar de Cristal. Debido a las circunstancias acerca de su origen, su nombre se emplea para designar, en la lengua común del Oeste y del Norte, indistintamente desde las ramas de un árbol que, estando enfermas, han de ser podadas; pasando por los retales que se desechan cuando se elabora una pieza de ropa, hasta la forma para referirse a la existencia de un hijo ilegítimo.
Todo esto lo que quiere decir es que su historia y los hechos que componen su realidad están muy arraigados en todas las culturas.
En algún momento y por vez primera en toda su existencia, después de incontables racimos de tiempo tras el inicio de la lucha entre Morthid y Kaleth, en la consciencia de Morthid cruzó un fugaz pensamiento: la posibilidad de que toda la verdad que ella asumía como única e indudable pudiese ser cuestionada.
Algo tan ínfimo y que no supuso más que un simple destello de su pensamiento en todo el caos de aquella batalla entre las dos violencias supuso, no obstante, el desprendimiento de una pequeña hebra de vida consciente; una parte de ella misma que, inspirada a través de su contacto con Kaleth, se separó impulsada por la violenta disputa entre ambos y por el poder que se abrió paso a través de sus propias dudas. Un producto más del poder de la creación, el Ellam Yua; que siempre depende de lo que se guarda en lo más profundo de la esencia de los seres conscientes, de la magnitud de esa consciencia y de la relación que surge entre unos y otros.
De esa pequeña hebra surgió Uro.
Uro significó el comienzo de una historia que aún debía esperar muchísimo tiempo antes de poder ser contada, pero que en su estructura base guarda el secreto de todo cuanto lograría venir después. Fue él pues el origen de algo que, al repetirse, tomaría la forma adecuada para poder existir, formando siempre un ser diferente, único y maravilloso.
Sin embargo, la existencia de ese primer brote que imaginamos como una hebra de vida y consciencia, ínfima en comparación con la entidad de la que una vez formó parte, fue inmediatamente repudiada por su madre en un acto reflejo de negación ante lo que estaba, justo en ese instante, comenzando a suceder. Un violento rechazo producto de su propio miedo ante algo que estaba germinando en la consciencia de Morthid, y que la asustaba tanto como nada lo había hecho antes.
El drama en esta historia sobreviene cuando aprendemos que el poder de la creación, y más allá, el de la propia vida, al ser negada: se deforma, enferma y, por lo general, perece. Pero en aquel retazo de consciencia había una fuerza tan intensa que consiguió medrar, sosteniéndose, aguardando y esperando; siempre deseando sencillamente existir. Un vivo deseo que estuvo allí, al menos, al comienzo de su vida y que pudo contrarrestar parte de los efectos de toda aquella repulsa.
La forma física de Uro es la de una criatura gigantesca, una mezcla enloquecedora entre una serpiente marina y un gusano aterrador. Constituye así a un espantoso Leviatán que no debe confundirse con Tugal “el Enloquecido”, siendo éste uno de sus enemigos más implacables, aunque no pueda rivalizar con la fuerza y el poder de Uro.
Como algunos de los otros Poderes, Uro es incapaz de existir sin su manifestación física, alcanzando un tamaño medio de más de 900 metros de largo; sin embargo, este tamaño varía de acuerdo con la estación y con el estado en el que se encuentre su mente en ese momento. En algunos momentos en los que se ha hayado envuelto en la furia más absoluta, Uro ha llegado a alcanzar los 1600 metros de longitud más muchas decenas de metros de diámetro, habiendo rebasado alguna vez en el pasado, y que se tenga constancia escrita, el doble de ese volumen.
Su tamaño, no obstante, mengua cada vez más con el paso de las estaciones. La razón de ello es que Uro pierde poder debido a su propia desdicha y al poder destructivo de toda su rabia y frustración. Desde que Uro ha aprendido a entrar en comunicación con su hermana mayor, Dyss, esa degradación se ha ido estabilizando.
Uro puede habitar en los océanos como una criatura marina que yace en el fondo de los abismos pero también es capaz de horadar la tierra, abriéndose paso a través de ésta como un inmenso gusano, formando una red de túneles de los que ya hablaremos en alguna otra parte. Esta forma de desplazarse, sin embargo, le resta poder, agotándolo rápidamente. Esto significa que Uro puede aparecer, en teoría, en cualquier parte si se lo propone.
En su enorme vientre puede gestar a sus propios retoños sin tener que interaccionar con otra criatura, siendo andrógino y perfectamente capaz de crear a su propia progenie. Estos son llamados, Torzales de Uro, y se desprenden de él, a millares, aproximadamente cada 40 ciclos (es decir, cada 160 estaciones o años). Las pequeñas vainas salen despedidas con violencia en un proceso que puede tomar varios días y que resulta profundamente doloroso para él, albergando dentro de cada una de ellas a una “larva” autosuficiente que, tras alimentarse, rápidamente se convertirá en una criatura independiente y consciente de sí misma. Los Torzales de Uro se detallan en la sección del bestiario, en esta misma obra.
Sus vástagos se extienden por todo el mundo, desde las profundidades de la tierra hasta los abismos del océano. Ninguno alcanza jamás el tamaño de su progenitor pero pueden mostrar también un tamaño monstruoso y un aspecto aterrador. Las decisiones morales de cada uno de ellos, aunque suelen corresponderse con las del padre, atienden tan solo a su propia voluntad.
Uro es el protector de los abismos, de las profundidades y de todas las criaturas gigantescas que medran en el mundo. Patriarca protector de gigantes, titanes y bestias marinas; les ofrece consuelo, sintiendo preferencia siempre por todas las criaturas que, debido a diferentes circunstancias, se encuentran solas y aterradas ante un mundo hostil. Los alienta, sin saber muy bien las razones, a proseguir con el sentido de una existencia que es cuestionada por muchos de ellos, haciéndose preguntas sobre ésta constantemente, incluyéndole a él mismo.
Uro es, con toda probabilidad, una de las criaturas más solitarias que existen sobre la superficie del mundo y sin duda, la que se siente más desgraciada. Se siente solo, perdido e incluso desamparado, aunque esto pueda parecer incomprensible dado su tamaño y poder, no consiguiendo comprender el porqué de su existencia.
Su soledad le ha acompañado siempre, enloqueciéndole, aunque muestra en múltiples ocasiones momentos de lucidez; algo que sólo sucede cuando se encuentra calmado o cuando consigue entrar en el éxtasis de un vínculo de comunicación con su hermana mayor; es decir, junto a Dyss.
Sólo mediante este extraño enlace y esa comunión entre ambos es cuando Uro puede estar en paz…, por un corto periodo de tiempo.
Uro sólo obedece a su propio capricho, siendo su comportamiento muchas veces equivalente a todo lo peor que se encuentra en un humano adolescente. Lo cierto es que, al igual que su hermana Dyss, Uro es semejante a un niño humano. Es caprichoso, egoísta y sólo centrado en sí mismo. Se lamenta de su desdicha, se ahoga en su frustración y no encuentra una razón para su lugar en el mundo y el origen de su nacimiento. Toda esta frustración sólo ha provocado el que albergue un intenso deseo de venganza; en particular contra su madre debido al despecho de todo su desprecio hacia él, y contra su padre por lo que él ha percibido siempre como su indiferencia, manteniendo un hondo recelo y una profunda desconfianza hacia Kaleth, lo que provoca que entre en cólera con facilidad.
Lo cierto es que Kaleth ha intentado muchas veces acercarse a Uro, habiendo obtenido tan solo catastróficos resultados en forma de frenéticos arrebatos de furia por parte de éste y unas demostraciones de violencia capaces de hacerle mucho daño al mundo en el que vive.
Uro, sin embargo, no es malvado por naturaleza. Es caótico, es extremadamente caprichoso y reclama un lugar inexistente que él cree que le corresponde, sin razonar si ese “lugar” existe en realidad. Ansía, exigiéndola, la atención de su madre para así poder reprocharle su rechazo, y demanda la comprensión del padre para que reivindique los derechos de los que Uro cree ser merecedor. Mientras tanto, demanda el amor de ambos, sin comprender aún que su existencia no obedece a una lógica o una razón, y que las cosas no suceden bajo un orden establecido que coloca a cada uno en su lugar bajo una pretendida justicia universal.
Uro es, en síntesis, como un chiquillo inmaduro que no comprende cual es su lugar en el mundo, lo que provoca que, completamente frustrado, entre a menudo en cólera, destruyendo todo cuanto le rodea.
De todas los Poderes que existen en Dyss es, con diferencia, el que mejor se presta a tener seguidores, enfadándose muchísimo si siente que los pensamientos de éstos se apartan de él. Es capaz de “sentir” la fuerza de su devoción alimentando su insaciable ego, encontrando así consuelo.
Uro, no obstante, es capaz de entrar en contacto con Dyss de una manera mucho más profunda que la extraña unión que ambos establecen en ocasiones, manteniendo los dos una conexión muy especial. Así pues, Uro dispone de una gran capacidad de poder influir de forma viva en la Gran Consciencia.
La razón de ello y si Dyss posee un plan para esto, como de costumbre, constituye un absoluto misterio. Tan solo puedo decir con seguridad que Dyss se siente fascinada por Uro, cuya existencia la intriga.
En La Tierra Maldita de Uro, una remota región al sur del continente central, habitan muchos de sus vástagos, congregándose también allí, a su vez, un gran número de sus seguidores. Éstos realizan una peregrinación desde todos los rincones del mundo que termina en aquellos parajes al concluir un ciclo completo de cuatro estaciones, es decir, cada cuatro años.
La Tierra de Uro constituye un paraje frío y desolado que mezcla el horror de las criaturas que lo pueblan con la desdicha que acarrea su propia locura, cubiertas siempre por el pesar de una existencia sin sentido. En sus regiones se siente de forma constante toda la angustia que padece su señor, la profunda soledad de su alma y la inconsolable desesperanza ante lo que más anhela su corazón: el poder obtener, al fin, la respuesta que explique el significado de su existencia. Por ello, Uro no ha dejado jamás de buscar el acceso que conduce a Lavondyss; sin saber que, para encontrarlo, antes ha de realizar un viaje interior que le libere de toda la ira y del deseo de venganza que, día tras día, lo consume.
Principios
―La existencia no es más que dolor, no permitas que los que lo traen hacia ti lo olviden jamás y no te permitas el olvidarlo tú mismo.
―Venimos a este mundo para sufrir, sólo a través del sufrimiento obtenemos la razón para continuar hacia el más allá. Sin embargo, formamos parte del mundo, teniendo nuestro propio lugar en él.
― Defiende tu lugar en el mundo y demanda el lugar que te corresponde, empleando para ello todos los medios que consideres necesarios si es preciso, puesto que el fin, justifica los medios.
Poder mayor: exaltado
Origen: nativo.
Alineamiento: Caótico neutral (neutral).
Símbolo: Un monstruo o serpiente marina gigantesca representada de formas muy diversas.
Color predilecto: Tonos grises.
Arma preferida: Picos y martillos.
Áreas de influencia: Destrucción, confusión, aniquilación, locura, venganza, fuerza, mar, furia.
-Dominios D&D 3.X: Caos, destrucción, fuerza, agua.
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